El episodio empieza con un mapa con el patrón de colores de los lunarian. Es más, podemos ver las manos de estos en la parte superior y a los habitantes del mar en la inferior. A partir de esta imagen, se nos cuenta el desarrollo del mundo. Básicamente, una serie de meteoritos desgajaron la tierra y la redujeron, en principio, a la isla donde viven las gemas. De esta destrucción salieron, al parecer, nada menos que ¡seis lunas!
La vida en la tierra se volvió imposible, por lo que evolucionó la del mar (vemos un ADN descendiendo) y de ahí vendrían las propias gemas. Debido a que es el Maestro Kongo quien nos cuenta esta historia podemos asumir que es un resumen más o menos acertado de lo sucedido en realidad, si bien resulta evidente que se trata de una versión increíblemente simplificada. Pero Houseki no Kuni no es ciencia ficción, por lo que tampoco deberíamos necesitar mucho más detalle para entender la existencia de unas gemas antropomórficas muy bonitas.
Con todo, cabe resaltar que Kongo no menciona la existencia de los lunarian…
Este episodio se titula Diamond, así que no es muy difícil sentarnos a ver qué se nos cuenta de la hermosa gema que apareció en el capítulo anterior. También se nos indica que vamos a alejarnos un poco de Cinnabar para obtener más presentación de mundo.
La escena comienza con una reunión de las gemas que se ocupan de pelear. Jade da las órdenes y cuando Euclase le sugiere que hable con el Maestro para que no cargue solo con el peso… Jade parece de todo menos dispuesto. ¿El motivo? Este acaba de empezar a meditar. Para que entendamos qué significa esto para el pobre y sacrificado Jade, a la vez que nos muestran lo resistente que es Kongo, vemos que el Maestro no reacciona a estímulos externos aunque le den golpes. Jade llega a perder una mano en un desesperado intento por espabilarlo.
Es decir, que alguna vez se aprovechará esta circunstancia en la que el Maestro, que casi es un Deus ex Machina que salva a las gemas, no despertará ni llegará a tiempo de ayudar.
Por cierto, ¿esta escena será de cuando Jade comenzó a trabajar? Porque ya tendrá mucha experiencia sabiendo que no debe intentar despertar a Kongo… Como las gemas no cambian podría haber ocurrido tanto esa mañana como de hace muchos años, pero me gustaría creer que fue una de las primeras veces que Jade intentó lo imposible.
Cabe resaltar el ambiente en el que «medita» Kongo (y desde luego no echa la siesta) es… desnudo, frío, y hasta roto. Las gemas no necesitan nuestros muebles ni nada en general para vivir.
Bien, Jade, porque no tiene problemas suficientes, se cruza con un desesperado Phos que ahora se arrepiente un poquito de haberle prometido algo tan complicado a Cinnabar. Con todo, creo que es algo que habla más o menos bien de Phos, porque muestra que es consciente de la magnitud de su tarea. ¡Y no ayuda que no le cuente a los demás en qué consiste!
Phos, con todo, es bastante directo. Sus sentimientos lo llevaron a comprometerse con Cinnabar y ahora, cuando Kongo aparece, le recuerda que debe perseverar, algo a lo que Phos no está nada acostumbrado. Irónicamente, presionar e insistir a pesar de los peligros será la clave de su historia. Una lección que aprende del mismo Maestro.
¿No es adorable cómo Phos es el único que habla sin tapujos a Kongo (que lo corrige con tranquilidad diciendo que por supuesto no es una siesta, ¡es meditación!) para asombro de los demás? Phos es el más pequeño y no duda en aprovecharlo para encajonarse en una deshinbición infantil que es, en sí misma, un rol.
Uno del que Phos comienza a cansarse sin darse cuenta porque no sirve para mucho y hace tiempo, siglos, que pasó el tiempo en que las gemas mimarían al pequeño del grupo. En cuanto el Maestro se va, Phos vuelve a pedir de forma un poco agresivo-pasiva que le echen una mano en vez de explicar qué es lo que necesita o está buscando. Es una actitud típica de alguien que no sabe qué hacer con su vida. El problema no es que no le guste su trabajo, sino que se ha comprometido a algo demasiado grande para alguien que nunca ha ayudado a los demás. Quiere hacerlo por sí mismo, pero no tiene ni idea de cómo y lucha con la necesidad de ser útil, lograrlo por su cuenta, y que le indiquen cómo debe hacerlo.
