No es un secreto que James Cameron se enamoró de Alita cuando leyó el manga y que es saber popular que se moría por llevarla a la gran pantalla. Sin embargo, tuvo que esperar hasta que la tecnología fuera aceptable para crear esos enormes ojazos y, básicamente, tener un personaje casi por completo de CGI que no hiciera gritar a los espectadores. Avatar fue una de las primeras pruebas. Por suerte o desgracia, se volvió tan popular que James Cameron sigue inmerso en la segunda parte (que a lo mejor sale antes de que termine Berserk o Hunter x Hunter, ja).
Así pues, Robert Rodríguez ha terminado por ocuparse de la película. Y aunque al principio todos gritamos por los ojos de Alita, lo cierto es que son el menor de los «problemas» de esta historia.
En principio diría que es aceptable, entretenida, pero no brillante. Lo mejor, desde luego, son las peleas. La coreografía es impecable, ágil y muy fácil de seguir. Los movimientos en slow motion están bien implementados y, sinceramente, da muchísimo gusto cada vez que percibes cómo va a iniciarse una nueva escena de acción. El motorball es el sueño hecho realidad de cualquier fan, excepto por cómo dejan de lado a los personajes originales del manga, y es espectacular ver cómo se baten todos los jugadores en batallas brutales y aceleradas sin que te pierdas en un solo momento.
Es decir, si vais con la intención de ver una película de acción, ¡esta es la vuestra! Se trata de un regalo para los ojos y no me importaría nada volver a verla para disfrutar de las batallas una vez más.
Ahora, la película tiene problemas. El ritmo es extraño, con total ausencia de un clímax final. Diría que el problema es que han intentado acumular demasiados personajes e ideas en un espacio donde no tienen sitio para lucirse ni desarrollarse. Es lo que pasa cuando intentas contar varios arcos de manga al mismo tiempo. Muchos fans han protestado por la inclusión de Chiren, un personaje exclusivo del anime, y la verdad es que comprendo el motivo. Su papel no es fundamental y le quita cierta agencia a Alita. Por otro lado, el final la deja ridículamente olvidada a pesar de haber hecho ciertas buenas acciones y de ser la exesposa de Ido… ¿Quizá porque, como no es del manga, no tienen ni idea de qué hacer con ella en una posible secuela?
También tenemos al personaje de Grewishka, una mezcla entre el cíborg de mismo nombre del anime, y Makaku del manga. En la obra original, Makaku es uno de los primeros adversarios que Alita debe hacer frente y superar a tal bestia la fuerza a evolucionar. En la película, en cambio, lo vemos reducido a un matón de cliché controlado por Nova. Y por ser quisquillosos, se echa en falta la personalidad de los Deckman de las Fábricas, reducidos a un cilindro con cara humanoide y poco más. Digamos que vuelve menos orgánico el mundo cuando se supone que lo «artificial» es la forma natural y habitual de esta gente.
Luego está el tema de Hugo, o Yugo en el manga. Pero para explicar el problema, antes hay que mencionar la ciudad que se encuentra bajo Salem: quizá por miedo a la comparación con películas como Elysium, que beben su atmósfera de historias como Alita (cosa que el público general desconoce), han creado un mundo… descafeinado. En el manga, la ciudad era literalmente un vertedero. Era un lugar terrible, donde la gente debía comer en muchas ocasiones ratas para sobrevivir. Los saqueos, los asaltos, todo era una cruda lucha por la supervivencia. Precisamente por eso cuando veías a gente amable, que cuidaba de animales, de niños, que compartía lo poco que tenía, apreciabas más ese asomo de humanidad, que resplandece más que nunca en esa clase de circunstancias.
Cuando creas una ciudad más o menos limpia, con comercios relativamente aceptables, con comida variada que incluye golosinas como el chocolate…Bien. Te llevas buena parte de lo que caracterizaba la historia de Yugo. Este chico, un chatarrero asaltante de cíborgs, era un niño mal alimentado, pequeño, frágil, hipócrita y un poco malicioso. Su historia era terrible porque te demostraba en qué esperaba en el día a día a la gente común, distinta de Alita y el resto de cazadores. Sabías desde el principio, y más tras conocer el destino de su hermano, que su deseo de ascender a Salem era lo único que le hacía tirar hacia delante en universo donde la gente como él no importa y está destinada a desaparecer sin dejar rastro.
