Analizando Memorias de Idhún: la dificultad de adaptar una novela

Analizando Memorias de Idhún es la segunda parte de tres artículos donde estudiamos la adaptación al anime de al famosa novela. ¡Ya hemos hablado del doblaje, y próximamente lo haremos de la animación!

Este análisis pretende explorar los problemas de adaptar una historia a otro medio, y por qué Memorias de Idhún ha sufrido con su traslado a animación. Concretamente, se enfoca en investigar el dilema del guion, y también cómo podría haberse hecho mejor. No es un ataque a quien haya disfrutado del anime, ni tampoco a los fans del libro. De hecho, salvo en alguna ocasión, este último no se menciona. Quien quiera explorar una opinión negativa, pero espero que también constructiva, ¡adelante! Espero que disfrutes de la lectura. Sin embargo, si se pasa por algún casual un fan de MdI que no quiera tener que sufrir una crítica larrrrga a una historia que ha disfrutado… Por favor, este no es tu análisis, no te tortures leyendo más.

Adaptar no es copiar y pegar


Seamos sinceros. Adaptar es cambiar. Si alguien quiere una copia de carbón del material original solo tiene que recurrir a dicho producto.

La realidad es que trasladar una obra a un medio totalmente diferente exige traducir, y… ya sabemos lo que se dice de los traductores: que son traidores. Al traducir siempre se pierde (y gana) algo. En general, el traductor bueno es aquel que no se limita a hacer una traducción literal, sino el que adapta a la lengua elegida y logra que el espíritu nos llegue sin llegar a inventar nada que no exista.

Lo mismo ocurre al crear películas que se basan en novelas. Puede salir un producto mediocre, como Eragon; uno que aporta sus propias ideas para que visualmente sea espectacular, como Coraline; una historia distinta y solo inspirada en el texto como suele ser el caso del Studio Ghibli (y en concreto El castillo ambulante) o un trabajo que bascula entre la fidelidad y la innovación, como El señor de los anillos de Peter Jackson. Nadie va a estar totalmente contento con el resultado final, pero lo importante es que se sostenga con firmeza. Que no necesite que vayas a leer el libro o el comic para enterarte de qué ha pasado.

Puedo imaginar a Tolkien revolviéndose en su tumba cuando Peter Jackson decidió trasladar la idea de «Sauron como un ojo que lo ve todo» a… literalmente un ojo atrapado en lo alto de su propia torre. Pero, eh, ¿funciona o no? ¿De niño te cagaste o no cada vez que Sauron miraba a Frodo y sabías que iba a localizarle?

Memorias de Idhún debería ser esa clase de serie, una que pudieran disfrutar los que no han leído el libro. Adaptar una novela a un anime no es imposible. Al contrario, Japón tiene maestros de este arte, y testigo es la serie de novelas ligeras No. 6, nueve tomos adaptados sin mucho problema a 11 episodios.

Mi ejemplo favorito es, sin embargo, Shin Sekai Yori. Cuando terminé la serie estaba satisfecha, pero me gusta leer así que salté al libro y me asombró que se hubiera respetado tanto el texto. En realidad, me atrevería a decir que el anime había «mejorado» el ritmo. Para no alienar al público objetivo se suprimieron páginas y páginas de biología que, aunque curiosas, no aportaban mucho a la trama. Si acaso la protagonista del anime pasó a sufrir un agudo caso de esa terrible enfermedad llamada insulsez, pero no estoy segura de que fuera un cambio para mal. Leer la autobiografía distópica de una treintañera quejándose sobre su mejor amigo por cosas que hacía de pequeño… y de adolescente… y de adulto… Tales como ser un cotilla, tener carisma, ser muy bueno en ciertas áreas que ella no, y despreciarlo al considerar que el chico que les gustaba a ambos solo estaba con él por matar el rato es… Es muy incómodo. Sobre todo porque no se desarrolla. Está… por estar, no por enfatizar que es una persona mezquina.

Creo que voy a verla otra vez en cuanto termine estos análisis.

Pero bueno, que Shin Sekai Yori es el ejemplo de adaptación, si se me pregunta. Los directores y artistas se arremangaron para trasladar una buena historia cargada de lore y, precisamente por no contar con personajes extraordinarios, se dedicaron a crear impactantes imágenes, a jugar con el ritmo y la música para fabricar una atmósfera única. Una que transmitiera la asfixia y agonía de la supuesta utopía que es Shin Sekai Yori, pero que esconde las más horrendas y profundas realidades. Hasta la música aporta riqueza al mundo, pues utiliza un siniestro coro de niños en una historia que va de adultos más que dispuestos a sacrificar a sus hijos. Es como escuchar a los fantasmas de todos los que han muerto para mantener el sistema que rige Shin Sekai Yori en pie. Es posible que el espectador no se percate de estos detalles, pero siguen transmitiendo ideas subliminales.

Shin Sekai Yori no es una obra perfecta, nada lo es, pero si algo logra es dar vida a una novela más bien rígida, pesada y no tan accesible como podría ser. Como producto final deja que desear en bastantes aspectos, en especial en animación, pero lo que importa es que es un proyecto sólido. No necesitas acudir al libro para comprender, sino para expandir lo que ya se te ha enseñado.

¿Cuál es la ventaja con la que contó Shin Sekai Yori respecto a Memorias de Idhún? Pues que, a pesar de ocupar alrededor de unas 500 páginas, SSY pudo ser adaptado en 24 episodios.

Memorias de Idhún no.

Cinco episodios se traducen, más o menos, en una película larga, de entre hora y media y dos horas. Alguien decidió que ese era tiempo suficiente para adaptar la primera parte del libro.

Y, no vamos a mentir, no es una locura… siempre y cuando se renuncie a representar punto por punto los acontecimientos de la novela.

Pero ese alguien decidió hacer un corta y pega de escenas, salvo cuando incluyen algunas de relleno en una historia que no puede permitírselo, o personajes nuevos que no duran más de dos minutos en pantalla y aportan cero a la trama.

Al principio sentí lástima por Laura Gallego. Después una compañera me señaló que ella es una de las guionistas. Y entonces la realidad golpeó como un mazazo.

Por favor, ¿qué autor no aprovecharía la oportunidad de reinterpretar su historia y asegurarse de que llegue la mejor versión posible a su público? Por ejemplo…

Puede que no me guste cómo adaptaron a los Stark en Juego de Tronos, pero el problema, desde luego, no fue que les subieran la edad (no, gracias, en serio, eso se agradece mucho), sino que en ocasiones siguieran comportándose como críos de 15 para abajo en vez de 19 para arriba. Si vas a describir la violación de personajes como Daenerys Targaryen, ya que estamos, prefiero no vivir una segunda vez cómo Khal Drogo le manosea los pechos a una niña y luego la penetra. Sigue siendo horrible con alguien más mayor, pero al menos no tiene 13 años.

Así que si íbamos a tener escenas de un niño amenazando de muerte a otra niña, manoseándola y básicamente cantándole con voz ronca y muerta Ven princesa y déjate llevar a un mundo ideal, no habría estado de más que tuvieran una edad… creíble. Y el problema no es que digan tonterías, sino la carga sexual que la narrativa hace pesar sobre una niña pequeña. Una carga que no debería normalizarse, y que a día de hoy, si mis charlas con mi hermano menor de edad no me engañan, hacen arquear muchas cejas. Porque, vaya, si un chico de 17 años ve a los chavales de 15 como críos, ni siquiera quiero imaginarme lo que pensaría uno de 15 mirando a una de 13. Y 13 siendo generosos porque Victoria los cumple el mismo día en el que luego la acorralan contra un árbol. Porque pensar o dar a entender que un chico de 15 acosa a una niña de 12 ya es más fuerte, ¿verdad?

Muy cómoda tienes que estar con el trabajo que hiciste hace dieciséis años, donde romantizas esta idea, para no querer hacer un cambio tan menor como subirles la edad y alterar los eventos de tu historia. No creo que pase nada exageradamente grave si amplías ese lapso de tiempo.

El caso es que siendo la autora había tantas oportunidades de no fastidiarla. De poder transmitir la esencia, la idea, de una forma que funcionase bien en un medio visual en lugar de ser un inflexible (e incómodo) recorte de partes del libro. ¿Quién iba a hacerlo mejor?

Adaptar es cambiar.

El libro es un lastre para el anime


Un anime no funciona igual que un libro. No puedes simplemente copiar y pegar porque no hay texto, sino voz, imagen y música.