Rutile aparece entonces para hablar sobre la resistencia y que es básico para el capítulo de Diamond. Tras una larga exposición completamente fuera de lugar porque solo la necesitamos nosotros (todo mientras disfruta molestando al pobre Jade), Rutile se marcha no sin dejar a Phos hundido en la miseria: ¿para qué comprobar su resistencia si ya sabe que es de lo más bajo? ¡Gracias Rutile!
Jade, a pesar de que debería darle una bofetada a Phos cuando empieza a mascullar que ser resistente o de alta calidad no lo es todo, lo envía con Dia para que compruebe la nueva técnica que está probando. Jade insiste en que no debe molestar a Dia pero lo primero que hace Phos es derribarle con un bonito placaje. ¿Por qué no? Es un crío buscando atención y sabe que Dia no lo va a rechazar. Se ve que Jade le conoce mejor de lo que esperábamos y que hay una relación más cercana que, por ejemplo, con Goshe o Morga. O, al menos, más consentida por parte de Dia.
La reacción de Phos ante Dia, por otra parte, es la misma que debería tener el espectador: nuestro diamante es deslumbrante, precioso, amable y además se preocupa por Phos. Resulta brillante en comparación con todas las otras gemas que hemos conocido y, hasta cierto punto, lo es. Como aprenderemos a lo largo de la historia, los diamantes están a otro nivel. Su rol, por sus características físicas, es el de protectores y guerreros, porque están hechos de una pasta diferente. Es decir, tienen muy definida su existencia alrededor de ser el escudo del resto de gemas. Sí, Dia al menos sabe dónde debería estar y qué debería hacer. Pero el condicional es importante.
Hasta lo aparentemente perfecto no está libre de sus propios dilemas. Cuando Phos le pide consejo, Dia solo sabe darle el que se intenta aplicar a sí mismo: cambiar desde dentro, dejar de ser como es, probar cosas nuevas. Incluso sin lo que va a venir después, deberíamos imaginarnos que hay algo mal con Dia por debajo de esas preciosas apariencias, pero nuestra atención se centra en Phos, deprimido porque cree que, tal y como es ahora, no sirve para nada. Que le gustaría volver a nacer.
Un sentimiento con el que Dia debe sentirse identificado. Cuando sale a colación que las gemas siempre deben ir en parejas, Phos se irrita al ver que Bortz no está con Dia. ¡Qué egoísta, irse por su cuenta! Palabras que deben escocer a Dia, ya que es él quien se ha separado con la intención de encontrarse con lunarians y poner en marcha su técnica antes de que Bortz pueda eclipsarlo de nuevo. En vez de decir la verdad, Dia deja caer que es que no le puede seguir al ritmo a Bortz (lo cual es cierto), pero deja que entendamos que de verdad este lo ha dejado atrás.
Es decir, vemos un profundo sentimiento de inferioridad bajo ese comportamiento tan amable y encantador. Uno que lleva a Dia a ser bastante autodestructivo.
Phos, con todo, tiene idealizado a Dia y se niega a pensar que pueda hacer algo malo. La culpa es de Bortz, por supuesto, y nos da un bonito infodumping mientras a la vez nos deja caer que aunque prefiere a Dia, considera que tanto él como Bortz están al mismo nivel superior por ser diamantes. Una jerarquía interesante y dañina, pero que en principio necesaria al estar de forma constante en guerra.
Entonces se cumplen las espectativas de Dia y aparecen los lunarian. Aleja a Phos y se prepara para presentar pelea. Pese a que las espadas están hechas para combate cercano, la forma en la que Dia usa la suya habla de un enfrentamiento menos arriesgado. En vez de tener que acercarse él a los lunarian, les devuelve con intensidad las saetas para destruir a sus enemigos a distancia. Parece una buena idea, hasta que escuchamos ruidos extraños, que son el impacto que sufre una y otra vez el cuerpo de Dia. Pensemos que los lunarian disparan flechas lo suficiente fuertes para partir a una roca. Nadie, excepto Dia, podría intentar enfocar una técnica así.
Por cierto, alrededor del minuto 9:40 podéis escuchar de nuevo ese extraño sonido que quizá podrían ser los lunarian.
Dia insiste en su forma de pelear aunque reconoce que no está funcionando contra sus enemigos. Los lunarian se esfuerzan por sostener con sus lanzas al más grande de todos, que se inclina hacia atrás; si este desaparece, el sistema entero de la extraña nube en la que viajan se viene abajo. Pero desde esa posición, Dia es incapaz de hacerlo desaparecer.
