¡Analizando Berserk capítulo 6 ha llegado! Y es un capítulo que, para iniciar el tomo 3, resulta sorprendentemente corto en comparación con los anteriores… Lo cual no significa que no esté recargado de trama y sangre.
Dejamos a Guts al borde de la muerte, pero es hora de que le dé la vuelta a la situación con un poco de ayuda mágica. El conde intenta devorarlo, y lo habría conseguido de no ser porque Berserk traza otro paralelismo con la muerte de Vargas: Puck interviene. Esta vez no intenta emplear su físico, sino que se enfrenta al conde con palabras, furioso por cómo ningunea a Guts por la fragilidad de su cuerpo (es decir, que simpatiza con la impotencia de Guts, porque él también la vivió con Vargas).
¡Re… Recuerda que tú…! ¡¡Tú también fuiste humano!! ¡¡Fuiste frágil como Guts!!
El conde se queda trastocado. Debe ser la primera vez que alguien se le enfrenta de esta manera y que, para colmo, da en el clavo. Puck coge carrerilla y no para. Reconoce que Theresia le ha contado su historia, pero no se queda ahí, no.
¡Te hiciste con ese poder para vengarte de los herejes, ¿no?! Y, sin embargo, no fue solo por eso… ¡La autoridad de la que gozabas te habría permitido vengarte! En realidad… ¡Te convertiste en lo que eres ahora para escapar del sufrimiento que atenazaba tu corazón! ¡Para escapar de ti mismo! ¡¡Elegiste dejar a un lado tu humanidad!! ¡Tú sí que eras un débil humano, y no Guts!
Y chapó. Es decir, de verdad, no hay mucho que añadir. Solo que Puck es realmente fan de Guts y lo encuentro super adorable. Lo ha adoptado y se lo quedará hasta el final. Una pena que Puck se haya convertido en una broma andante en los últimos tomos, porque es un personaje encantador y maravilloso. Y, además, cuando el conde dice que se ha divertido con él y le deja escapar, Puck masculla:
Sí, escurrir el bulto cuando os dicen las verdades a la cara es típico de los humanos…
Lo adoro. En serio. Porque si Guts está en desventaja, imaginad a Puck. Una pequeña piedrita es suficiente para derribarlo. Y a pesar de ello, lucha a su manera por darle tiempo a Guts para despertarse. En cuanto el conde intenta recuperar el Beherit, se hace con él y realiza toda clase de cabriolas para mantenerlo lejos de su alcance. En pocas palabras: arroja a la basura la oportunidad de sobrevivir.
Casi con total seguridad, Puck habría muerto de no ser por la providencial (literal) llegada de Theresia.
Miura sabe cómo hacer que se te estruje el corazón. La secuencia de Theresia aullando de pavor no impide que podamos empatizar con un monstruo como el conde. En parte, esto se logra enfocando solo su cara, no el resto de su cuerpo, para humanizarlo. Pero, sobre todo, es gracias a que sabemos que el conde está desesperado por conseguir el amor de Theresia. Así pues, cuando la ve chillar, intenta extender un… un… un ¿tentáculo? hacia ella. Y Theresia, como es normal, sale corriendo. Hasta ahora el conde había hecho frente a rigidez, tensión y rechazo, pero no a una huida que confirme todos sus temores.
¿Y cómo lidia con esto? Como hizo en la ocasión anterior: volcando toda su ira en otros. En este caso, el pobre Puck. La imagen es terrible. Puck se queda paralizado del terror, pero aunque hubiera podido moverse, resalta que el conde se mueve tan rápido que no tiene ni una sola oportunidad.
Solo que, esta vez, Guts interviene para salvarlo. Se podría decir que simplemente disparó al conde porque fue lo primero que vio al despertarse, pero no lo creo. Todo lo que viene a continuación indica lo contrario. Guts ha llamado la atención sobre sí mismo cuando apenas puede levantarse, mucho menos cargar con su arma. Y Puck se arroja contra él, como buen tsundere que es, gritándole insultos y deseándole… bueno. La muerte. Entre lagrimones enormes de alivio, porque está harto de tener miedo por la vida de Guts.
Guts… Guts lo contempla en silencio, sin palabras. Sin rechazo.
Parece asimilar que este pequeña hadita de verdad se preocupa por él. ¿Hace cuánto que no encuentra a nadie así? ¿Años desde la Banda del Halcón?
Y cuando el conde se acerca, aparta a un lado a Puck, con firmeza pero sin desprecio o sin hacerle daño. Es decir, lo protege. Otra vez.
Entonces sonríe consumido por la locura, porque, oh, sí, ahora sí conoce la debilidad del conde. Sabe exactamente dónde está Theresia y cómo hacerse con ella. No podemos acceder a sus pensamientos, tampoco es necesario. Me atrevería a decir que está jurando hacerle todo el daño posible al conde, ya no solo por su odio natural contra los Apóstoles, sino por cómo le ha hecho sentir antes de casi derrotarlo. Por ello, vuelve el argumento del conde en contra de él.
