Hay obras como la de El mundo invisible de Hayao Miyazaki que acercan a los fans a este artista, haciendo vistas generales sobre su mundo, la producción de sus películas e influencias más directas. Sin embargo, para los que tengan ya una idea asentada de su carrera y quieran ir un paso más allá, Starting Point les encantará.
El libro es nada menos que una compilación de entrevistas que ocupan 462 páginas… En inglés. Sí, por desgracia no es un libro que se haya traducido al español, pero en general está a un nivel bastante asequible gracias a VizMedia. Dividido en dos partes, una primera con entrevistas sueltas acerca de ideas, conferencias o incluso clases de Hayao Miyazaki, y una segunda centrada en las obras que publicó entre las fechas del título, el libro es un maravilloso referente para aprender más de Miyazaki.
La primera parte puede resultar algo más pesada para aquellos que, sobre todo, quieran saber de la producción de las películas. Hay entrevistas dedicadas a reflexionar sobre la industria (al puro estilo Miyazaki, que critica más la sociedad japonesa y mira hacia atrás con nostalgia), a hablar con estudiantes de primaria sobre cómo funciona la animación de animales o cuánto cuesta representar a un niño caminando. Las partes más fascinantes, en mi opinión, son sus opiniones sobre la guerra y la contradicción con que adore los aviones y elementos militares.
También nos asomamos, de vez en cuando, a su vida personal. Queda más que claro que no se ocupó nunca de sus hijos y que su esposa tuvo que renunciar a su carrera para cuidarlos. Miyazaki no deja de hablar de cómo quiere hacer historias que gusten a los niños y, sin embargo, reconoce que deja de encontrarlos interesantes a partir de los tres o cuatro años, porque entonces empiezan a volverse… complejos. Se nota que alguien no tuvo que cuidar de ellos a todas horas. También reflexiona sobre la explotación (y pone un ejemplo particular de una mujer que no dormía más de dos horas por día y aun así no podía evitar pedirle ayuda, porque era la mejor en lo que hacía) y cómo en el Studio Ghibli aspiraba a buenos salarios que fueran de la mano con la calidad del lugar donde se trabajaba.
Por supuesto, en casi todas las conversaciones predomina el respeto de Miyazaki por el medio ambiente y aprendemos de qué libros sacó sus influencias principales. Resulta cuanto menos sorprendente que no se interesara por la naturaleza hasta la tercera década y, aun así, lo marcara lo suficiente para que imbuya toda su obra.