La forma de escribir novelas mainstream cambia con el tiempo. A día de hoy cada vez se presiona más con imitar al medio visual, con mostrar, no contar. Eso significa que a un escritor le toca combinar las narraciones que hablan sobre los personajes (como puede hacer, por ejemplo, Stephen King a lo largo de páginas y páginas) con escenas donde leemos a los personajes desarrollándose. Ya no vale poner: al Chico A le dolía le corazón por cómo Chica B había roto a reír con su escena favorita de la película. ¡Cómo se atrevía! No, si se trata de algo importante debes crear una dinámica entre ambos. Describir cómo Chico A se encogió cuando la risa de Chica B rompió el silencio. Fue peor que si le hubieran dado un tortazo. Con los ojos abiertos de par en par, la vio doblarse por la mitad con la cara enrojecida, atragantarse con su propia saliva, incorporarse para tomar aire y volver a reír. Apretó las manos contra sus muslos y apartó la vista con las mandíbulas tan apretadas que hacía daño. Intentó centrarse en la escena, en cómo Protagonista salvaba la vida de Interés Amoroso, pero la risa de Chica B le taladraba los oídos. De pronto no pudo dejar de ver la estúpida expresión que había en la cara de Protagonista. Se preguntó si sería cosa de la cámara lenta, si habría quedado mejor a velocidad normal. ¿O sería la música? ¿Qué era lo que tenía tanta gracia?

Wow, cuántas palabras.

Pero es que eso es una escena.

Es bastante triste que el ending, aparte de ser de lo único bien «animado», sí que sepa contar una historia a base de escenas y sin palabras.

¿Sabéis lo que puede hacer un anime? Ahorrarse toda esa narración interna y representarla con distintos planos que jueguen con la ansiedad del Chico A, con sonidos que incrementen o distorsionen la risa de Chica B, o colores que nos hablen del estado emocional de Chico A. Se puede hacer en unos segundos y no hay ninguna necesidad de trasladar los pensamientos de Chico A a una voz en off. De hecho, puedes traducir la escena en un plano que capture a los dos personajes y se vaya acercando a Chico A, dejando fuera a Chica B, mientras escuchamos su voz y él se encoge sobre sí mismo con un lenguaje corporal incómodo. Avergonzado. Con eso sabríamos que se siente humillado, que ha compartido sus gustos con alguien que no ha tenido tacto y va a crearse una distancia emocional entre ambos.

Es un ejemplo tonto, improvisado, pero que intenta contarte cosas sobre los personajes. Al menos te vas sabiendo dos detalles de ellos. Trabajar en animación es difícil. Muy difícil. Pero una imagen vale más que mil palabras, así que si se abraza el medio se puede crear algo que no respeta cada coma del libro, y aun así traslada sus emociones.

Pero eso es lo que ha intentado Memorias de Idhún. Se ha sacrificado la traducción a animación por una ortopédica concatenación de escenas que tratan de ser fieles al libro. Y nunca van a serlo. Incluso si MdI tuviera todo el espacio del universo para contar su historia, no sería lo mismo ni debería intentar comportarse como si el texto fuera a suplir todos los problemas que haya en pantalla. Y hay tantos que, de verdad, no acabaríamos si nos pusiéramos a contar.

El anime de MdI sacrifica toda clase de riqueza que pueda ofrecer una serie por escenas donde predominan diálogos claramente recortados de la novela. Y ni siquiera son diálogos que hablen sobre los personajes, sino que se dedican a exponer un mundo que, al final de los cinco primeros episodios, no conocemos. No hay balance, no hay cuidado ni una verdadera planificación.

MdI me hace pensar en Legend of Korra. A pesar de los problemas que tuvo su primera temporada, de la rapidez con la que cerraba ideas fantásticas, puedes ver por qué lo hacía: no sabía si tendrían financiación para contar nada más.

MdI, en cambio, se comporta como si supiera que va a haber dinero para adaptar todas las novelas de Laura Gallego. No trata de crear una sensación de closure en el espectador, sino que se enfoca tercamente en lo que está por venir. No hay aquí y ahora en MdI, sino una preparación para lo que se creará después. Si ni siquiera en Hollywood se puede asegurar que una película vaya a llegar a ser producida, actuar como si este anime fuera a tener el presupuesto de continuar hasta el final es… curioso.

En el mejor de los casos, la actitud del anime permite guiños a los antiguos fans, en el peor es un ejemplo de rigidez y tozudez autoral.

Da igual lo feo que sea un dibujo o lo poco que te guste una banda sonora, si hay una buena idea o una buena historia, habrá gente que la aprecie por lo que es. Shingeki no Kyojin, Mob Psycho One Punch Man son los ejemplos que me saltan a la cabeza, solo que funcionan en orden inverso a MdI y sobre un terreno mucho, mucho más cenagoso. Los susodichos mangas ganaron una increíble popularidad gracias a que otros artistas los elevaron en medios distintos, ya fuera de anime, del propio manga (un dibujante profesional se divirtió tanto con One Punch Man que decidió adaptarlo con un estilo magnífico de dibujo y que luego se trasladó al anime). Eran ideas increíblemente arriesgadas, porque se debía mejorar el estilo artístico original y nada aseguraba que fuera a ser suficiente, pero… Pero los mundos, las ideas, eran sólidas. Lo suficiente para que otras personas decidieran arriesgarse, poner dinero y decir: esto va a vender.

Esto es del primer capítulo del manga de Mob Psycho 100. Yep.

MdI no necesita arriesgarse igual, porque trabaja sobre una trilogía querida por los fans. Todo aquel que haya querido leer o escribir de fantasía en España conoce, al menos, el nombre de estos libros. No hay ninguna fama que construir de cero. Si acaso sufre del complejo de Legend of Korra, al que le tocó cargar sobre sus hombros con un pesado legado. La diferencia, para bien y mal, es que el equipo de Korra decidió arriesgarse con nuevas ideas.

Memorias de Idhún no, porque está aplastado bajo el legado de un libro pensado para ocupar cientos de páginas. No para ser comprimido en menos de dos horas.

A lo mejor os suena la idea de pasar tijeras a una trama demasiado larga y farragosa. Miles de directores y escritores han hablado de cómo tuvieron que cortar escenas que adoraban para que la historia funcionara bien. La novelista y guionista Linda Woolverton, que nos ha traído clásicos como El rey León, cuenta en una entrevista que tuvo sus graves problemas al crear La Bella y la Bestia. Acostumbrada a escribir novelas, a trabajar en teatro y escribir episodios de series de animación, aún le tocó aprender que escribir para una película de animación exige cambiar la mentalidad:

Nadie se sentó conmigo a explicarme el proceso de animación. No entendía que las cosas cambian en los storyboard. ¡Y lo hacen! Chocamos muchísimo, porque ellos estaban preparados para mí, pero yo no para ellos. Pero, al final, resultó ser lo mejor porque mira el resultado.

Tuvo que aprender, también, que aunque la habían traído para reescribir un guion que no funcionaba, la película no era solo suya, sino de los animadores. Que tenía que acomodarse a ellos, quienes sabían cómo se hacía animación, y no al revés:

No estaban acostumbrados a tener una guionista, a tener una única voz.

Uh, quién iba a decir que se planteó una versión «históricamente correcta» de la Bella y la Bestia. Una que se descartó cuando se trajo a Howard Ashman y Alan Menken a trabajar en la película. Si queréis saber más, no dudéis en echar un vistazo al documental de Howard Ashman.

Nada de esto disminuyó su influencia en la película. Bella actúa más, llora menos, no sale cocinando sino leyendo y explorando el castillo, fascinada, gracias a su intervención:

Su amor por los libros muestra que tiene una mente abierta, que estaba dispuesta a aceptar nuevos conceptos e ideas. Una de mis ideas era mostrar su pasión por la aventura. De ahí que, en la escena donde su padre se marcha a conseguir su premio, se la veía en su casa poniendo pins en un mapa, marcando todos los lugares a los que quería viajar cuando tuviera el dinero. El día que aparecí, ellos (los animadores varones) se habían deshecho de la idea del mapa y se la veía cocinando una tarta donde ponía «¡Bienvenido a casa, Papá!». La animación es un proceso de colaboración, así que fue cuestión de decirles «Eh, chicos, eso no va con su personaje. Ni siquiera sabría cómo preparar una tarta.»

Que la animación es una pequeña guerra, un proceso colaborativo de destrucción y creación, resulta evidente. Una película, una serie, no es un libro. No funciona igual. No puede predominar la voz de un único autor, aunque sea cierto que este destaque como ocurre en Los Increíbles, donde Pixar abandonó la tendencia de tener varios directores para darle importancia solo a uno. E, incluso así, Brad Bird reconoce que jamás habría podido hacer nada sin la ayuda de los demás, sin que le pararan los pies o lo llevaran por el buen camino.

