Impresiones de Banana Fish #3 – Al otro lado del río y entre los árboles

Una diría que después de casi dos semanas sin escribir sobre Banana Fish —dos semanas para digerir el episodio tres— sabría cómo enfocar estas impresiones.

No es así. Vuelvo a verlo y siento todavía más vergüenza ajena. Pero hagamos un esfuerzo.

En el episodio anterior, Ash terminaba en prisión víctima de una trampa de Dino. Convencidos de que ahí morirá, Ibe y Eiji acuden a Max Lobo para que lo proteja. Contra todo pronóstico, Max no sólo resulta ser uno de los internos en la cárcel, sino una de las piezas clave para comprender todo el misterio que rodea a la Banana Fish y la guerra de bandas que se forma a su alrededor. Después de pedir expresamente que Ash sea su compañero de celda —y permitidme que grite porque ¡¿desde cuándo un preso común y corriente tiene derecho a exigir algo así?!—, Max y nuestro protagonista empiezan a realizar avances poco a poco.

Ah, pero no podemos empezar sin hablar del nombre del episodio. Sí, ¡seguimos con las referencias literarias! Y repetimos con Hemingway. Al otro lado del río y entre los árboles es una historia que parece vaticinar, en cierto modo, la relación entre Eiji y Ash. Richard Cantwell es un veterano del ejército estadounidense (empiezo a ver un patrón ahí) que pasa un fin de semana en Venecia (otro patrón) para ver a su amante de diecinueve años, Renata. El suyo es un romance condenado al fracaso, más que por la diferencia de edad, por los problemas de corazón de Richard. A medida que la novela avanza, el coronel debe enfrentarse a sí mismo y a sus heridas físicas y psicológicas, todo ello en contraposición con el amor inocente y joven de la chica. Es obvio que en Banana Fish, el herido es Ash, mientras que su amor inocente es Eiji. Pero los protagonistas de este episodio no son Ash y Eiji, sino Ash y Max.

Max adopta de inmediato el papel de mentor y protector, ya que todos los demás presos se quedan prendados de él nada más verle. En sus palabras: el joven, guapo y rubio Ash es como «una muñequita», ¡pero no nos asustemos! Los violadores de verdad sólo son unos pocos, y los reconoceremos.

Pronto.

Muy pronto.

Volvamos a los personajes. Aprendemos mucho sobre Max, ya que buena parte del episodio transcurre siguiéndole y adentrándose en sus pensamientos. Es alguien conflictivo: no quiere quedar mal delante de Charlie y quiere cuidar de Ash, pero al ver que el chico es un petardo, prefiere alejarse. Es infantil, y la vez está traumatizado por lo que ocurrió en Irak con su compañero Griffin Callenreese. Lleva más de diez años obsesionado con Banana Fish, sea una droga, una corporación o una persona, y ese es el motivo por el que ha terminado en prisión. Está anclado en el pasado, al igual que Richard Cantwell en la novela de Hemingway. Incluso ve a Griffin en vez de a Ash en una ocasión, atormentándole; un fantasma de Irak que el estrés postraumático le presenta.

Por el contrario, Ash, un chico mucho más joven que Max, se centra en el presente. No es que sea inocente como Renata y su situación no se diferencia tanto a la de Max, salvo que él la está viviendo ahora mismo y no hace una década, y tiene la mirada puesta en el futuro que quiere tener más allá de Dino.

Eso nos lleva a su magnífico plan de escape. Si estáis leyendo esto, lo más probable es que ya hayáis visto el episodio, pero, por favor, vamos a repasarlo de nuevo todos juntos. Es probable que me salga una úlcera por ello, y mejor no dejarse nada.

Ash está encerrado, y sabe que, si permanece así mucho más tiempo, morirá de una forma u otra. Pero todos sus aliados están fuera de la cárcel, los hombres de Dino le espían y los teléfonos seguro que están pinchados. ¿Qué es lo que hará nuestro inteligente, frío y calculador protagonista? ¡Pues claro! Provocar a los hombres que quieren agredirle y dejarse violar por ellos en grupo, de forma brutal y bajo un sistema que no hará nada en absoluto por él. Todo con el objetivo de acabar en la enfermería y que le den una cápsula para el dolor de cabeza. ¡¡De cabeza!! Una maldita cápsula en la que esconder una nota para Eiji.

Creo que ya podemos decir de forma oficial que sí, que Banana Fish nos toma por tontos.

Lo primero que pensé fue en que no era tan difícil que Ash fingiera una migraña y fuera a la enfermería por su propio pie. Entrar en la cárcel debe de resultar estresante, y su vida anterior también lo era, no cabe duda. No solo eso, sino que puede tener pesadillas por la muerte de su pequeño amigo. Habría resultado creíble, y se habría ahorrado, uh, la paliza y las violaciones. Pero creo que me gusta más la idea de Suzume Mizuno, que opina que Ash sólo debería haber tomado una Coca-Cola y esperar a tener gases para ir a ver al médico.

De la misma manera, no podemos evitar preguntarnos por qué narices se toma tantas molestias para escribir un mensaje en una nota. A la serie se le olvida que estamos en el siglo XXI y no en el XX, y que los móviles existen. Podrían (Max o el propio Ash) haber colado uno en la cárcel, o habérselo pedido a alguno de sus visitantes durante su encuentro.

Pero no, es mejor que abusen de Ash y sintamos lástima. Y luego seamos graciosos y hagamos que se coma un plátano. Pero hagámoslo bien, con un primer plano sexy. Como una felación. Jiji.