Rompiéndome dos o tres huesos no vas a conseguir librarte de mí, sabandija… Para hacerlo, o bien me aplastas el cráneo o bien me arrancas el corazón. Más o menos igual que tú… babosa de mierda.
Al final hay que querer a Guts. Está destrozado, pero no es un protagonista shonen que utilice la fuerza de su voluntad para imponer el poder de la amistad o del bien. Guts se equipara a un Apóstol y trata de convertirse en algo más que un ser humano. En odio, en rabia. Cualquiera en su situación estaría traumatizado, pero Guts no. Guts quiere hacer daño. Quiere sacar de quicio al conde.
Y por eso opino que tiene un plan básico, aparte de estar resaltando que es una persona que no se rinde ante la muerte… aunque la busque.
Lo más interesante es que si el conde consiguió acertarle en su punto débil, ahora Guts le devuelve el favor. El conde no soporta que rebajen su autoridad porque es un dignatario importante de una ciudad, y un representante de dios. Esto es importante para comprender la dinámica que tiene con su fe, con la Mano de Dios y con su reacción ante su esposa. No se trata solo que le pusiera los cuernos con aquella gente a la que él trataba de exterminar, sino que desafió su autoridad y le demostró que podía manipularle. Que estaba por encima, cual Helena ante Agamenón.
Así que el conde cae y se arroja contra Guts. Al fin y al cabo, solo es un humano. ¿Por qué va a tener cuidado con él?
Guts espera. Hay un panel enfocando a su mirada concentrada: es algo que esperaba, para lo que se ha preparado. No está actuando por instinto. Interpone la espada para absorber parte del golpe, pero se deja alcanzar.
Porque, vaya, si un plan ha funcionado una vez, ¿por qué no dos?
Aunque solo lo hace porque Guts tiene el cráneo más duro que se haya visto en Berserk. No solo sobrevive a que el conde lo arroje contra una columna, sino que vemos que empieza a sangrar y bien fuerte. Y aun así es capaz de coordinar sus movimientos, de pensar y de actuar con rapidez, atrapando a la pequeña Theresia, que se escondía justo detrás. Y la emplea como escudo humano.
Porque, como he dicho, Guts se ha comparado con un Apóstol, y está abandonando su humanidad.
Perfectamente calculador, Guts estudia la reacción del conde. Y aquí podemos ver que todas pullas anteriores eran intencionales. Porque ahora no se pierde en insultos o burlas, no. En cuanto se asegura de que el conde no se va a mover porque teme por su hija, Guts dispara. ¡Y lo logra! ¡Destroza al conde! Solo que no del todo. Acaba de decir que, para acabar con él, hay que reventarle o la cabeza o el corazón. No lo ha conseguido. Su mano sana, por cierto, está rota.
Así que cae de rodillas y va comportándose más y más como una bestia al coger con los dientes su espada, ayudándose de la prótesis. Es la fuerza de la desesperación, pero también de la más rotunda determinación a acabar con sus enemigos, a arriesgarlo todo con tal de obtener la victoria. Y lo hace. Oh, sí, ahora sí que puede permitirse que el odio lo domine, que anule el dolor que debe estar sintiendo por todo su cuerpo. Porque el conde por fin está a su merced.
Puck, de paso, hace de Voz de Dios y nos confirma que coger a Theresia estaba planeado.
Pero no nos distraigamos de Guts. Nada va a detenerlo para cobrar al conde no tanto el daño físico, sino el psicológico que le ha provocado. Da igual que tenga varios dedos rotos, se hace con una daga y se la hunde entre los dientes. Las posiciones están totalmente invertidas. Y Guts lo disfruta:
Este es el límite, sabandija. El humano. Tienes razón… Qué cosa más frágil es el ser humano.
Guts no va a perdonarle que le haya recordado su fragilidad, lo cerca que está la muerte. Porque eso hace pensar en todos los que ha perdido, en cómo su batalla no va a acabar con el dolor. Porque eso parece justificar que los grandes se coman a los pequeños. Y Guts manda esa idea a la mierda.
Solo que, en el proceso, se pierde a sí mismo.
La pobre Theresia está al borde de vomitar, y Puck ruge a Guts que no tiene por qué hacer nada delante de la pobre. Lo cual implica, correctamente, que la está torturando. Porque hacerle daño es destrozar también al conde. Por ello Guts amenaza de muerte a Puck y sonríe malévolamente mientras lleva al conde ante Theresia.
Estarás orgulloso, conde. Tu preciosa hijita te contempla en tu versión más gallarda.
Theresia abre mucho los ojos. ¿Cómo que su padre? ¿De verdad es su padre? Los gritos de la bestia, suplicando clemencia, parecen confirmarlo. ¿No?
