Blame! es una de esas obras que no está destinada a ser muy famosa. Su estética cyberpunk, sucia y claustrofóbica (o agorafóbica, dependiendo del momento) con la mezcla de lo orgánico y mecánico a lo Giger (Alien), unido a una impresionante falta de diálogo crean un inicial rechazo en el lector. Sin embargo, Blame! es una obra… diferente. En muchos aspectos. Personalmente creo que para bien.
Cuando Tsutomu Nihei inició el manga en 1998, no pensó en una trama concreta más allá de un personaje inmortal —como todos sus protagonistas masculinos, ya que Nihei ha afirmado tener un profundo terror a la muerte— recorriendo una enorme ciudad. Aparte, su diseño de personajes era… simple y con una capacidad muy torpe para los rostros. Es más, el fandom solía bromear sobre la falta de sentimientos de sus personajes, hecho que se mantuvo más o menos hasta Sidonia no Kishi (Knigts of Sidonia en España), cuando empezó a aparecer alguna sonrisa o expresión de indignación. Esto podría deberse a que Tsutomu Nihei no empezó a dibujar hasta bien entrados los veinte, momento que dejó de trabajar en una empresa de construcción y decidió que quería probar a ser mangaka. Después de fallar en algunos concursos, en 1997 logró entrar como ayudante de Tsutomu Takahashi, que trabajaba en Jiraishin. Allí aprendió las bases y al año siguiente logró empezar a publicar Blame!
Nihei ha afirmado que, por entonces, consideraba que hacer manga era una forma de expresión, más que un trabajo. Lamenta que sus lectores encontraran su manga difícil de leer y considera que Blame! es una obra extraña y opaca. Es decir, hasta cierto punto, podríamos compararlo con cine de autor. Sidonia no Kishi y Aposizm, sus mangas más recientes, en cambio, tienen un estilo y un tipo de historia que intenta llamar mucho más al lector corriente.
Pero incluso entonces, Nihei siempre tiene algo especial: el ambiente. Ya desde su debut con Blame! sus historias transpiran un trabajo del mundo impresionante. Por supuesto, el aspecto más destacado suele ser la arquitectura y la ciencia ficción porque, como bien comenta el autor, no son habituales. ¡Y en algo tiene que destacar si quiere que lo distingan entre todos los demás mangakas!
Pero ¿de qué va Blame!?
El eterno viaje
Hace un número indeterminado de años, puede que cientos o miles, la Humanidad empezó a trascender. Se estableció una red, la Netsphere, una realidad virtual para aquellos con el suficiente dinero para cambiar su ADN. A su vez, empezó a haber otra suerte de evolución hacia Seres de Silicio. Si somos ambiciosos y pensamos en las conexiones de Blame! con Noise (o incluso con Biomega), podemos unir la idea de cierta infección que habría podido dar pie al nacimiento de estos seres. Estos cíborgs buscaron y buscan imponer su especie y forma de vida como la dominante. La Agencia Gubernamental creó, como respuesta a posibles hackers, a la Salvaguardia que hace las veces de antivirus y destruye a aquellos que intentan invadir la Netsphere sin genes de red. Sin embargo, hubo una rebelión, una catástrofe, y los humanos sin gen pasaron a ser considerados ilegales en su propio mundo… Junto a los Seres de Silicio. Poco a poco, la mayor parte de los humanos con gen fueron muriendo mientras la Agencia contemplaba, impotente, cómo el caos crecía en la Ciudad. Sin un humano que diera la orden, no podían detener la matanza de los Salvaguardias. Los humanos se convirtieron en víctimas a ser cazadas y los Silicios, por su parte, eliminaban a los humanos con gen para asegurarse de que jamás pudieran hacerse con el control de la Netsphere. De paso, también querían hacerse con el gen y así dominar ellos mismos la red.
Debido a que no había nadie que pudiera dar una orden, la Ciudad comenzó a crecer gracias al trabajo de los Constructores, gigantescos robots que expandían la Megaestructura. Y no dejó de crecer y crecer. Tanto que llegó a ocupar buena parte del sistema solar. Un mundo sin tierra, sin ríos, sin cielo, pero todavía orgánico y en caótico desarrollo, que pronto dejó atrás a sus supuestos habitantes.
