Analizando Final Fantasy VII Remake: Capítulo II

¡Analizando Final Fantasy VII Remake: Capítulo II ya está aquí! Podéis leer el anterior en esta sección y, recordad, ¡hay spoilers de toda la trama!


Es una noche como otra cualquiera. La gente vuelve a casa después de una larga jornada de trabajo. Y, de pronto, el reactor explota con tanta potencia que no solo ilumina la noche, sino que la onda expansiva destroza calles, edificios, y llueve metal ardiente. Casi como meteoritos. Para colmo, todo el sector se queda sin luz, lo cual significa que no hay servicios básicos para atender a los heridos. Si hay hospitales cerca, más vale que tengan generadores de emergencia.

Todo esto se intuye al final del primer capítulo de Final Fantasy VII Remake, pero es en este cuando se explora a fondo. Avalancha ha culminado con éxito su misión, pero no hay sensación inmediata de triunfo. La explosión ha sido… demasiado fuerte. Jessie no podrá dejar de darle vueltas y con razón: su bomba casera apenas afectó a la estructura del núcleo del reactor. Habría sido un chiste reconstruirlo. Es evidente que si Avalancha pecó de algo, no fue por excesividad. Nadie pretendía llegar tan lejos. La situación es tan inquietante que Barret deja escapar que está preocupado por la ciudad.

El problema es que una vez te has comprometido a un acto ecoterrorista, una vez contemplas las consecuencias de tus «acciones» (en realidad, las de Shinra) tienes que adueñarte de ellas. Y esa es la dinámica que atrapa a Barret. Cuando vacila, Biggs se vuelve hacia él e intenta reafirmar sus ideales:

—Lo que importa es el planeta, ¿no? Digo yo que… esto habrá servido de algo.

Porque han roto todas las normas, se han endeudado con Cloud y han arriesgado sus vidas. No puede ser que todo haya sido para nada.

Pero entonces llegan al exterior. Al caos.

Lo único que parece ser una promesa de orden es la voz que se proyecta desde unos megáfonos con este mensaje:

Presten atención, por favor. Este es un aviso del centro de emergencias de Shinra. Unos delincuentes han hecho explotar una bomba en el reactor de mako nº1. Aún siguen produciéndose explosiones y se han desatado varios incendios. Por ello, se ha decretado la alerta de catástrofe en los sectores 1 y 8. Las explosiones han afectado a la integridad estructural de los edificios cercanos, poniendo así en riesgo este sector.

Edificios desmoronados, en llamas. Ahí vivía gente. Gente que quizá estaba durmiendo o cenando tranquilamente, y que si no ha muerto, ha resultado herida de gravedad.

No es lo que uno espera cuando pretende salir como un héroe que ha salvado al planeta, ¿verdad? Más bien… Casi da la sensación de que seas el malo de la película. ¿Por qué será?

—No puede ser…

—No hemos sido nosotros… ¿no?

—¿Y si es nuestra culpa?

Ninguno deseaba esto. Nadie en Avalancha buscaba una destrucción a este nivel. Y saberse responsables significa que pueden recular en sus ideales, echarse atrás, decidir que definitivamente no quieren hacer explotar otro reactor si las consecuencias van a ser estas.

Entonces Cloud interviene, exigiendo que se hagan responsables de sus actos.

Es una intervención fría, pero eh. Es lo que diría un mercenario ex Soldado, ¿no?

Y lo interesante es que, desde el capítulo anterior, Barret está escalando en su comportamiento de Alfa en una extraña competición con Cloud. En el ascensor se avergonzó de su nerviosismo frente a la helada tranquilidad de Cloud, y ahora se lanza a darle la razón, a centrar toda la atención en sí mismo y su causa:

No mola, pero no podemos parar. Ha sido solo el primer reactor. Y el planeta no estará a salvo si no nos cargamos los otros.

Como líder, Barret tiene que ser el ejemplo a seguir. No se permite dudar, ni replantearse sus actos, ni siquiera cuando salen al exterior y ven el daño que han hecho a la gente corriente.

—Ya… Sabíamos que se iba a poner feo.

—Y esto es solo el principio…

—Pensad en por qué es necesario. Para conseguir nuestro objetivo, tendrá que haber sacrificios. No gritáis de dolor, pero sé que lo sentís. Igual que el planeta. Pero tranquilos, ¡que aquí estoy yo! ¡Para cargar con vuestros problemas! Vuestros miedos… Preocupaciones… Dificultades… Y sí, vuestros pagos… Contad conmigo para lo que sea.

En su arrogante discurso afirma que es necesario hacer sacrificios (eh, da muchas vibraciones al presidente Shinra otra vez. Pero claro, esos sacrificios siempre lejos de Marlene y de la gente que quieres, eh) y es a partir de aquí cuando abraza la decisión de que puede acabar con  la «comodidad» de los demás para dar sentido a sus actos, minimizando las consecuencias de sus ataques. Por otro lado, Barret al arrogarse la destrucción el reactor está suavizando la responsabilidad del resto de Avalancha, que acoge estas palabras con alivio y a la vez se aferra al convencimiento de que sus actos han servido para algo. A su vez, el líder de la célula intenta afirmar sus propias creencias. Él paga, él dirige, él protege. Si hay que dejar a la gente sin luz con tal de «salvar al planeta», entonces se hace.

Porque no puede ser que todo haya sido un error. O, peor aún, que lo ocurrido ni siquiera fuera cosa suya. Es una pena que esta realidad nunca cale en Barret: su gran golpe no es, ni habría sido, trascendente. De haber sido cogida por sorpresa, Shinra se habría recuperado en cuestión de días, pero apropiándose de esta pequeña rebelión y magnificándola hasta estos extremos, utiliza a los ecoterroristas para sus propios objetivos. ¿Y cuáles son estos? Esparcir el terror. Al convertirse en «víctima» de un enemigo que agrede a la población, esta se sumerge en una espiral de paranoia que condona la aceptación de las medidas más radicales. Solo hay que ver lo alegre que está la gente porque el ejército viene a ocuparse de todo.

Shinra sale muy bien parada de este ataque. No solo es víctima, sino que a pesar de la herida acude a devolver el orden y la normalidad a las calles.

