Analizando RG Veda #3 (1/2). Palacio de hielo, prisión de fuego

¡Volvemos con los análisis de RG Veda de CLAMP! Y preparaos, porque este tomo, por algún motivo que se me escapa, es enorme y toca dividirlo en dos partes.

Recordad, ¡spoilers de toda la obra!

 

Palacio de hielo, prisión de fuego


Este capítulo comienza con un spoiler andante, ya que en la portada se nos muestra a Kujaku y los versos de la profecía:

Pero una de ellas caerá en las sombras.

Alguien gobernará la órbita de las Estrellas.

Acto seguido saltamos a Kujaku consolando a los cuervos que lo rodean, asegurándoles que pronto tendrán toda la carroña que deseen, y mira al distante grupo de Yasha mientras murmura que será él quien les guíe a partir de ese momento.

Oh, no, me pregunto cuál será el rol de Kujaku en esta historia. ¿Podéis imaginarlo?

Lo que sí puedo decir sin rastro de ironía es que en este capítulo hay un increíble level up en cuanto a arte. Ahora sí que da gusto leer RG Veda.

Yasha y compañía deben hacer frente a Vayu, subordinado del General Kohmoku. Mientras el antiguo rey hace frente a este hombre, Naga y Ashura se ocupan de los NPCs. Hay que decir que ver a Ashura tomar un rol activo, aunque sea calcinando a muerte a decenas de personas, es un soplo de aire fresco.

La batalla es básicamente un chiste para mostrarnos (otra vez) lo fuertes que son los protagonistas, con enemigos diciendo «oh, no, cómo puede ser que esté perdiendo» y Kujaku de fondo preguntándose qué habrá llevado al grupo a regresar al terreno de los Yasha…

Nunca entenderé a los hombres de mediana edad.

Ya te llegará, Kujaku. En otro universo CLAMP donde sobrevivas el tiempo suficiente, claro.

Aunque técnicamente Kujaku es viejo.

Yo ya no sé qué pensar.

Tenemos entonces una escena intercalada con los villanos, donde la vidente Hanranya informa que ha perdido de vista a Yasha y el resto del grupo. Convenientemente, la vidente sabe que hay un tercer miembro, pero no distingue quién es. Cuando Kohmoku se ofrece a ir a ayudar a Vayu, Taishaku le niega el permiso porque «tiene algo planeado». En realidad no parece haber un plan concreto, excepto saber que existen demonios peligrosos por ahí que ni el clan Yasha podía vencer y deja en sus manos que acaben con el grupo.

Cuando volvemos a los protagonistas, Yasha se mueve entre los cadáveres de su gente, y Ashura recuerda (porque para qué dejar de repetir una y otra vez las mismas cosas) al chiquillo sin nombre que murió en brazos de Yasha mientras culpaba de todo al principito. El rey trata de acariciar un cadáver, pero se deshace entre sus manos. Naga contempla la escena y murmura:

Qué humillante… Yo también soy rey y por eso sé cómo te sientes, Yasha.

Oh, Naga, lo dudo. Lo dudo mucho. Al fin y al cabo, Naga ha escapado de sus obligaciones con la pretensión de hacerse fuerte. En algún momento este objetivo cobra firmeza y de verdad se convierte en un deseo de poder proteger a su gente, pero hasta ahora es la elección de un crío sin sentido de la responsabilidad. Resulta casi sarcástico que el personaje que más ignora sus responsabilidades, después de Yasha, sea universalmente llamado Rey Dragón cuando es de todo menos un monarca para su gente.