En este extraño mundo conocemos a Killy. Se trata de un misterioso joven que lleva buscando Dios sabe cuánto a un ser humano con genes de red. Porta consigo un arma invencible y muy poco práctica. El lanzador de partículas gravitacionales dispara un rayo capaz, literalmente, de atravesar cualquier cosa. El problema es que su alcance tiene más de 70 kilómetros y casi no se puede regular. Cada vez que Killy entra en combate, causa una destrucción inenarrable a pesar de que en general trata de ayudar a los humanos… A su manera.
Pero sin su arma, no podría seguir su búsqueda. La Megaestructura que conforma la Ciudad está dividida en sectores, como cajas amontonadas unas sobre otras, y si quiere seguir ascendiendo, nivel tras nivel, encontrándose sociedades aisladas que jamás han conocido a otros tipos de seres humanos, debe abrir boquetes que le permitan el paso.
Killy recorre un eterno Viaje del Héroe. Lo vemos subir escaleras, atravesar cañerías, se arrojado a interminables vacíos y trepar por paredes que se extienden kilómetros y kilómetros. En realidad, deberíamos usar UA (Unidades Astronómicas) por las monstrusas distancias que atraviesa, alcanzando a pie Júpiter mismo, lo cual sumaría 32 UA. Hasta ese punto ha crecido sin control la Megaestructura, que podría conformar una Esfera de Dyson. No es algo al alcance de un humano. En realidad, ninguno de los personajes lo es desde nuestro punto de vista, pero ya lo trataremos un poco más tarde.
Como acompañamos siempre a Killy vemos muchas culturas, pero sin llegar a ser tratadas a fondo. Hay humanos que miden más de dos metros y medio, sometidos a una terrible dictadura y que tratan de despertar una revolución. Hay humanos asexuados capaces de correr a velocidades absurdas y que son capturados para vender sus órganos. También hay sociedades con personas tan bajitas que nos parecerían hobbits y que sobreviven como pueden sobre torres que cuelgan en la nada. En general solo podemos preguntarnos por su destino y esperar que no fuera muy cruel.
¿No es una elección perezosa? Quizá sí, pero en una historia que nunca vuelve hacia atrás y es un constante empujar hacia delante, parece la opción más lógica. Killy y Cibo no son protagonistas de shonen que se detengan a tener un arco de aventura en una isla concreta o en un pueblo donde deban salvar personas. A veces echan una mano (o se ven obligados a ello) pero su destino es buscar genes de red. El que todo lo que vemos pase de largo enfatiza la sensación del viaje, de que Killy y Cibo están de paso. Puede que su presencia cambie para siempre algo, pero la trama no se regodea en ello. No son héroes, no hay un crecimiento que aplaudir y que haga sentir feliz al lector porque nuestro protagonista aprendió una lección más para convertirse en Cazador, en Hokage o derribó un culto falso solar en nombre del Gobierno que representa.
Solo están de paso.
A pesar de que no echamos más que un vistazo a estas sociedades, tienen una curiosa consistencia. Tsutomu Nihei es un ávido lector de ciencia ficción y sus influencias van desde Hyperion de Dan Simmons a la obra de William Gibson, conocido entre otros títulos por Neuromancer. Por eso las concepciones de las IA, la Red y los transhumanos pueblan toda su obra. Tanto que raro es que haya protagonistas humanos corrientes en algún sitio. Y eso nos lleva a uno de los temas más importantes, aunque poco resaltados, de Blame!
Transhumanismo
El transhumanismo (abreviado como H+ o h+) es un movimiento cultural e intelectual internacional que tiene como objetivo final transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnología ampliamente disponibles, que mejoren las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico o intelectual.
Los personajes de Blame! son humanos, pero ponen a prueba nuestra capacidad para creerlo. A partir del primer tomo, por ejemplo, se une a Killy una mujer llamada Cibo. Es una brillante científica e ingeniera, que trabajó durante años para obtener una conexión ilegal a la Netsphere. A pesar de que se recalca una y otra vez que es humana —al contrario que Killy, de quien nunca se deja muy claro su origen—, Cibo puede cargarse en servidores digitales y tiene entradas y puertos para compartir información con Killy y otras personas. Eso por no hablar de su capacidad genética para hackear sistemas informáticos o de inspeccionar el cerebro de otras criaturas. Cibo llega a poseer el cuerpo de una Salvaguardia y, aun así, sigue siendo ella misma.
