Analizando Berserk. Capítulo 17: La Edad de Oro (IX) Ráfaga de espada

El capítulo 17 de Berserk es el comienzo de una nueva era, y también el principio del fin. A grandes rasgos sirve como presentación de los personajes tras el salto de tiempo, de las nuevas circunstancias en las que se encuentran y plantea el dilema de Guts acerca de cómo se comporta y qué siente por su nueva familia. Todavía no entramos en la Causalidad y la magia, pero no os preocupéis porque en el siguiente episodio aparecerá Zodd.

Por otro lado, los capítulos se van volviendo definitivamente más cortos, cosa que no dejo de agradecer y que seguramente ayude a que publique de forma algo más regular.

Dicho esto, ¡vamos allá!


Los años han transcurrido, la Banda del Halcón ha crecido y la causalidad, por tanto, se aproxima lentamente a su clímax. Nada es tan revelador como que empecemos el capítulo con una siniestra mano con agudas garras, ¿la de Femto o la de Void, quizá?, sosteniendo nada menos que un Beherit Rojo. Es decir, el Beherit de Griffith. Entonces un texto nos arroja preguntas clave para el mundo de Berserk:

¿Existe en el mundo algún tipo de «ley» suprema que gobierne el destino de los hombres…? ¿Algún tipo de «mano divina»? Lo que es seguro es que el hombre ni siquiera tiene control sobre su voluntad.
Los hombres toman la espada para proteger las pequeñas heridas en su corazón que sufrieron un lejano día, más allá de sus recuerdos.
Los hombres blanden su espada para morir con una sonrisa en la boca un lejano día, más allá de lo que creen.

Por partes.

El primer párrafo hace referencia, por supuesto, a la Ley de la Causalidad que definitivamente existe en Berserk. Para que lo entendamos, no es como tal el Destino, sino la fuerza de las consecuencias. Un poco como la gravedad. Si empujas una pelota hacia un acantilado con el suficiente impulso, terminará por pasar por el borde y entonces caerá, ¿verdad? La causalidad funciona de forma semejante. Si hay hambre, la gente morirá, los supervivientes agonizarán, se brutalizarán y recurrirán a métodos salvajes para intentar sobrevivir. Si una persona es incapaz de soportar que el mundo que ha construido cuidadosamente alrededor de una imagen de líder carismático y que cuenta con la absoluta adoración de sus hombres, entonces lo más probable es que se venga abajo cuando la persona que más le importa escape a su red y pierda el control de sí misma.

Así pues, no es que no exista la libre voluntad. Lo que ocurre es que nadie puede controlar todo lo que ocurre a su alrededor. Guts no tuvo control sobre la muerte de su madre y no pudo evitar acabar en manos de Shisu, ni mucho menos tuvo nada que ver con la muerte de esta tras unos años en los que Gambino quizá jugueteó con verlo como su hijo, así que no pudo evitar que este comenzara a culparlo del fallecimiento de su pareja. La consecuencia a largo plazo es que Gambino decidiera venderle y matarle.

Por tanto, la Causalidad es un complejo entramado de hechos y consecuencias.

Y, según Berserk, hay algo en lo alto que controla este farragoso embrollo de aparentes casualidades para asegurarse de que ocurran ciertos acontecimientos. ¿Es esta entidad la Mano de Dios que se menciona en el texto? Quizá. Sin embargo, Slan afirma que no son dioses, que no lo saben todo, y la serie nos muestra que la Mano parece ser más bien una entidad pasiva que actúa de acuerdo a unas normas que no terminamos de comprender. Al fin y al cabo, la mano solo reacciona a lo que el cerebro le ordena. Y por ello Void y compañía acuden a la llamada de los Beherit, dejan la decisión de su propia conversión a los Apóstoles en potencia y, durante los Eclipses, no crean sacrificios hasta que el nuevo miembro así lo decide.

Si asumimos que el Capítulo Perdido es canónico, todo indica que es directamente Dios, la Idea del Mal, quien provoca estos acontecimientos. Al fin y al cabo, afirma que creó a Griffith cruzando personas y asegurando que ocurrieran ciertos hechos, fabricando un patrón resultante de derribar interminables filas de dominó meticulosamente preparadas.

La pregunta final es si se puede escapar a la causalidad.