Eso sí, al menos tiene la sensatez de percibir que los han atraído a una trampa y estar alerta. Con Kujaku unido al grupo, todos acompañan a Yasha a buscar un refugio mientras una extraña y resplandeciente mariposa les sigue. El lugar que encuentran para pasar la noche está excavado en un acantilado, que para nada recuerda a Petra. Las CLAMP, señoras de la discreción y la sutilidad, juegan a crear una especie de «familia». Por un lado, Kujaku impone la idea al presentarse y decir que son «una familia feliz» y que Yasha es el padre, pero es él quien se encarga de hacer paz entre los niños y ponerlos a trabajar. Es decir, es la «madre». Y no es que Kujaku no coquetee alguna vez con Yasha, así que…

 

Por desgracia para ellos, Vayu no está dispuesto a dejarles ir y nos aclara que sí, que se han dirigido a una trampa y pretende acabar con ellos. Las CLAMP lo presentan como un personaje cómico, pagado de sí mismo y de su belleza («ah, tengo una figura tan bella y tantas virtudes que hasta me mareo») lo cual rezuma ranciedad. ¿Por qué? Oh, bueno, Vayu no es un bishonen y las CLAMP lo presentan como un falso (porque, ya sabéis, los hombres que se alegran de ser bellos son ridículos) que no es capaz de ver la realidad de su aspecto. Yo, por mi parte, me quedo con que sus hombres le adoran. Es decir, de fondo se ponen a hacer salvas y hasta un corro prometiéndose hacerlo todo por Vayu porque le quieren. Parece un buen jefe. ¡Quiero ver más de su relación con sus hombres, maldita sea!

Si CLAMP no me da a Vayu, yo se lo daré a los lectores.

En fin, mientras Ashura duerme, tiene un sueño en el que se presenta una mariposa que la guía hasta la figura de una niña de larguísimo cabello. La chica llora, desconsolada, pero su rostro está en las sombras y cuando Ashura trata de tocarla, se deshace con una sonrisa en mariposas.

Es una escena que me deja muy, muy confundida. Las mariposas son cosas del demonio, de modo que ¿está mandando visiones a Ashura por algún motivo? ¿O el niño es capaz de ver el futuro en situaciones muy concretas…? Vamos a reconocerlo, está porque queda siniestro y poco más.

Más importante: cuando se despierta, está entre Kujaku y Yasha en la misma cama manta. ¿Necesitamos más pruebas de que se supone que hacen de padres de Ashura?

Ashura se va fuera del refugio y Yasha lo sigue. Allí , otra vez, el chiquillo rompe a llorar porque todos han muerto por su culpa y creo que me voy a ahorrar contar lo que ha pasado ya en tantas ocasiones. Las CLAMP sacan de nuevo la tragedia que se está construyendo:

Es verdad, nuestro pacto. Seguro que podrás protegerme, eres tan fuerte…

 

Seguro que sí, Ashura.

Y por si nos faltaba algo más ominoso, Kujaku los contempla de lejos y comenta, divertido:

Me van a hacer llorar. Querer hasta ese punto a la criatura que le matará… Qué lunático. Sin embargo, aunque la profecía dice que el destino es circular… El poder de Yasha y Ashura debería bastar para romper esa maldición.

Bien, por partes. Igual que Ashura, Kujaku anhela desesperadamente afecto debido a la crueldad con la que le trataron sus padres. También como Ashura estuvo a punto de ser asesinado por su madre. En resumen, no es raro que empatice tanto con Ashura y que aspire a que triunfe contra el destino. Sin embargo, nada en sus expresiones o su forma de actuar le delatan. Sus palabras ni siquiera están bien planteadas, porque Kujaku no confía en que las Estrellas triunfen o en que el poder de nadie cambie el destino sin más, solo tiene curiosidad y una vaga fe porque demuestren que está equivocado… Y, como digo, es una fe muy efímera. Acaba de decir que Ashura va a matar a Yasha, porque este es una Estrella y debe morir para que el Otro Ashura despierte por completo. En otras palabras, es básicamente Casandra, condenado a ver cómo todas sus profecías se cumplen. ¡Es una idea horrenda y maravillosamente explotable! Merecía mucho más trasfondo y un final más satisfactorio. Pero como mínimo podemos apreciar que Kujaku se regodea en la tragedia porque es lo único que puede hacer.