Al final la fuerza de un disparo le arrebata a Dia la espada de entre las manos y arroja a Phos lejos, diciéndole que debe huir. Nosotros sabemos que los diamantes son rápidos, más que cualquier otra gema (excepto Phos con sus nuevas piernas). Dia podría haber cargado a Phos, como hará dentro de unos minutos, para huir del lugar y ponerse a salvo. En vez de ello, espera.
Y en ese momento de desesperanza se nos presenta Bortz. Dia se queda ensimismado, mirándole con adoración hasta que su salvador pone cara de frialdad y se aleja para ocuparse de los lunarian. La reacción de Dia nos dice que esto ya ha pasado antes.
Tras acabar con los cazadores en un par de segundos, Bortz cae grácilmente del ataque aéreo. Es un espectáculo precioso. Bortz es negro, no brilla ni resplandece, pero su largo cabello es pura elegancia. No necesita un aspecto despampanante para que se note que es calidad.
Dia, con admiración, resignación y frustración, le dice a Phos que así es como son las cosas. Los diamantes son frágiles a su modo porque pueden romperse por los impactos. Bortz no, por ser una mezcla más resistente, maleable y mestiza. Es el soldado perfecto. Dia quiere cambiar, quiere ser como Bortz. Por eso probaba nuevas técnicas y no se queda quieto; porque entonces Bortz siempre lo cubrirá. Bortz es tan perfecto que ya no le deja luchar.
—Bortz es el único diamante verdadero.
Pobre Yellow, Dia, ya te vale.
Dia contempla cómo se acerca Bortz y la cámara nos hace un juego interesante interponiendo la espada en el plano, casi de forma amenazante, contra el diamante negro. Dia adora a Bortz, su «hermano pequeño», pero a la vez quizá se ha planteado más de una vez… ¿Qué pasaría si no existiera? ¿Podría ocupar Dia su legítimo puesto?
Phos reflexiona sobre la presencia o ausencia de la persona amada, que hace daño de una forma u otra. La reacción de Dia es pedirle que encuentre un nombre para este amor-odio. Es comprensible. Si no tiene nombre, no puedes acotarlo, no puedes terminar de entenderlo. ¿Cómo definir el amor si no tuviéramos esta palabra? Al hablar limitamos una emoción y puede resultar peligroso (confundir amor con obsesión o con cariño, por ejemplo) pero la existencia de nombres permite saber a qué nos referimos. En caso de un enfermo, poder ponerle nombre a lo que le aqueja puede tener buenas repercusiones psicológicas, aliviar incluso.
Dia quiere saber qué es lo que está sintiendo. ¡Y no es un mal trabajo para alguien que crea una enciclopedia!
Pero entonces llega Bortz, que coge, traumatizado —no solo enfadado— a Dia del brazo y… se le desprende. Dia, como se ha comentado antes, lucha a pesar de que se autodestruya porque es el único camino que puede llenarle un poco. Y si muere por el camino, porque es evidente que pretendía dejaerse capturar, qué más da.
Bortz, que lucha para proteger, no entiende cómo Dia puede escaparse de esa manera y ponerse en peligro. Enfadado, como es normal, se lo echa en cara… y para no, pues Dia puso en juego a Phos también. Dia, desesperado, trata de explicarle a Bortz lo que siente y termina rompiéndonos el corazón:
—… ¿importaría si estoy o no?
Porque ¿para qué sirve un diamante si tiene que ser protegido?
Ah, que Dia sea el único que se llama a secas Diamond, cosa que no es el caso de Yellow Diamond, parece casi una broma, viendo lo alienado que se siente respecto a su papel.
Bortz tiene una reacción agresiva. Más tarde vemos que comprende bastante bien las funciones de otras gemas y, también, los sentimientos de Dia. Sin embargo, está enfadado, probablemente harto, pues le resalta que ya le había advertido que su cuerpo no lo aguantaría. Sin duda no pretende hacer sentirse mal a Dia. Simplemente es tan directo y tiene su posición tan clara que la inseguridad de Dia lo saca de quicio.
Y entonces interviene Phos, como niño que es, escondido tras las imaginarias faldas de Dia. Aquí sucede algo curioso; Bortz parece a punto de destrozar a Phos, porque considera que solo hace que Dia se ponga aún MÁS en peligro. Se detiene porque aparecen, por segunda vez, los lunarian. Nos quedará siempre la duda de si pretendía romperlo para que aprendiera una lección —como no ponerse en el camino de otras gemas—. Matar, sabemos que no puede, así que tampoco hay que irse a extremos exagerados.