 

Si luego escuchamos conversaciones, hasta notaremos que los de «arriba» sospechan que es cosa de los de «abajo» (las barriadas) como venganza. Sin embargo, Shinra se está limitando a plantar semillas para la gran revelación de que Wutai es quien está detrás de estos ataques. Y Wutai es una constante discreta en el juego. Puede que el equipo de desarrolladores volviera la vista a los primeros borradores de FFVII, donde planeaban que las secuelas de la guerra fueran más importantes, y decidieran recoger los conceptos. Habrá que ver en un siguiente título.

Entre tanto, el juego pone a prueba la inocente ceguera de Avalancha. Cuando los personajes salen a las calles, deben intentar convencerse de que ver a gente por los suelos y edificios explotando es algo de lo que estar orgullosos.

Estoy convencida de que este reproche a los personajes se percibe en la conversación entre Jessie y Cloud. La cámara los enfoca de tal forma que vemos lo que le han hecho a la ciudad.

Puede que se suponga que es un momento encantador, pero a la hora de la verdad hay explosiones, gente gritando y ambos haciendo como si nada.

Claro que no es Jessie la única que decide actuar como que aquí no pasa nada. Cloud se mantiene distante con su entorno, y no tiende la mano a nadie. Ni siquiera a Jessie cuando esta le dice:

—Quédatela. Por salvarme la vida.

—Estaba haciendo mi trabajo. Ni más, ni menos.

—Vale, vale. Tuve suerte de que estuvieras allí.

Cloud no quiere lazos con los demás pero Sefirot está dispuesto a hacerle cambiar de opinión, por eso intenta desvincularse de Jessie. En otras circunstancias diría que la chica quiere pagar una deuda… Pero sabemos que Jessie está más que interesada en Cloud. Lo que está haciendo, pues, es tender un puente entre ambos. Él la salva, ella le paga y se niega a limitarlo al trabajo. Que, de todas formas, no era algo que Cloud hiciera en su faceta como mercenario, así que Jessie tiene su parte de razón.

Lo interesante, sin embargo, es que estas palabras escuecen. Cloud reacciona mal, como si le hubieran pinchado.

—Sobrevivir depende de tu suerte o habilidad. Y mejor no dejarlo a la suerte.

Si lo ponemos en contexto, Cloud ha perdido a mucha gente por no tener habilidad, o fuerza, y la suerte nunca le ha ayudado. Ni siquiera cuando acabó con Sefirot fue pura suerte, sino una reacción fruto de la furia y el trauma. A Cloud no le gusta nada la idea de dejar las cosas en manos de los demás, ni siquiera de la suerte.

En cualquier caso, se está estableciendo un potente foreshadowing. Cloud no pudo salvar en el pasado a Tifa, a su madre o a Zack, y ahora sabemos que tampoco podrá ayudar a Jessie, ni tampoco a la gente de las barriadas. Como bien le restregará Sefirot por la cara: nada está en sus manos, nunca parece llegar a tiempo.

Entonces el equipo del Remake decide arrojarse de cabeza a explorar este PTSD que sufre Cloud. Mientras abandona el Sector 8, es testigo de las muertes, de los heridos, de las infraestructuras destruidas. Un puente se viene abajo frente a él. Un solo paso y habría acabado hecho papilla. Otra gente no tendrá la misma suerte (sí, suerte. Hay un límite para la habilidad que te permite evadir puentes que se vienen abajo) que él.

Y ahí, en medio de las ruinas, del dolor de las víctimas a la que les ha caído una catástrofe de la nada, comienza el PTSD.

Una de las últimas cosas que Cloud debería «recordar» antes de los cinco años que pasó en los laboratorios es su pueblo ardiendo, por lo que es normal que ver un escenario tan similar haga que los recuerdos afloren. Ya ni siquiera es una jaqueca, es que siente que está de nuevo en Nibelheim, viendo la figura del hombre al que más admiraba del mundo causando la destrucción de su hogar.

Parece que va a terminar ahí. Pero cuando intenta marcharse, se encuentra cara a cara con el mismísimo Sefirot, que le sonríe desde lo alto.

Podría ser una alucinación, como intenta convencerse Cloud más tarde. O ser un ejemplo de esquizofrenia. La Ultimania ha confirmado que hay distintas «versiones» de Sefirot según la historia:

  1. Ilusiones que solo Cloud puede ver.
  2. Encapuchados.
  3. Flashbacks.
  4. Desconocido.

 

El «desconocido» hace referencia al último Sefirot que los demás son capaces de ver e interaccionar con él, y quizá sea un viajero del tiempo o quizá no.

En cualquier caso, ahora sabemos que el Sefirot que aparece en esta escena y en la siguiente con Aeris entra dentro de la categoría «Ilusión». Con ello dudo que se refieran a que Cloud se lo inventa todo, sino a que solo lo ve él porque Sefirot se está proyectando a través de las células de Jenova. Si fueran ilusiones sin más sería muy, muy extraño que supieran tanto del argumento, la verdad.

Así pues, Sefirot empieza a guiar, literalmente, a Cloud por el camino que él desea. Uno que se aparta de la trama original.

Además, encuentro muy interesante que, acto seguido, Cloud empieza a sufrir, a ver mal, a moverse como si todo le costara un enorme esfuerzo.

Según la Ultimania:

A la edad de 16 años, Cloud recibió la misión de acudir a su pueblo natal, Nibelheim, donde Sefirot enloqueció en lo que se conoce como El incidente Sefirot. A Cloud, que había sufrido graves heridas durante dicho incidente, se le inyectaron células de Jenova, una forma de vida extraterrestre. Estas células, que Sefirot también contenía en su cuerpo, controlaron los pensamientos de Cloud y crearon una personalidad aparte, y trataron de manipularle en unirse a Sefirot.

De modo que puede ser que Sefirot esté controlando a Cloud, como hacía en el original para obtener la Materia Negra, para llevarlo a un rincón oscuro. Como si estuviera tanteando hasta dónde llega su influencia en él.

Sabemos, gracias al final del juego, que Sefirot quiere intervenir en Cloud para manipular los acontecimientos y evitar su propia aniquilación. Teniendo en cuenta que Cloud lo derrotó una vez, y que sabe que también le asesinó en otra línea paralela, no es de extrañar que esté obsesionado con él. Su búsqueda de control está totalmente justificada dentro de la propia historia.

Y ahora hay que ponerse en el lugar de Cloud. Su vida no es muy coherente, pero de momento se las apaña bien para creerse que es un ex Soldado que sobrevivió a Sefirot. Puede huir de sus memorias, hacer como que no están ahí.

