En el anterior episodio de Houseki no Kuni, Phos tuvo que hacerse a la idea de que despertaba entre sus compañeros una inesperada admiración, casi obsesión, gracias a sus nuevas cualidades. Ahora toca ver cómo se desarrolla ese repentino interés, así como sus consecuencias.
En este episodio, los diamantes y Alexandrite brillan en su protagonismo. En el caso de Diamond, no es de extrañar. Se trata de uno de los personajes más importantes y cuyo arco, tan inclinado hacia el cambio de la forma de ser, se presentó muy pronto. En el anterior capítulo fue testigo de la rápida batalla de Phos y, como los gemelos, parece incapaz de asumir que haya cambiado tanto. ¡Cualquiera diría que no es la misma persona! Bortz, en cambio, es un personaje más elusivo y cuando se nos muestra que mira con rabia/enfado a Phos, no sabemos bien cómo reaccionar. Sospecho que lo que le pasa es que ha visto todas las aberturas de su compañero en el combate y le saca de quicio. Pero tampoco puedo afirmarlo con rotundidad.
Al contrario que Diamond, la posición de Bortz se encuentra bien establecida en la jerarquía de las gemas, lo cual significa que no tiene prácticamente conflictos internos. Al menos, que se nos hayan mostrado. Bortz es un personaje que sirve para el conflicto de Diamond y no tanto a la inversa. Al ser el mejor luchador de las gemas, su posición jamás corre peligro ni tiene verdaderos motivos para sentirse incómodo o amenazado. Nadie es tan rápido, tan fuerte ni hábil como Bortz. Diamond trató, con desesperación, de atajar esta diferencia probando un nuevo estilo de lucha que fue un desastre. Eso es todo.
Hasta ahora.
Como se señala en este análisis, las gemas tejen su inmortalidad de acuerdo a la ausencia de cambios. Una vez toman un trabajo, se dedican al mismo en cuerpo y alma. Por ejemplo, Alexandrite, traumatizado por la pérdida de su compañero, lleva cientos de años recopilando información sobre todos y cada uno de los enfrentamientos realizados contra los Lunarian. Estos no han cambiado su sistema de ataque hasta hace relativamente poco, por lo que Alexandrite se ha debido limitar a repetir una y otra vez patrones que ya conoce de memoria. A pesar de ello, su obsesión es tan fuerte que no dudan en considerarlo una suerte de friki, quizá porque sus esfuerzos no dan fruto como puede ser en el caso de hacer espadas o de arreglar a otras gemas.
En este capítulo, Phos se entrevista con Alexandrite de noche para darle los detalles (muy minuciosos) del Lunarian al que ha vencido. Incapaz de encararse a ellos por su doble naturaleza y su profundo trauma —lo cual enfatiza las tendencias autodestructivas de las gemas—, Alexandrite no tiene otro remedio que recurrir a los demás para proseguir su investigación. No puede evitar señalar con sorpresa que Phos ha cambiado mucho. Casi siente envidia por la cantidad de atención que ha prestado a la batalla, cosa que Phos justifica porque ya no puede moverse tan rápido y solo puede observar. El caso es que resulta interesante que nadie más parece saber ni la mitad que Alexandrite sobre los Lunarian por mucho que no les haya plantado cara en siglos. No se les pasa por la cabeza ayudarlo o compartir su oficio, a pesar de que hay muchas gemas que han perdido compañeros. Yellow, sin ir más lejos. No hay una mezcla que los pueda volver más eficientes, sino que cada uno se centra en su tarea y no sale de ella. Así que los guerreros se dedican a pelear, pero sin investigar, el médico a curar y a probar a revivir a Padparadscha, y un largo etc.
Puede que esta dinámica tan rígida fuera el origen del desdén que sentían todos por una enciclopedia, cuya compilación exigiría reunir todos sus conocimientos en un único lugar, de forma accesible y no especializada.
Es decir, afectaría a la estructura jerárquica.
