Impresiones: ‘Mahou Shoujo Ore’ #8, aprended de la veterana

El capítulo anterior de Mahou Shoujo Ore nos dejó con intriga: ¿quién es el jefe de los demonios? ¿Cómo luchará Ore sin su báculo? ¿Por qué Saki canta tan mal si se supone que es idol? Al menos una de estas preguntas tiene su respuesta en este episodio.

Empezamos con la ya típica escena de Saki despidiéndose de su madre antes de salir de casa por la mañana. La diferencia es que esta vez se va algo preocupada, pues la mujer se encuentra mal. Y cuando digo que se encuentra mal es que se arrastra literalmente por los suelos. Pero, bueno, Saki confía en que podrá arrastrarse hasta un teléfono para llamar al hospital si le pasa algo. Qué buena hija, desde luego.

No pensemos mal. Lo que pasa es que ese día tiene un evento para celebrar las buenas ventas del primer single de los Machos mágicos y eso es lo más importante de su vida en esos momentos. Mucho más que su madre, dónde íbamos a parar.

El evento es un Meet and greet y Ore está nervioso porque la cola de las fans es casi eterna (prácticamente llega a un lugar censurado que es Disneyland) y le tiemblan las piernas como si fueran hojas suavemente mecidas por un huracán de esos de películas americanas del fin del mundo. Por suerte, la mesa está puesta estratégicamente para que solo se le vea de cintura para arriba.

¿Pensábais que sería un evento normal? No. Para nada. Además de las Machos, también están el dúo de Mohiro y Hyoue y el de las chicas del capítulo 4. Con Mohiro cerca, tenemos machos nya asegurados. Lo sé yo. Lo sabéis vosotros. Lo saben Ore y Sakigasuki, que además sospechan que el líder está cerca y son conscientes de que Ore no tiene arma. Eso sería dramático si no fuera porque prácticamente puede coger una barra de metal rollo tío chungo de los suburbios y liarse a palos con los enemigos.

Mientras las Machos se preparan para el evento, la madre de Saki va en tren medio muerta cargando con un… algo cubierto por un pañuelo enorme. Y nadie se preocupa con ella. Pero, bueno, es normal. Si ni su hija lo hizo, cómo iban a hacerlo unos desconocidos.

Antes de empezar el Meet and greet, tiene lugar una escena peculiar. La rubia del dúo femenino no deja de lanzar miradas furtivas a Ore. Primer crush. Mohiro también mira al macho fijamente con sus ojos de pez muerto que inquietarían a alguien normal pero parecen enamorar a sus fans. Sakigasuki vigila a sus enemigos por el amor de Ore. Ore es ajeno a todo esto porque es especial.

Ore experimenta lo que es ser un idol y que un señor rarito burle a la seguridad y se le acerque a darle la mano. Se lo llevan enseguida, pero logra manchar la mano de Ore con algo blanco y pegajoso. Algo como leche condensada o yogur, según los machos. Qué inocentes, por el amor de Dios. Y qué asco. En serio, qué horror. Es terrible porque no es la primera vez que oigo que eso pasa y hay que estar enfermo.

Por suerte, aparece una adorable niña que le da una figurita de papel con forma de excremento que ha hecho con todo su amor. ¿Por qué esa forma? Porque la cría se ha dado cuenta de que Ore tiene tendencia a pisarlas y quiere que su regalo le recuerde que debe mirar por dónde camina. Es… raro y mono a la vez. Comparado con el señor de antes, es gloria, eso sí.

El siguiente fan es… la madre de Saki, que para estar en modo zombie es la ama avergonzando a su hija sin que nadie sepa que Ore es, bueno, su hija. Pero es como un poder de madre universal que traspasa fronteras y cuerpos. Aprovecha para decirle a Ore que tenga cuidado, pues el líder de los nya está cerca y es posible que atraiga a sus culturistas kawaii a ese lugar lleno de inocentes indefensos. Mientras, los de seguridad se la intentan llevar pero no cede ni un milímetro. No sé si es por su poder como macho shoujo o por su poder de madre.

Al final es Hyoue el alma caritativa que ayuda a la madre de Saki cuando ésta se desploma en el suelo y pide que le lleven a la enfermería. Saki ni se entera.

Pasa lo que tiene que pasar y aparece un nya en la cola de fans de Mohiro. Y Mohiro le da la mano sin mirar. O lo mismo mira y ni se entera, que este chaval es así como paradito.

A continuación da lugar la siguiente sucesión de acontecimientos:

Toca pelear contra todos los nyas que han aparecido de la nada y Ore no tiene armas, pero apunta a donde más duele.

Mohiro no opone resistencia. Para qué.

La madre de Saki huye de la enfermería, todavía en modo zombie, porque tiene que hacerle llegar el paquete que lleva medio capítulo cargando a su hija. No, no pudo dárselo antes.

El público graba todo con el móvil. Huir es de cobardes.

La madre de Saki se topa con Kokoro-chan y se pone a dramatizar para zafarse de él. Como el drama no funciona, le da una coz patada.

Las machos no pueden con tanto nya.

El público anima.

Ore se motiva gracias a sus fans sin instinto de supervivencia y despierta un poder en su interior que achicharra a los nyas.

La idol tsundere es cada vez más tsundere.

La madre de Saki aparece en forma macho para salvar a Ore de un nya que había quedado pululando por ahí.

Parémonos en esto último. La madre de Saki le ha salvado, pero no tiene fuerzas para más y le da un discurso típico de personaje moribundo acerca de lo orgullosa que está de su hija y le cede su propio báculo antes de… ¿Morir? ¿Desmayarse? El caso es que Kokoro-chan se la lleva volando porque le han salido alas de ángel. Porque sí. Porque puede. Ore… mira.

Todo indica que ha muerto, pero Ore no parece reaccionar de forma muy dramática. De hecho, se olvida del asunto en cuanto llega Hyoue y cae en la cuenta de que todo apunta a que él es el líder de los demonios nya. Solo ha tardado 8 episodios en deducir algo que todos sabíamos desde el… ¿segundo?

Aunque quizás su madre sí ha muerto de verdad pero le da igual, porque ya hemos visto en este capítulo lo mucho que le importa.

Ahora mismo la madre de Saki es como el gato de Schrödinger: está muerta y a la vez no lo está. ¡Para descubrir qué pasó con ella habrá que ver el siguiente capítulo!

O también podéis ver la escena de después del ending para descubrir que, efectivamente, esa señora es más resistente que un Nokia de esos antiguos.

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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