Cambiar es doloroso, pero necesario, cuando se trata de decisiones creativas. Otra cosa muy distinta es cuando intervienen corporaciones y destrozan una trama que no es suya, u obligan a regrabar escenas para que la película sea aceptable para el público homófobo o de otro país.

Esto, como podéis imaginar, no es el caso de Memorias de Idhún. Si el guion ha salido como ha salido, es por ser demasiado conservador. Por intentar respetar un libro, en vez de su contenido básico.

No puedo afirmar que Gallego apoyara una pistola cargada contra la sien de su coguionista, pero resulta evidente que su presencia es tan dominante como la de JK Rowling o la de Anne Rice, y creedme que no las considero buenos ejemplos.

Memorias de Idhún no se ha planteado como una mini temporada que debe funcionar por sí sola y puede prometer mucho más, sino que da por sentado que habrá más. ¡Es Memorias de Idhún! Da igual la calidad del trabajo, habrá más porque existe el libro.

Solo que… ¿Por qué nadie que no sea fan va a interesarse por este anime? Es una serie increíblemente hostil a todo nuevo espectador. Y me diréis que cómo hostil, si se dedican todo el rato a explicar lore.

Sí. Precisamente por eso.

¿Por qué querría alguien recién llegado a escuchar un libro de lore de Idhún? Y no un libro entero, sino una versión recortada, incompleta y que no deja espacio para respirar.

No puedo dejar de ver como algo sintomático que el ending de la serie ni siquiera vaya de los protagonistas. Lo que importa es el lore, a pesar de que esta historia se CUENTE varias veces en los episodios.

Cuando parte del equipo de Mistral se sentó a ver la serie, Judeau, que jamás ha leído los libros, nos dijo que tanto infodumping lo estaba dejando aturdido. Si se quedó a verla era porque estábamos nosotras, no porque hubiera desarrollado alguna clase de amor por los personajes… o interés por el mundo.

El mundo que se cuenta y que no se muestra. Irónico, teniendo en cuenta que este anime debería hacer lo que se le exige a los libros, y dedicarse a mostrar en vez de contarte las cosas y lavarse las manos.

Pero, claro, eso implicaría sacrificar ideas y, más importante aún, crear otras nuevas que funcionaran en el marco exigido.

El drama de la estructura


Memorias de Idhún no es japonés. Sorprendente, ¿verdad?, pero parece que los autores se hayan olvidado. Más allá de que Victoria parezca una colegiala japonesa, con gestos completamente antinaturales entre los españoles (solo le falta hacer reverencias), MdI ha intentado replicar elementos clásicos del anime sin tener la capacidad económica ni artística para ello. ¿Secuencias de pelea? Para eso hay que saber hacer coreografías. ¿Batallas mágicas? Lo mismo. En España no hay una tradición larga de animación como en Japón, donde los profesionales son reclutados entre distintos estudios para realizar guiones y escenas de mayor o menor calidad. Intentar copiar esa atmósfera, con ese lenguaje propio, es eso. Copiar. No es hacer referencia ni inspirarse, sino copiar lo superficial

Y hacerlo mal. Cada vez que los personajes levantaban una mano con el índice había que reírse. Así es como te das cuenta de que estás ante un anime, supongo. Calidad cuestionable, gestos reciclados y ojos muy grandes.

Pero si no hay que copiar un estilo que no conoces bien y apenas cuentas con presupuesto para tu animación, entonces ¿qué haces?

Crear un estilo reconocible.

Hacer el mejor guion posible, siendo consciente de que hay que comprimir y crear algo emocional y trascendente. Estás empezando la historia de unos rebeldes que luchan contra… un tirano… Eh…

Sí, bueno, que se supone que es una historia de dragones, de unicornios, dioses y genocidio. Solo que naaaada de eso va a salir en esta parte. Solo tendremos algún que otro parpadeo de la magia que aguarda en Idhún, mientras la historia se centra en dos personajes y muchos extras.

Es decir, Victoria y Jack son el corazón de Idhún, y tienes que crear una buena base con ellos en 100 minutos.

¿Hacia dónde miramos para tomar nota e intentar hacerlo bien?

Oh, yo qué sé. No es como si Disney hubiera demostrado que se pueden crear clásicos en unos pocos minutos empleando una narrativa simple de tres actos a la que todo el mundo está acostumbrado porque es muy cómoda y fácil de recrear.

Pero digamos que de verdad estamos ante fans del anime japonés. ¿A quién podría buscarse como referente?

¿Ghibli, quizá?

Una de las películas más aclamadas del mundo es El viaje de Chihiro, que a nivel muy general tiene una trama que podría haber servido mucho para el anime de Idhún: un niño que acaba arrastrado contra su voluntad a un mundo mágico. En realidad, La princesa Mononoke y El castillo ambulante también nos sirven de ejemplos porque el problema de Idhún no es la trama, sino la estructura.

Armaos de un poco de paciencia, porque vamos a buscar ciertos elementos básicos a la hora de crear a los protagonistas tan entrañables que hace Ghibli.

El viaje de Chihiro comienza con una niña apática, perezosa y mimada. De inmediato averiguamos que se llama Chihiro, y entendemos que va a ser el centro de la película. El argumento de base es que sus padres se mudan a una nueva ciudad y Chihiro no está, lo que se dice, encantada con su nueva situación. En pocos minutos encontramos una dinámica en la que los padres la tratan con condescendiente cariño, pero sin prestarle mucha atención. Ni siquiera le exigen de verdad que se ponga el cinturón cuando el padre se pierde en un bosque y comienza a acelerar el coche. No sé cómo, con el frenazo que dan, Chihiro no sale volando por el parabrisas. El caso es que acaban en un lugar extrañísimo, con comida, pero… sin habitantes a la vista. Chihiro, que se encuentra muy incómoda ante la atmósfera del lugar, quiere marcharse y se angustia cuando sus padres comienzan a comer como cerdos (ja) sin pedir permiso. ¡Ya pagarán después! Se aleja, disgustada, a cotillear los alrededores. Frente a un edificio que parece dominar el lugar, escucha un tren (que reaparecerá más tarde y será una de las escenas más poderosas de la película) y, mientras lo mira, un muchacho aparece a su espalda. Este la insta a marcharse con brusquedad y agitación, tiene que largarse antes de que sea de noche. Este encuentro ocurre en el minuto 11. Cuando Chihiro corre en busca de sus padres, los habitantes de la ciudad están despertando… y no son humanos. Por desgracia, sus padres tampoco: se han convertido en cerdos gigantescos. Desesperada, Chihiro intenta escapar en una horripilante secuencia que culmina con el descubrimiento de que está comenzando a desaparecer y no tiene forma de volver a casa. Establecido todo esto, el muchacho va a buscarla y a ayudarla en el minuto 15. Para el minuto 20 se deben separar, pero el joven, que se presenta como Haku, le dice que se conocen de antes y la envía a un sitio donde nadie podrá hacerle daño. El problema es que debe ir sola.

La princesa Mononoke, por su parte, presenta una especie de pasado alternativo donde los bosques dominaban la tierra… Pero algo está destruyéndolos. Después de ver de refilón al monstruo responsable de la calamidad, se nos presenta al protagonista, Ashitaka, un jinete al que unas muchachas le muestran bastante respeto, y que está intentando reunir a toda la gente de su aldea para que vayan a protegerse tras los muros de la misma. Va a buscar al vigía, que está contemplando una situación anormal en el bosque, y al cabo de unos momentos el monstruo aparece. Aunque Ashitaka podría dispararle una flecha, termina por sacrificar la misma para salvar a su querida montura. Después de asegurar la supervivencia del vigía, parte con su alce a detener al monstruo, que ahora se dirige contra su aldea. En principio intenta no atacarle, sino negociar para que se retire, pero cuando gente de su aldea corre peligro, Ashitaka no duda en disparar. Sin embargo, una sola flecha no es suficiente y el joven resulta herido en el minuto 6. Para el minuto 8 se ha derrotado a la bestia, que era un extraño cerdo, pero no hay celebraciones. La anciana de la aldea nos informa de que Ashitaka ha resultado maldito por el contacto con el monstruo, y que este procedía del oeste, donde recibió un disparo de bala que ha envenenado su cuerpo y provocado su conversión en demonio. El destino de Ashitaka parece ser el mismo. Obligado a partir, no pronuncia una palabra mientras los hombres lamentan la pérdida del que, ahora nos enteramos, era el príncipe de una tribu que está a punto desaparecer. Una chica llamada Kaya, su posible prometida, sale a despedirse de él aunque está prohibido y le entrega un colgante, que luego será importante. Esto ocurre en el minuto 11. Ashitaka promete no olvidarla mientras viva y parte de la aldea. Durante su viaje se encuentra con samuráis atacando a una población y no vacila en ayudar a una mujer a la que iban a partir en dos. Con su furia, sin embargo, la maldición parece exacerbarse y su brazo cobra vida propia, proveyéndole de paso con fuerza sobrenatural. Poco después, en el minuto 15, se cruza con un monje (uno de los antagonistas) que le plantea la idea de que el mundo entero está maldito (tema de la película) y le habla del Espíritu del Bosque (principal objetivo de todos los personajes). Para el minuto 20 conocemos a Lady Eboshi, se establece su liderazgo, su conflicto con los lobos-dioses y se presenta a la princesa Mononoke. Esta vive con los dioses-lobo y su primera acción es intentar matar a los humanos, que logran vencerles temporalmente con sus armas de fuego.