Pero volvamos a la trama. Una mariposa se acerca a Yasha y a Ashura. El primero sospecha de inmediato, porque con el frío que hace no debería haber ninguna tan al norte. Sin embargo, cuando ataca a la criatura, esta reacciona cual hidra y se multiplica sin descanso con cada corte de espada. Un torrente de mariposas arranca a Ashura de los brazos de su cuidador, y comienzan una vez más las visiones en las que Gigei muere ante sus ojos, afirmando que si acabó muerta es porque se atrevió a quererle, y el chico sin nombre regresa también gritarle que le odia. Su madre desea que ojalá no hubiera nacido.

Por desgracia, Yasha no puede ayudar porque también está pasando por su infierno personal, acosado por los fantasmas de su gente.

Entre esta tormenta de culpabilidad podemos atisbar a una figura que sostiene una esfera, rodeada de mariposas, que parece estar provocándolo todo.

Y, al final, aunque con sus poderes de fuego Ashura logra escapar de su madre antes de perecer bajo su puñal, es su turno de sufrir la pérdida. Yasha ha sido abducido por las mariposas, incapaz de librarse del hechizo porque no quería hacer daño a los fantasmas. Naga llega, atraído por los gritos de Ashura, y por suerte conoce el lugar exacto al que se han llevado a Yasha:

Dragón Blanco me dijo que, en los confines del norte, en el territorio que protegía el Clan Yasha, hay un castillo de hielo que ni siquiera el sol de primavera derrite. Los Yasha acabaron con casi todos esos demonios, pero si han sido capaces de coger a Yasha… es porque son los mismos.

Tu lógica no computa para mí, Naga, pero bueno. No pidamos peras al olmo.

Kujaku aparece, todo sonriente, para indicarles la dirección a este castillo. Sin embargo, Naga se pone a la defensiva puesto que ni Yasha (asumo que se refiere al clan) sabía dónde se encontraba. Y entonces tenemos un bombazo de información que no vuelve a tener relevancia hasta el último tomo:

Ni los dioses ni los humanos tienen los ojos violetas. Las pupilas violetas son un rasgo de los demonios.

¿Sabéis qué es divertido? ¡Que las pupilas de Kujaku son normales! Lo que es violeta son los iris. Dichosas traducciones.

Y entonces se da uno de los momentos sinceramente adorables de RG Veda porque, al enterarse de esta crucial información, Ashura mira a Kujaku con inseguridad. Y Kujaku… sonríe. No es difícil imaginar la marginación, la persecución que ha perseguido. La sonrisa es una máscara contra la crueldad del mundo.

Ashura la desarma al abrazarse a él y decir:

¡Kujaku no es malo!

La sopresa de Kujaku (y de Naga, aunque este parece más bien resignado) es tan grande que abandona su «neutralidad» y promete llevarles él mismo hasta el castillo.

En este, el demonio ha congelado a Yasha y se recrea a su alrededor sabiendo que su vida va a ser para él. Solo quiero comentar que me alegra una cosa: a CLAMP en esta época le costaba dibujar niños. Y doy las gracias, porque esto es siniestro en el sentido que no debería entre las poses y el eres mío, solo mío. Si hubiera tenido que leer esto con el dibujo más o menos realista de una niña me habrían dado los siete males.

Cuando Kujaku y compañía llegan al dichoso castillo se da una sucesión de imágenes bastante impresionantes si tenemos en cuenta que esto no es un copia y pega como se puede hacer ahora, en el que se muestra cómo el edificio ha sobrevivido tanto tiempo gracias a que «aparece» y «desaparece». Kujaku dice que emerge de las profundidades, pero en el dibujo simplemente se materializa de la nada.

