En el anterior capítulo de esta serie de Analizando Berserk, en el que se presentó un sacerdote, comenté que a Miura le gusta tratar el tema de la religión corrupta, de modo que no debería sorprendernos que el tercer capítulo empiece nada menos que con un inquisidor condenando a muerte a una supuesta bruja. Se ve que Miura tenía ganas de tratar el tema y tuvo que aguantarse muchos años.
Hay que conceder que el autor se asegura de humanizar a la pobre, pobre mujer al mostrarnos su rostro mientras suplica para que no le corten la cabeza y que lo último que hacemos es mirarla directamente a los ojos, pero la brutalidad de las expresiones y la secuencia de escenas se inclina más que nada a una violencia gratuita para causar impacto en el lector. Al fin y al cabo no lo vemos desde su punto de vista. Sigue siendo un espectáculo grotesco. Sin embargo, es cierto que esto es la idea para poder plasmar después por qué el pueblo no mueve el dedo.
En todo caso, casi de inmediato nos quedan claras dos cosas: que la mujer era inocente y que la iglesia da muchísimo asco porque están sacrificando personas para complacer a una fuerza superior.
Así, el inquisidor Dahl informa al conde de que ha ejecutado su orden con presteza… Pero…
Si… Sin embargo, es la quinta en lo que llevamos de mes… Tal vez… sea demasiado… Si seguimos a este ritmo, el mismísimo Pontífice podría llamarnos la atención…