Respecto a El castillo ambulante… Lo primero que vemos es al susodicho. Después, a la protagonista, Sophie, una sombrerera que no tiene muchas amigas y dedica demasiado tiempo de su vida a trabajar. Se nos da información sobre el castillo, que habita un mago de mala reputación llamado Howl al que (en teoría) le gusta arrancar corazones a bellas jóvenes. Para el minuto 5 Sophie, de camino a visitar a su hermana, recorre una ciudad repleta de desfiles de soldados. Claramente hay una guerra y la película deja claro lo que opina sobre la misma y los hombres que participan en ella cuando dos soldados intentan acosar sexualmente a Sophie. A su rescate llega un misterioso y atractivo hombre con poderes mágicos. A este, a su vez, le persiguen unos extraños seres. Para escapar de los mismos, el hombre coge a Sophie y sale volando. De inmediato se establece un lazo entre ambos cuando este joven hace participar a Sophie de la experiencia mágica, enseñándola a caminar sobre el aire y asegurándole que ha nacido para algo así. La deja galantemente en su destino, el bar donde trabaja su hermana, para el minuto 7, y se marcha tan rápido como ha llegado. Sophie comprende que este hombre era, quizás, Howl, que los rumores sobre él son mentira y comienza a suspirar por él aunque su hermana insiste en repetir que este habría podido robarle el corazón. En el minuto 10 una mujer imponente, que más tarde se presenta como la Bruja del Páramo, se presenta en la tienda de sombreros de Sophie. Es grosera con ella, se muestra celosa por su intercambio con Howl, y sin más decide convertirla en una vieja. En lugar de venirse abajo, al día siguiente Sophie abandona su hogar y sobre el minuto 15 ha salido en busca de Howl, la fuente de sus desgracias, porque necesita que algún mago la cure. El minuto 20 finaliza con Sophie, guiada por un espantapájaros mágico, entrando al Castillo Ambulante. Es decir, aun siendo una viejecita ha alcanzado sin muchos problemas su destino.

¡Bien, ya hemos terminado con este largo rodeo! ¡Vamos de una vez con Memorias de Idhún!

Un chico pedalea en bicicleta a casa con aire angustiado. Un perro ladra y retrocede al interior de su caseta, asustado por una presencia. El chico llega a su casa y, una vez dentro, encuentra a su padre sentado mirando la televisión. Por algún motivo, el niño corre hacia él gritando y, cuando le sacude la mano, su padre cae de lado. Muerto. En el minuto 3 el chiquillo sube las escaleras y encuentra a un hombre, al que llamaremos Hombre A, delante del cadáver de su madre. El protagonista, Chico A, carga hacia delante, furioso y Hombre A le ataca con un rayo mágico que lo tumba, sin matarlo ni herirlo de gravedad. Es entonces cuando aparece Chico B de la nada, afirma que estaba buscando al protagonista, y lo mira a los ojos, trasladándolo a una especie de dimensión morada donde ambos aparecen frente a frente. Chico A comprende que va a morir mientras se le ponen los ojos en blanco. Entonces un desconocido, al que llamaremos Hombre B, llega para enfrentarse al joven asesino. Hombre A intenta matar al protagonista, que resulta protegido por otro hombre desconocido al que llamaremos Hombre C. En el minuto 4, Hombre B y Hombre C escapan mágicamente con el protagonista. Para el minuto 5, Chico A despierta en un lugar desconocido, lo que no parece causarle ninguna impresión, tras soñar con la alineación de tres soles y tres lunas, y una serpiente alada que se lanza a por él. Más preocupado por su móvil que otra cosa, comienza a explorar el lugar (que funciona con magia, aparentemente, porque no hay electricidad aunque sí aparatos que deberían funcionar con la misma). Hombre C se cruza con él y le explica que sus padres están muertos. El chico se viene abajo, llora, Hombre B lo sujeta, uh… Por algún motivo… Y Hombre C se presenta como Shail, mientras que Hombre B es Alsan, un hombre que no entiende el idioma de Jack (pero Shail sí. ¿Habrá estudiado danés?). Solo para el minuto 7 nos enteramos de que el protagonista se llama Jack, que sus padres quizá venían de otro mundo, que el asesino de los mismos se llama Kirtash (y su compañero, Elrion) y que este se dedica a asesinar a inmigrantes de otro mundo. Shail y Alsan son rebeldes que luchan contra el tirano que controla su mundo e intentan salvar a esta gente. Jack se niega a tragarse nada. La magia no existe. Huye de Shail y Alsan y en el minuto 9 conoce a Victoria, una chica que le da un colgante traductor (tampoco es magia, al parecer). Después de presentarse sonriente, tranquilo y como si sus padres no hubieran muerto, Jack no puede soportar una discusión entre Victoria y Shail sobre magia y se aleja escaleras arriba. Allí encuentra una especie de esfera mágica. La toca y, durante el minuto 12 tiene una visión sobre un apocalipsis con la muerte de muchos dragones. Victoria lo aparta de la esfera, le regaña por haberla tocado y le explica que ha visto el mundo de Idhún. Le habla sobre la muerte de los dragones y los unicornios que provocó el villano Ashran, y que trajo la invasión de los shek, las serpientes aladas. Minuto 15, Jack sigue negándose a creer que exista la magia. Victoria explica que están en una especie de interdimensión llamada Limbhad creada por magos que huían de Idhún. Le muestra el exterior y repite todo lo dicho sobre sus padres, posibles inmigrantes, a los que les persigue Kirtash. Jack decide que se marcha a casa y salta por el balcón, doblándose (o rompiéndose, por cómo suena) el tobillo en el proceso. Minuto 18, Jack no puede abandonar la barrera de Limbhad. Su móvil se apaga y rompe a llorar. Victoria le cura el tobillo con magia. Jack le cuenta que es su culpa que sus padres hayan muerto, porque él sí que hace magia de fuego. Es más, había quemado su habitación hacía poco. Después explica que, en el colegio, sintió que algo iba mal en su casa y por eso volvió deprisa y corriendo. Sí, lo explica en el minuto 19. Poco después Alsan los encuentra, se disculpa por no haber salvado a sus padres y se ofrece a enseñarle cómo defenderse, pero Jack quiere matar a Kirtash y para el minuto 22 todos sonríen con optimismo mientras Jack se une a la causa. El episodio cierra con Kirtash y Elrion, claramente en una relación tensa, y el primero asegurando que encontrará a Jack.

Fin.

P.D.: Kirtash no busca a Jack en ninguna ocasión, si acaso ocurre al revés.

Puede que lo hayáis notado, pero las películas Ghibli presentan mundos enormes visualmente, mientras que lo que ocurre y la información que se deja caer en los primeros diez minutos es más o menos escasa. Apropiada para que no se coma las escenas.

MdI, por contraste, hace lo que se llama sobresaturación de información.

No tengo muy clara la emoción concreta que se supone que está experimentando, pero puedo escucharle soltando un gallo muy estrangulado.

Dejando de lado las interminables diferencias entre estas historias, centrémonos en puntos importantes. Como que aprecio que pongan que la gente respira vaho cuando Kirtash anda cerca. Lo que no entiendo es por qué nadie se congela al cabo de unos minutos. O por qué las ropas de Kirtash no tienen escarcha.

Lo primero es reconocer que el ritmo es un desastre. No sabe dónde hacer las pausas ni cómo gestionar el drama que está viviendo Jack. Si bien el chico no deja de llorar por sus padres, su trauma se deja de lado una y otra vez cuando la trama tiene algo más importante que contarte. Por ejemplo, lore sobre Idhún. O presentar a Victoria. No sé si os habéis dado cuenta, pero Jack deja de llorar, sonríe y bromea con ella. Los gestos dan a entender que le parece bonita y por eso se comporta así.

