Mahou Shoujo Ore es la adaptación animada del manga de Icchokusen Mokon. Estamos ante una parodia de algo que ya se ha convertido en un tópico más: las historias de chicas mágicas. Y es que últimamente parece que salgan de debajo de las piedras. Pero esta serie no se puede quedar solo en eso: si hay la más mínima oportunidad de parodiar algo, se hace. Y, ¿qué otro género está por todas partes? Los idols. Pues Mahou Shoujo Ore va de chicas mágicas que además son idols. Dios, este anime lo tiene todo. Por eso se merece un artículo de impresiones capítulo a capítulo.
Saki Uno es una idol quinceañera no demasiado famosa. Poco famosa. Nada famosa. Solo la conocen Sakuyo Mikage (su compañera en el grupo Magical Twins) y su manager. Personalmente, no entiendo por qué un duo de idols que cantan sobre lo derp que son no iban a tener éxito, pero bueno, es parte del encanto del anime.
Si Magical Twins se va a pique (por decirlo de alguna manera, porque nunca llegaron siquiera a tener éxito ni nada que se le parezca), STAR*PRINCE está en la cumbre de su carrera. Este dúo, formado por Hyoue y Mohiro Mikage (hermano mayor de Sakuyo), tiene todo lo que las fans japonesas necesitan para, bueno, fangirlear: un mozo atractivo (bishounen) con gran carisma que contrasta con otro mozo igual de guapetón pero más bien callado. Si a esto le sumamos que cantan realmente bien, tenemos éxito garantizado.
¿Parodiar chicas mágicas e idols no os parece suficiente? No os preocupéis, porque Mahou Shoujo Ore tiene mucho más que ofrecer. Y es que no hay que quedarse solo en lo superficial, sino tomar en cuenta aquellos pequeños detalles que siempre están ahí, esas cositas que hacen que un shoujo sea un shoujo en condiciones. Por ejemplo, ¿a quién no le suena la típica escena de una chica yendo con prisas a clase con una tostada en la boca? Esa que sale en ese anime. Y en aquel otro. Y, claro, todos estamos pensando en decenas donde este recurso se repite. Bueno, aquí pasa algo parecido… pero mejor. Porque, ¿quién saldría corriendo con una tostada pudiendo desayunar un buen postre? Eso es precisamente lo que la madre de Saki le da una tarta. No tiene el glamour de la tradicional tostada, pero se libra de ser cliché y gana puntos por originalidad.
Sigamos con los tópicos. ¿Qué es más clásico que un amor de infancia? Un amor de infancia con un idol. Es más, estamos hablando de su amor de infancia idol que le inspiró a intentar convertirse en idol. Y es que Saki no puede evitar babear el cristal de un escaparate cuando ve a su crush, Mohiro, en la televisión.
Por otra lado está la figura de la madre. La madre de Saki sabe cosas (como la mayoría de padres/madres del manganime) pero insiste en dar apariencia de despreocupación (otra vez, como la gran mayoría de madres del mundo manga). A lo largo del episodio da a entender al público que tiene un pasado turbio (como la may-… no lo pienso repetir). Y vamos que lo tiene. Llega un momento en que la verdad sale a la luz: esa señora… fue una chica mágica. Ya estaba tardando en aparecer el tema que da nombre a la serie.
El equipo del anime decidió que necesitaba más estereotipos que parodiar y metió a un señor con aspecto de yakuza. Para lo chungo que parece, resulta ser la mascota de la madre como chica mágica, Kokoro-chan. Añado el honorífico porque solo con Kokoro no es suficiente para ver que, en el fondo, estamos ante un yakuza kawaii.
Como toca meterse en el argumento del anime (de la parodia pura y dura no se vive), hay que decir que la típica escena del contrato es justo lo que se esperaba de algo llamado Mahou Shoujo Ore. Con esto quiero decir que es exactamente lo contrario de lo que uno se suele encontrar. Si lo habitual es una batalla en que la chica firma (metafóricamente) el contrato sin tener otra alternativa porque es cuestión de vida o muerte… Saki lo hace como relevo generacional. Y es que su madre ya no tiene la espalda para tanto esfuerzo y decidió colgar la capa (¿o más bien la varita?) hace un mes. Sí, hace un mes aún hacía de chica mágica.
Pero como con decirle que es necesaria no basta, Kokoro-chan convence a nuestra protagonista asegurándole que, siendo una chica mágica, tendrá un cuerpazo. Los que sabéis de qué va el tema ya os estáis partiendo de risa.
Saki firma el contrato (literalmente) y accede a luchar contra un demonio (una cosita adorable y abrazable muy rosa y con corazoncitos que, por lo visto, tiene una especie de digievolución más mazada que un culturista) porque se da cuenta de que su amor está en peligro (Mohiro está sobando al demonio preguntándose qué es ese bicho tan mono). Ni corta ni perezosa, Saki sale corriendo a rescatarlo pero cuando llega hasta el chaval, ya es demasiado tarde: una horda de bichos musculosos se lo llevan hacia el infierno al ritmo de nyas~.
Toca convertirse en chica mágica.
Como parece que a esto le falta una escena emotiva, aquí aprovechan para insertar un flashback del típico momento en la infancia de la protagonista donde el interés amoroso le salva cuando estaba perdida en un bosque. Con esto es suficiente para cumplir la cuota de diabetes del episodio.
Volviendo a la acción, no hay mucho que contar. Después de confesar a gritos su amor por el idol/amigo de la infancia, Saki se transforma… en un tío musculoso con ropa de chica mágica. Y ahí nos dejan, con un cruel Continuará.
Hay que decir que, entre tanta parodia, el anime también esconde algo de denuncia. En cierto momento, el manager le recuerda a Saki que los idols tienen ciertas restricciones: nada de vida amorosa, ni escándalos ni, evidentemente, embarazos. Y es que la industria en cuestión es muy estricta. Aunque para crítica evidente tenemos el hecho de que las chicas mágicas se conviertan en hombres con traje de… chica mágica. Y es que no estamos acostumbrados a poner faldita y lacitos a semejantes armarios. Ahora, a una niña mona sí. Si una mujer puede/debe luchar así, un hombre también. Nada de ponerle ropa cómoda. Si a las lolis les ponemos falditas y lacitos, a los machos alfa también.
Toca hablar de la animación, a cargo del estudio Pierrot. Hay que decir que, aunque no se llevará el premio a la mejor animación de la temporada, Mahou Shoujo Ore cuenta con cuerpos proporcionados en todo momento. No hay un brazo que mide el doble que el opuesto ni formas imposibles. Los primeros planos son mucho mejores que los personajes que aparecen de fondo, pero al menos respeta lo básico. Sin ser una animación excepcional, se puede considerar como decente. Ni más ni menos. Ya veremos cómo evoluciona a lo largo de la temporada.
El ritmo del episodio es, como se deduce por todo lo escrito hasta ahora, rápido. Se sucede una parodia tras otra, lo cual hace que los veinte minutos que dura se hagan cortísimos. Sin duda, tiene toda la pinta de ser una buena serie para echarse unas risas en esta primavera.