En cualquier caso, la música nos anuncia lo extraño de la situación; los lunarian no suelen aparecer dos veces seguidas. Así que lo que está sucediendo es anormal y por tanto aún más inquietante que sus regulares cazas. En especial porque ignoran dos gemas muy llamativas —Bortz es hermoso, pero solo llama la atención por su larguísimo pelo— y se dirigen a la escuela… donde el Maestro Kongo está durmiendo.
Se sucede una escena curiosa: los lunarian aparecen pegados a las ventanas donde duerme el Maestro, contemplándolo de una forma siniestra, casi predatoria. Sin embargo, al instante siguiente, vemos que la nube está un poco alejada de la escuela. Así que podemos asumir que era simplemente una ilustración del peligro que suponen los lunarian para el Maestro.
En cualquier caso, los lunarian no vienen solos y dejan caer cerca del estanque una enorme caracola. La rapidez de Dia —que arrastra consigo a Phos— y Bortz se muestra cuando llegan apenas unos segundos después. Euclase y Jade se tranquilizan una vez ven a Bortz, que se adelanta para destruir a los lunarian. Dia trata de colaborar, pero Bortz le espeta que se quede atrás mientras se encarga de todo.
Dia sabe que su presencia no era necesaria, pero no puede evitar querer sentir que no está de más.
Euclase, al ver que la caracola no se deshace, deduce que no proviene de la luna —¡eso es una buena forma de explicarnos cosas sin infodumping!—. Es evidente que no conocen mucho a las criaturas que viven en el mar ya que no reconocen qué es. ¿Qué mejor trabajo para el enciclopedista ofical que averiguarlo? Phos intenta escaquearse, pero Jade y Euclase ignoran sus gritos de que «tiene cosas que hacer».
Es irónico que Jade estuviera rezando porque Phos no diera problemas y que le meta indirectamente en uno enorme al darle la espalda. La caracola no está vacía. ¡Bienvenida Ventricosus, menudo tamaño! Nuestra reina devora a Phos llevada por la insaciable gula que les provocan los lunarian a los de su especie.
Pero, antes de eso, vemos por segunda vez (la primera fue con Cinnabar) que Phos puede ser considerado porque cuando no tiene tiempo para pensar de forma racional antepone el bienestar de otros: lanza lejos el brazo de Dia para que no le suceda nada.
Euclase, más protector y con capacidad de reacción, se arroja antes que cualquiera a salvar a Phos, pero su espada se deshace. Ventricosus habría acabado con él de no ser porque Jade lo salva en el último momento —ahí, ahí, formando parejitas para shippear—. Aun así, no es lo suficiente rápido y sufre un daño de refilón. Su pierna… comienza a deshacerse.
En momentos como este queda claro que las gemas no sienten dolor como nosotros, porque Phos se está, literalmente, disolviendo en medio de un calor sofocante y su reacción es quedarse adormilado. Pero eso no quita el miedo. Incluso mientras se desvanece, pide auxilio y llega a ver el a Dia y Bortz, dos estrellas brillantes desde su punto de vista… Solo que no vive lo suficiente para nada más.
Hasta ahora, por cierto, habíamos visto a Bortz como alguien sin sentimientos y capaz de deshacerse de Phos. Pero en esta batalla lo vemos arrojarse una y otra vez intentando ayudar, llamando a gritos a Phos para poder localizarlo dentro de Ventricosus. De paso vemos que su larguísimo pelo tiene función de espada —qué esperar de un arma andante como Bortz—. Todos los presentes se quedan horrorizados porque si hasta Bortz, el más fuerte, se deshace con un roce…
¿Qué no le habrá sucedido a Phos?
Diamond señala que esa puede ser una de las «muertes» más definitivas para una gema, porque no sabe si pueden volver a montarse una vez se han disuelto.
Bortz masculla sobre que si Phos es incapaz de luchar para sobrevivir, sería mejor dejarlo morir. Phos, que aún tiene algo de conciencia aunque solo sea un par de ojos y jirones verdes, se resiste. No. No quiere desaparecer porque ahora tiene un propósito.
¿Qué será de Cinnabar si él muere?
Entonces Phos es consumido, no sin antes contemplar un enorme brillo. Probablemente sea el hueco en el caparazón de Ventricosus el que le permite vislumbrar la luz de Dia y Bortz. Por el mismo que, en el siguiente episodio, saldrá.