Inmediatamente después vuelve a recordar la muerte de sus padres y escapa. Luego se olvida mientras tiene la visión y ríe al soñar que vuela. Se queda convenientemente callado mientras Victoria le vuelca encima toda esa información que Jack no debería ni querer saber porque está en plena negación.

«Hola, no tengo ningún motivo para pensar que no eres como esos otros dos locos que hablan de magia y de los que estoy escapando, pero me detendré en medio de mi desplome emocional para devolverte la sonrisa y tener un gesto claramente de anime japonés de rascarme la cabeza en vez de comportarme como una persona normal».

Es decir, no hay consistencia. Este primer episodio tiene momentos de calma que son muy de agradecer en medio de la carrerilla de infodump, pero por desgracia no concuerdan con el estado de ánimo de Jack. Aparte de lo ya mencionado, no hay una elaboración de la tragedia que, por ejemplo, se pueda suavizar cuando la belleza de Limbhad sobrecoge a Jack. Este se queda mirándola con apreciación, casi como reflejando lo que deberíamos sentir como espectadores al ver biología alien, porque sus emociones se descartan en beneficio de lo que la trama quiere contar. Ocurre lo mismo antes, cuando no se muestra asustado ni desconcertado al despertar en un lugar que no conoce, o se pierde tiempo mostrando que la máquina de juegos funciona sin electricidad. Un detalle innecesario y fuera de lugar, porque alguien en el estado de Jack no se fijaría en esas cosas… Y, en realidad, nadie criado en nuestra época se iría fijando en si una máquina encendida está conectada o no. Lo daríamos por sentado. El detalle se podría haber metido más tarde cuando Jack estuviera dispuesto a explorar, no al principio. Pues algo similar ocurre con Limbhad. No sirve a ningún propósito salvo exposición. Su belleza no resulta, por ejemplo, terrorífica para un Jack que se niega a creer en la magia, porque eso sería reconocer que entonces ha sido su culpa que sus padres hayan muerto.

Pero el problema va más allá. Si os fijáis en los resúmenes que he hecho de las otras tres películas, notaréis algo importante.

*sighs*

Todas presentan primero al protagonista antes de que lo sobrenatural intervenga para destrozar su vida. La princesa Mononoke, que tiene el comienzo más acelerado y abrupto, se asegura de no abrumar con palabras sino mostrar una situación muy simple: una bestia quiere destrozar el pueblo de Ashitaka, y este se lo impide. Al cabo de poco abandona su hogar, pero eso no en el minuto 5, sino en el 11. Y La princesa Mononoke tiene muchos más personajes que presentar y desarrollar que estos cinco episodios de Memorias de Idhún (Ashitaka, el monje, Lady Eboshi, San, Toki, Moro, Okoto y la propia Ciudad del Hierro) de modo que no se puede decir que no necesite apurarse. Pero, ah, Miyazaki sabe que el ritmo es importante y que los personajes importantes necesitan ser presentados con espacio y mimo.

Por otro lado, no puedo dejar de mencionar que, en El viaje de Chihiro, la pérdida de agencia de la protagonista desata un torbellino de impotencia y vulnerabilidad. En contraste, La princesa Mononoke presenta una solemne huida adelante de Ashitaka y lo mismo hace, con tono más cómico, El castillo ambulante. ¿Por qué esta diferencia? Porque su protagonistas son jóvenes adultos y Chihiro no. Esa desazón, ese horror, ese convencimiento de que no hay salida necesitan calar hondo y Miyazaki le dedica sus buenos cuatro minutos antes de que alguien la ayude.

Memorias de Idhún dedica cuatro minutos a presentar el drama de un chico desconocido, a presentar innumerables personajes que roban caracterización y tensión a un momento que debería pertenecer exclusivamente al niño que ha perdido a sus padres y está siendo atacado. Literalmente Jack pasa peligro durante menos de un minuto (del 2:32 al 3:30), y casi todo ese tiempo se dedica a una barbaridad de personajes de diseños poco distinguibles que no son verdaderamente amenazantes. Elrion hace daño a Jack, pero no le mata a pesar de que ese es su objetivo. Kirtash se toma su tiempo para… ¿atacar a Jack? Pero tarda la vida y no queda claro para qué le traslada a esa otra dimensión, ya que no hay ningún asalto mental.

Hola. Aquí estoy. No voy a hacer nada excepto mirar a Jack (cosa que ya he hecho fuera de esta dimensión), pero no pasa nada porque cuando llegue Alsan se pondrá a sacudir su espada lás… Quiero decir, su espada mágica, en vez de intentar matarme de inmediato, porque es un tío noble y me advierte de su llegada.

En definitiva, nos queda claro que los antagonistas son dolorosamente negligentes.

Pero bueno, el dilema es que falta una base. Al saltarse la presentación del protagonista, MdI empieza muy coja y exige más indulgencia al espectador de la que merece. Lo peor es que es un fallo absurdo, porque aunque pocos han leído el trabajo de Joseph Campbell, en general todo escritor sabe de la existencia del Viaje del Héroe (menos conocen el Viaje de la Heroína de Maureen Murdock, escrito para contrarrestar el paternalismo del primero) y comprende que las historias comienzan en el Mundo Ordinario. En especial si pretendes presentar un mundo de ensueño, ¿cómo vas a elevarlo por encima de lo «normal» si no es trabajando una oposición? Algunos dirán que no es necesario, que, por ejemplo, Luke Skywalker comienza viviendo en un mundo fantasioso… ¡Y es cierto! Pero aunque no todos tenemos que escribir a Harry Potter viviendo en un mundo exageradamente anodino y abusador para que su viaje a Hogwarts sea pura magia, la idea no es tanto lo que te rodea como el estado emocional. Luke vive en un desierto aburrido, sin amigos, sin grandes perspectivas de futuro. Su famosa escena mirando el crepúsculo de los soles, con la abrumadora música ensordeciéndonos, nos muestra perfectamente lo que siente.

Y después Luke lo pierde todo. Es una marcha agria, desesperada, porque no tiene lugar al que volver.

Claro que… ¿Acaso no hay historias que comiencen con acción y fuera del hogar? ¡Desde luego!

Evangelion no se molesta en presentar el mundo ordinario de Shinji, pero tiene 24 episodios para desarrollar su personaje y, más importante aún, toda la serie va de lo Otro. De estar incómodo. De que te arrastren a donde no quieres ir. ¿Se podría haber tomado nota de esto? ¡Oh, sí! Pero Evangelion es una obra que trabaja muchísimo la animación y la espectacularidad de los Ángeles. Si no tienes esos recursos, no debes trabajar como si dispusieras de ellos.

Volviendo de nuevo a Ghibli, tenemos El castillo en el cielo. Esta historia comienza con unas aeronaves y una chica cuyo nombre no sabemos, que claramente ha sido secuestrada por unos hombres. Cuando ciertos piratas atacan su dirigible, la niña deja inconsciente a uno de los hombres, le arranca un colgante, intenta escapar y cae al vacío. En vez de morir, el colgante resplandece y la hace flotar.

¿Qué es lo que pasa entonces? Que se nos presenta al segundo protagonista. Pazu es un niño que trabaja en una ciudad minera, que se lleva muy bien con la gente y que de pronto ve caer a una niña del cielo. Después de ayudarla la trama nos lleva durante varios minutos por su rutina de trabajo y de despertar. Solo después de que los niños hayan establecido una conexión emocional alimentando a unas palomas, curioseando uno sobre el otro y hablando con entusiasmo infantil sobre el colgante mágico (que solo parece funcionar en la chica, llamada Sheeta), se habla del pasado de Pazu, de sus aspiraciones y deseos.

Sheeta es el misterio que pretende introducirnos en la película, y durante casi media hora, los personajes rondan el mundo de Pazu (el ordinario), por el que se van infiltrando militares y piratas para conseguir el colgante de Sheeta. Pazu se limita a ayudarla, y solo después, cuando nos ha quedado claro lo valioso que es este artefacto, que ayuda a evitar una muerte segura a los dos niños en una segunda ocasión, se nos empieza a hablar un poquito de Sheeta… Pero sus secretos todavía tardan un poco más en desvelarse.