Lo siguiente que sigue está ejecutado con un poco (bastante) de torpeza. La idea es presentar a este demonio como alguien realmente peligroso, capaz de rivalizar con los Yasha. ¿La forma? Pues traemos a Vayu y sus hombres, y que Naga, Ashura y Soma (que antes no estaba y ha aparecido de la nada. ¿Al parecer se había ido con Kishotten, que le advirtió de la trampa a la que les estaba empujando el emperador? ¿wHAT? ¿Esta mujer tiene la habilidad del teletransporte?) les den una paliza. ¡Pero no solo eso! Cuando se acercan al castillo encuentran una barrera que afecta al espacio y destroza a la gente. Solo nuestro grupo se salva porque Kujaku les avisa. Y para colmo, empiezan a llegar demonios menores. La batalla es confusa, poco ágil y muy aburrida porque ya sabemos cómo va a acabar. Aquí lo único que merece la pena es ver a Vayu sufriendo por sus hombres.

Y como todo tiene que ser cómodo para los protagonistas, resulta que Soma ha traído la espada Shura y pueden abrirse camino por la barrera antes de que el castillo vuelva a desaparecer.

La espada Yama y la espada Shura siempre están juntas. Gracias al aura de Shura se puede encontrar a Yama, y también a su amo.

Discrepo, la espada Shura lleva 300 años bajo tierra y nunca se ha planteado antes esta mística conexión entre dos clanes que solo ahora, con el rescate de Ashura, tienen alguna clase de relación.

Después, así en medio de una matanza, Kujaku decide que es hora de transformar esto en Utena y que Ashura aprenda a acoger la espada en su interior. También es muy a lo Arashi de X 1999, pero sin las ridiculeces sobre la virginidad.

Eso sí, por algún motivo hay que ofrecer una ceremonia, que Kujaku convenientemente conoce, y hay rayos, fuego y una explosión que provoca un pequeño cráter antes de que la espada se introduzca dentro de Ashura, despertando a su vez al Otro Ashura. Al Rey Dragón no le sienta muy bien este cambio de personalidad, y menos que Kujaku afirme que este simpático ser que lanza llamas y es muy, cómo decirlo, cruel, es la verdadera naturaleza de Ashura. Algo a resaltar es que el Otro Ashura le ataca sin pensarlo dos veces y que le llama Rey Dragón en vez de Dragoncete. Son elementos que se reiterarán hacia el final, si no recuerdo mal.

Y entonces, bum baby, Ohkawa demuestra que planea algunas cosas con adelanto porque el Otro Ashura mira con suspicacia a nuestro profeta y masculla:

Solo puede otorgar la sucesión el clarividente de la Profecía, el mismo desde hace generaciones. ¿Quién eres tú?

Y Kujaku sonríe con aire así como siniestro, muy CLAMP, y dice que no importa quién sea.

Vamos, que él es quien hizo la Profecía, por si no nos había quedado claro.

Además, Kujaku reconoce ante el Otro Ashura que se está interponiendo en su camino para causar aún más problemas, pero de hecho sabemos que está de lado del pequeño Ashura, así que está intentando ayudarle a sobrevivir. Para el final, hasta sacrificará su vida por él…

Vayu tiene la mala pata de llegar en ese momento, y así el Otro Ashura traumatiza de forma muy dramática a sus compañeros mientras incinera a los dioses y se regocija en su dolor. Un detalle que ayuda a caracterizar a los enemigos es que los hombres suplican a Vayu que les ayude y este se queda totalmente horrorizado por su propia impotencia. También susurra «Dios…» en castellano, lo cual me hace mucha gracia. Ni idea de qué pondría en el original, pero ahora voy a asumir que Vayu es cristiano y todo un rebelde en el mundo del hinduismo. Y así, como un buen mártir, se arroja sobre el Otro Ashura para vengar a sus hombres y acaba partido en pedazos.

Nuestro querido asesino en miniatura tiene tiempo de cachondearse, afirmando que le ha proveído de una muerte idónea para él porque ha sido hermosa, cuando Ashura regresa con fuerza porque está preocupado por Yasha.