Blame! es una increíble toma de contacto con una rama de la ciencia ficción que no solemos encontrar. A pesar de ser un mundo que bebe del cyberpunk, que en general es crítico con la ciencia, Nihei jamás critica la evolución hacia la, digamos, artificialidad. En Blame! incluso se va más allá porque el cyberpunk suele ser más cercano y la Megaestructura es prácticamente un universo distinto por lo lejos que se encuentra. Los humanos no controlan la tecnología, sino que están siendo perseguidos y eliminados. Ni siquiera se los puede considerar rivales, como en un mundo post-apocalíptico a lo Terminator, porque está mucho más magnificado y los humanos son… diminutos.
El caso es que Nihei toma la evolución como una base de sus historias. Al público que no conoce a fondo la ciencia ficción, sin embargo, puede chirriarle un poco. ¿Cómo va a ser humano una criatura que identificamos casi más con un programa informático? ¿Cómo un ser basado en el Silicio se puede catalogar como humano si no comparte nuestras características?
Bueno, pues eso es el transhumanismo. Es asumir que cada vez estaremos más cerca de las máquinas y que la evolución pasará a ser algo rápido y que no se mide en millones de años. Por eso es fascinante que en Blame! las diferencias entre especies no cuenten más que para el combate y de acuerdo a las motivaciones. Nunca se pone en duda que una IA pueda salirse de control, tener ideas propias, deseos u odios. Tampoco que un cíborg pueda ser pacífico y no participar con el resto de su sociedad o que un humano pueda acabar dentro de, litealmente, un USB y su conciencia pueda ser encerrada o transportada en otros medios tecnológicos. Hasta los Salvaguardias, una vez desconectados de la Netsphere, tienen personalidad propia.
Ninguno de los bandos es mucho más monstruoso que otro, excepto por sus armas y capacidad de destrucción. Killy en general se dedica a proteger humanos y a defenderlos de los Salvaguardia o de los Seres de Silicio. Sin embargo, si se da el caso y encuentra una sociedad terrible o que le afecta de forma personal, no duda en disparar contra un humano.
El transhumanismo nunca aparece como culpable de la situación, sino que es parte de la evolución del mundo. El problema son, como siempre, los humanos.
Muerte constante
Y es que Blame! es un mundo cruel, frío, desolado, donde nadie querría vivir. A pesar de que hay ciertos personajes que, por fuerza, deben llegar al final, Nihei deja más que claro que está dispuesto a matar sin descanso porque esa es la sociedad a la que se ha visto arrastrada la humanidad.
Antes ya hemos comentado que las sociedades presentadas nunca se profundizan porque los personajes están de paso. Pues eso se aplica no solo a sus habitantes, sino a los antagonistas. En ocasiones puede parecer un desperdicio que un personaje con un buen diseño y gran potencial aparezca para morir pocos capítulos después. Sin embargo, es una decisión que me parece acertada. Hace que el peligro sea real.
Killy y Cibo están recorriendo literalmente el sistema solar en búsqueda de genes de red. Quien los controle, también decidirá el destino de la Netsphere y de la Megaestructura. En esta historia no hay secuestros que permitan conocer al enemigo y sus circunstancias. No hay choques que acaben con pocos daños y un nos volveremos a ver. Las pocas separaciones entre protagonistas y antagonistas dejan muy claro que se han hecho porque los protagonistas estaban a punto de morir de verdad. El nivel de los enemigos es brutal. Es, por tanto, normal (y más creíble) que si te encuentras con un Ser de Silicio este sepa que has matado a gente como él o ella y decida matarte de un disparo en vez de dar el discurso del villano para justificar sus acciones.
Nihei, además, reniega de las muertes dramáticas. En general no hay últimas palabras, no hay un juramento de venganza ni una despedida con un ser querido. Las armas de Blame! reducen a la nada a la gente, de modo que un tiro en la cabeza significa que te quedas sin ella y sin parte del torso. Es apretar el gatillo y se acabó. Despídete de la vida, tú y la mitad de tus amigos y de tu ciudad.
El drama no necesita crearse con escenas de lágrimas y de melodrama barato, como desgraciadamente pasa en muchas historias si no se lleva bien el guion, sino que es suficiente con contemplar los efectos de una batalla y darse cuenta de que a nadie o casi nadie le importa el destino de los que murieron.
Una narrativa así permite que se sufra la urgencia de encontrar los genes de red. Sabes que se tardará años, décadas, puede que siglos. Pero por el bien de esas personas a las que Killy ha decidido proteger, hay que encontrar cuanto antes una forma de acabar con la destrucción de la Salvaguardia.