Si las decisiones de Guts, de los protagonistas, pueden romper el ciclo. O, como bien nos dirá Flora en el futuro, la espiral.

De momento, por lo que vemos al pasar de página, es que la espiral de la guerra continúa, y lleva haciéndolo durante cien años, corroyendo el reino de Midland e instaurando el deseo por un Salvador, aunque la gente todavía no sea consciente de ello. Los contendientes de esta interminable contienda son Midland y el reino de Tudor me pregunto de dónde habrá sacado el nombre. Evidentemente, hacen referencia a Francia e Inglaterra durante la Guerra de los Cien Años, que en realidad fue mucho más larga, pero «Cien Años» queda mucho más simbólico y bonito. Ahora, hay que aclarar que Miura se inspira con muchísima libertad en estos acontecimientos y no pretende ser fiel a la historia.

Ni Midland es Francia, ni Tudor es Inglaterra, ni viceversa. Estamos en un mundo de fantasía que es un conglomerado de todo lo que le gusta a Miura y, por tanto, lo único que importa es que sus reglas internas se sostengan. Así, por ejemplo, los cañones llevan apareciendo en Berserk desde que Guts era un chiquillo, pero en ningún momento vamos a ver la innovación de los arcabuces que tanta ventaja dieron a los «españoles» durante el siglo XVI y que terminaron por enterrar estas armaduras tan «medievales» que eran incapaces de hacer frente a balas. Con los arcabuceros llegaron las armaduras de cuero y revivió el protagonismo de la infantería, que cambió el paradigma de la guerra. Nada de esto aparece en Berserk. Aquí predomina una suerte de era mítica con caballeros entremezclados con condottieros y bandas mercenarias más italianas, cañones en miniatura adecuados para un brazo, inspiración de castillos castellanos, alemanes, italianos y andalusíes, una Inquisición europea más propia de la Edad Moderna que de la Edad Media, y una variada mezcla de armaduras que quedan bonitas estéticamente.

Todo esto es intencional, como vemos en esta entrevista a Miura en la Berserk Illustrations File de 1996.

Al principio consideré varias opciones. Hay cosas muy toscas en la Alta Edad Media, pero otras brillantes como el Palacio de Versalles ocurren mucho después. Al final, creé una época que parecía recorrer desde principios de la Edad Media hasta la Baja Edad Media europea. Por ejemplo, el baile de Midland es, creo, más medieval tardío (…) Así que los lectores europeos podrían decirse «eh, ¿qué demonios es esto?». Pues bueno, creo que la forma en que muchos extranjeros nos ven a nosotros, los japoneses, va de la mano con esta situación: «¡eh, ninjas!». Está bien porque dibujo para japoneses, no tengo ninguna estrategia para un mercado global [risas].

Ay, como si los escritores europeos tuvieran conocimientos firmes de historia…

En fin, dicho esto, continuemos con el manga.

Al pasar de página entran en escena los caballeros más importantes de Tudor. Los… a ver que lo relea otra vez. «Los Caballeros Acorazados de la Oveja Negra con Lanza de Hierro». Ovejas Negras para los amigos. Miura se ha divertido con el nombre, desde luego.

Pues bueno, las Ovejas Negras son unos caballeros especialmente brutales, caracterizados por ser caballería pesada. Eso se traduce en armaduras que recubren todo, desde a los jinetes a los caballos, por lo que resulta muy difícil matarlos. Aun así, resulta evidente que su éxito no es solo cuestión de que sean tanques en miniatura. La alarmada conversación entre el rey de Midland y sus subordinados, que ven con impotencia cómo su ejército es arrasado, resulta muy reveladora. Parece que el ejército de Tudor o, al menos, la parte importante del mismo está compuesta por tres mil caballeros, pero al rey no le cabe en la cabeza que semejante número pueda estar tumbando a sus hombres, lo cual indica que cuenta con un ejército bastante nutrido. Esto deja claro que nuestro rey no tiene ni idea de la fama de sus enemigos, o habría preparado alguna clase de medida de contingencia para lidiar con las Ovejas Negras. Peor aún, sus generales son igual de ineptos que él en el terreno militar. La situación es tan comprometida que las Ovejas Negras podrían alcanzar el promontorio desde el que el monarca contempla morir a sus hombres.