Ni mira lo que ha hecho, la trama está demasiado ocupada por desarrollar lo que toca, y supongo que es más fácil que llore por gente que es claramente de asignación «blanca» en lugar de «negra» como los soldados imperiales a los que masacrarán durante toda la historia sin parpadear.

Kujaku anuncia que la sucesión ha terminado y pueden proceder aprovechando que el poder de Ashura anulará el conjuro que les impide entrar al palacio. Naga y Soma se quedan atrás, peleando contra demonios mientras Ashura usa la conveniente atracción de las espadas para dirigirse hacia Yasha, cristalizado tras el demonio-jefe-secuestrador. Cuando Ashura por fin les encuentra, la criatura revela que pretende devorar al rey porque es muy fuerte y podrá alargar su vida.

Entonces nos da un discurso de villano, porque why not. Se nota que Ohkawa no consideraba que la sutileza fuera un arte. Por ejemplo, podrían haber deducido más tarde lo ocurrido y que hubiera tiempo de paladear la tragedia, dado que Yasha conoce a la princesa cuyo aspecto el demonio robó hace unos trescientos años. El demonio, muy listo si me preguntáis, huyó de la guerra y se comió a toda la gente del castillo, que también buscaba refugio de las persecuciones del general Taishaku. En particular disfrutó comiéndose a la princesita,  saboreando su pánico y miseria mientras la destripaba.

Lo que encuentro francamente divertido es la meticulosidad con la que se presentan todos estos elementos. Tenemos hasta una escena de cómo emplea la cabeza de la niña para devorar una mano que es paralela a la de Taishaku devorando al Rey Ashura. Pronuncia dramáticamente su nombre: la princesa… Aizen.

Y es como… ok.

Este personaje no aparecerá más que de fondo dentro de un par de tomos. Ni siquiera me suena que diga una sola palabra. Y aquí, bueno, tampoco lo hace. Es un agente pasivo, delicado, frágil, que solo existe para que nos dé pena. Totalmente lacrimógeno y mal ejecutado. Me parece sentir a Ohkawa dándonos con una porra en la cabeza mientras nos grita: ¿NO ES TRÁGICO?

Sí, claro, es trágico. Si no se regodeara, una y otra vez, si la historia fuera más silenciosa y contenida, sin duda causaría un efecto mucho más permanente. El problema es que esforzarse tanto porque dé pena un personaje sin personalidad, al que solo se muestra sufriendo y cuyo nombre conocemos porque al demonio le apetece decírnoslo es… Hm… Mala escritura. Por suerte, Ohkawa mejorará como guionista, y para cuando lleguen a Tokyo Babylon, las CLAMP habrán pulido mejor su ejecución de las tragedias.

Y con esto no quiero decir que una historia no pueda ser grandilocuente, sino que para eso hay que saber hacerlo. Hay que dejar que sintamos la pérdida. Aquí no ha habido ninguna, es puro efectismo melodramático. Que el demonio finalice diciendo otra vez que le ha robado el rostro a la princesa y que se va a comer a Yasha para vivir aún más es como LO HAS DICHO HACE TRES PÁGINAS, SÉ LEER, GRACIAS. Como si no fuera suficiente, se vuelve a repetir una vez que Yasha ha logrado soltarse para proteger a Ashura, y entonces (ahora ya sí, a la enésima) tenemos un pequeño panel donde vemos que la chiquilla era amiga de Kendappa y de Karura cuando eran pequeñas.

En fin, resumiendo, que Yasha hiere al bicho, y este escapa apresuradamente. Quizá debería haberlo hecho cuando Yasha escapó de sus manos, en vez de buscarle las cosquillas más afirmando que sí, que se comió a la princesita. Quiero decir, es evidente que sabe quién es Yasha. ¿Qué esperaba? ¿Que solo le diera un tortazo?