Personajes
Con todo lo comentado hasta aquí, debe parecer que los personajes de la obra no tienen ninguna clase de personalidad y simplemente están para cumplir un rol.
Bien… en algunos casos, no vamos a negarlo. En especial al principio de Blame!, hasta Goku tiene más profundidad psicológica. Pero eso es porque Blame! se construye despacio y en silencio. Nunca accedemos a los pensamientos de nadie, solo dependemos de lo que se nos muestra y dicen en voz alta. Así que eso ayuda, y mucho, a percibir los dilemas de los personajes, sus deseos y miedos. Sin embargo, se trata de un arma de doble filo. Un personaje tarda mucho en construirse y volverse agradable para un lector que aspire a algo más que un aspecto cool.
En particular, Killy sufre este problema. No hay casi introspección, solo podemos seguirlo desde lejos y opinar sobre sus acciones. ¿Su actitud es cosa de los años o es un fallo en la narración de Nihei, que al principio no parecía saber bien hacia dónde quería enfocar la historia? En ocasiones se dan contradicciones con él, en particular respecto a sus necesidades alimenticias o de descanso. ¿Es mera pereza y pocas ganas de escribir diálogo o conflictos morales? ¿O mala escritura?
Probablemente sea lo último, pero para los más fieles fans el silencio, de nuevo, salva la narrativa. Lo que sí puedo aplaudir es que Blame! está vista desde la perspectiva de Killy y eso hace que una segunda lectura obligue a replantearse la historia. El autor es más crítico con Killy de lo que puede parecer. Sus acciones a menudo resultan egoístas o crueles de forma desmedida. Por ejemplo, en cierta ocasión mata a bebés indefensos o en otra sonríe mientras elimina a Seres de Silicio. De vez en cuando Cibo u otro personaje critican sus acciones, pero cuando ya es demasiado tarde. Por ejemplo… ¿Qué se piensa de Killy si destruye a un Silicio que nunca le habría hecho daño… solo porque es un Silicio?
Por otra parte, da la sensación de que Killy no tenga registro de emociones, pero no es correcto. Pequeñas escenas o flashbacks nos muestran que piensa en Cibo o en otros personajes, si bien no se nos dice qué siente por ellos. Solo una vez lo vemos, de verdad, rendirse a sus sentimientos y ni siquiera entonces altera su rostro. Sin embargo, sus actos, explosivos y destructivos, dan cierta catarsis porque Nihei confirma que sí, que Killy puede hartarse, puede estar cansado de fracasos, de perder a gente o de sufrir daño.
Así pues, queda en manos del lector decidir si Killy es un buen personaje o simplemente Nihei lo escribió demasiado pronto y sin profundidad.
Si algo me sorprende en los trabajos iniciales de Nihei —por desgracia a medida que intenta volverse más comercial se pierde parte de esta pureza— es que sus personajes femeninos en poco se distinguen de los masculinos. Además, las mujeres son muy abundantes y… no se ajustan del todo a los cánones tradicionales de feminidad.
Por ejemplo, Cibo casi siempre supera por varias cabezas a Killy. Es el mismo caso que Sana-kan, la Salvaguardia más peligrosa y recurrente a la que hace frente la pareja. Por otro lado, a pesar de que Cibo es más débil que Killy, lo salva y carga en varias ocasiones. No solo eso, sino que se las apaña siempre para participar en la lucha y mejorar situaciones que, sin ella, habrían sido prácticamente insalvables. Y no como en muchas historias donde las mujeres se limitan a dar su fuerza o confianza al varón, sino actuando con maña e inteligencia. Más que la de Killy, en general.
Las enemigas son brutales. Aquí no hay ninguna regla que exija que si hay una mujer debe pegarse con Cibo porque ambas son chicas. Killy casi muere varias veces a manos de mujeres de Silicio o de Sana-kan. Es cierto que en general estas mujeres no reciben nombre, pero pasa lo mismo con sus compañeros masculinos. Los dos sexos (es una pena que no aparezca nada que reniegue del sexo en una sociedad donde es evidente que la engendración tal y como la conocemos ha muerto) salen para aparecer, luchar y morir. Las capacidades de una mujer son tan destructivas como las de un hombre.