En cambio, en la película vemos que Hugo tiene su grupo de amigos, que puede pagarse patinetes para jugar a motorball callejero, que pueden ir a beber por ahí, que tienen buena ropa… Eso por no hablar de que quien le interpreta es un actor alto, mazado, saludable y enamorado de Alita, cuando en el manga era ella la que se quedaba prendada y presionaba para iniciar una relación con él.
Y es que en la obra original Yugo importaba porque nos mostraba una parte de más del mundo. Alita lo idealizaba y eso era una tragedia para ambos, pero nunca había como tal una historia de romance. Alita era impositiva en ciertos aspectos, siempre se resaltaba su fuerza de una forma algo tóxica, sobre cómo podría controlar y dañar a Yugo. En la película se toma más como algo a favor de Hugo y lo guay que es por no verse asustado por una chica como Alita.
Además, en general, Hugo es quien lleva el peso de la relación. Se puede entender que Alita, una recién nacida, se enamore de un chico que es majo y amable con ella, que corresponde a sus sentimientos (y que evidentemente no busca nada sexual). Él la anima a ser rebelde, a ser adolescente, lo cual no está mal… Pero cuando se borran los pasos que Alita da al frente, cuando Alita se convierte en la principal motivación de Hugo y viceversa, el final pierde toda su fuerza dramática. Este Hugo vive bien, no tiene verdaderos motivos para hacer lo que hace. No quiere llegar a Salem por una historia de negación, perpetuar el sueño de un hermano y porque está cansado del universo en el que le ha tocado vivir. Es un chico que tiene toda una ristra de elecciones. Hasta el momento en que trata de subir a Salem deja de ser un acto desesperado y se cambia a una decisión lógica porque «no puede seguir viviendo abajo o lo encontrarán».
Y sí, el romance paraliza toda la trama.
Quitando eso hay algunos apaños interesantes. El motorball se presenta e intercala mejor en el manga; si bien no tiene su presencia emocional y temática para Alita. Por otro lado, el desarrollo de cómo la protagonista se acostumbrar a sus cuerpos está bastante bien llevado incluso si no dejan de ser descarados level up y… Sí. Uno se hace en seguida a los ojos. Es más, la cara de Alita está muy decente y es bastante realista en comparación con muchos otros cíborgs.
Llegamos a encontrarnos con diseños clavados al original, como Desty Nova y sus gafitas, o los cuerpos cíborg de Alita, ¡y esas apariencias funcionan en acción real! También, aunque algunos personajes han cambiado de diseño, mantienen la esencia, como son los casos de Zapan, o el mismo Ido. Este último, por cierto, tiene un cambio favorable en la película donde el amor que experimenta por Alita es claramente paternal y no resulta tan inquietante como en el manga.
Dicho esto, es evidente que los que más van a disfrutar de esta película son los fans del manga y los fans del anime/manga en general. Los que no estén muy interesados en esta clase de personajes lo llevarán un poco mal. Pero puedes no haber leído el manga y disfrutar de la película, incluso si hay diálogo dolorosamente expositivo (y malo) o si los personajes mágicamente saben ciertas cosas que nunca han comentado entre sí porque el público puede conectar las ideas y eso es todo lo que importa.
Pero la película es entretenida, incluso si el ritmo la vuelve más larga de lo que debería. Los efectos están muy bien llevados, hay escenas preciosas que roban el aliento y que funcionan sorprendentemente dentro de un show don’t tell, en especial aquellas sobre el pasado de Alita, y creo que es fácil interesarse por el mundo, por el pasado de la protagonista y por cómo continuará todo. Ah, y la música, aunque no es brillante, funciona a la perfección con las escenas de acción.
Al fin y al cabo, esta película se llama ángel de combate. Os aseguro que, al menos en ese aspecto, cumplen sin ningún problema.
¡Que el viento sople a vuestro favor!