El capítulo anterior de Mahou Shoujo Ore se quedó justo en lo más interesante: Saki se acaba de transformar en armario ropero chica mágica tras confesar su amor por Mohiro, el chico que le gusta y que fue secuestrado por demonios increíblemente musculosos (aunque no tanto como la nueva y mejorada versión de Saki). Por suerte, no ha habido que esperar una semana para ver cómo continúa ya que este episodio se emitió junto al anterior. No es que los japoneses sean crueles por acabar en cliffhanger, es que lo somos en Mistral por no haber juntado los dos artículos. Una vez aclarado esto, toca empezar con las impresiones del episodio 2 que, como ya hemos dicho, se emitió en Japón inmediatamente después del primero.
Saki entra en pánico porque se ha convertido en un culturista mágico con ropa kawaii y se queja a Kokoro-chan, la mascota yakuza, porque se siente estafada. La respuesta que obtiene es: «Los cuerpos de hombre están mejor preparados para el combate y lo de la ropa es porque una chica mágica tiene que ser mona». El argumento es machista a rabiar, pero así son los tópicos en los que se basa. Lo de que el hombre es mejor para la lucha y que las chicas mágicas llevan ropa cuca son tópicos rancios, pero tópicos… Y de ello vive esta serie.
Como ya es evidente que va a tener que luchar con esas pintas, Saki empieza a actuar como si fuera un chico mágico. Su querido Mohiro nunca debe asociarla con ese aspecto. Sería desastroso si quiere tener la más mínima oportunidad de salir con él. De esta forma empieza a pelear cuerpo a cuerpo contra los demonios y la escena recuerda un poco a un combate de lucha libre: es completamente físico sin ningún elemento mágico ni armas de ningún tipo. Saki se da cuenta de que así no va a ninguna parte así que le pide ayuda a Kokoro-chan. «Lánzale tus horquillas del pelo, Saki», le insta, olvidando un insignificante detalle: actúan como granadas.
Y es que parece que todas las armas que el yakuza le puede proporcionar son armas de fuego. Le cuesta un poco convencerle de que le dé un instrumento mágico para principiantes que no haga BOOM ni PIUM PIUM pero, finalmente, Saki se convierte en la orgullosa dueña de un báculo típico de las chicas mágicas tradicionales. Como nada le sale bien a nuestra protagonista, no tarda en descubrir que el báculo no es mágico: su única utilidad es usarlo como una barra de hierro para golpear a los enemigos. Y eso que parecía que Saki había recuperado un poco de glamour… De hecho, todo el glamour que pudiera tener lo pierde cuando acaba cubierta por la sangre de los demonios. En los anime de este tipo raramente hay sangre en tantas cantidades: habitualmente luchar con magia es bastante limpio. Las Macho Mahou Shoujo de esta serie no siguen la norma (ni esta en particular ni ninguna en general, por lo visto) porque es más divertido cargarse los tópicos en lugar de seguirlos a rajatabla.
Entre las granadas, pistolas y báculos monos pero inútiles parece que nos hemos olvidado de algo. O, más bien, de alguien. Mohiro ha sido testigo de la sangrienta masacre (literalmente) de los demonios y Saki teme haberle aterrado. Nada más lejos de la realidad: el chaval está encantado de la vida. Sigue calladito (como siempre que no está cantando), pero se puede ver un fondo de colores brillantes a sus espaldas. ¿Acaso está enamorado de la versión masculina y agresiva de Saki? Mohiro se va tras preguntarle a su salvadora su nombre y obtener la increíblemente imaginativa respuesta de «Ore wa… Ore desuyo» (Yo soy… Yo/Ore). Ni la propia Saki se puede creer que el chaval se haya contentado con semejante estupidez. Muy brillante no es.
Lo que nadie sabía es que el interés amoroso de la protagonista no era el único espectador: su amiga Sakuyo y su manager lo habían presenciado todo. Y, además, sabían que aquel chico mágico de desarrollada musculatura era ni más ni menos que Saki Uno y que, además, estaba coladita hasta los huesos por el hermano de Sakuyo. A esta última no parece importarle mucho todo el asunto, pero el manager… El manager lo está disfrutando como el amante de las chicas mágicas que es. Llorando por la emoción de conocer a una en persona, se ofrece a ser su manager mágico. El título es completamente inventado, pero no importa porque el señor es como Juan Palomo, que él se lo guisa y él se lo come. Y, como toda chica mágica necesita un nombre, le bautiza como Chica Mágica Ore (en japonés, Mahou Shoujo Ore… ¿Os suena de algo?), a raíz de la respuesta que le había dado previamente a Mohiro.
Mientras Saki se queda flipando al ver cómo su compañera y su manager se alejan hablando de ir a celebrar el nacimiento de la Chica Mágica Ore, una misteriosa silueta escondida entre los árboles le estudia atentamente. Ya estaba tardando en aparecer otro de los tópicos más clichés de todo el mundo del manganime. ¿Quién será? ¿Un amigo? ¿Un enemigo? ¿Dio Brando?
A la mañana siguiente, Saki madruga para ir a recoger a Sakuyo a su casa y se topa con su hermano. Le da como un cortocircuito, se sonroja, se esconde porque es incapaz de hablar (vamos, el Pack shoujo in love premium) y mientras tanto aparece Hyoue (recordemos que es el compañero de Mohiro en el exitoso grupo STAR*PRINCE) que, como parece que hace siempre, procede a llevarse bien lejos al interés romántico de Saki. Ella le odia porque considera que acapara el tiempo de Mohiro, aunque al menos él no tartamudea rojo como un tomate en su presencia, lo cual es un punto a favor para el muchacho.
Como nuestra protagonista merece una oportunidad para hablar con su crush, el universo se pone de su lado y aparece Sakuyo, situación que Saki aprovecha para saludarle a ella y además llamar la atención de los idols que se alejan. Tras un pique intenso con Hyoue para ver quién sabe más sobre Mohiro, Saki aprende algo terrible: Mohiro le tiene miedo porque ella siempre le mira fijamente (sí, también forma parte del Pack shoujo in love premium, aunque es fácil de confundir con el Pack stalker standard). Tras la partida de Hyoue y Mohiro (sí, esta vez se fueron de verdad), Sakuyo le dice a Saki que no aprueba lo que siente por su hermano. A la protagonista no le da tiempo a entrar en pánico ya que el deber le llama: ha aparecido otro demonio.
La víctima es… la de siempre. Es raro que aparezcan varios demonios en tan poco tiempo y siempre vayan a por Mohiro. No sabemos dónde está Hyoue, pero se sospecha que fue al baño porque hasta los idols también tienen esa necesidad. Hasta Kokoro-chan, ahora en tamaño miniatura y con alas, como debe ser una mascota kawaii, piensa que es sospechoso que vuelvan a atacar a la misma persona. Esta vez el enemigo es un macho con tentáculos (esto más que un tópico es un fetiche muy conocido de los japoneses). Por cierto, de verdad lo llaman macho. Se oye la palabra macho. ¿Acaso no es maravilloso? El caso es que Saki va a enfrentarse a él con su forma de armario chica mágica, pero no lleva su báculo y acaba contra las cuerdas… O más bien, sujeta de manos y pies por tentáculos y en poses sugestivas, todavía en su forma de Ore. Entonces aparece Sakuyo, dispuesta a salvarla y acepta convertise en Chica Mágica. Para ello, confiesa su amor… a Saki.
La sombra misteriosa Dio vuelve… Y aquí acaba el episodio. Esta vez sí que habrá que esperar a que se emita el siguiente, así que habrá que tener paciencia para ver cómo se desarrolla la pelea.