El castillo en el cielo es una guía fascinante porque también tiene a una pareja de protagonistas y se las apaña para que ninguno eclipse al otro. No solo eso, sino que lleva de forma impecable la tensión, la persecución de dos grupos completamente diferenciables entre sí, y se toma su tiempo para que Pazu se prepare para abandonar el Mundo Ordinario y acepte la Llamada a la Aventura. Tanto que, hasta el minuto 30 no comenzamos a recibir respuestas. Y no podría importar menos porque el carisma de los personajes y de las persecuciones (divertidas y tensas a la vez) se han encargado de llevar la historia hasta entonces.

Las películas de Miyazaki están muy cómodas con su trama, con sus personajes y lo que quieren contar. No necesitan de canciones a lo Disney, así que son un buen ejemplo a seguir. Pero es que hasta en Disney se aseguran de que los personajes sean presentados y conozcamos sus deseos con lo que se denomina la I Want Song, la canción de «Yo quiero». Pensad en Ariel cantando Parte de él, en Bella cantando cómo quiere abandonar su pueblo, en Hércules diciendo Sé que llegaré, en Anastasia (JA, ahora es Disney y puedo incluirla) con Dónde vas, Moana con su Qué hay más allá o Por primera vez en años de Anna. No son canciones que estén por estar, sino que obedecen a una fórmula que funciona muy bien, y es establecer un deseo que luego se contrastará, si la trama es buena, con lo que necesitan.

Ahora devolvamos nuestra atención a Idhún, a todos los personajes introducidos y el lore descubierto en los 25 primeros minutos…

Y pensemos cuánto sabemos de Jack, Shail, Alsan o Victoria. Os dejo con los últimos tres, porque yo voy a hablar de Jack, el personaje que se supone que nos representa:

Jack es rubio. Tenía un perro. Lanza fuego por las noches cosa que ni se vuelve a mencionar, cualquiera diría que los personajes se emocionarían porque ha visto a un Unicornio, pero no. ¿Magia? ¿Qué es eso?. Sus padres están muertos. Le gusta saltar por los balcones. Es un protagonista genérico shonen que carga adelante sin pensar y que quiere aprender a pelear para vengarse del asesino de sus padres.

Esto ocurre en el mismo episodio en que Jack ha perdido a sus padres, está huyendo de sus salvadores, y hace un minuto que ha negado la magia. Supongo que encontrarse en una simulación donde aprende a volar en cero coma segundos y le hace reír de felicidad es coherente emocionalmente……………………… Sobre todo cuando después hay que volver a hacerle llorar. Menuda montaña rusa.

Se supone que debemos empatizar con este personaje, que va a ser el Harry Potter recién llegado al mundo mágico que no sabe nada y tienen que explicárselo todo.

Pero al menos con Harry teníamos páginas y páginas de experiencias que nos hacían desear esa maldita carta. En la película veíamos su vida cotidiana, cómo le trataba su familia, esos parpadeos de magia con la serpiente y el cristal, el extraño comportamiento de las lechuzas…

Aquí ni siquiera hemos tenido un minuto para desear que alguien salve a Jack de toda la mierda que le ha caído encima. Se da por sentado que debe importarnos Idhún, salido de la nada… Pero, para eso, Alsan y Shail deberían ser los protagonistas.

Esa especie de concatenación de: a este chico le han matado a los padres > eran inmigrantes > resulta que no > el chico tiene magia > por eso se siente culpable, porque sus padres han muerto por su culpa > quiere vengarse de Kirtash > quiere salvar otro mundo… Es un salto enorme para darlo en 25 minutos.

Ah, sí, este gesto de equipo es una escena claramente ganada a estas alturas. Acabo de pensar que sería bonito que se tratara de algún gesto idhunita para expresar compromiso o algo así y se repitiera de vez en cuando a lo largo de la historia.

Sobre todo si el chico no tiene espacio para ser personaje.

Y hablando de Jack…

¿Jack es el protagonista?


Mientras veía la serie no podía dejar de preguntarme por qué Jack aparecía en portada como si fuera el protagonista. A medida que la trama se desenvuelve, resulta evidente que apenas tiene agencia. Esto, de por sí, no es malo. De hecho, Jack sufre porque carece de poder. La mitad del tiempo lo pasa peleando con quienes le rodean para intentar hacer oír su voz y sus opiniones. ¿El problema? Que la trama lo desdeña y ridiculiza. Esto, en sí, tampoco debería ser malo… si hubiera alguna clase de aprendizaje. Ya sabéis; alguien se emperra en hacer una cosa, la fastidia y aprende a no tropezar con la misma piedra. Por ejemplo, Jack se acerca a Kirtash mediante una proyección… Porque, vamos a decirlo, es… ¿es lógico? El Alma puede encontrar a cualquier persona, Kirtash no se esconde, Jack piensa que si le encuentra y sigue podrá evitar asesinatos, así que todos contentos. Hasta podría haber salido bien parado de no haberse acercado tanto a Kirtash, por lo que es capturado momentáneamente y casi lo paga con su vida. En lugar de aprovechar tal trauma, la historia insulta su inteligencia y tira para adelante, porque resulta que lo que Jack ha hecho es útil y permite que la Resistencia haga algo aparte de mirar las musarañas. En cierto modo, se le recompensa por su atrevimiento.

Es que no se dan cuenta, PODÍAN HABER ESTADO ESPIÁNDOLES TODO ESTE TIEMPO.

Esto es… problemático, porque no repercute en Jack, que no aprende nada, ni tampoco reaviva el trauma de haber estado dos veces al borde de la muerte. Suele pasar que situaciones así dejan marca, pero para qué pedir un mínimo de inteligencia emocional a los guionistas, ¡la trama tiene prioridad! Así que llamemos idiota a Jack, pero recojamos el fruto de sus esfuerzos. Y todo sigue igual.

En realidad ni siquiera comprendo por qué se le insulta, cuando no creo que se pueda culpar a un niño de 13 años por sumar dos más dos viendo la incompetencia de sus mentores. Ninguno le ha advertido que Kirtash puede leer mentes. Ninguno le ha enseñado básicamente nada sobre Kirtash. Casi todos los errores que comete Jack se podrían sortear con facilidad si sus mentores se molestaran en enseñarle a valorar a su enemigo, en lugar de hacer exposición de lore. Mostrarle cómo lidiar con sus emociones y madurar parece ya ser demasiada tarea para los personajes, pero habría estado bien que le dedicaran un minuto de su tiempo en vez de mostrarme cómo Kirtash y Elrion se reflejan en un ordenador a pesar de no estar frente al mismo.

Volviendo al tema del protagonismo, aparte de no avanzar como personaje, aunque toma decisiones, estas no tienen peso emocional en la trama. Es Alsan quien se mete solo en la boca del lobo, es Shail quien decide abandonar sin matar antes a Alsan para ahorrarle torturas sin cuento o que le saquen toda la información de la cabeza en un interrogatorio mental. Uno que no ocurre porque… Ni idea. Dado que Kirtash puede leer mentes, es muy increíble que no aproveche con Alsan para sacar cualquier tipo de información útil.

¿Dónde estábamos?

Ah, sí. Es Shail quien idea el plan más estúpido posible para rescatarle, es Shail quien muere protegiendo a Victoria y, por fin, llega la única decisión que toma Jack a la que se le otorga peso argumental y emocional: ir detrás del príncipe. ¿Qué ocurre entonces? Que la historia se desentiende de él. El final está dedicado a Victoria y su acosador particular, no a Jack, que de pronto debería encontrarse solo, asustado y abandonado… Lo cual crearía un paralelismo muy bonito con el comienzo, si este se hubiera construido bien.

Sé que existe esta escena. Se da después de mostrar a Victoria sollozando. Y aquí Jack es un palo sin sentimientos, que ni se deprime, ni tiene frío, ni nada. Se limita a seguir caminando. El interés por su personaje y su situación es nulo. ¡Tiene un objetivo, qué más da lo que le haya ocurrido! ¡Está determinado a seguir, eso es lo que importa!

Es decir, si se va a hablar de que el mayor pecado de Jack es tener 13 años y comportarse con la impulsividad de un adolescente, idea que creo que ronda por ahí pero nunca se desarrolla, este era el lugar donde debía hacerse si no iba a dejársele tomar ninguna otra decisión de peso. Que su impulsividad le llevara a estar solo… Con ayuda de la crueldad de Victoria.

Así que… ¿Jack no es el protagonista? Pues no. Puede que se venda como tal, pero, a su convulso modo, el anime da a entender que comparte tal papel con Victoria. O, más bien, que le va cediendo su posición a la chica, pues esta reclama cada vez más guion, más encuentros con Kirtash, un asomo de relación con Shail, el desafío de dominar su magia, una relación directa con Idhún a través de Lunnaris y un luto por Shail que de verdad afecta a su personaje. Ese que no se ha dado a Jack, aunque ha perdido a sus padres.