Hasta que, de pronto, la realidad se le planta en la cara. Cloud persigue a Sefirot porque tiene que asegurarse de que no es así, de que el pasado ha quedado atrás, asegurarse con sus propios ojos de que no es real.

—No eres real… Estás… ¡muerto! (…) Te maté con mis propias…

Lo cual es interesante. En la versión original, Cloud no parecía conocer el desenlace de su batalla con Sefirot porque sus memorias se interrumpían por el trauma (o por las células de Jenova). Aquí, quizá para fortalecer su máscara, parece recordar que asesinó a Sefirot. Puede que se trate de un cambio de guion para establecer los motivos de Sefirot, que no quedarían tan claros si no supiéramos que es muy consciente de que Cloud es un peligro para él.

Y vamos a analizar lo que Sefirot le dice a Cloud. Paso a paso.

Porque la traducción es un desastre, se inventa cosas y logra que se pierda la motivación de Sefirot para aparecer de la nada, que es muy sencilla.

Así que mil gracias a nuestra amiga que nos ha traducido lo más literalmente posible el japonés, y vamos a ver lo que de verdad está diciendo Sefirot, subrayando las partes inventadas.

Español:

—Sí, no has de recordármelo. Es el recuerdo de nuestro pasado que más atesoro. Pero eso fue antaño, y ahora estamos en el presente. He de pedirte un favor.

Japonés:

Por supuesto que lo recuerdo. Es, después de todo, un importante recuerdo nuestro. Ahora, Cloud, tengo algo que pedirte.

¿No es maravilloso cuando se añade una idea que no está ahí? Pues hay que acostumbrarse, porque la traducción adora incluir texto que no existe.

Todo da a entender que Sefirot se refiere al incidente de Nibelheim, pero sabiendo que hay líneas temporales, es posible que se refiera a que atesora el momento en que Cloud le mató en el Cráter del Norte. Quizá porque le hizo aprender una lección, o por otro motivo que falta por comprender. Sin embargo, el japonés hace énfasis en el hecho de que es un recuerdo. Que Sefirot, concretamente, recuerda. Y Cloud no. Pero que es algo que tienen juntos.

El español traza un paralelismo con Aeris. En ambos casos, Sefirot y Aeris parecen decidir que hay que centrarse en el presente/futuro, uno con respecto a su muerte y la otra con respecto a Zack. Una forma discreta, pero firme, de insistir en que el Remake se está separando lentamente del original.

Lástima que se lo hayan inventado.

En cualquier caso… ¿Cómo que un favor? ¿No odiaba Sefirot a Cloud? ¿Qué es lo que ha cambiado?

Aparentemente, todo. Pero vamos a examinar su diálogo antes de entrar a estudiar los cambios y de dónde pueden venir:

Español:

—Nuestro querido planeta está muriendo. Lentamente. En silencio. Agonizando. No querrás permanecer impasible ante tal tragedia… ¿No, Cloud?

Japonés:

—Esta estrella está al borde de morirse. Sin soltar ni un lamento, en silencio, pacíficamente: nuestra estrella va a desaparecer, Cloud.

Y, sí, en japonés se refieren al planeta como «estrella» lo cual explica la posterior confusión de Elmyra cuando Aeris habla de que las almas vuelven «a la estrella». En general parece ser un elemento intencional, ya que ocurre lo mismo en Final Fantasy XIV.

El caso es que la traducción está implicando directamente a Cloud cuando Sefirot no está intentando invitarle a evitar una tragedia. Solo está constatando un hecho y llamando a Cloud por su nombre para que sea consciente de que todos van a morir.

Lo cual, además, es una mentira. Sefirot sabe que será derrotado en el futuro, que Shinra desaparecerá y todo eso. Está retorciendo los hechos para poder presionar a Cloud, y plantando la idea en la cabeza del chico de que tiene que luchar contra ese futuro concreto. Uno que Sefirot está presentando como «inevitable» y como si no fuera su responsabilidad por invocar a Meteorito.

De pronto la escena cambia, de nuevo, a una primera persona de Cloud. En esta ocasión casi me atrevo a decir con seguridad que Sefirot está obligándole a revivir sus recuerdos. No es que Sefirot hable y Cloud recuerde, no, es al contrario, lo cual desvela una intimidad incomodísima que se explota a lo largo del resto de la historia. Sefirot sabe lo que ocurre dentro de Cloud, porque ni siquiera la persona de ex Soldado que se ha creado es fruto de su propia voluntad para protegerse. Es el resultado de la influencia de Jenova.

Pero ¿por qué? ¿Por qué le hace revivir el pasado?

La traducción no ayuda mucho, pero en realidad es muy sencillo:

Español:

—Mamá… Mamá…

—Si el planeta muriera, las pérdidas serían incontables. Tu pueblo natal, tan radiante al arder… Su voz suplicándome que no te matara…  La sensación de frío acero penetrando su cuerpo.

Japonés:

—Mamá… Mamá…

—Si la estrella muere, tu pueblo natal que arde tan vivamente desaparecerá también. El llanto de una mujer porque alguien salve aunque sea a su hijo. Incluso las sensaciones que has abandonado desaparecerán.

Primero de todo, la versión española se inventa cosas e implica a Sefirot directamente en la muerte de Claudia, metiendo detalles que no existen en la versión original. Como lo de atravesarle con una espada. Sí, crea un triste paralelismo entre Cloud y Claudia, que sufren un destino similar, solo que Cloud sobrevive gracias a los «cuidados» de Shinra… Pero en español Sefirot se está arrogando la potestad sobre la muerte de Claudia, mientras que en japonés solo está diciendo que todos esos recuerdos van a desaparecer. El pueblo, su madre que suplicó por él y las emociones que Cloud ha abandonado.

Sefirot habla de recuerdos, de lo que debería definir a Cloud, y que el chico se empeña en abandonar porque duele demasiado.

Pensadlo: el Cloud que derrota a Sefirot no es el que tenemos ante nosotros, sino el que es consciente de su pasado, de su trauma y de sus responsabilidades.

Este Cloud no es el que Sefirot necesita. No es al que está apelando. Lo que Sefirot hace es remover los recuerdos de Cloud para que emerjan porque los considera personales entre ellos dos. Por eso habla de su madre y del pueblo. Porque si todos mueren, los recuerdos se evaporarán para siempre.

