Entre una infinidad de otras cosas más negativas, 2020 fue el año de los furrys. O, al menos, el año en el que varias obras de anime con animales antropomórficos llegaron a un público más mainstream de la mano de Netflix. Amor de gata se subió en junio a la plataforma un poco de rebote, como forma de compensar el estreno en cines japoneses, que se vio truncado por la pandemia. Tal y como dije en su día, era una película que estaba interesada en ver, y lo hice poco después de que estuviera disponible, pero la vida pasa y hasta ahora no había sacado ni tiempo ni ganas para quejarme escribir una reseña en condiciones.
Pero aquí está.
ATENCIÓN: esta reseña contiene spoilers de la película