Y Phos se está desmarcando de la misma. Flexible, adaptable, ahora trata con amabilidad y respeto a Alexandrite cuando examina su dibujo (en vez de, como habría hecho antes, burlarse o hacer un comentario desganado) a pesar de que se ha sufrido un ataque de ansiedad sobre Antarc dejado llevar por su ansiedad al pensar en Antarc, que hace despegar también un agudo sentimiento de inferioridad:
—Antarc era… más amable… más valiente… Mucho más…
Mucho más merecedor de haber sobrevivido, ¿no? Al menos desde su punto de vista. Phos no ha cambiado lo suficiente para expresar su dolor con nadie.
En su lugar, se esfuerza por ocuparse con más y más responsabilidades. La siguiente escena lo deja claro:
En cuanto Alexandrite se marcha aparece Jade, preocupado porque Phos no pretende dormir, y le pide que se siga ocupando de patrullas mientras el Maestro continúe durmiendo. Phos, por supuesto, acepta sin vacilar. Cuanto más haga, menos tiempo hay para pensar y, además, es lo que siempre había querido, ¿no? Ser un icono, un referente, alguien al que mandar a la batalla y que brille sobre los demás. Como suele pasar, el deseo se cumple cuando ya no parece tener sentido. No después del sacrificio de Antarc.
Y, aun así, Phos no solo no se queja, sino que valora, admirado, que Jade tampoco se dé descansos (sin considerar que es su mismo caso).
Entonces aparece Rutile, esta vez sin ganas de viviseccionar a nadie y pidiendo las cosas por favor. Quiere examinar los brazos de Phos para su proyecto personal. Es decir, para ver qué hacer con Padparadascha. Para evitar tener que explicar su historia, los guionistas recurren a que Rutile no mencione su nombre. No es la forma más sutil, pero al menos nos dice que Rutile hace algo más que dedicarse a reparar gemas. Con sus antecedentes, no parece nada tan amable como intentar salvar a un viejo amigo.
Sorprendentemente, le vale con tocar un poco y echar un vistazo. ¡No te fíes, Phos!
Los sentidos de este, por cierto, se han aguzado tanto que puede notar que hay alguien más esperando. Nada menos que Bortz, al que invita a venir como si estuviera en una fila de club de fans. Este no vacila en acercarse y exigir que Phos se vuelva su compañero de batalla.
Es magnífico cómo se nos dice tanto de Bortz solo con un discurso. A pesar de lo cruel que pueda ser en general, Bortz es como es porque está enfocado exclusivamente a la protección de las gemas. Para ello, analiza todo al detalle y se esfuerza por suplir las carencias de los demás. Siempre rápido y veloz, siempre dispuesto a salvar una situación aparentemente sin salida.
Sin haber hablado una sola vez con Phos, se ha dado cuenta de que buscaba los fragmentos de Antarc en el anterior Lunarian y eso le ha permitido desgranar en pocos momentos su forma de pelear. Pragmático, le ofrece lo único que cree que ni Phos ni nadie podría rechazar: enseñarle a paliar sus problemas en el campo de batalla.
Que sepamos, Bortz jamás ha hecho un movimiento así, pero es que Phos se ha presentado casi como una bomba que ha sacudido los cimientos de la tranquilidad de las gemas. No solo tiene habilidades diferentes, sino que ha escalado en cuestión de meses a posiciones que nadie ha alterado en trescientos, seiscientos, puede que miles de años. Bortz valora esto y por eso quiere no solo ayudar, sino desarrollar nuevas formas de combate.
¿Podéis oír a Diamond rompiéndose de dolor? Yo sí. Dia siempre ha deseado cambiar, no por nada fue el primero en dar el consejo a Phos, pero no lo ha conseguido. No, al menos, de la forma que quiere y que lo vuelva digno de pelear junto a Bortz sin que este tenga que protegerlo. Phos, por su parte, logra sin quererlo lo que Dia lleva tanto buscando.