Español:

—Aquello que nos une dejaría de existir. Sería reacio a vivir en un mundo así. De ahí que te quiera pedir un favor. No te preocupes, es una tarea simple. Corre, Cloud… Escapa… Has de correr… Has de sobrevivir…

Japonés:

—La pérdida de los vínculos que nos unen es una idea más terrible que mi propia muerte. Venga, Cloud, préstame tu fuerza. Es muy simple. Cloud, corre. Huye y sobrevive.

A pesar de que se diluya el sentimiento de Sefirot, pasando de un vivir sin nuestros vínculos es peor que morir a bueno no me gustaría pero puedo vivir en un mundo sin ti, al menos el principio se ha respetado. Lo que Sefirot busca no es grandilocuente. No menciona a Jenova, ni habla sobre convertirse en un Dios o destruir a los humanos. No. Es todo personal entre ellos dos. Quiere un mundo donde sigan existiendo los recuerdos que le unen a Cloud.

Pero «¿de ahí que te quiera pedir un favor?». Sefirot no está pidiendo nada, está ordenándole a Cloud que le «preste su fuerza» (cosa que ni se traduce), lo cual tiene todo el sentido del mundo si miramos hacia la lucha final contra los Ecos. Sefirot quiere confiar en que el futuro puede cambiarse y para eso pretende usar a Cloud, el único que superó siempre todas las bajas expectativas que depositaba sobre él.

Entonces Sefirot sonríe, se lo está pasando genial el tío, y la cámara nos hace ver su punto de vista cuando le extiende la mano a Cloud. Le dice que corra, y escape. Cloud parece tan pequeño, tan poca cosa desde su punto de vista que creo que está claro que no quiere a este Cloud concreto, sino al que pueda manipular de acuerdo a sus deseos. Uno que sí pueda prestarle su fuerza, uno que sí sea digno de luchar a su lado, como ocurre al final. Es casi una inversión de lo que intenta Ultimecia en Final Fantasy VIII.

Así pues, Cloud debe sobrevivir para crecer. ¿Y de quién tiene que huir?

Puede que se refiera a Shinra, que le está persiguiendo ahora mismo y podría ejecutarlo en cualquier momento. Porque, desde luego, Sefirot no es una amenaza para él en este momento. Es solo su titiritero.

Pero posiblemente se refiere a algo más grande: tiene que huir del Destino. De la historia original.

Huye, Simba. ¡Huye! Huye lejos, y no regreses.

Y luego la traducción decide empezar a obviar el texto íntimo que establece Sefirot entre ambos. La traducción dice no olvides este odio.

Español:

—¡Cabrón!

—Muy bien, Cloud. Muy bien. No olvides nunca ese odio.

En japonés, en cambio:

—¡No me jodas!

—Está bien, con eso es suficiente. No me olvides. (を忘れるな)

Y solo es la primera de muchas veces que borrarán estas implicaciones, que podrían interpretarse como sexual o como se desee, pero que es texto.

Y además es un texto canónico que establece Kazushige Nojima y que se remonta a On the Way to a Smile, donde se nos explica cómo Sefirot logra sobrevivir a la Corriente Vital obsesionándose con Cloud, y con que este no sea capaz de olvidarle jamás. Sefirot deja de existir como tal para convertirse en lo que Cloud recuerda de él. Es decir, pasa de ser una persona a la encarnación del trauma personal de Cloud porque así lo desea, y está muy contento con convertirse en su sombra con tal de poder hacerle daño y no sucumbir. De ahí, quizá, la referencia a que es peor morir a que sus vínculos desaparezcan.

Porque, según Sefirot en On the Way to a Smile:

«Incluso si falta algo, no importa. Cloud me completará.»

Los desarrolladores del Remake son muy conscientes de la existencia y caracterización de Advent Children, de modo que no es casual que mantengan esta línea para la relación entre Sefirot y Cloud. Todavía no sabemos casi nada acerca del primero, de cómo ha accedido a estos conocimientos, si viene de otra línea temporal distinta o no, pero lo que está claro es que ha decidido vincularse de nuevo con Cloud y está esforzándose por hacerle revivir sus recuerdos, por imprimir en él su presencia, por hacerle saber que le controla y le valora a su manera.

Así que no es que salga de la nada para torturarle aleatoriamente y mostrarle, porque sí, su propio pasado. Todo se basa en los recuerdos y en los lazos que Sefirot sabe que les unen. Lo que está haciendo es revivirlos, porque hasta ahora Cloud pensaba que era libre de ellos y que podía refugiarse en olvidar.

Y Sefirot quiere remover las heridas porque supongo que haber visto tu propio destino hace que reconsideres tu forma de actuar y de afrontar los acontecimientos. Te vuelve más proactivo, en vez de pasivo como era Sefirot en el original, aguardando a que los demás hicieran el trabajo por él.

Y esto nos lleva irremediablemente a hablar de cómo el Remake ha decidido adelantar, y mucho, su aparición. En parte es una decisión lógica, incluso si no tenemos en cuenta la línea de los Ecos y las líneas temporales paralelas. Sefirot es un personaje conocido, que ha aparecido a lo largo de numerosos videojuegos, y esto es un Remake.  La historia original ya está hecha, y siempre lo estará. Mucha gente va a salir decepcionada, porque con esto se ha tirado por la borda la minuciosa y sutil construcción del personaje de Sefirot. En el juego original, no sabías de Sefirot, o su relación con Cloud, hasta que habían transcurrido muchas, muchas horas, y no lo veías hasta aún más tarde, cuando todos los asesinatos, rumores e intrigas te estaban matando de la curiosidad. Kitase declara en esta entrevista que la idea la sacó de Jaws:

Puede que no lo sepas, pero me inspiré en la película Jaws, que tomó un aproximamiento similar, implicando la presencia de esta poderosa presencia, pero sin mostrar en sí al tiburón hasta muy tarde en la historia. Queríamos crear esta imagen de ser grande y poderoso en la mente de la gente. Al solo referirnos a él de forma indirecta, creaba el sentimiento de miedo y opresión. Así que cuando aparece por primera vez, es todo un acontecimiento.

¡Vaya, los creadores de un juego son conscientes de los recursos que emplean, quién iba a decirlo!

Por lo tanto, este cambio en Sefirot no es un error, no es «comprender mal al personaje». Es completamente intencional porque han querido crear algo nuevo y, como vengo diciendo, Sefirot no es el mismo personaje que vimos en Final Fantasy VII.

Para el Remake esto no funciona bien, ¡en parte porque todo el mundo sabe quién es Sefirot! No pensamos que sería igual de efectivo mantenerlo en la recámara hasta más tarde en la historia.