Además, algo que no se aprecia en la traducción de Blame! es que uno de los mayores enemigos de Silicio no es un hombre, sino una mujer. Es tan alta, tan deformada y en la Netsphere cobra una forma tan andrógina (debido a ciertos detalles de la trama, toma el aspecto de la persona que le da acceso) que asumes por antonomasia que es un hombre. Es un pequeño problema comprensible, en especial porque los Seres de Silicio tienden a diferenciar claramente su sexo por la forma de vestir; los hombres llevan trajes largos y las mujeres suelen mostrar más pierna y ser delgadas —aunque esto es una marca de Nihei y, de todas formas, en un mundo como Blame! dudo que haya alguien que no pase hambre—. Sin embargo, no deja de ser maravilloso que los personajes femeninos tengan papeles tan relevantes y variados en una obra.
Si Killy sufre el problema de que nunca sabemos qué está pensando, pasa lo mismo con casi todos los personajes. Y, sin embargo, a medida que avanza la historia, Nihei deja que nos asomemos un poquito a lo que otros bandos pueden pensar o desear. Hace que nos demos cuenta de que todos están sometidos a una tragedia. Por eso, a pesar de todos los fallos de caracterización, adoro que asomen esos toques personales.
Arte y silencio
El arte de Blame! es sucio en muchos aspectos. Los grandes planos no están increíblemente detallados como, por ejemplo, los de Berserk, pero son tan enrevesados y profundos —puedes sentir que son grandes, que llegan lejos. Que se han hecho con mimo incluso si van a salir solo en esa página y nunca se recuperará la escena— que capturan toda la esencia del manga.
Blame! no es amateur, pero en ocasiones lo parece. La evolución del primer tomo al último en cuanto a diseños de personajes es abismal… Aunque no tanto como el diseño que obtendrá en Sidonia o en Aposizm, donde todo roza lo encantador y casi moe. Quién iba a decirlo viendo los orígenes.
Pero precisamente es esta falta de estética genérica lo que vuelve interesante a Blame!. Sabes que no es comercial, de modo que no está vendiéndote nada concreto. Lo tomas porque te gusta a pesar de sus fallos. Todas las caras se parecen, pocos personajes no visten de negro y solo hacia el final los trajes dejan de ser una pátina negra sin ningún bolsillo ni relieve de importancia. Aun así, se distinguen unos de otros, ya sea por sus alturas o sus armas incluso si siempre tienen la misma expresión. Apostaría cualquier cosa a que si le hubieran pedido a Nihei que dibujara una sonrisa tierna, habría sido completamente incapaz.
Por otra parte, Nihei hace un esfuerzo porque reconozcamos elementos temáticos, por decirlo así. Casi podríamos establecer una jerarquía divina entre los personajes. Los miembros de la Agencia Gubernamental suelen ser completamente blancos, etéreos y con tres marcas en la frente a lo corona de espinas. Es decir, parecen ángeles. En ocasiones, ángeles locos, retorcidos y repugnantes, pero ángeles nada menos. La Salvaguardia solo tiene una marca en la frente, lo cual indica un nivel menor, e incluye más negro en su vestimenta en el caso de los altos rangos. Estos, además, pueden desplegar grandes alas. Los androides más simples y olvidables ni siquiera tienen piel o un diseño distintivo, pero siguen destacando por ser blancos.
La Netsphere se representa como un mundo precioso, con cielo, hierba y sol. Es decir, el Cielo. Para llegar hay que atravesar un río, que podría ser un río Leteo del olvido o de la muerte, guardado por la angelical Agencia Gubernamental. Es un paso que le está vedado a los Seres de Silicio, que tienen el aspecto más monstruoso y demoníaco, y al que los humanos no saben llegar. Que el destino de Killy, sin entrar en spoilers, exija un bebé y agua también podría tener cierto simbolismo que todos podemos imaginar (si leéis la historia veréis a qué me refiero), aunque pueda hablar más de ecología que otra cosa.
Así pues, puede que no sea el arte más reconocible ni perfecto, pero tiene un gran trabajo detrás.
En ocasiones el manga tiene escenas a a color, en las que predomina un intenso rojo o un frío azul, y vemos que lo que pensábamos que eran cables a lo mejor es algo vivo y lleva a meditar bastante sobre la Ciudad y el mundo por el que se mueven los personajes, que puede que no esté tan muerto como da la sensación. Respira un aire antiguo, puede que de otro mundo… y nos produce rechazo. Una influencia, sin duda, del artista de Alien, H. R. Giger, que creó al monstruo más famoso sin que podamos distinguir qué es carne y qué pura máquina.