¿Recordáis que he comentado que el mundo espera un Salvador?

Pues resulta irónico que el rey sea el primero en suplicar, totalmente impotente, porque alguien cambie la situación cuando sabemos cómo va a acabar sintiéndose respecto a Griffith.

Y entonces aparece Guts, a modo de avanzadilla de la Banda del Halcón, para lucirse nada menos que contra un nutrido grupo de caballería pesada.

Es posible que ya esté tan acostumbrada a escenas donde nuestro chico corta por la mitad a todo lo que le rodea como si fuera mantequilla fácil de untar y que por eso me tome esta relectura con relativa indiferencia, pero si una lo piensa, es que es una presentación muy bien planteada. La última vez que vimos a Guts tuvo que huir de un grupo no tan diferente a este. Así que, para demostrar que las cosas han cambiado mucho, Miura le da una armadura más completa, una capa para exagerar sus movimientos y, más importante aún, hace que espere a sus enemigos en lugar de huir de ellos. Más tarde comprobaremos que está poniéndolos a prueba, aparte de mantener esa ridícula tendencia suya de ponerse contra la espada y la pared para salir adelante o morir en el intento… Pero Guts no carece de estrategia. Con enemigos como Bazuso aprendió que es difícil atravesar sus armaduras, de modo que aquí emplea el impulso de los caballeros para que se empalen contra su arma. Todavía no puede cortar a hombres armados por la mitad, ¡pero ya le queda menos! Además, ya casi no necesita impulso para abrir cascos como si no tuvieran ninguna función, así que está claro que ha subido de nivel.

Entre tanto, el resto de la Banda entra en combate. La gente de Tudor la reconoce de inmediato.

—Es… ¡Es la Banda del Halcón! El grupo de mercenarios liderados por Griffith el Halcón… ¡Los Ángeles de la Muerte del Campo de batalla!

Vaya por Dios. Con esta traducción tan libre imaginé que adaptarían el término shinigami (死神) a algo más europeo como la Parca o los jinetes de la muerte, pero no. Supongo que solo es importante inventar traducciones para volver el lore más abstracto o confuso.

En cualquier caso, parece que la Banda ha ido creciendo en fama a lo largo de los tres años que han transcurrido desde el anterior capítulo. Eso significa que nuestros chiquillos tienen ahora, más o menos, 18 años, dato que me gustaría que tuviéramos en cuenta para cuando queramos juzgar sus acciones.

En fin, Griffith logra hacer que el ejército Tudor rompa filas y se retire. Y Miura dedica un panel entero a mostrarnos a nuestro ángel de la muerte ruborizado de satisfacción mientras sus hombres celebran la victoria. No es para menos; le acaban de salvar el trasero al rey de Midland, y casi con total probabilidad, su número de bajas mínimo.

De hecho, y aunque no se menciona, me gustaría dejar sobre la mesa la idea de que este rescate es sospechosamente perfecto. Al fin y al cabo, si Griffith tenía los datos para saber dónde se llevaría a cabo la batalla entre Midland y Tudor, ¿por qué no ofrecer sus servicios con antelación en vez de marcarse un Gándalf con Éomer al rescate?

Quizá porque Griffith se ha hecho, cómo decirlo… Desear. Y ha llegado cuando sabía que lograrían no solo una victoria arrasadora, sino quedar como héroes.

Pero solo es una teoría.

La batalla, pues, ha terminado y Griffith levanta el pulgar hacia un serio Guts, dando a entender, pues, que todo ha salido de acuerdo a sus planes. Como dirá más tarde, el carácter impulsivo de su capitán entra dentro de sus planes, así que el hecho de que se adelantara en solitario no formaba parte de una estrategia, pero Griffith había previsto la posibilidad porque, bueno.

Es Guts.

Al contrario que hace un par de años, ahora Guts no tiene un lazo exclusivo con Griffith, sino que cuenta con su propio club de fans. Los hombres a su cargo básicamente se arrojan sobre él en puro furor. Su reverencia está repleta de camadería, una cercanía que nadie demuestra con Griffith. Con un par de páginas queda claro que Guts es estoico, pero sus hombres le adoran, se sienten cómodos a su lado y saben que pueden tocarle (¡lo cual es un avance inmenso!), rodearle y hasta darle codazos. Es también aquí, envuelto por gente más o menos de su edad, que vemos que Guts es ahora un titán que saca una cabeza a todos a pesar de mantener un aspecto sinceramente juvenil, casi un poco infantil en comparación con los demás. Ah, pensar que Guts era casi un bishonen… Pero bueno, que queda claro que le han dado bien de comer.