Segundo, Sefirot es esta masiva e inalcanzable presencia que se cierne sobre toda la saga de Final Fantasy VII. Queríamos asegurarnos de que ese aspecto suyo estaba presente en este primer juego del proyecto. Por eso lo introducimos antes en la historia.

Sefirot, pues, parece ir mucho más allá del primer juego. Su presencia literalmente salta a través del tiempo y de la historia, y permea todas las historias. Es una idea diferente a Final Fantasy VII y, como resultado, no debe presentarse como si fuera el mismo Sefirot que estaba encerrado sin saber nada de su futuro en el Cráter del Norte. No tendría sentido con la nueva trama creada.

No es fanservice. Sí, tiene la delicadeza de un tortazo, y hay un aire depredador y casi sexual en lo controlador que es Sefirot que definitivamente solo aparece en Advent Children y no en el videojuego original. Uno que no dejará de incrementarse, en especial a medida que los encuentros se vuelvan más íntimos. Eso sí que es fanservice. Uno muy interesante porque explota una dinámica horrenda, como si en sí lo manipulador y cruel que es Sefirot no fuera suficiente, pero no tiene que ver con el cambio de papel en la trama global. Sefirot siempre ha controlado a Cloud. Desde las células de Jenova manipulando sus recuerdos, al meticuloso plan de redirigirle hacia la Materia Negra e invitarle a la Reunión. La diferencia es que ahora Sefirot va más lejos.

Y… ¿Cómo lidia Cloud con esto?

¡No lo hace!

Las llamas han desaparecido a su alrededor. Todo está en calma. La cámara no deja que veamos los ojos de Cloud, ni siquiera su rostro, cuando murmura:

—Estoy teniendo alucinaciones. ¿Quizá sean los gases de mako?

Me *encanta* cómo han expandido lo cinemático que era FFVII. Esta imagen es tan desoladora, tan solitaria. Puedes sentir el peso y la opresión que siente Cloud por los edificios y cómo parecen inclinarse sobre él. En la forma en la que le cae el brazo, sin fuerzas, mientras se da unos segundos para lidiar con lo ocurrido.

A algunos les parecerá estúpido, pero es una reacción muy lógica al PTSD. A su alrededor no hay ninguna prueba de que Sefirot haya estado ahí. Probablemente no lo ha hecho y se ha limitado a crear estas imágenes en su cabeza, lo cual da más fuerza a la sensación de que son meras alucinaciones. Pero, además, Cloud tiene una narrativa que mantener. Una en la que no se puede permitir sucumbir al pánico. No puede, no debe. Sefirot está muerto. Lo está. Y él no es tan débil como para dejarse llevar por los malos recuerdos. Es un ex Soldado y tiene que moverse rápido antes de que tenga tiempo para pensar en cosas tan estúpidas como la posibilidad de que Sefirot esté vivo y su pasado vaya a devorarle.

Así que hace exactamente lo que le ha pedido Sefirot: huye. Es su único mecanismo de supervivencia.

Tenemos más escenas en las que te desenvuelves con el caos provocado en la ciudad. Todo acompañado de un tema exclusivo de Advent Children llamado The Promised Land ~Cycle of Souls~, lo cual podría ser una pista acerca de la procedencia de Sefirot… Pero eso lo hablaremos dentro de muchos, muchos capítulos. Centrándonos en los disturbios, hasta cierto punto podríamos equiparar los actos de Cloud con los de Sefirot en que ambos han sido responsables en la destrucción de las vidas de gente corriente… Y a los dos les importó bien poco. Las circunstancias son diferentes, claro, pero es interesante cómo Cloud no parece tener ni un pensamiento para con sus supuestas víctimas.

Y entonces llegamos a ¡Aeris!

La escena es distinta a la original. En Final Fantasy VII Aeris se aproximaba a Cloud para intentar averiguar qué había ocurrido con el reactor. La conversación, muy breve, deriva al final hacia la posibilidad de comprarle una flor. Acto seguido, Aeris se marchaba.

Aquí, sin embargo, las cosas son diferentes. Para empezar, Sefirot ha retrasado y mucho a Cloud, por lo que Aeris podría haberse marchado sin más del lugar, de tal forma que nunca se habrían cruzado. Ahora hay algo más intencional, más extraño, porque la chica se comporta como si algo la estuviera acosando

Porque los Ecos, probablemente, están intentando evitar que se marche. Es más, su nerviosismo es lo que termina por atraer a Cloud, de tal forma que se desvanecen en cuanto se encuentran. Aeris tiene razón cuando dice que él los «espanta».

¡Pero antes de eso…!

¡Sefirot!

Lo siento, Aeris. Sefirot ha robado todo el foco en este capítulo y tú no podías ser la excepción.

A Cloud le puede el pánico. Su respiración se dispara, retrocede con una mueca de terror. No ha tenido casi tiempo para tranquilizarse y convencerse de que nada de lo que ha visto era real, ¡y aquí está de nuevo, opresor, agresivo y dominante! No le va a dejar olvidar.

—Eres demasiado débil para salvar a otros. Incluso para salvarte tú.

Lo interesante es cómo la jaqueca parece destrozar a Cloud a medida que Sefirot se acerca. Es difícil decir si se debe a una reacción de la mente de Cloud, o a que Sefirot lo está torturando. Incluso es posible que quiera transmitirle alguna clase de recuerdo de otra línea, quién sabe, porque después Cloud empezará a tener «flashbacks» del Final Fantasy VII original. En cualquier caso, esto es un doloroso foreshadowing. Sefirot sabe que matará a Aeris (si bien está por ver con la liberación del Destino), y no duda en decírselo a Cloud.

Aeris se acerca a Cloud, preocupada por su estado… Lo cual dice mucho de su empatía, teniendo en cuenta que hasta hace unos segundos estaba rodeada por los Ecos.

¡Pero eh, hay una persona desconocida y Sefirot no está! ¡Recompónte, Cloud! Por supuesto que todo está bien. Claro que sí. No ha pasado nada de nada, adiós muy buenas.

Solo que Aeris interviene. ¿Por qué? Bueno… La verdad es que hay un pequeño detalle en cómo sigue a Cloud con la mirada. Y es que no le está mirando a él. Creo que es simbólico en más de un sentido, pues, cómo se interpone en su camino y le ofrece una flor:

—Sí. Es un regalo. Ya sabes, por espantar a esos seres.

—¿Qué seres?

—Olvídalo. Quédatela de recuerdo. (…) Esta flor simboliza el reencuentro.

