Volvemos con Inio Asano, un autor que ya no es desconocido para nosotras desde que os trajimos la reseña de Solanin. Ahora os mostramos El Barrio de la Luz, un manga de historias cortas que fue recopilado por la editorial Shogakugan entre el 2004 y el 2005, y que Norma decidió traer a nuestras estanterías en mayo del año pasado.
En cierto piso de cierto bloque una pareja de jóvenes discute; lo de todos los días.
En el piso 303, el contiguo, un adolescente se arregla porque hoy tiene una cita. Límpiate, anda. Límpiate ahí con especial cuidado.
Mientras tanto, su novia, la chica del 804, se ha olvidado de que tenían plan y hoy va al instituto con unas bragas más bien deprimentes.
Su padre, por otro lado, lleva tres días en el paro y aun no ha reunido el valor para contárselo a su familia. Así que se dispone, un día más, a irse por ahí vestido con su traje y corbata.
Un día más, las señoras del complejo residencial disimulan, sin éxito, sus ganas de cotillear, disfrazándolas de palabras ambiguas y conversaciones inútiles.
Un dibujante de manga, agobiado por las fechas de entrega sueña, mientras duerme la mona en el basurero, que ha terminado sus páginas.
Imaginemos a un indigente que duerme en un banco como si estuviera muerto y a un anciano muerto en su casa como si estuviera durmiendo.
Risas que inundan algunas mesas; silencio que se instala en otras; enamorados que certifican su amor; otros que se hieren mutuamente.
Pero lo que cuenta es que esta mañana el aire es fresco. Es una mañana agradable, en la que blancas sábanas y camisetas de todos los colores ondean al viento… y un niño de guardería siente una revelación.
En El Barrio de la Luz, Asano nos presenta un único escenario en el que se entrelazan seis historias diferentes: un barrio residencial para gente de clase media-alta, amparado por una gran empresa farmacéutica que tiene sus fábricas cerca y que es la responsable de que la zona sea próspera y bastante rica. Como suele ser habitual en este autor, se juega con la simbología del propio lugar. Mientras que el barrio está bañado por la luz del sol buena parte del año, gracias a estar sobre una colina, en su interior contrastan las sombras de sus protagonistas y lo que arrastran con ellos en su día a día. Con un toque existencialista y reflexivo propio de Asano, se nos muestra la realidad urbana de una forma cruda, pero sin llegar al profundo pesimismo de otras obras como La chica a la orilla del mar o Nijigahara Holograph, mangas de los que intentaremos traeros reseña en un futuro no muy lejano.
Centrándonos ya en el contenido que nos ofrece El Barrio de la Luz podemos decir que —al igual que las historias que plasma— tiene sus luces y sombras. Resulta impactante el realismo de la sociedad actual japonesa que Asano consigue imprimir a las diferentes tramas que se entrelazan —algunos de los temas pueden transportarse fácilmente a la sociedad española—. Además, los personajes están muy bien construidos, como suele ser lo habitual en este autor, mostrando lo mejor y lo peor de cada uno y los choques que hay entre sus vidas públicas y sus vidas privadas. Debido a este contraste, no es complicado pasar a odiar a un personaje que amabas en la página anterior, y viceversa. Es destacable también que, a pesar del punto pesimista típico de Asano, El Barrio de la Luz finaliza con una moraleja de esperanza.
Sin embargo, si tenemos que buscar algo negativo en este manga es, sin duda, el machismo. Pero es difícil discernir si el autor lo es o si simplemente se dedica a plasmar situaciones machistas como un narrador objetivo. Quizá tengamos que inclinarnos por la segunda opción, ya que la sociedad japonesa conserva muchas tradiciones asociadas a roles patriarcales. Un manga adulto de vida cotidiana debe mostrar estas situaciones, aunque nos resulten desagradables. A pesar de esto, lo que más nos puede chirriar del manga es que, en cierto punto de este, se intenta mostrar el lado compasivo y sensible de un personaje que en su vida pública es extorsionador, proxeneta y violador. Es inevitable que ciertos temas nos hagan apretar los dientes con fuerza.
En conclusión, es una buena obra que nos invita a reflexionar y una lectura obligatoria para todo aquel que sea amante de las obras de Inio Asano y del seinen de vida cotidiana en general. Una vez más, Marc Bernabé vuelve a hacer un gran trabajo de traducción, mientras que la editorial Norma cumple con un tomo bien construido, aunque en algunas páginas hay que forzar el manga a que se abra demasiado para poder leer sin problema. ¡No dudéis en darle una oportunidad!