Con todo, no hemos de engañarnos. Nihei domina el negro. Sus colores no hacen justicia a cómo juega con los negros para hablarnos de la inmensidad y de la luz. En especial hacia mediados y finales de la historia, donde los enemigos y las batallas alcanzan destrucciones masivas. Allí la luz juega un papel magnífico en las explosiones. Da igual cuántas haya, es un placer ver una tras otra y regodearse en batallas que no alcanzan los niveles cósmicos de Dragon Ball, pero se sienten potentes, abrasadoras y… gratuitas, pero en el buen sentido. Crean tal espectáculo que un día me gustaría verlas bien llevadas a la pantalla. Algún día me gustaría reseñar la película de Blame!, que hizo bastante buen trabajo, pero no rozó ni de lejos la magnitud de la historia ni de sus enfrentamientos.
En cualquier caso, el arte de Blame! atrapa por su mundo. Es decir, por la especialidad de Nihei: la arquitectura.
Masiva, imposible, monstruosa, cuenta su propia historia sin palabras. Los estilos se mezclan en un caos maravilloso, con influencias de Palladio, arquitectura gótica y no-Euclídea, pero también elementos japoneses, grecorromanos, brutalistas, de Bauhaus o de autores que nos tienen que sonar a la fuerza como Gaudí. Pero todo es… inhumano, inhóspito. La Ciudad se pierde en túneles interminables, escaleras que se pierden miles de kilómetros a la distancia, torres inversas, gigantescas factorías o vacíos del tamaño de un planeta. No llega todavía a la presencia orgánica de Biomega, pero la roza en muchos puntos y se va volviendo más y más Lovecraftiana a medida que avanzamos.
Nihei logra que sepamos que La Megaestructura está viva… pero igual que lo está un cuerpo. No necesita a los humanos para ser su propia criatura independiente. Es una belleza terrible y Killy y los demás personajes deben someterse a ella pra lograr moverse en sus entresijos y sobrevivir. Como se dice en este maravilloso artículo que explora la arquitectura de Blame!, para Nihei, el mundo está vivo en su muerte, pero no vive necesariamente para nosotros. La Megaestructura tiene un aspecto hecho para humanos y, sin embargo, está construida por máquinas y los humanos deben acostumbrarse a ella, no a la inversa.
En esto juega un gran papel el silencio del que no paro de hablar. Si hay algo que destaca en una historia minimalista como Blame! es el silencio. Te ayuda a sumergirte en la historia, igual que puede pasar con obras como ICO, Shadow of the Colossus o Journey. En el caso del manga, la ausencia de diálogos no solo se debe a que Nihei evidentemente no llevara muy bien las conversaciones, sino porque se interponían en su medio de expresión. La Megaestructura es tan protagonista como Killy y los demás personajes, casi más porque recibe la mayor parte de los paneles. Se merece ese silencio, entre temeroso y reverencial. Estamos en su territorio y nunca sabemos lo que habrá a la vuelta de la esquina. Es muy, muy atmosférico.
Por otra parte, desde un punto de vista de worldbuilding, que Killy apenas hable y deje los monólogos explicativos a Cibo tiene sentido. Killy jamás ha vivido en sociedad. Cibo sí y como jefa científica, además. Killy es un ser de muchos, muchos años de antigüedad y es comprensible que hable lo mínimo indispensable en un mundo donde se pueden pasar datos de un cerebro a otro.
Así pues, la narrativa de Blame!, quitando algunas partes explicativas por parte de Cibo, es elusiva. Nunca sabemos qué hace cierta parte de la Agencia Gubernamental, ni el pasado de ciertos personajes. Dependemos casi por completo del arte. Puede resultar confuso en muchas ocasiones, en especial cuando llega el momento de entender transmisiones de genes, de datos y elementos básicos para el argumento. Sin embargo, con pensar un poco y poner de nuestra parte podemos completar el puzle. Y es tan poco usual que no he podido evitar disfrutar de esta característica, aunque a veces fuera un poquito difícil.