Pero Guts no está para soportar ruegos.
¿Que pare? No te cortes. ¡¡Deja que te vea, hombre!! ¡¡Muéstrale tu cuerpo inmortal!!
Y arranca a acuchillar, sin pausa, al conde.
¡Impresionante! ¡Por algo estás por encima de nosotros! ¡¡ES VERDAD QUE NO TE MUERES!!
Dejadme que os diga que si alguna vez habéis pensado que Guts no sabe torturar a la gente, esto debería sacaros de vuestro error. Es psicológico y físico por igual. Es monstruoso, porque quiere que la niña lo vea, no la considera humana ni le importa que no haya hecho nada malo. Solo están él y el conde, el representante de todo lo que le fue arrebatado.
El ejemplo de que puede destrozar a quienes se atrevieron a quitarle su vida.
Al final el conde consigue sacudírselo de encima. Una defensa pobre, débil, pero tampoco es que Guts esté para tirar cohetes. Agotado, envuelto por los sollozos del conde, rompe a reír histéricamente ante el horror de Puck, que no tiene ni idea de cómo reaccionar.
Dudo muchísimo que sea casual que sea en este momento, cuando le roza la sangre del conde, que el Beherit reacciona. Sí, los Beherit esperan a que alguien caiga en lo más hondo para que sea fácil «empujarlo hacia el mal», así que dentro de la trama tiene todo el sentido del mundo. Pero lo importante es que hay alguien desmembrado y torturado, llorando de dolor, y una persona riendo a pleno pulmón.
¿Acaso Guts se diferencia ahora mismo de los hombres que le han hecho lo mismo a él?
Guts jamás ha gritado como tal «no quiero morir», pero a pesar de cómo parece ofrecerse a la muerte, al final todos y cada uno de sus actos son una rebelión, una forma de aferrarse a la vida. Así que si hasta ahora hemos visto paralelismos entre el conde y Griffith, es el momento de hacer frente a que el conde puede ser también alguien como Guts.
Y su desesperación, su terror ante la muerte, su deseo de vivir… son tan agudos, tan viscerales, que el Beherit reacciona e invoca a la Mano de Dios.
Así, de una página a otra, los personajes se ven transportados al mundo de la Mano.
En términos visuales, Miura representó a estos Otros mediante lo imposible y para ello tomó inspiración de los grabados de Escher, famosos por sus laberintos sin sentido. «Desdoblando la realidad», Escher jugaba con la percepción del espectador, creando mundos propios en los que sumergirse. Miura, como en cierto sentido hace también Tsutomu Nihei con su narrativa que enfatiza el ambiente al dejar que los edificios dominen Blame!, busca hipnotizar y fascinar con este mundo insondable, que no obedece las reglas de nuestra dimensión.
No estoy segura de que lo consiga. Sin restarle mérito, creo que la habilidad de Miura a estas alturas no era destacable. Sus edificios son normales, y el laberinto en este caso resulta insulso. Nada en comparación con Falconia, que arrebata el aliento. De verdad que me encantaría ver una reinterpretación de esta dimensión, más personal, más madura, en la historia actual.
Lo que sí hace bien es crear anticipación con los planos cercanos y el diálogo.
Vienen… Mis señores se aproximan…
Hasta ahora solo hemos visto Apóstoles, y sabemos que son terribles. Esta nueva dimensión ha caído como una bofetada, desarticulando todo lo que Berserk parecía ser: una historia muy grimdark de fantasía medieval. Sí, se mencionó antes que Guts buscaba a la Mano y que esta habitaba otra dimensión, pero lo normal sería imaginarse una suerte de infierno clásico. Muy dramático, dentro de los estándares de la fantasía. No esto.
Así pues, ¿cómo serán los señores de estas criaturas?
Estamos a punto de averiguarlo. Pero antes vemos cómo el laberinto se estremece mientras Guts abre mucho los ojos, en estado de tensión. Es lo que ha estado buscando. No está preparado. Y Miura quiere dejar bien claro que, ahora mismo, en el terreno de los Apóstoles, Guts no es rival para nadie.
Porque siempre olvidamos que Guts sufre un dolor indescriptible al pelear contra los Apóstoles. Las heridas, su furia, su frialdad al pelear, cubren bajo capas de gore y grandiosidad el hecho de que la presencia de los Apóstoles es más que un aguijonazo. Es algo que le hace sangrar, pero se las apaña para soportarlo.
¿Ante la Mano de Dios?
Ante la Mano de Dios su marca escupe sangre y Guts cae de rodillas sin poder respirar. Aun así, saca fuerzas de la rabia para levantar la vista, nublada por el odio, y mira directamente a los verdaderos responsables de que su vida sea la que es.
Ojos destrozados
1
Gente partida por la mitad
1
Niños muertos
0