Repasamos anime (sale mal): Primavera 2021

¡Bienvenidos a una nueva sección de la página!

Hace unas cuantas temporadas de anime que tanto yo como Ryuuju planificamos qué ver y vamos comentando a medida que pasan los capítulos. Pero estas últimas han sido tan buenas y tenemos tanto que comentar y recomendar que hemos decidido crear un nuevo formato en el que hablaros, un poco por encima, de lo que hemos visto.

Sin duda, ha sido una grandísima temporada, y eso que la cosa no pintaba muy bien después de que invierno fuese tan potente. Se me vienen a la mente Horimiya, Wonder Egg Priority, la continuación del adorable Yuru Camp, SK8, el final de la season de Shingeki no Kyojin o Jujutsu Kaisen, el shonen del año.

Pero esta primavera ha estado llena de sorpresas, así que… ¡vamos a ello!

¡Ah, y no hay spoilers! ¡No temáis!

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El final de Shingeki no Kyojin: evitando las consecuencias

Shingeki no Kyojin ha terminado por fin, y su final probablemente va a satisfacer a pocas personas, desde los que participan en las guerras de ships, quienes defienden si Isayama es (o no es) nazi, quienes confiaban en que, incluso con el escaso espacio dedicado al último arco, hubiera un cierre más o menos redondo…

Es lo que tiene acabar una historia antes de tiempo.

Este artículo va a estar lleno de spoilers, evidentemente, así que quien no quiera saber del final de la historia que se detenga aquí mismo.


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Analizando Memorias de Idhún: una animación a la altura del doblaje

¡Bienvenidos a la última parte de esta serie de artículos sobre Memorias de Idhún! Después de hablar sobre el doblaje y el guion del último anime de Netflix, toca centrarnos en la animación. En la mayoría de críticas y reseñas es un tema que ha pasado más desapercibido (y no es de extrañar), pero resulta que, si le prestamos la debida atención, veremos que es tan mala como todo lo demás.


Lo mejor de la animación es lo versátil e independiente que puede llegar a ser. Una producción liveaction siempre se verá atada al talento de sus actores y directores, a las condiciones de la localización de sus escenarios y, en definitiva, a las leyes de la física. Pero la animación está libre de todo eso: el único límite es la propia imaginación. ¿Quieres que en tu serie aparezcan mechas altos como edificios y ángeles con diseños aterradores? No hay problema. ¿Desplegar toda una masterclass de simbolismo visual a partir de rosas, chicas sombra y elementos de cuento de hadas en un contexto contemporáneo? Difícil de llevar a cabo en una película en acción real, pero posible en dos dimensiones. Y no hablemos de animales antropomórficos, monstruos grotescos o planetas extraterrestres, porque nada es imposible cuando se trata de animación. Al fin y al cabo, ¿por qué será que los remakes de Disney palidecen ante sus versiones clásicas de dibujos?

Es por ese motivo que, de primeras, un anime de Memorias de Idhún no era mala idea. Frente a una serie en acción real resulta más económico y fácil de manejar, tanto a nivel de historia como a la hora de introducir elementos fantásticos. Y eso por no hablar de lo atractivo que resulta para sus espectadores, ya sea para los amantes de la saga incapaces de imaginar qué actor sería digno de encarnar a Kirtash, como para nuevos fans, que podrían introducirse a Idhún mediante cómodos episodios de veinte minutos, fáciles de digerir y a los que engancharse. Sumamos un guion actualizado a 2020, una plataforma grande y con medios como Netflix y… tenemos éxito asegurado.

Entonces, ¿qué ha podido salir mal?

Bueno, todo. Todo ha salido mal.

memorias de idhún animación
Imagen obligatoria del ending porque es lo único que tiene un estilo bonito en esta serie

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Analizando Memorias de Idhún: la dificultad de adaptar una novela

Analizando Memorias de Idhún es la segunda parte de tres artículos donde estudiamos la adaptación al anime de al famosa novela. ¡Ya hemos hablado del doblaje, y próximamente lo haremos de la animación!