Bortz en seguida empieza una diatriba acerca de cómo deben atacar a los Lunarian, los fallos de Phos a la hora de utilizar la espada y mucho más. ¡Ah, la pasión por su trabajo! Phos se le planta y le pide tiempo. Hasta llega a afirmar que ya no le tiene miedo. Bortz, matón como es, apenas necesita una mirada para ponerlo en su sitio. Phos ha cambiado, pero no tanto. No todavía.
Me fascina que Phos ha asumido como algo natural el hablar con animales marinos, de modo que les pide su opinión a las medusas sobre si debería unirse a Bortz o no. Es adorable. Me pregunto cuándo redescubrió su capacidad para comunicarse y si algún día volverá a darse cuenta de que posee un talento único.
Por otra parte, Phos se ha vuelto agudo y pragmático en muchos sentidos. O, más bien, saca partido de su inteligencia emocional. Para empezar, le angustia estar cerca de Bortz porque no es la persona más agradable del mundo y considera que está chiflado en todo lo que no tiene que ver con su trabajo (justo lo contrario que Alexandrite, ironía). Es una descripción muy acertada, que no se deja cegar por las apariencias. Pero la huella de Antarc es fuerte:
—Ah, no debería negarme antes de intentarlo…
Entonces se plantea que estar con Bortz quizá le permita obtener fragmentos de Antarc y encontrar una forma de facilitar las tareas a las demás gemas. Phos ha dejado de lado todo lo que se refiere a sí mismo y se enfoca en ayudar al resto de las gemas, convencido de que eso es lo que haría Antarc. Es una mezcla de escapismo, pragmatismo y evolución a partes iguales.
El mayor problema es que sabe que le tocará el palo de tener que explicárselo todo a Diamond, aunque solo sea porque quizá tendrá algo de más tacto que Bortz.
¡Así que no! Ni en broma.
Sin embargo, el complejo y la culpabilidad de Phos atacan de nuevo. Ya hemos visto que tiene recurrentes pesadillas, pero ahora llega al punto de que ve a Antarc mientras todavía está consciente. Es cierto que la escena es onírica, en especial con ese laaaargo banco y el juego de luces, pero no se muestra que Phos llegue a despertar. Así que está alucinando. Ni siquiera reacciona al escuchar cómo Antarc vuelve a romperse, como al final de todas y cada una de sus pesadillas.
Antarc se ha convertido en la culpabilidad de Phos hecha persona. Su mente recurre a él cada vez que siente que está haciendo algo mal. Una forma terrible de distorsionar a un antiguo amigo, y también un camino peligroso para lidiar con sus sentimientos.
El caso es que acude a contarle a Diamond las noticias. Este reacciona con un importante shock, tanto que Phos se echa atrás. Sin embargo, prácticamente de inmediato Diamond cede. Con una sonrisa dolida dice:
—No debería haber esperado que Bortz ignorara la forma en que brillas ahora.
Dia ama a Bortz, por mucho que odie estar a su sombra y tener que ser protegido. Es su compañero de equipo. Que no sepa hacerlo ver de forma directa parece cuestión de la inmortalidad y del comportamiento típico de las gemas. Sus sentimientos de amor y frustración chocan con brutalidad, porque Diamond quiere a Bortz y a la vez desea estar a su altura, dejar de vivir a su sombra. Tener un sitio donde pueda brillar por ser fuerte, por defender a los demás.
Qué irónico y doloroso debe parecerle que Phos, el pequeño e inútil Phos, sea quien le suplante. Diamond confiaba en que se podía cambiar, pero el que lo consiguió fue Phos. Tanto que lo desplaza y Bortz lo prefiere. Ni siquiera le preguntó su opinión, tan centrado en lo práctico y necesario.
Aun así, no permitirá que nadie hable mal de su hermano pequeño. Suerte que Phos no necesita dormir en general, porque me puedo imaginar que el discurso de Dia duró buena parte de la noche.