El cambio es, por supuesto, para recompensar a los jugadores del primer juego y dar un poco más de peso a Aeris. No es que haya mucha sutilidad con el tema del reencuentro. Claro que si hablamos de líneas temporales, quién sabe, quizá sea más que una referencia nostálgica… Pero si ha reconocido la espada de Zack, y digo yo que es difícil que no lo haga (hasta un centinela aleatorio la reconoce más tarde), sería lógico que sintiera curiosidad.

Con todo, creo que la traducción no es la mejor de acuerdo al lore de la historia. 再会 significa reencuentro, sí, pero en inglés se traduce como «reunión», lo cual tiene muchísimo más sentido para los que han jugado el título original y recuerdan Reunión de los fragmentos de Jenova. Al menos hay que reconocer que a esta reunión la llaman Reencuentro, pero es un detalle que podría haberse cuidado mejor.

Más tarde Aeris volverá a mencionar estas flores, y entonces exploraremos a fondo qué podría significar este «reencuentro».

De momento, la conversación se alarga. Cloud intenta marcar distancia de inmediato. Es una pena que la traducción pierde gran parte de este encuentro, porque el chico está reaccionando a lo que acaba de decirle Sefirot:

Español:

Verás, estoy involucrado en ciertos asuntos… En temas peligrosos.

Japonés:

—Te lo advierto: soy fuerte. No voy a ceder a ningún chantaje

La conversación en japonés pretende destacar lo extraño que es que te den algo gratis y que Cloud teme que luego vayan a lanzarle encima a algunos matones. Es adorable porque Cloud está claramente intimidado por Aeris.

El español, en cambio, crea una conversación que no existe. Lo enfocan hacia que Cloud intenta, torpemente, parecer un ex Soldado guay, misterioso y peligroso.

Y Aeris le sigue el rollo:

¿Acaso crees que alguien va a por ti? ¿Por eso estás así de tenso? Tranquilo. Nadie te va a atacar, te lo prometo.

En japonés, sin embargo, Aeris, se ríe de él y de lo «imponente» que quiere resultar. Además, es una florista, por favor. La reacción de Cloud es excesiva:

—Qué temible. ¿Estás esperando que te intente sacar algo? ¡No es nada de eso! No hace falta que te preocupes de cosas así.

En cierta manera, es un cambio importante del juego original porque Aeris siempre te cobraba por la flor. Aquí, como se indica en este interesante artículo que deberíais leer acerca de que Aeris sabe todo, le trata como alguien especial desde el principio. Es más, si eliges no preguntar por el precio, Aeris insiste y habla de la «novia» de Cloud, consciente de que le gustará la flor… Lo cual crea una continuidad más interesante si asumimos que está hablando de Tifa, ya que Cloud le entrega directamente la flor a esta y sabemos que la cuida con mimo. También podría referirse a sí misma, claro, pero más tarde Aeris insiste en una conversación especial para que Cloud «no se enamore de ella» así que se haría un poco contradictorio.

En cualquier caso Cloud, como un campeón, cambia de tema diciéndole que debería irse a casa. Porque se siente incómodo y no sabe cómo lidiar con alguien que no cae ante su fachada. Básicamente la idea es… ¿parecida…? Pero desvirtúa por completo la conversación original.

Entonces los Ecos intervienen de nuevo. Para cualquier jugador, nuevo o viejo, este elemento no es conocido. Es un total misterio. Un Remake debe ir más allá de la nostalgia para animarte a avanzar. ¿Y cómo se hace? Introduciendo nuevos elementos.

Cuando Aeris toca a Cloud, por fin podemos verlos todos y… No son muy impresionantes.

Las criaturas con capa negra no son nuevas en FFVII, ni tampoco en la trayectoria de Nomura. No es de extrañar que la gente se refiera a los Ecos como Dementores, porque aunque es comprensible que su diseño tenga que ser sencillo para poder poner a muchos en escena… Podrían haber hecho algo más interesante o de otro color. No sé, por variar un poco. Se supone que estas criaturas están para evitar que la historia cambie. Son casi un metacomentario que podría identificarse, a pesar de ser nuevas en la historia, con los jugadores que quieren un Remake igual paso por paso al original. ¡Son aliados de los tradicionalistas, irónicamente!

Y también molestos elementos del guion poco inspirados. El gran drama del Remake es que, en mi opinión, los Ecos (literales ecos del juego original) no están muy bien desarrollados ni resultan interesantes. Se los podría comparar con mini Armas del Planeta, y por favor, las Armas siempre han sido importantes. Si iba a introducirse de forma tan literal el Destino, que tampoco es un tema completamente ajeno a FFVII con las voluntades del planeta y Jenova afectando a todo el mundo, podría haber sido más elaborado. Más parte del lore. Porque los Ecos parecen estar para proporcionar un jefe final grandioso que porque sean criaturas relevantes. Lo triste es que casi todo lo que se cambia podría haberse hecho sin necesidad de «justificarlo» con una entidad que no quiere divergencias. Podría, simplemente, haber sido diferente.

Pero hay que darle un voto de confianza a Square Enix: los Ecos son una declaración de intenciones. Los derrotamos al final del juego, y supongo que no volverán a salir. Es una forma de mostrar el debate interno de los desarrolladores entre respetar la historia original y lanzarse a hacer cosas nuevas y distintas. Están siendo sinceros con sus intenciones, mostrándonos sus dilemas.

Sin embargo, si iban a plantearlo así, podrían haberlo hecho de modo que fueran fascinantes, que nos sedujeran en cierto modo, en vez de molestarnos.

Pero bueno, son parte del nuevo canon y hay que lidiar con ellos.

Si nos fijamos, aunque Cloud puede verlos y atacarles, no le hacen mucho caso. Su atención está enfocada en Aeris. El motivo es sencillo; se supone que tenía que marcharse rápido, antes de que llegaran los centinelas de Shinra y pudiera resultar herida o capturada. Al final los Ecos parecen decidir que los centinelas son un problema porque, sí, Cloud anda por ahí con la espada desenvainada, así que hacen amago de volverse contra él. Entonces Aeris sale corriendo, consciente de que irán detrás de ella. Al despedirse en japonés suelta un «nos volveremos a ver». Es sutil, pero podría indicar que sabe que se encontrarán más tarde.