Eso sí, de momento, no tiene el suficiente encanto para evitar que Casca lo juzgue muy fuerte con la mirada. Y antes de entrar a analizar su relación, me gustaría tocar unas ideas que iré desarrollando a lo largo de la historia.

Casca es un buen personaje. Personalmente considero que no es tan bueno como la gente dice, porque Miura no le hace muchos favores. Al contrario, la trata de una forma que ganas me dan de gritar. En particular, Casca no tiene la misma sensación de tridimensionalidad que encontraremos en personajes como Jill, Farnese o Schierke porque, y se nota, Miura no tenía muy claro qué hacer con ella. Durante bastantes capítulos vamos a ver cómo Casca es hostil a Guts y sirve no como opuesta (para eso está Griffith) ni tampoco como verdadera antagonista, sino la persona que está ahí para hacerle sentir inseguro. Solo más tarde, cuando pase a ser interés romántico y no antes, se la empezará a profundizar.

Y a sexualizar.

A saco.

Pero esta falta de tridimensionalidad se ve en que Casca está

total

y

absolutamente

aislada.

A pesar de que Miura intentará llevarla hacia una posición de líder, de verdadera sucesora de Griffith (lo cual es fantástico), lo cierto es que… Desde mi punto de vista, parece una idea de última hora. Casca tiene ese rol porque encaja mejor que Judeau, Pippin o, Dios mío, Corkus. Y es que, si os fijáis, mientras que Guts tiene a sus hombres e incluso una relación cercana con uno de ellos que es como el avatar de todos los demás, Gastón, Casca no tiene a nadie en particular. No vemos hombres que la rodeen, escuchen sus órdenes y la respeten salvo en escenas en las que se cierran batallas. No vemos que tenga amigos, solo que Judeau tiene tendencias protectoras hacia ella y que a Casca le gustaría rebanarle la nariz a Corkus.

Cosa completamente comprensible y que apoyo desde lo más profundo de mi ser.

El caso es que Casca está aislada por ser concebida como mujer, como personaje hecho para estar en constante y molesta tensión con Guts a causa de una rivalidad que no se llega a desarrollar (porque Miura decide solventarlo juntándolos) y, al principio, es más un conflicto para el protagonista que una persona.

Y dan ganas de llorar, porque se merecía mucho más.

Bueno, que Casca se lleva a Guts aparte para hablar. La animosidad entre ambos es bien conocida por los hombres de Guts, que mencionan que va a haber otra pelea y saben perfectamente que Casca le va a echar una bronca por haber actuado por su cuenta. Lo gracioso, e interesante, es que Casca se muestra compuesta, digna y fría delante de la infantería, pero en cuanto se encierra con Guts, deja de lado toda pretensión y se lanza a morder. Esto no es una pelea de ese horrible tópico de los que se pelean se desean, no, es desdén, desprecio e irritación. Casca ha debido repetir este tipo de choque innumerables veces con el mismo resultado: que Guts la ignora y sigue a lo suyo… Lo cual lleva a preguntarse por qué sigue insistiendo. Diría que es por la envidia, mezclada con sana preocupación y no tan sanos prejuicios. Resulta evidente que no soporta que Guts tenga un estatus aparte, uno que le permite ir a su rollo. A pesar de que su argumento se enfoca en que Guts rompe las normas y deja a sus hombres atrás por puro capricho, lo cual predice (con triste exactitud) que un día va a volverse en contra de la propia Banda, si Casca de verdad quisiera asegurarse de que nadie quedara desamparado, acudiría a Griffith porque no sería una cuestión de orgullo o de imponer su autoridad sobre otra persona, sino de proteger a gente.

Y entonces, harta de todo, deja bien claro lo que le ronda la cabeza:

—No piensas ni por asomo en tus compañeros… ¡¡Eres como un perro rabioso!!

Lo cual afecta profundamente a Guts. Lo suficiente para que reaccione, quizá por primera vez, a los ataques de Casca en vez de permitir que lo machaque verbalmente. La cara de Casca deja claro que debe ser una de las pocas veces en las que que Guts se le ha opuesto de forma seria.

