Hay historias que enamoran por sus elementos fantásticos y que nos transportan a universos inimaginables. Hay otras que nos llegan al alma por su forma tan realista de abordar un tema en particular. Mi amigo capricornio de Otsuichi (historia original) y Masaru Miyokawa (manga) es de las segundas, pero con unas pinceladas de fantasía que no eclipsan en absoluto el mensaje que se pretende trasmitir al público. Este tomo único llegó a España hace año y medio, en julio de 2016, de manos de Milky Way Ediciones.
Mi amigo capricornio narra una historia marcada por el acoso escolar. Yûya Matsuda, el protagonista, es un estudiante que puede respirar aliviado por no ser víctima de los acosadores de su instituto. No, él es uno más de los muchos que se limitan a observar. Todos saben lo que pasa en los pasillos de ese centro de estudio (y en los baños, aulas, seguramente hasta en el gimnasio, vamos), pero nadie se atreve a hablar por miedo a convertirse en los acosados. Todos hacen como que el bullying no existe. Nadie habla de él. Solo observan, sin valor para actuar.
Los gamberros y el acoso escolar son cosas de un mundo al que no pertenecemos. Porque no poseemos ningún superpoder ni dispositivo secreto al que enfrentarnos a eso. No debemos meternos en esos asuntos. Al menos si queremos conservar la tranquilidad en el instituto.Yûya Matsuda
Por otro lado, tenemos a Naoto Wakatsuki. Él es la otra cara de la moneda. Es la víctima preferida de los acosadores del instituto donde estudia, alienado del resto de sus compañeros. Día tras día, soporta las vejaciones de un grupo de matones, hasta que una noche como otra cualquiera, decide acabar con el líder de la pandilla con un bate de béisbol. Cuando se decide a huir, todavía con el bate en la mano, se cruza con Yûya, que comprende que no puede seguir mirando hacia otro lado y se ofrece a ayudarle.
Hasta aquí, la historia es evidentemente una crítica a un sistema que, como tantos, ignora —o se esfuerza en ignorar—la situación por la que pasan tantos y tantos adolescentes. Esto no es algo que se limite a Japón; está también presente en nuestra sociedad. ¿Cuánto tiene que soportar alguien para decidir acabar con su situación sin importar la manera? Porque, claro, Naoto Wakatsuki no se plantea rehacer su vida en algún lugar remoto. Solo quiere viajar un poco antes de entregarse a la policía. Y suicidarse. Esto último es lo que Yûya pretende evitar a toda costa a pesar de que Naoto nunca lo manifiesta en voz alta.
¿Cómo sabe Yûya acerca de las intenciones de su compañero? Aquí es donde la historia adquiere sutiles tintes de fantasía que harán que el lector no pierda el interés hasta la última página. Resulta que el balcón de la habitación del joven está en medio de una corriente de aire que arrastra de todo (incluso animales) a su terraza. Una mañana de septiembre, encuentra unos recortes de periódico del próximo mes de octubre donde se narra el caso de Naoto, que acaba con el culpable quitándose la vida al ser detenido. Desesperado por evitar ese desenlace, Yûya arrastra consigo a su compañero de clase, pero a lo largo del viaje todo lo que los recortes anunciaban se iba cumpliendo. ¿Será capaz de burlar al destino?
Mi amigo capricornio usa ese elemento fantástico para hacer su historia más atractiva y añadir un toque de intriga a la lectura. No nos hallamos ante un manga que pretende hablar abiertamente del acoso escolar, también busca entretener, atrapar al lector en sus páginas y hacer de la lectura una experiencia inolvidable.
En cuanto al dibujo, estamos ante un estilo muy correcto que aprovecha unos diseños creíbles para ayudar a transmitir el mensaje de que lo que se lee es una situación muy real —obviando, eso sí, los elementos fantásticos que hallamos con los recortes de periódico del futuro—. Los personajes son gente normal. No tienen unos rasgos especialmente llamativos; son estudiantes del montón, como los que sufren o podrían sufrir bullying fuera de la ficción.
Milky Way ha hecho un gran trabajo con la edición, como viene siendo costumbre, y en la elección de la licencia. Como ya comenté, la acción se sitúa en Japón, pero el acoso escolar no es un problema endémico del país del sol naciente. Los japoneses no son los únicos que deben aplicarse el cuento y dejar de mirar a otro lado.
Estamos ante una obra con un mensaje muy claro de rechazo hacia el bullying. No es una historia más de denuncia, es Mi amigo capricornio, de Otsuichi y Masaru Miyokawa.