El daño, con todo, está hecho porque los soldados han encontrado a Cloud. Sigue una huida tensa, con helicópteros y los soldados encima de él. No se ha incluido un elemento de acción, sino también de coherencia. Antes era demasiado fácil escaquearse. Ahora Shinra está presentándose como la fuerza de la autoridad que trae el orden, y no puede dejar escapar al único ecoterrorista que ha localizado.

La persecución culmina con un momento que, otra vez, vuelve a desarrollar a Cloud. Un soldado reconoce la espada que porta y va a decir a quién pertenece, pero Cloud sufre un nuevo dolor de cabeza. ¿Son las células de Jenova, que le impiden oír, o es él  protegiéndose a toda costa de la realidad? En cualquier caso es un poco raro que solo se refiera a la espada, con cómo extiende la mano hacia Cloud, como si lo reconociera…

Y es una pena que parezca ser un hilo a explotar más tarde, pero el soldado no vuelve a aparecer.

Cloud escapa al saltar a tiempo sobre el tren. Y entonces saltamos a Avalancha. Todos hablan, menos Barret, que evidentemente está preocupado y lo reconoce sin pensar al ver a Cloud:

—Eh, me tenías un poco preocupado.

¡Sinceridad! Y una demostración de que Barret es un buen tipo, y que le ha cogido cariño a Cloud a pesar de que intenta fingir lo contrario.

Entonces sus compañeros, sus amigos, se le quedan mirando porque no se comporta de acuerdo a su faceta de Macho Alfa. Cloud, por su lado, le da la espalda. No sabe cómo reaccionar y evade su mirada. Ambos son víctimas claras de sus máscaras, que les impiden desarrollar relaciones sinceras. Hay una desagradable masculinidad tóxica en cómo rechazan las palabras amables, o los toques de sus amigos, y en particular la posibilidad de ser sensible.

Y dan ganas de llorar, porque Cloud sonríe un poquito al escuchar que estaba preocupado por él, si bien los dos personajes se refugian de inmediato en sus respectivos papeles.

Ese es mi punto de vista, claro. También me han comentado que parece una sonrisa más arrogante, dentro de su papel como mercenario.

Aun así, Cloud se siente lo suficiente aceptado como para confiar en hacerles preguntas sobre los Ecos.

—Esperad. Quiero preguntaros algo.

—¿El qué?

—¿Os han atacado alguna vez enemigos invisibles? Llevaban túnicas. Se movían por el aire como si fueran niebla.

Aunque Jessie parece dispuesta a creerle, Barret se siente humillado así que arremete con burlas e intenta ponerse por encima:

—¡Ja! Más bien una alucinación provocada por el pánico.

Es meter el dedo en la llaga, en especial cuando Cloud acaba de tener experiencias horribles con Sefirot, se está convenciendo de que son alucinaciones, y trata de no pensar en ello.

¿Resultado? Los dos se cierran en banda.

Lo interesante es que, en cuanto Barret se marcha, los miembros del grupo comienzan a desmoronarse y a buscar la opinión de Cloud, que parece llevar tan bien la situación. También es alguien que no forma parte del equipo, por lo que no sienten la necesidad, al menos cuando no están juntos, de mantener el tipo.

Y se da una interesante escalada: Wedge simplemente se siente culpable, pero no obtiene nada de Cloud; Biggs se siente culpable, y no quiere insensibilizarse; y Jessie es la que toma la responsabilidad de sus acciones.

—Eh, Cloud. Yo…

—Ni se te ocurra compartir conmigo tus remordimientos.

—Jo, tienes un corazón de piedra…

Me pregunto si Cloud es excesivamente duro con Wegde porque se ve en él. El más torpe, el más vulnerable, el menos preparado. Es demasiado familiar para Cloud.

Con Biggs, en cambio, adopta una faceta más profesional.

—No te afecta todo esto, ¿no? Incluso después de ver lo ocurrido en la estación y el sector 8.

—Pertenecía a Soldado.

—A mí… aún me tiemblan las manos.

—Terminas acostumbrándote.

Las respuestas de Cloud son las que uno esperaría de un mercenario. ¿Afectado? ¡Claro que no, en Soldado hacíamos cosas como esta a diario! Pero Cloud no se moja, no da datos. No cuenta batallitas de Wutai, ni similar. El silencio es su coraza, que le impide cometer errores innecesarios.

Por otro lado, hay que apreciar que Biggs no quiere acostumbrarse a matar.

En cuanto a Jessie, no puede dejar de darle vueltas a la magnitud de la explosión, y tampoco deja espacio a Cloud para que diga nada. Ella misma renuncia a buscar excusas.

Atención a la conversación de fondo. Claro que sí, el sector 7 está perfecto gracias a Shinra. De momento…

—No dejo de darle vueltas. La bomba que preparé no debería haber provocado una explosión tan grande. No tiene ningún sentido…

—Antes dijiste que había hecho reacción con el mako.

—Bueno, fue lo primero que pensé, pero ¿los reactores de mako no tienen medidas de seguridad para evitar algo así? Antes dijiste algo sobre unos «seres invisibles», ¿no?

—Sí.

—Mmm… No. No debería buscar excusas para mis errores. Es mejor aceptarlos si pretendo aprender y seguir adelante. Gracias por escucharme, Cloud.

A pesar de lo problemática que pueda ser Jessie en su acoso a Cloud, el desarrollo de su personaje como revolucionaria está muy bien llevado. Se mezcla el mínimo necesario de tragedia, porque ella no ha provocado las muertes, para que la trama avance y nos permita conocer otras facetas de Midgar, y a la vez se la plantea como el miembro más lúcido del grupo.

En cuanto a Barret, hay que hablar del escenario perfecto para que conozcamos al personaje. La situación es esta: hay unos empleados de Shinra criticando, como es lógico, a los ecoterroristas. Y él interviene como un toro para hacerles cambiar de opinión.

Y Barret es un tipo de todo menos discreto, que va con una ametralladora encajada en el brazo al descubierto y cuyo físico impone una barbaridad. Lo primero que uno debe pensar cuando se te acerca con cara de mala leche es que vas a acabar hecho una pulpa de carne en el suelo.

Sin embargo, Barret en sí no levanta la mano nunca contra inocentes. Es un perro ladrador, poco mordedor en cuanto a las conversaciones y amenazas. Por eso es tan divertido verle escuchar a los empleados de Shinra y comprobar que no tiene ni idea de negociar, ni de dialogar. ¡Y lo intenta! Su tono es remilgado, torpe porque no está en su elemento, pero no tan agresivo y confiado como quiere indicar la traducción. De verdad está casi suplicando que le crean y vean su punto de vista. La traducción… Bueno. Hace de las suyas. Pero solo con escuchar su tono en japonés queda claro que está intentando razonar.