De verdad, que alguien que defienda esta serie me explique, me justifique esta absurdez de plan.

Lo dije en las impresiones del episodio anterior y lo repito en estas: Ash no tiene instinto de supervivencia. La trama nos lo presenta como un sufridor, como alguien que lucha cada día por seguir adelante, pero luego tiene estos comportamientos tan fuera de lugar. Repite una y otra vez que sobrevivirá y que nunca se arrepiente de sus actos, pero ya le hemos visto dos veces intentar provocar que le violaran: con Marvin para escapar y ahora en la cárcel. Las personas son contradictorias, sí, pero esto va mucho más allá porque no se está enfocando como una persona que quiera castigarse inconscientemente (lo cual habría sido muy interesante)Banana Fish —no sé si en el manga ocurrirá lo mismo— no sabe cómo presentarnos a Ash. ¿Quiere que le admiremos? ¿Que le compadezcamos? ¿Que sea fuerte y racional o débil e impulsivo?

Son preguntas que no puedo evitar hacerme, en especial en momentos como la conversación con Max en la que los dos descubren la relación del otro con Griffin. Ash jura que matará a Max por haber disparado y dejado en silla de ruedas a su hermano… cuando al hacerlo salvaba su propia vida y la de Griffin. De hecho, si nos ponemos quisquillosos, ni siquiera fue él quien disparó contra Griffin, sino el otro soldado que sobrevivió. Pero es mejor omitir esta parte por el bien del drama. Al igual que es mejor omitir de nuevo el famoso instinto de supervivencia de Ash, que le habría permitido empatizar un poco con su compañero de celda y su situación.

Y así, al igual que en la novela de Hemingway, su relación fracasa.

No es la única que se precipita hacia la destrucción. Cuando Eiji visita a Ash, no tiene ni idea de que está a punto de convertirse en su cómplice. En realidad, Eiji no tiene ni idea de nada, pero se sube al carro sin pensárselo cuando Ash le pasa la cápsula. Cabe decir que lo hace mediante un beso tan innecesario como el resto de su plan —de nuevo: ¿y los móviles? ¿Por qué tiene que pedirle a Eiji que vaya físicamente a un sitio, poniéndolo en peligro, en vez de darle un número y que escriba un mensaje?—. Aunque es la inocencia personificada, comprende enseguida lo que ocurre y comparten una mirada de partners in crime total. Eiji va a seguirle hasta el final.

No sé si aplaudir su valentía y su lealtad o preguntarme por qué quiere morir.

Puedo llegar a entender la fascinación que Eiji siente por Ash. Es un chico misterioso, extranjero, guapo y completamente roto (también es menor de edad, pero al ser una relación puramente platónica no voy a meterme de momento). Como buena «mujer» arquetípica y estereotipada por el machismo, siente la necesidad de ayudarle y hacer todo lo posible por él, por curarle, incluso si el precio es demasiado alto. Y es que a Eiji ya lo han secuestrado una vez. Sabe que no es un juego. Skipper ha muerto. ¿Por qué no se abre a Ibe o a Charlie y les pide ayuda? Que Ash no confíe en ningún adulto y espere que todos lo traicionen es lógico y creíble en su personaje, pero no en el de Eiji.

Aún así lo hace, y es por ese motivo que termina en las garras de Arthur, el hombre que le ha usurpado la banda a Ash. El episodio se corta justo entonces, dejándonos con amargas preguntas sobre el destino de Eiji. Descubriremos las respuestas la semana que viene (bueno, yo las descubriré, imagino que para entonces iréis por el episodio ocho o nueve).

Este capítulo ha sido frustrante. No sólo veo un problema con la forma de presentar a Ash, sino también con la trama en sí. Es ridícula. Es como si se hubiese quedado atrapada en los ochenta, o en una especie de limbo entre el pasado y el presente, a juzgar por la estética y los extravagantes giros que pretenden sorprendernos y añadir melodrama. No debería ser tan complicado trazar un plan para conseguir una cápsula, o reunirse con un chico. Quiero pensar que el fallo de Banana Fish ha sido su modernización, que quizás con rehacer la historia original del manga no existirían esos problemas, pero no estoy segura. He leído críticas que dicen que hay que tomarse la serie de la misma manera que un musical, aceptando las incoherencias como parte de su encanto y sin darles importancia.

Pero dudo que sea la intención de Banana Fish, que a grandes rasgos no deja de ser una trama seria y dramática, de modo que todo se deberá a los fallos mencionados arriba y a un ritmo narrativo muy torpe. Todavía no nos hemos ni acercado a la mitad de la serie y ya han pasado mil y una cosas de forma atropellada, caótica y a menudo sin sentido, como demuestra lo hoy visto.

PD: No quiero ser mala. De verdad que no. Pero ha sido un episodio muy duro y voy a comentar eso, espero que por primera y última vez en mi vida: Aslan Jade Callenreese. Madre. De. Dios. Y nos reíamos de Albus Severus.

Querida Akimi Yoshida: si el manga de Banana Fish se parece mínimamente a lo que vemos en el anime, que sepas que te has pasado. Ya nos había quedado claro que Ash es un Gary Stu, ¡no hacía falta ponerle el nombrecito!

¡Que el viento sople a vuestro favor!

Autor

  • Dena

    Critico todo lo que se me pone por delante, pero siempre desde el cariño y con mucho amor. O casi siempre. Amante del worldbuilding, de las historias emocionantes y, por lo visto, de analizar hasta el más mínimo detalle. Feminista de esas que os caen tan bien.

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