Técnicamente Jack también comparte estos elementos, pero el guion los olvida. ¿La precognición? Desaparece. ¿El fuego? No se menciona de nuevo. ¿La posibilidad de que sea un mago? Vaya, ni se plantea. ¿Los sueños con las serpientes y los soles? Eh… Sí, están ahí y a nadie le importan. ¿Su relación con Alsan? Son escenas de entrenamiento que, en su mayoría, resultan ser sosas porque se da peso a la acción. Una acción mediocre, sin personalidad y que hace las veces de relleno en una serie que no puede permitírselo, donde no se desarrolla una dinámica clara entre ambos personajes. Si acaso, después vemos cómo todo culmina en intercambios tóxicos que no se superan ni se vuelven a examinar. No hay equivalentes a la entrega del colgante con Jack y Alsan, solo una bofetada, palabras bruscas y una clara indicación de que Alsan infravaloraba a Jack. De lo contrario este no habría demostrado ser capaz de usar armas mágicas todopoderosas y hacer frente a Kirtash.

Sin embargo, lo más grave teniendo en cuenta el final es que la trama se niega a plantear por qué Jack se encariña de Alsan. Los guionistas no se atreven a plantear que un niño de 13 años que acaba de quedarse huérfano desee intensamente la aprobación y el cariño de un joven adulto. Y como parece que en esta historia Shail y Jack no pueden desarrollar una relación porque eso se interpondría entre el primero y Victoria, y viceversa con Victoria y Alsan, pues no hay influencias adultas positivas en su vida.

Pero nada de esto se trata ni se destaca de forma consciente. Es algo que deduces tú si te dedicas a analizar desde fuera. De hecho, la serie no se esfuerza por enfocar a Alsan como el agente tóxico que es en la vida de todos los personajes (su relación con Shail es inexistente salvo ese atisbo de cercanía cuando este descansa sobre sus rodillas), sino que quiere presentarle como una figura trágica.

He visto mucha coña con que esta es la mejor escena, pero abofetear a un crío con tal fuerza que lo mandas al suelo no me parece algo para celebrar. Y menos cuando te lo plantean y se olvida al momento.

Para eso, claro, tendría que tener contexto, desarrollo. Evolución. Y eso no va a pasar porque si ni Jack, supuesto protagonista, goza de esta importante característica de todas las historias, menos lo van a hacer Shail y Alsan. Como venimos diciendo, el argumento se come todo. Es más importante que Victoria tenga encuentros con Kirtash, que se nos muestre a este cazando aunque ya le hemos visto en acción y cada interacción sea repetitiva e innecesaria (porque no aporta nada nuevo ni en guion ni en placer visual), en vez de desarrollar relaciones significativas entre los personajes que estallen en nuestra cara cuando un adulto muera y otro desaparezca.

Lo triste es cómo se presenta a Jack como protagonista y luego la trama pasa a Victoria. No porque ella tenga más importancia, sino porque no hay balance alguno entre ambos. La historia comienza con Jack y luego se dispersa. En lugar de seguirle firmemente, asumiendo que solo tenemos cinco episodios y a algún personaje tendremos que aferrarnos, los otros empiezan a acaparar cámara. No hay forma de sentir a Jack, porque pasa a ser un chico genérico shonen que quiere venganza, solo que sin la emoción de Eren Jaeger, la simpatía de Naruto, la franqueza de Gon Freecs o la extravagancia de Luffy. Pero aun así podría estar bien si hubiera alguna clase de desarrollo.

Ahora, habrá alguno que esté pensando: las historias de hora y media no necesitan tener un único protagonista. ¡Y es cierto! Básicamente todas las películas que hemos mencionado como ejemplos tienen a un protagonista y un deuteragonista. Chihiro-Haku, Ashitaka-San, Sophie-Howl, Pazu-Sheeta, Anastasia-Dimitri, Hércules-Mégara, Bella-Bestia… En su mayoría son intereses románticos, o amigos que algún día podrían ser pareja (Chihiro-Haku, Pazu-Sheeta), y juegan en una dinámica para pasar de desconocidos a personas que se entregan la una a la otra. O se separan. Tanto da. Lo importante es que ambos deben cambiar y crecer gracias a la otra persona, y esto no se consigue si el deuteragonista no tiene sus propias escenas. Nunca vemos en sí el pasado de Haku, porque Chihiro es el centro total de la historia, pero cada vez que Haku acude a ayudarla se les dedican unos breves y gloriosos minutos de calma y comprensión que van cimentando su relación. Así, cuando a Chihiro le toca ayudar, no nos preguntamos por qué lo hace. Haku fue su primer aliado, sin él habría desaparecido, no tendría un trabajo ni la oportunidad de salvar a sus padres. Aparte, es evidente que le gusta. ¿Qué más motivos necesita? Confirmar que se conocían desde antes y están prolongando una dinámica que lleva años en pie solo aporta un granito de arena más a su preciosa relación.

En el caso de San y Ashitaka tienen una dinámica tensa que se va transformando en respeto, mientras que Sophie se niega a ver a Howl como un interés romántico por haber sido maldita, pero dedica su película a cuidar de él y conocerle. En el caso de Hércules tenemos breves escenas donde la historia de Mégara, dramática pero tristemente creíble, se presenta y pone en perspectiva todas sus acciones. Es más, su decisión de sacrificarse y no traicionar a Hércules es poderosa porque sabemos lo que ha sufrido.

Si de estas casi dos horas de metraje se hubieran dedicado diez minutos a crear contexto para Jack, las cosas podrían haber sido diferentes. Imaginad que Jack vivía feliz con su familia, cosa que solo podemos suponer por la foto y que nunca comenta nada de sus padres, para bien o mal. Por cierto ¿qué pasó con esa foto? ¿Para qué se la lleva Kirtash? ¿La tiene colgada en su cuarto? ¿Se llevó al shiba también o este desapareció como el gato que hay por Limbhad? Imaginemos que todo empieza dedicando un minuto o dos a una escena donde se despierta de una pesadilla horrible y su cuarto está calcinado. Sus padres llegan preparados, lo cual deja claro que ha pasado más de una vez, le abrazan y le dicen que todo va a arreglarse. Con eso ya sabes que Jack tiene poderes, que no los controla, que su familia está para él. Ya que el anime insiste tanto en que Jack se niega a aceptar la magia, se debería dejar claro que estas erupciones de fuego le dan terror con el chico echándose a llorar o viniéndose abajo porque otra vez está pasando. Las anteriores podrían haber ocurrido visitando a unos parientes, o de vacaciones en Inglaterra, justificando así que nadie le encontrara porque sus padres decidieron poner pies en polvorosa.

Pero si se quiere, es perfectamente posible poner que Jack se despierta por primera vez usando fuego y sus padres lo mandan al colegio porque tiene un examen importante y están en plena negación también. El mazazo de que este poder, que podría ser tanto maravilloso como terrible, traiga la catástrofe a Jack en un solo día también es una idea poderosa. Se podría aducir que Kirtash o Shail y Alsan deberían encontrarle de inmediato, pero en la serie tiene tiempo de pasar una noche en casa, ir a clase y volver cuando está oscureciendo. Rápidos, lo que se dice, no son. Kirtash y Elrion se toman su tiempo, pero Shail y Alsan todavía más. Así que perfectamente podría ponerse que estaban en otro lado de la Tierra persiguiendo a un grupo de magos y no tenían tiempo para Jack.

Y entonces, Jack vuelve del colegio y sus padres están muertos. Dos personas van a por él. Cuando Elrion le ataca, Jack consigue salir corriendo y hay una pequeña, horrible persecución en la que Elrion juega con él. Kirtash decide poner punto y final al cabo de un rato (y quien me diga que Kirtash está a favor de muertes rápidas e indoloras, por favor, que me reconcilie esta idea con lo que permite que le hagan a Alsan con total recochineo) y le mira a los ojos. En la otra dimensión morada, Kirtash estudia sus recuerdos porque, evidentemente, los padres no eran magos y por su edad Jack no debería poder ser idhunita si ellos no lo son. Justo entonces llegan al rescate Alsan y Shail.

Spoilers del libro: creo que el anime nunca aclara cómo llegaron Shail y Alsan a por Jack. Nadie hizo magia salvo Elrion, a menos que invadir mentes sea magia. En cuyo caso, si esperan a que Kirtash haga magia, cuando asumo que lo de los ojos es cosa de shek y no de magia, lo extraño es que alguna vez puedan salvar a alguien. Luego que por qué Jack se frustra con la incompetencia adulta.