El problema es que no lo hace bien por los motivos que ya se han comentado. A eso hay que añadir que en términos del mundo, la gente identifica a Avalancha con una organización que ya intentó asesinar en el pasado. Barret no intenta desvincularse de este grupo más grande, sino que sigue portando el nombre del mismo y, por tanto, identificándose con sus actos a pesar de que proclame ir por libre.

El aproximamiento a los funcionarios, por otro lado, es cómico porque el guion resta valor a sus palabras. Es casi una burla a la fidelidad japonesa a sus empresas.

¡Defenderemos la administración Trump hasta el último aliento!

—Trabajaremos por la estabilidad y la prosperidad. ¡Así es como alguien civilizado cambia el mundo!

El discurso del gerente, que más tarde se prueba como una persona bastante decente (porque las acciones definen más que las opiniones políticas en ciertas ocasiones), es artificioso, irreal y obviamente falso. Hemos visto lo que ha hecho Shinra a los habitantes de Midgar, pero aunque no hubieran estallado un reactor, solo hace falta mirar las barriadas y el estado de los trabajadores, o de los alrededores de la ciudad, para saber que todo es una patraña.

Más importante aún, diría yo, es que todos estos temblorosos funcionarios que admiran Shinra… Viven en las barriadas. A pesar de sus aspectos atildados, tienen familiares en la zona más pobre de Midgar. Y aun así creen y luchan por subir en la pirámide. No son tan diferentes del Barret que vivía en Corel: han comprado por completo el discurso de Shinra, se han sumergido en el sistema, y creen que pueden vivir de acuerdo a sus reglas porque un día funcionará. Y ascenderán. Y todos serán felices. ¿Qué más da que ahora nada sea perfecto? Un poco de sufrimiento significa que mañana será mejor.

¿Cómo no va a serlo? Shinra es la ganadora de una guerra, está atrapando al resto del planeta y no parece haber salida en el horizonte. Una empresa tan fuerte, que proclama la búsqueda del progreso, por fuerza debe ser la vía segura y lógica.

Y por eso acusan de locura a los que intentan ver las cosas desde fuera. Porque están demasiado dentro, probablemente han sufrido para conseguir sus trabajos, y dejar de dar sentido a esta realidad es ridículo. Inseguro. Inquietante.

Un futuro incierto.

Después de la indigna salida de los funcionarios, Jessie presenta el plano de Midgar, que nos servirá para entender esa eterna carretera que más bien parece un campo de fútbol de Oliver y Benji en la que lucharemos contra Roche, y acto seguido aprendemos de la existencia de los escáner. No es casual que esto ocurra justo después de que hayamos escuchado alabanzas a Shinra. Este control de datos por parte del gobierno, el constante espiar de los ciudadanos, también nos tiene que sonar bastante.

Lo peor es que la falta de privacidad se puede «justificar» por la existencia de ecoterroristas, a pesar de que después queda claro que estas medidas no sirven para nada excepto imponerse a los ciudadanos.

Ah, y también tenemos a Jessie haciendo callar a Cloud con un dedo. En otras circunstancias diría que es… innecesario. En esta, desgraciadamente, es una muestra de cómo Jessie va a ir entrando más y más en el espacio personal de Cloud sin importar lo que este opine. Pero ya hablaremos de ello cuando toque.

El capítulo cierra con Cloud intentando imponer su forma de ver el mundo a Barret. ¿La tierra se muere? Bueno, pues lárgate a otro sitio.

—A mí siempre me ha ido bien así.

Por Dios, esto no duele, da risa. Pero, eh, es un resumen perfecto de lo que lleva haciendo Cloud desde que tomó conciencia de sí mismo. Huir, escapar. No preocuparse por nada.

Solo que una no puede dejar de preguntarse… ¿No querrías, en el fondo, que alguien te hubiera ayudado, Cloud? ¿Que Shinra no hiciera con otras personas lo que hizo contigo?

¿O es mejor escapar?

Y es entonces cuando Barret se quita las gafas de sol. Hasta ahora han servido como elemento para mantener su hombría, su posición como Macho Alfa. Pero cuando se despoja de ellas vemos que es un puñetero bishonen tiene una mirada sincera, que simbólicamente está abriéndose a Cloud. Su tono de voz le delata.

Y da un buen golpe a la forma de ver el mundo del protagonista:

—¡Bah! Eso solo sirve si no miras más allá de tu ombligo.

Mirad qué carita tiene, ay por favor.

¿Es eso conciencia de clase, Barret? ¿Eso que oigo es comunism…?

Nah, claro que no.

Barret es «egoísta». Lo que hace es por escapar de su propio dolor. Se refocila en la venganza, no por defender a la gente de las barriadas, a la que no dudará en privar de unas de sus pocas fuentes de seguridad, la luz. Pero, a grandes rasgos, sí que se preocupa por los menos afortunados. Es solo que habla a nivel global, heroico. La humanidad es una masa informe para él, no personas con sus propias opiniones. Por eso reacciona tan mal cuando no se le sigue la corriente. Y, por desgracia para él, pronto va a aprender que las soluciones nunca son tan fáciles como hacer explotar las cosas.

A menos que tienes que acabar a base de toñas con un hombre que quiere convertirse en Dios, claro. Pero esos son los gajes de los videojuegos.

Sin embargo, la declaración de Barret es un paso importantísimo en la evolución de todos los personajes, porque llegará el momento en que tendrán que luchar por los demás sin esperar que nadie les dé las gracias.

Hasta entonces, sin embargo, Cloud nos pone en bandeja el dilema al que se enfrenta el Remake: el determinismo vs forjar tu propio futuro.

Cloud comienza como un no creyente, al que no le importa la gente que hay a su alrededor, ni su sufrimiento. Solo está él y tiene que sobrevivir como sea, rechazando el pasado.

Pero no puede dejar de vivir en el mundo en que ha nacido. Al final da igual lo mucho que lo intente, hay fuerzas mayores que él, ya sean Shinra, Sefirot, el Destino o la imposición de seguir el videojuego original.

—Somos como este tren. No podemos escapar de los raíles…

Solo que se puede.

Antes, con todo, hay que escapar del sistema. Hay que escapar del Destino, como bien nos dice Sefirot.

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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Mistral Chronicles