La Balada del Viento y los Árboles #2. La perpetuación del maltrato

Ha salido el segundo tomo de La Balada del Viento y los Árboles, y la historia continúa a un ritmo lento pero sin pausa. En esta ocasión descubrimos parte del pasado de Gilbert, lo cual da contexto para muchísimas características del pobre chico. Al fin y al cabo, Gilbert no se despertó un día y se dijo que quería empezar a tener sexo con todo adulto que se cruzara por su camino por mal que lo tratara.

Pero vayamos por partes. Antes de llegar a esto, la historia presenta dos puntos interesantes:

Primero, nos habla de la sociedad heterosexual y patriarcal y presenta unos ejemplos a seguir para ser feliz en ella. La narración a menudo tiende a olvidar el color de piel de Serge, por cierto, lo cual le corta todas las vías abiertas a otras personas de piel blanca.

Segundo, nos muestra cómo Gilbert se somete a otras personas para conseguir buenas notas y por qué sufre tantísimo cuando alguien no se somete a sus encantos.

Centrándonos en el primer punto… ¡Llegan las vacaciones de Navidad! Serge, en vez de volver con su tía, que lo trata como si fuera un mono de feria, demuestra tener carácter y preferir quedarse en la academia. Sin embargo, Pascal se apiada y lo invita a su casa. Una vez allí resulta que el muchacho tiene una familia bastante grande y, atención, repleta de mujeres. Con un tono comédico, se las enfoca como ruidosas, molestas y no muy inteligentes a menos que nos refiramos a la más «masculina» de todas, Patricia. Ella se dedica a pintar, en ocasiones usando su cuerpo de referencia, sin mostrar interés por los vestidos o el mundo exterior. Con todo, esto es temporal, ya que la historia demuestra que solo necesita el reconocimiento de un muchacho para sentirse bella y validada. Lo cual no es muy interesante, pero al menos Serge no es el típico protagonista de shojo o shonen y hay cierta, digamos, ternura en el desarrollo de la relación entre los dos. Lástima que Patricia sirva más como paralelo de Gilbert que para tener su propio arco, por corto que sea.

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La Balada del Viento y los Árboles, una crónica del abuso a menores

Milky Way se está ganando un buen nombre en España por traer numerosos títulos de calidad, algunos bastante ansiados por los fans. Cuando supimos que traerían Kaze to ki no uta, que nunca antes había salido de Japón, se generó una enorme expectativa. Se trata de un clásico del BL/yaoi de Keiko Takemiya, una de las afamadas autoras de la generación del 24 junto a Riyoko Ikeda, autora de La rosa de Versalles, o Hagio Moto, que creó Poe no Ichizoku o ¿Quién es el 11º pasasjero?, que nos ha traído Tomodomo. Sus obras no se limitan a este género, por supuesto, pero sí pusieron las bases de un estilo que se mantiene hasta hoy en día…

Y, en muchos casos, resulta mucho menos misógino o problemático que las obras actuales.

La Balada del Viento y los Árboles empezó a publicarse en 1976, tras nueve años de esfuerzos por Takemiya para que la revista Shogakukan aceptara la obra. Al parecer tenía demasiado contenido sexual. Todavía hoy resulta pionera en muchos aspectos como el maltrato y la violación, al acercarse a ellos sin fetichizar ni romantizar la idea. Al contrario, los personajes que insisten en romantizar el constante abuso que sufre uno de los protagonistas son representados como… lo que son. Seres muy despreciables. En particular, los adultos.

Porque, oh sí, La Balada trata de cerca la prostitución y la pedofilia. Y lo hace bien, no como otras obras que deben mucho a esta obra y no saben transmitir bien lo que deben.