Una obra diferente
Blame! no es para todos. Es claustrofóbica, una mazmorra casi eterna donde los personajes no dejan de luchar por ascender y encontrar una salida. Una salida que parece que nunca vaya a llegar o que, si lo hace, será a cambio de un precio demasiado alto. Las personas que viven en la Megaestructura, grises con suerte y a menudo demasiado efímeros, luchan con desesperación por la supervivencia. La Agencia Gubernamental (Dios, si queréis), ha perdido sus poderes y no puede ayudar a nadie. Para lo que respecta a la gente, Dios ha muerto.
Pero después de tanto camino, después de tanto sufrimiento, ¿queda esperanza? Killy dista mucho de ser un héroe modélico, y sus titánicas batallas no son más que una parte diminuta de una ciudad que amenaza con ser eterna. Precisamente por eso, quizá, su misión termine por atrapar a un lector. Porque incluso con sus armas invencibles, Killy se rompe, necesita ayuda y cada paso resulta extenuante porque sabes que aún queda mucho camino… Demasiado.
A pesar de ello, me encontré deseando que Blame! no terminara. Lo mejor del viaje es el recorrido y a cada tomo, Nihei mejoraba un poco más. Me fascinaba pasar la página, preguntándome qué encontraría al otro lado y cuando llegué al final sentí tristeza y ganas de volver a releer, a encontrar detalles que sin duda me había saltado con las ansias. Gracias a Panini, que ha editado el manga en seis maravillosos tomos bien grandes para poder ver los detalles, cada una ha sido una preciosidad.
Sí, Blame! no es para todos, pero pocos mangas logran representar tan bien el viaje, la búsqueda…. Y, a la vez, son tan libres. Nihei hizo lo que quiso con esta historia y aunque ahora le produzca incomodidad mirar hacia atrás, os animo a echar un vistazo a una obra diferente. Por probar. Por ver que una trama no convencional también puede ser adictiva…
Y ojalá disfrutéis, aun a vuestro pesar, de la laberíntica odisea a través de la Megaestructura.
Nunca sentí tanta soledad y desesperación como con Blame XD
Sobre todo con el final 🙁
Excelente reseña, se nota bastante la profesionalidad en el articulo…
Como dices, Blame! es singular en todo sentido, desde su estilo artístico hasta sus métodos no ortodoxos de contar su historia, inquientante y confusa, pero curiosamente extrañable, como si desprendiera un ambiente onírico que te invita a desentrañar sus peculiaridades, tal vez por eso sea considerado por algunos una obra maestra en su género (que sinceramente esta lejos de ser eso), para mi una joya sin vacilar, mi manga favorito por todo lo que evocó e impactó en mi cuando lo conocí, es una lectura que no olvidare… Gracias a esa obra de nicho logre adentrarme en la maravillosa corriente del Cyberpunk y disfrutar de obras sin limites con una imaginería explosiva e ideas filosóficas que iban desde el pesimismo, nihilismo, hasta el absurdismo kafkiano. Sinceramente esta obra es muy especial para mi, esto hace que me sea difícil evaluarla objetivamente (no me veo en la posición de desdeñarla)… Y si, es un poco lamentable, pero realmente acepto estos errores, ya que la hacen «única» como si de una bella imperfección se tratase. Pero en fin… Me alargue demasiado solo para llegar a la conclusión de que me gusta, y mucho XD, en general me gustaría que mas personas la conocieran y que algún se animaran a adaptarla copiando su esencia sin necesariamente ser un calco del 100% de todo lo que transcurre en el manga, pero supongo que se puede soñar ¿no? Je, para culminar, debo de asentir a lo que dijiste y es yo también deseaba que la historia nunca terminara, de un modo u otro se las apaño para ser tan extravagante que pedía con vehemencia que se siguiera narrando mas hechos en la travesía de Killy, pero el fin es el fin (aunque en su universo la Mega-estructura sigue expandiéndose), y me siento grandemente satisfecho. Saludos. ^^
¡Muchísimas gracias! Es tan raro encontrar gente que haya leído Blame! que no he dejado de sonreír ya solo por saber que me he cruzado con alguien que comparte gustos. Y alárgate cuanto quieras, es un placer leer cosas en las que coincido tanto :D.
Ah, ahora quiero releer otra vez… Mira lo que me has hecho (?)
¡Un saludo! <3
solo tengo algo que decir
amor a maeve
Se merece ese amor <3
Me encanto tu redacción, lo terminé hace días y me quede con ganas de más.
¡Muchísimas gracias, Caroline! Siempre es un placer encontrar a gente que se interesa en Blame! <3