La primera reacción del lector puede ser que Guts se enfada porque le ha llamado perro rabioso, pero personalmente creo que es una mezcla de no te preocupas por nadie y la implicación de no eres un humano corriente. Como ya he desarrollado con anterioridad, Guts ha pasado casi toda su vida siendo maltratado, sin encontrar un lugar donde sentirse cómodo y confiar en quienes le rodea. Es evidente que ahora siente, aunque no sea totalmente consciente, que la Banda es su casa. Y en próximos capítulos veremos que se toma muy en serio la seguridad de sus hombres. Que odia que alguien muera cuando él podría haber estado en el frente. No solo eso, sino que conoce los sueños de quienes viven con él, así que no trata a las personas que le rodean como meros peones, sino que se implica en sus vidas.

Así que, aunque no voy a decir que Guts sale solo por proteger a nadie, creo que hacer las veces de escudo sí forma parte de sus planes. Guts siempre va a la vanguardia o a la retaguardia de los grupos en los que viaja para recibir él las heridas y ahorrárselas a los demás.

Por tanto, que le digan que no se toma en serio las vidas de sus compañeros es una puñalada directa al corazón. Así que llamarle «perro rabioso» no es más que la suma de todas las consideraciones acerca de que Guts no es coherente, no tiene humanidad y solo se preocupa por sí mismo.

Y entonces llega Griffith a hacer la paz, todo luz, calma y sonrisas. Casca vuelve a comportarse con dignidad, y no dejo de notar que, cuando le masculla a Griffith que es blando con Guts, no es capaz de mirarle a la cara. La resignación de saber que no es especial, de ser consciente de que las cosas no van a cambiar por mucho que proteste es… evidente.

Pero bueno, a pesar de todas mis quejas respecto al papel de Casca, Miura es consciente de la mala impresión que se crea a su alrededor porque hace que Corkus destaque esta atmósfera en voz alta. Y luego, como ya viene siendo habitual, intenta invitarla a matar a Guts porque él solo no sería capaz. La forma tan discreta y maravillosa con la que Casca hace que Corkus caiga por las escaleras, básicamente haciéndole perder el equilibrio, dice bastante de su entereza, habilidad y lo que sigue opinando de Corkus. Se ve que ella no es la única que no ha aprendido mucho con el paso del tiempo… Y, vaya, que esta escena sirve para que veamos que Casca no es realmente maliciosa, porque existe Corkus, y ella sigue siendo una persona repleta de bastante dignidad.

El que sí ha cambiado es Guts, como él mismo masculla en cuanto se queda solo con Griffith:

—Claro que pienso en… Tengo en mente a mis hombres, siempre. Ya… ya no soy el que solía ser.

La confianza que siente hacia Griffith es evidente porque antes no le habríamos visto abrirse y ser vulnerable ante nadie. Se trata de una demostración más de que Guts no es el macho alfa oscuro y cruel que su imagen puede promover. Por el contrario, Griffith jamás, jamás, jamás reconocería semejante debilidad ni buscaría consuelo en otra persona, como no sea mediante la reafirmación de su poder. Es decir, violando a la princesa Charlotte.

Por eso es muy relevante que Griffith no proporciona seguridad a Guts. Al menos… No de forma directa. Porque él sí que es un macho alfa, o al menos intenta serlo. Así que vuelve la conversación hacia sí mismo al recordar la pelea que sostuvieron hace tres años. Y lo hace sonriendo, sonrojado, paladeando una buena memoria que considera divertida y que claramente atesora. Es decir, está sacando a relucir que ahora son compañeros, que no se pelean entre sí, lo cual es una forma muy indirecta de reconocer que, sí, ha habido un cambio. Y es que todo este capítulo es totalmente paralelo a los sucesos que siguieron a la derrota de Guts, en la que tuvo que participar en una batalla donde estuvo a punto de morir mientras se le ponía a prueba. Igual que entonces, ahora va a ser homenajeado por su triunfo, pero lo va a hacer con más gusto.

Entre la familia que ha escogido.