La historia transcurre en Arlés, a finales del siglo XIX, en un internado obviamente masculino. Serge es, por azares del destino, el único heredero de su padre. Eso significa que ostenta el título de vizconde a la tierna edad de 15 años, aunque su cargo de noble tampoco se le ha subido a la cabeza. Siguiendo la tendencia de muchísimas de las obras de la época, o más bien inspirándola, Takemiya presenta a un protagonista inocente, recto y digno a pesar de los golpes que le ha dado una sociedad racista y clasista. Porque el padre de Serge renunció a todo por casarse con una gitana y el muchacho ha heredado no solo los rumores desagradables, sino la piel de su madre (aunque esto lo sabemos más por los personajes que por el sombreado del dibujo…). No solo eso, sino que sus progenitores murieron cuando era muy joven y quedó en las manos de su tía, a la que solo le interesaba su fortuna.

Serge, virtuoso de la música, ha crecido puro y fuerte a pesar de ser expuesto a la sociedad como un monito de circo. Perfectamente educado, se enfrenta al rechazo constante con resignada dignidad. En otro personaje resultaría demasiado maduro, en especial por su constante tendencia a ayudar y a esperar lo mejor de los demás solo para llevarse una decepción; y lo cierto es que en ocasiones Serge resulta increíble en su… falta de rencor. Solo que a veces asoma, siempre cubierta de una capa de buenintencionismo. Esperemos que en próximos tomos se enfoque más que se fuerza a encajar en una sociedad racista y clasista que lo desprecia con toda clase de epítetos a sus espaldas (y a veces a la cara).

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La toxicidad de los roles en el Yaoi

Este artículo se publicó originalmente en Deculture.es, ¡donde todavía podéis leerlo!

En este artículo vamos a hablar de las dinámicas o los roles impuestos en parejas homosexuales en los mangas japoneses catalogados como Yaoi. Que se empleen los términos de seme y uke es intencional, aunque resulte evidente que sería mucho más sano no tener que reducirlos a meros roles que interpretar. Las referencias a papeles de «mujer» y de «hombre» responden a los estereotipos que impuestos a los personajes. No estamos diciendo ni afirmando que así deban comportarse uno u otro género. Todo lo contrario, en este artículo venimos a criticar precisamente esa clase de mentalidad reduccionista.

¿Qué es el yaoi?

D: Lo que más me atrae del Yaoi es que hay dos protagonistas masculinos. No sé por qué no puedo soportar a esas protagonistas en el romance, son muy irrealistas comparadas con la vida real. Siento que son también muy infantiles; parece que busquen meterse de lleno en problemas; en realidad buscan el peligro por sí mismas.

L: En las historias de amor corriente encuentras chicas que son muy idiotas saliendo con hombres ricos o una chica estúpida rodeada de un grupo de tíos buenos, ¿cómo es posible? Sabes que algo así nunca pasará en la vida real. ¿Por qué el protagonista escogería a esta chica que, de hecho, es peor que yo en el mundo real? Encuentro injusto tener que meterme en la historia para entender el argumento, Por eso prefiero las historias de hombres con otros hombres; lo encuentro mucho más aceptable porque ambos son bastante atractivos y destacables.

Exploring the Meaning of Yaoi in Taiwan for Female Readers: From the Perspective of Gender

Yaoi es un acrónimo creado por Yasuko Sakata y Akiko Hatsu de Yama nashi, ochi nashi, imi nashi (山[場]なし、落ちなし、意味なし?) es decir «sin clímax, sin caída, sin significado», como contraste del shōnen-ai que se centraba más en la parte emocional y no sexual. Trata la relación de dos hombres (conocida también como Boy’s Love o BL) muy atractivos —claro que quién no es guapo en manga— escrita por y para mujeres principalmente japonesas. Ese género se asentó más o menos en los años setenta con autoras como de shojo como Keiko Kemiya, Moto Hagio, Ryoko Yamagishi, Yumiko Oshima y Yasuko Aoike y clásicos como Kaze to ki no uta de la primera mentada. Se podría decir que, en un ámbito asiático que a veces se puede trasladar a occidente, encontramos en el yaoi la relación «equilibrada» de una pareja sin diferencias de género. Algo que no se da, casi nunca, en las relaciones heterosexuales. Puede que por eso refleje la mentalidad femenina a la hora de representar a los personajes y su dinámica.

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Mistral Chronicles