Después Yasha y compañía se baten en retirada porque el castillo se está hundiendo mientras que Kujaku va a enfrentarse al demonio, ante quien despliega unas impresionantes alas negras. Por la reacción del bicho, resulta evidente que no es normal y, de hecho, no veremos a nadie más con alas en toda la historia salvo algún demonio. De ahí que la criatura se pregunte si no son de la misma especie.

Acto seguido Kujaku deja salir su lado más feroz y malicioso, porque empieza a torturar a su víctima derritiéndole la cara. Y, francamente, el diálogo merece la pena:

—Mi rostro… Mi rostro… Mi… mi… ¡¡Mi rostrooooo!!

—Pero si no es tuyo.

—No quiero… morir… No quiero…

—¡No te oigo!

—Perdóname… por favor… Quiero vivir con esta hermosa figura… Vivir tanto como los dioses…

[El demonio fallece entre alaridos. Kujaku rompe a reír.]

—¡Escoria!

Durante toda la escena, Kujaku sonríe con crueldad, se muestra retorcido y disfruta del sufrimiento que está causando. Por contraste, el enfoque del demonio pretende despertar simpatía. Al fin y al cabo, lo están torturando. Y Kujaku se regodea en ello sin necesidad de justificar sus actos. Ni siquiera le espeta que lo está castigando por el daño que hace a sus presas, que probablemente sea innecesario porque solo necesita alimentarse de ellas. No, lo que hace es ignorar las súplicas del demonio y dejar claro que lo considera inferior. Pura escoria.

Todo esto sería mucho más interesante si las CLAMP hubieran examinado las experiencias de los demonios. Son criaturas inteligentes, con emociones, deseos y opiniones. A pesar de ello, el guion los rebaja a meras bestias que representan una clase de mal que es monstruoso. En otras palabras, son animales brutales que carecen de instinto de supervivencia y parecen tener metido en el coco que lo ideal es atacar a dioses a pesar de que, evidentemente, podrían vivir mejor lejos de ellos. Como RG Veda tiene un tono épico de shonen «viejo» no crea un ecosistema muy creíble. Al no saber cómo está construido el mundo, no sabemos si los demonios no podrían alimentarse de animales, o incluso de humanos menos peligrosos en vez de estar por aquí dando por saco a los dioses. Simplemente son enemigos apropiados para crear horror.

Hasta que llega este y despierta muchas preguntas que nunca se van a contestar. ¿Quería ser bello porque los demonios obedecen la misma estética que los dioses? ¿Son conscientes de su aspecto? ¿Este era un bicho muy especial que decidió ir contracorriente y tomar aspecto divino?

¿Y el tema de vivir? Los dioses y los humanos se alimentan de otras criaturas para prolongar su vida. A veces, sin duda, cazarán con increíble crueldad por mera diversión. La diferencia, entonces, entre la actitud de dioses, humanos y demonios se establece en el hecho de que los dioses son inteligentes así que how you dare, ¡no se les puede dar caza y hacerles sufrir! Comerse a alguien inteligente, al fin y al cabo, podría relacionarse con el canibalismo.

Pero no volvemos a cruzarnos con demonios semejantes. Así, no podemos explorar algo tan fascinante como el hecho de que tengan que convivir con criaturas más poderosas que ellos y que, aparentemente, al menos uno de ellos aspire a vivir más de lo que suele poder un demonio.

En fin, volvamos a Kujaku. Antes de todo esto el demonio le preguntó si son iguales, de la misma especie. Lo hizo con una sonrisa confiada, casi esperanzada. Y Kujaku rompió a reír. Solo después comenzó a torturarle. Creo que es evidente que toda esta escena no es solo crueldad por crueldad (aunque las CLAMP tiendan a refocilarse en el sufrimiento), sino una escena que pretende mostrar que Kujaku se odia a sí mismo. Al fin y al cabo, su nacimiento, fruto del incesto, fue castigado con alas y un tercer ojo que lo identifican como un demonio.