Al día siguiente Bortz asume sin gruñidos que Phos no va a acompañarlo porque no lo ve en el banco, pero cuando se lo cruza se limitar a seguir caminando. Es Phos quien tiene que seguirlo… Y lo hace. Con peligro de su integridad física, eso sí: el pelo de Bortz, como vimos en la lucha contra Ventricosus, también es un arma. ¡Una que se hincha como una vela con el viento!
Podríamos pensar que el amor de Diamond es unilateral porque Bortz guarda silencio. No solo eso, sino que se nos concede el dudoso placer de ver una escena de Dia, sin trabajo ni nada mejor que hacer, recogiendo flores cuando ve cómo su hermano se marcha. Su expresión hace daño. Es como si no se hubiera creído hasta ese momento que de verdad se iba a quedar solo.
Bortz sabe que está ahí, quizá lo ha visto o ha percibido el resplandor de su cabello. Se detiene por un segundo. Quizá, si Phos no hubiera dicho nada, hasta se habría girado. Pero no lo hace. Puede que desde su punto de vista las palabras solo fueran a hacer más daño a Dia.
Euclase, preocupado por los sentimientos de Dia, corre a preguntar a Jade y Rutile si han dado permiso. Lo han hecho, sí, como medida temporal mientras el Maestro duerme. Y la verdad es que tiene sentido que Phos se entrene con el mejor de los guerreros si le están pidiendo que supla tantas cosas. Sin embargo, no pueden dejar de mirar a Dia con incomodidad y puede que algo de culpabilidad cuando aparece para asegurarles que todo está bien.
Por cierto, si queréis saber qué es lo que nos está diciendo Dia con el ramo de flores —porque, sí, es un mensaje. Igual que la flor que cogió mientras Bortz se marchaba, como podéis ver aquí—, no tenéis más que leer este artículo y los comentarios.
—Y siempre, SIEMPRE, tiene razón. A veces… casi lo odio.
Phos y Dia se parecen mucho, a pesar de haber empezado en extremos opuestos de la jerarquía. Allá donde Phos se sentía inútil por no cumplir ninguna función, Dia siempre se ha considerado innecesario porque no es capaz de luchar como Bortz. En ambos casos, sus físicos se interponen en su camino.
Pero Phos ha renunciado al mismo. Diamond, que llegó a creerse que Phos se había convertido en una babosa, no ha pensado (ni tampoco intentado) alcanzar tal extremo. Es decir, se queda atrás.
Así que ve como lógico ser descartado por Bortz, convencido de que sus sentimientos no son recíprocos. Lo cual es otra mentira.
¡Y no dejo de preguntarme por qué el Maestro no cambia las parejas si Dia lleva tantos siglos sintiéndose destrozado al lado de Bortz!
La siguiente escena busca acercarnos a este último mientras se dedica a dar consejos a Phos para que no acabe muerto. Nuestro protagonista no puede evitar sorprenderse por cómo Bortz ha logrado analizarlo lo suficiente para encontrar su máxima debilidad en el combate. Es encantador cómo hemos pasado de Phos aterrorizado en los primeros capítulos a recibir consejos y apartar, sin miedo, el pelo de Bortz para poder acercarse a mantener una conversación. No solo eso, sino que Bortz se sincera:
—Dia me despreciaba por eso.
Por sobreanalizar a su compañero y señalarle sus faltas, imagino. Por supuesto, la situación es diferente. Este es el primer día de Phos. No es una constante en su vida diaria. En cambio, Dia sabe cómo pelear, tiene buena técnica, es rápido y fuerte. Lo que no puede evitar es que unos golpes bien dados sean casi definitivos. Para Bortz, que quiere proteger a Dia, la respuesta más evidente es impedirle que entre en combate y reprocharle sus fallos. Phos es mucho más frágil, pero también tiene recursos que lo protegen de las flechas. No solo eso, sino que es un desafío nuevo con el que emocionarse y del que sacar partido, en vez de quedarse estancados durante siglos. Cuando Dia intentó desarrollar un nuevo estilo, perdió un brazo, para horror de Bortz. Phos, en cambio, es flexible y es en sí mismo un mundo por explorar.