Este análisis pretende explorar los problemas de adaptar una historia a otro medio, y por qué Memorias de Idhún ha sufrido con su traslado a animación. Concretamente, se enfoca en investigar el dilema del guion, y también cómo podría haberse hecho mejor. No es un ataque a quien haya disfrutado del anime, ni tampoco a los fans del libro. De hecho, salvo en alguna ocasión, este último no se menciona. Quien quiera explorar una opinión negativa, pero espero que también constructiva, ¡adelante! Espero que disfrutes de la lectura. Sin embargo, si se pasa por algún casual un fan de MdI que no quiera tener que sufrir una crítica larrrrga a una historia que ha disfrutado… Por favor, este no es tu análisis, no te tortures leyendo más.

Adaptar no es copiar y pegar


Seamos sinceros. Adaptar es cambiar. Si alguien quiere una copia de carbón del material original solo tiene que recurrir a dicho producto.

La realidad es que trasladar una obra a un medio totalmente diferente exige traducir, y… ya sabemos lo que se dice de los traductores: que son traidores. Al traducir siempre se pierde (y gana) algo. En general, el traductor bueno es aquel que no se limita a hacer una traducción literal, sino el que adapta a la lengua elegida y logra que el espíritu nos llegue sin llegar a inventar nada que no exista.

Lo mismo ocurre al crear películas que se basan en novelas. Puede salir un producto mediocre, como Eragon; uno que aporta sus propias ideas para que visualmente sea espectacular, como Coraline; una historia distinta y solo inspirada en el texto como suele ser el caso del Studio Ghibli (y en concreto El castillo ambulante) o un trabajo que bascula entre la fidelidad y la innovación, como El señor de los anillos de Peter Jackson. Nadie va a estar totalmente contento con el resultado final, pero lo importante es que se sostenga con firmeza. Que no necesite que vayas a leer el libro o el comic para enterarte de qué ha pasado.

Puedo imaginar a Tolkien revolviéndose en su tumba cuando Peter Jackson decidió trasladar la idea de «Sauron como un ojo que lo ve todo» a… literalmente un ojo atrapado en lo alto de su propia torre. Pero, eh, ¿funciona o no? ¿De niño te cagaste o no cada vez que Sauron miraba a Frodo y sabías que iba a localizarle?

Memorias de Idhún debería ser esa clase de serie, una que pudieran disfrutar los que no han leído el libro. Adaptar una novela a un anime no es imposible. Al contrario, Japón tiene maestros de este arte, y testigo es la serie de novelas ligeras No. 6, nueve tomos adaptados sin mucho problema a 11 episodios.

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La intencionalidad en el desarrollo de los videojuegos

Hace bastante tiempo que ronda mi mente un debate muy común en el mundo de los videojuegos. Uno que recientemente se ha enfatizado todavía más por la salida al mercado del esperadísimo Animal Crossing: New Horizons. Y no me he podido resistir a ofrecer mi humilde opinión.

Cuando un desarrollador de videojuegos se adentra en la creación de un nuevo título una de las primeras dudas que surgen es, ¿cómo quiero que la gente juegue a esto? Vamos, plantear la jugabilidad de tu juego valga la redundancia. Es una de las partes más esenciales del proceso y, sin duda, muchas obras maestras que conocemos hoy en día no serían ni la mitad de lo que son si no fuese por unas decisiones de diseño jugabilístico exquisitas.

Es, además, una característica que te puede ayudar a definir una saga. Los Soulsborne son, posiblemente, el ejemplo más claro. No solo definieron un género entero con su tremendo diseño de niveles y su estilo de combate tan dependiente de la progresión del jugador, sino que ahora mismo podemos identificar al instante Dark Souls, Bloodborne o Sekiro —y el olvidado Demon Souls— como parte de una saga. Con solo observarlos podemos llegar a sentir cómo se juegan. No importa si tienen estilos artísticos o settings distintos. Así, la jugabilidad se convierte en la principal seña de identidad.

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Mistral Chronicles