Aun así, es evidente que las palabras de Casca han calado porque Guts insiste en tratar de excusarse. Un poco en vano, la verdad, porque Griffith responde con una sonrisa calmada que su temperamento forma parte de sus planes. Es decir, que cuenta con que Guts cause una gran impresión entre sus enemigos al tiempo que arriesga su vida, y confía en que sea lo suficiente inteligente y fuerte para salir con vida.

Deja bien claro, pues, que es un peón… Pero uno en el que confía y por el que siente algo especial.

No sabemos cuánto tiempo después, saltamos a una ceremonia en el interior de una iglesia. O… más bien voy a decir templo, ya que aunque la Santa Sede sea claramente una alusión a la Iglesia católica (hasta se habla de Dios y su Espíritu, ¡alguien no tenía tan pensada la religión de su mundo, ¿eh?!), no es el mismo organismo. En pocas palabras, el rey de Midland (cómo me gustaría que tuviera un nombre) está nombrando a Griffith caballero además de, como nos cuentan los nobles, darle un título nobiliario de vizconde. ¡Lo nunca visto! Con esto queda claro que la sociedad estamental de Berserk es muy rígida, y que es necesario que el mismísimo rey esté en una situación de vida o muerte para hacer que un hombre abandone los pies de la jerarquía y se alce a una posición más o menos alta… E incluso con esta bendición, a los aristócratas no les gusta. No solo es que sea un advenedizo increíblemente joven, sino que llega cuando el prestigio de la nobleza guerrera de Midland está por los suelos. Es un escupitajo a su honor.

Corkus no puede evitar regodearse porque ahora tienen su futuro más o menos asegurado porque pasan a formar parte de un ejército regular. Lo cual… no es cierto. Siguen siendo las tropas de Griffith. Forman parte de un sistema claramente feudal donde los hombres responden a su señor, no a su rey, porque si hubiera un ejército regular el rey podría haberles incorporado sin necesidad de convertir a Griffith en un noble. Que, vaya, podría haberle dado igualmente el título para que tuviera más pedigrí, pero no habría sido necesario adoptarle primero en el sistema para asegurar sus tropas, sino que podría haber intentado quedarse con la Banda sin más.

Casca, un poco como una oráculo, demuestra su mucho más vasta comprensión de la situación al gruñir a Corkus para que se comporte. Cualquier cosa que hagan mal repercutirá en Griffith, así que deben empezar a comportarse con más dignidad.

Qué pena que a nadie se le ocurra que lo que haga Griffith también repercutirá en ellos… y de forma mucho más brutal. Esto demuestra que le siguen viendo como alguien superior, demasiado perfecto para cometer errores. Sin duda, una imagen que alimenta él, pero que también lo atrapa con una presión mental insoportable. No es de extrañar que, cuando se viene abajo, lo hace fuerte, ya que se aísla y no puede confiar en absolutamente nadie a riesgo de romper su imagen.

Lo gracioso es que es Casca quien termina levantando la voz cuando Corkus le busca las cosquillas, lo cual demuestra que ella es la primera en no saber cómo comportarse entre nobles a pesar de entender mejor cómo funciona el mundo. Esto es una idea que va a repetirse una y otra vez durante la Edad de Oro. Todos son plebeyos acostumbrados a la guerra, y no saben encajar en el nuevo mundo al que han sido arrojados y… y bueno, esto va a ser causa de su destrucción. El único que sabe moverse es Griffith, porque es quien puede leer, y ya ha tenido encontronazos con nobles que han acabado en violación, así que ha tenido espacio para aprender la mejor forma de actuar. Su aspecto angelical ayuda, por supuesto. Y aun así, nada les puede salvar del hecho de no ser familias aristócratas con poder detrás que les puedan proteger de sus errores.

Dependen total y absolutamente del rey, lo cual sin duda es otro motivo por el que ha convertido a Griffith en noble: para que le sea fiel y no pueda buscar con libertad sus propios intereses. Y no es porque Griffith no vaya a intentarlo, pero a la larga la táctica funciona y, en cuanto cae en desgracia ante el rey, nadie se opone a que el muchacho desaparezca y la Banda sea casi aniquilada de la noche a la mañana.