Con todo, es triste ver lo mal que se entienden los diamantes entre sí tras tantos siglos, quizá milenios, juntos.
Por desgracia, no hay más conversación porque ¡ha llegado la hora de Shiro! El peludo Lunarian llega con una doble mancha solar y, en sí mismo, supone un nuevo desafío. Uno que sirve para desmontar el mito de que Bortz es perfecto o que Dia no puede apañárselas peleando —aunque se rompa en el proceso, pero vaya, como le pasa a todas las gemas—. Es solo que, durante toda su vida, Bortz ha perfeccionado técnicas contra unas criaturas que no son muy innovadoras. Hasta ahora.
Shiro parece quedarse atascado en el intento de salir de la mancha solar, pero se trata de nada menos que una trampa. No le cuesta atrapar a Bortz. La tensión se fabrica a la perfección por cómo suena su cuerpo. No sabemos si Shiro pretende desmembrarlo, triturarlo o solo mantenerlo aferrado.
En cualquier caso, Phos viene al rescate y da una oportunidad a Bortz para que se luzca en una de las transiciones más maravillosas de la serie. No solo es todo una sola toma, sino que la fluidez de los movimientos de la gema es increíble. Si lo paráis paso a paso os aseguro que disfrutaréis, porque a cámara normal nos perdemos muchos detalles de cómo evita a Shiro. Parece algo demasiado bien hecho para ser 3D y lo cierto es que, de acuerdo a este artículo, la mayor parte está hecha con arte 2D para asegurar la máxima fluidez de la acción —el pelo de Bortz contribuye mucho, por cierto—.
El caso es que, por más que la pelea se extienda, no saben cómo salir airosos. Vemos en la cara de Bortz la desesperación, porque no está acostumbrado a no vencer a sus enemigos enseguida. Al final, Bortz toca retirada, con una animación estupenda, lejos del alcance de Shiro. Pese a que Phos le recrimina ser pesimista, la decisión de Bortz es lógica: no tienen manera de ganar, así que tienen que encontrar otra táctica.
—La imprudencia es para los ineptos.
Podría guardarse el comentario, que no es el momento, pero Bortz nunca fue de importarle el ambiente a la hora de decir lo que piensa. Por desgracia para Bortz, esta decisión pondrá en peligro a sus compañeros. Es decir, está lejos de ser perfecto.
Lanzándolo por los aires tras una carrera rapidísima, Bortz le grita a Phos que toque la campana seis veces. Gracias al cielo por los brazos de Phos, por cierto, porque si no extendía el oro ahí la caída iba a doler. Las gemas (¡incluso Cinnabar!) se sorprenden y preocupan al escuchar el sonido, pero permanecen en sus puestos, tal y como se les ordena… para sorpresa de Phos —suponiendo que lo olvidó al perder sus miembros, tiene sentido que Bortz se irrite—. Nadie vendrá a ayudarles, la idea es que las parejas que patrullan se queden donde están mientras Bortz y Phos distraen a Shiro y despiertan al Maestro.
Es un plan que funcionaría muy bien si lo pueden llevar a cabo, sólo que el espectador sabe que no todas las gemas están patrullando. Dia está en la escuela.
Después de comenzar la persecución, en la que Phos señala que el cuerpo le pesa mucho —no debemos olvidar que una de las cosas que sacrificó en el invierno fue velocidad—, Shiro desaparece. Cuando Bortz y Phos deciden que sigue en la escuela y sería peligroso si alguien está ahí, la escena salta a Dia. Se nos rompe el alma mientras continúa embelleciendo el lugar con flores y, de pronto, escucha algo. Al contemplar su florero, se da cuenta de que vibra. Algo se acerca. Es Shiro, que usa ¿niebla? a su antojo, de una forma bastante teatral que pronto derivará en una escena casi típica de una historia de terror.