CLAMP, PODRÍAIS ACLARAR UN POCO VUESTRO LORE SOBRE LOS DEMONIOS. ¿Son todos dioses caídos? ¿Tienen historias propias? DÁDMELO. DECÍDMELO. OS LO SUPLICO.

De modo que, cuando carga contra este demonio, no es solo para vengarse porque haya hecho que Ashura esté un paso más cerca de perder y cumplir la profecía de Kujaku, sino por expresar en otra persona el odio que siente hacia sí mismo. Porque, de cara al resto del mundo, es como esta criatura. Yasha puede tratarle con distancia, y el resto del grupo aceptarle, pero si no fuera por Ashura, nadie le tomaría como un ser digno de que le dirigieran la palabra.

Lástima que no se desarrolle mucho y se desperdicie tanto a Kujaku. Ains.

Pasamos a Ashura y Yasha siendo mimosos, repitiendo lo de siempre (qué fuerte eres, no te voy a dejar nunca, te protegeré, no tengas miedo, blablá). El castillo se viene abajo y, tras un inicial momento de estrés por parte de Ashura porque no sabe dónde está su madre Kujaku, este aparece detrás de ellos sano y salvo. Ennntonces hay un intento de humor ¿un poco extraño? A cambio de haberles ayudado, Kujaku exige una recompensa en forma de comida, pero resulta que Naga es el cocinero (y no uno muy bueno), así que cambia su deseo por que Yasha baile o cante para él. Ja, sigue soñando, Kujaku. Los hombres del grupo insisten en que Yasha haga una demostración mientras este se bate en retirada… Y, por algún motivo, Soma intenta convencerles de que se vayan porque van a venir las tropas.

A pesar de que, literalmente, los hombres se están alejando del lugar y ella es la única que se queda atrás.

Ok.

Entre tanto, la vidente Hanranya  por fin puede asomarse cual vieja al visillo a ver qué ha ocurrido en los alrededores del castillo y los generales se regodean con sonrisas crueles porque Kohmoku ha perdido a Vayu y, con él, al último de sus grandes subordinados. Las burlas se detienen en seco, sin embargo, cuando el emperador Taishaku ríe con suavidad. El arte deja bien claro que los tres generales se sienten claramente incómodos.

Es evidente que la risa de Taishaku nunca promete nada bueno.

La escena cierra con el dios supremo preguntándose, entretenido, cuánta diversión van a proporcionarle las Seis Estrellas.

Francamente, y aunque considero que la historia estaba pensada a grandes rasgos , esta no es la reacción que espero de un hombre que juró a su «amado» evitar que Ashura cumpliera su destino. Desde luego sabemos que es una mala persona, que le encanta hacer daño y no encontró ningún problema en intentar cumplir su promesa de la forma más sanguinaria posible, pero… Taishaku es una clara víctima de mala escritura. De ser villano por villano, y luego intentar darle un poco más de fondo.

A veces me pregunto cómo habrían enfocado la historia a día de hoy, si tuvieran que rehacerla. Y dado que las CLAMP no hacen más que revisitar antiguos proyectos menos X 1999 porque para qué, sería un enfoque interesante y, probablemente, refrescante al ser más maduro y mejor desarrollado.

Y con esto terminamos la primera parte del descomunal tomo 3. En el siguiente volveremos con Karura, a que las CLAMP se regodeen aún más en su sufrimiento, alargándolo hasta el infinito. ¿Es que no saben que las tragedias saben mejor en su justa medida?

Claramente, no.

¡Nos leemos!

¡Que el viento sople a vuestro favor!

 

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Monic
Monic
1 year ago

Hola ojala un día termines el análisis que estas realizando, porque no encontré nada del último tomo. Genial trabajo de análisis que hiciste.

Mistral Chronicles