Y luego está Guts, que no quiere formar parte de este mundo y ni se molesta en aparecer en la ceremonia. Está más enfocado en canalizar su rabia e impotencia, porque evidentemente todavía se siente herido por la insinuación de Casca. Y, bueno, de verdad que no le interesa la alta sociedad. Apenas salido de la adolescencia, Guts solo ha conocido la guerra desde que puede recordar, y no es capaz de abandonar su zona de confort. Una que acaba de ser bruscamente sacudida por las afiladas acusaciones de Casca. Lo que normalmente le proporcionaría paz de espíritu y satisfacción, que es realizar sus ejercicios para no tener que pensar, no funciona. Ni siquiera añadir peso extra a la espada es suficiente.

Al final, Griffith besa el arma del rey, reconociendo la sumisión a otro hombre (cosa que Guts, después de librarse de Gambino, jamás ha aceptado si no es siendo sometido por la fuerza). Por supuesto, los lectores sabemos que es un lobo con piel de corderito. Es difícil afirmar si ahora mismo pretende derrocar al monarca, pero viendo lo que hará con la reina cuando esta se interponga en su camino, bueno… A la larga… ¿Por qué no? Y, de hecho, Femto causará el final del rey dentro de unos cuantos años.

Por tanto, la Causalidad ha atado otro nudo en su larga historia, entrelazando irremediablemente a personajes en la tragedia que está por venir. Incluso si Guts intenta mantenerse aparte, al pertenecer a la Banda, su futuro acaba de quedar más o menos sellado.

Así, aunque el mañana parece brillante, dejamos Guts contemplando su espada, su razón de existir, su pasado, presente y futuro, con aire meditabundo.

 

Ojos destrozados

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Gente partida por la mitad

0

Niños muertos

0

¡Que el viento sople a vuestro favor!

Autor

  • Suzume

    Redactora de artículos variados (Neon Genesis Evangelion, Utena, Nier Automata, Berserk, D.Gray-man. Houseki no Kuni y un largo etc.) sobre worldbuilding, personajes o narrativa. De vez en cuando alguno de opinión. Tengo un blog donde hago lo mismo pero con libros. Fui redactora de Deculture. También escribo relatos (cuando puedo) y he publicado algunos que podéis encontrar en Goodreads.

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dorameg
dorameg
3 years ago

Maravilloso análisis de este capitulazo, Suzume. Perdón por comentar recién, estuve ocupada con trabajos y es ahora que pude leer con detenimiento todo tu escrito, perfecto y divino, por supuesto. Justo en el párrafo donde mencionas que Guts se ve como el típico protagonista de seinen: macho, varonil y poderoso; me pregunto si es que Miura se hubiese atrevido a mostrar una escena pasional entre Griffith y Guts, ¿quién hubiese sido el uke, el seme o, tal vez, ambos serían versátiles? xD Es que Miura trollea tanto al lector y da cátedra de cómo darle una vuelta de tuerca a los estereotipos que no puedo dejar de preguntarme esto. Por otro lado, también creo que Casca no pudo ser competir ni fungir como manzana de la discordia en este triángulo amoroso, ya que no fue construida con el mismo cuidado que sus dos protagonistas masculinos, y eso es triste, efectivamente. No me queda más que agradecerte por toda la dedicación que le das a Berserk, un gran homenaje a esta obra maestra que vivirá por siempre en mí junto a su extraordinario creador. Mil gracias.

dorameg
dorameg
Reply to  Suzume
3 years ago

Hermosa Suzume, gracias por contestarme. Al igual que tú, pienso que ciñéndose al carácter y personalidad de Griffith, él jamás hubiese aceptado un rol pasivo en una relación sexual con Guts. Siempre vi al albino DEMASIADO dominante, posesivo y hambriento por el moreno… pero en un mundo ideal también creo que serían versátiles. xD

En cuanto al capítulo 364 que salió ayer… No creo poder hilvanar bien mis emociones con mis pensamientos en estos momentos. Desde ayer estoy flotando en una nube de irrealidad, tristeza y desconsuelo, como si estuviese vacía. Ya imaginaba que Berserk me dejaría así con un desenlace desfavorecedor para el protagonista de la historia, sabía que me dejaría tan ida, tan ausente… tan deshabitada. Así de fuerte me toca aceptar y resignarme a despedir a, tal vez, mi manga favorito de la vida. Discúlpame, conecté demasiado con esas 3 últimas páginas que estoy muy sentida.

Mistral Chronicles