Dia huye, como es natural. Lo que resulta frustrante es que grite cuando había logrado irse sin ser detectado. En serio, ¿por qué, cariño? De todos modos, su escondite había sido el escritorio de Obsidian, de donde cogió una espada. Vaya si la va a necesitar.
Pero, ¿pensabais que sólo estaba Dia en la escuela? ¡Qué va, Alexandrite también, porque ha estado terminando su informe sobre los Lunarian! El detalle de su habitación, con diagramas y notas sobre los mismos, además de libros, es increíble. Incluso tiene una Luna y un par de ¿soles? que cuelgan del marco de la puerta.
Dia, que pasa gritando, interrumpe lo que debería ser el comienzo de una relajada y renovadora siesta (no tanto como la que está haciendo Kongo, que no se despertaría aunque cayera una bomba). Y luego Shiro. Y después Bortz. Y Phos.
Bortz grita a Alexandrite que le diga hacia dónde se ha dirigido Shiro. Mientras da órdenes sobre cómo proceder, se entera de que Dia está siendo perseguido. Es raro que Alexandrite plantee siquiera la posibilidad de que Bortz ejecutara una estrategia en la que Dia está en riesgo, en vista de que siempre lo mantuvo al margen de las batallas porque lo ve como alguien frágil que debe proteger.
La música y paleta de colores hacen un excelente trabajo poniéndonos en tensión. La niebla juega su papel, por supuesto, pero no sería lo mismo sin la cámara, que nos pone en el lugar de Dia o nos da un campo de vista más amplio según lo que sea necesario.
Cuando Dia lleva un buen rato escondiéndose de Shiro sin perder la compostura, empieza a desesperarse hasta el punto de suplicar para sus adentros que alguien lo ayude. Se ve entonces el cabello de Bortz ondeando en el viento.
Bortz, que se fue con Phos. Con un Phos que ahora es más fuerte.
No, es su momento. Dia tiene que hacerlo por sí mismo. Con decisión, si bien tras el primer golpe reconoce que quizás no fue tan buena idea, sale de su escondite y se enfrenta a Shiro, en una de la que será de las peleas más recordadas de toda la serie en cuanto a animación se refiere.
Dia pierde parte de su rostro y una pierna, hasta que consigue que la mano de Shiro quede atascada. Bortz llega justo a tiempo para ver cómo Dia se usa a sí mismo como arma, aprovechando las extremidades partidas para emplear el filo. Es un despliegue asombroso tanto en ejecución de parte de los animadores como lo que significa para el personaje de Dia. No es, pese a lo que piense Bortz, frágil. Puede valerse por sí mismo, puede luchar.
Y Bortz ahora lo sabe.
Cuando hacen contacto visual, Dia sonríe como respuesta a la reacción más emocional y desesperada que hemos visto en Bortz. Es lo que necesitaba saber. Bortz se preocupa.
No es hasta que Bortz logra llegar a su lado que aprecia la magnitud de las heridas de Dia. Y, aun así, la escena es hermosa no solo gracias a que Shiro desaparece y el sol vuelve a entrar a la escuela, haciendo brillar a Dia, sino a la melancólica emoción que lo envuelve todo.
—Me alegro de que nos hayamos separado. Desde lejos, puedo ver cuánto significas para mí.
—Yo también.
Las expresiones y gestos corporales hablan por sí solos, lo que no sólo crea un marco adecuado para el diálogo, sino que potencia su intensidad. Es una escena terriblemente íntima —incluso aunque la falta de ojos de Dia normalmente lo deshumanizaría—, de suma importancia para los involucrados. El amor es recíproco, como advertían las flores de Dia.
Lástima que Shiro no tenga la decencia de no interrumpirla.
Tras un «Huye, Bortz» de parte de un Dia tranquilo, hasta resignado, y un Bortz que se enfrenta solo y enfadado a la doble amenaza mientras la banda sonora se asegura de seguir jugando con nuestros sentimientos, toca esperar a que el siguiente episodio, Secretos, nos libre del cliffhanger.