Cuando Jack despierta, está en una casa desconocida. A partir de ahí es cuestión de saber cómo presentar los personajes. Si Alsan es el tipo distante y frío, pero vas a establecer la relación maestro-alumno, entonces no puedes limitarte a esperar que nos caiga bien porque sí. Debe tener gestos con Jack, aparte de lo básico que hace al pedirle disculpas por no haber llegado a tiempo de salvar a sus padres.

Aw, Alsan tocando a Jack de forma amable. ¿Cuándo ocurre esto? ¿Cuando Jack se ha venido abajo por algo de sus padres? ¿Cuando casi muere otra vez a manos de Kirtash? Ah. Cuando se queja porque no le muestra las armas mágicas. Alsan le toca el hombro y asiente muy dramáticamente.

No es necesario que abrace o consuele, acciones más amables que parecen atribuirse a Shail, pero a menos que se quiera plantear literalmente como un mentor abusivo que usa a Jack para descargar su frustración (lo cual sería un argumento muy interesante), entonces… Alsan no puede ser solo un martillo que golpee constantemente. Tiene que tener acciones que contrarresten sus facetas más negativas. En términos simbólicos, ya que parece no saber hablar otra lengua, podría ser él quien le entregara el medallón-traductor a Jack para demostrar que está abierto a una amistad o relación de mentor-alumno donde va a enseñarle cosas. O, por lo menos, su conversión en maestro podría ser más que un mérito trámite. Podría darse cuando Jack está solo, deprimido, incapaz de manejar el fuego que provocó indirectamente la muerte de sus padres, o frustrado porque no sabe qué hacer en Limbhad. Todos tienen una misión salvo él, que todavía está asumiendo la situación. Entonces Alsan se le acerca, le pone una espada en la mano y le dice que entrenando es difícil pensar en las cosas malas. Y a partir de ahí, de este gesto o de cualquier otro, Jack comienza a recuperarse. También podría enfocarse de una forma más negativa, con Alsan enseñando a Jack a vengarse. Porque, por mucho que Alsan desprecie las pistolas porque son cosa de cobardes por disparar a distancia nadie diría que es amigo de magos, el hecho es que este joven es un príncipe «medieval». Su cultura es distinta a la de Jack. Entrenar a niños para que maten, porque las espadas no suelen usarse para otra cosa, es algo normal para él. Y no para Jack. No pretende convertirle en un pacifista, sino imbuirle de sus propias ideas. Y a través de él, de sus pequeños comentarios sobre Idhún o su reino, Jack empieza a sentir interés, siguiendo los mismos pasos que, asumimos, ha dado Victoria.

Es más, pequeñas conversaciones como esta se podrían dar también con Shail, de forma que no fuera todo pura exposición de libro, sino algo sentimental. Algo teñido de nostalgia y de tristeza. Algo que nos hiciera ver por qué Victoria está tan interesada por este mundo mágico, y que permitiera que Jack también sintiera cierta curiosidad.

Porque, para llamarse Memorias de Idhún, la serie no consigue crear una sensación de maravilla alrededor de Idhún. Y no lo logra porque escupe a la cara información que nunca hemos pedido. Es más, cuando Shail muere, se corta un lazo con Idhún que nunca se ha explotado, pero lo más relevante es que Jack va en busca de Alsan porque es… Alsan. En otras palabras, ningún protagonista muestra ninguna desesperación o preocupación por Idhún. Todo gira en torno a sus propios sentimientos.

Esos que no se han desarrollado porque exponer lore y argumento era más importante.

A pesar de toda la exposición, la serie es incapaz de lograr despertar el más mínimo sentimiento por este mundo de leyenda… Y eso es porque los personajes que vienen de este lugar son marionetas de exposición, o asesinos adolescentes fríos incapaces de decir más de tres palabras seguidas.

O psicópatas que quieren crear hombres lobo y mujeres-sexy-leopardo que solo están para posar sensualmente y morir de un golpe.

Victoria no tiene un arco funcional


Bien, si Jack no termina de ser el protagonista, ¿por qué no se podía adaptar para que lo fuera Victoria?

Acosada desde más pequeña por un joven Kirtash al que no se molestaron en cambiar el modelo quinceañero, está más en consonancia con Idhún, se ha imbuido de la ideología de Shail, de Alsan (asumiendo que alguna vez hablan entre ellos, claro), y se ha ido separando de sus amigas porque… porque… Sssssí, así es más creíble que Victoria no quiera abandonar la vida que «disfruta» en la Tierra. Tiene tannnntas cosas que la retienen en su hogar, y perderlas sería horriiiiiiible. Casi igual que con Jack y la muerte de sus padres.

Victoriaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Gobernemos juntos Idhúuuuuuuuuuuuuun. Soy el sueño de toda adolescenteeeeee (no pasa nada con que seas prepúbeeeer, ya creceráaas, además eres muy madura para tu edaaaaaaaaaaad), no soy nada crepyyyyyyyyyy.

Hablando en plata; la vida cotidiana de Victoria es aburrida, fea y la empuja hacia Idhún, así que su decisión de retirarse de la Resistencia (aunque sus últimas palabras la contradigan) es, cuanto menos, contraintuitiva. Se supone que ella es la que tiene más conexión, la que debería arrastrar a Jack hacia la aventura, pero se la presenta como un agente increíblemente pasivo. Igual que con su compañero, Victoria no toma decisiones. La trama las da por ella. Y lo más triste es que se supone que Victoria debería estar desgarrada entre su curiosidad por Idhún, porque ella se identifica con la Resistencia…

 —Entonces es uno de los nuestros.

… y querer mantener a salvo a su abuela. Diría que también a sus «amigas», pero estas solo existen para mostrar que la consideran un bicho raro y así elevar al personaje para que no sea como las otras chicas. Apenas hay mujeres en esta historia, y la única relación positiva entre ellas es menos de treinta segundos entre Victoria y su abuela, lo cual es muy triste porque es un discurso viejo y rancio. ¡Hasta Kirtash se lo dice, que con 12-13 años es muy madura! Y lo es, quiero decir, tiene un diálogo y una voz que parece una chica de 24 años super chill. Eso no suele ser buena caracterización, teniendo en cuenta su edad real.

Soy tan diferente, ah… Si solo supieran… ¿Por qué nadie me entiende?

Pero, aun con el casi inexistente esfuerzo que hay por presentar el día a día de Victoria, del que Jack no disfruta, y que, vamos a ser francos, solo existe para poder meter la escena del metro… Victoria tiene un arco igual al de Jack. Hasta pierden a sus mentores en sucesión de unos pocos días.

La diferencia más importante es que el arco de Jack va un par de pasos adelantado al de Victoria, así que estamos viendo el mismo argumento suceder dos veces. Aun así, hay una clara ruptura final que no se ha ido construyendo para nada.

Este final nos indica que Victoria y Jack tienen ideas muy distintas sobre cómo lidiar con la pérdida de un «ser querido» y de la «responsabilidad de la Resistencia». Ya sea por descuido o porque era la intención, se ha hecho muy perezosamente. Jack no tiene interés en la Resistencia, sino en Alsan y vengarse de Kirtash. Por eso, de golpe, hacia el final absorbe la idea de que deben mantener una Resistencia vs Kirtash sea como sea. En una historia bien hilada, esta actitud sería el resultado de su trauma, de su pérdida, en vez de simple argumento.

Por contraste, Victoria presenta dos ideas contradictorias. Por un lado, que está cansada y quiere rendirse. No piensa en su abuela, ni en su vida general, que va a seguir viéndose afectada por tener a un psicópata adolescente detrás. Simplemente no quiere hacer más.

Pero, poco después, Victoria anuncia que va a seguir luchando. Todo mientras Kirtash la espía cual Edward Cullen a pesar de haber anunciado que, si se cruzaba con él (es decir, que ÉL no va a buscarla) la tendría que matar.

Aparte de ser absurdo, la idea es que Victoria está siguiendo exactamente la misma trama que Jack: ha perdido a su figura paterna, se culpa por ello, y decide fortalecerse.

De ahí que resulte pesado y repetitivo, aparte de escrito así asá. Además, Victoria nunca se ha comportado como una adolescente de 12-13 años. Es «madura para su edad», de modo que su súbito melodramatismo adolescente es un evidente fruto de necesidad de drama y del plot. No es una evolución ~natural~ porque las relaciones de Victoria y Jack con sus mentores son: exposición y entrenamiento.

La forma de mejorar esto es centrarse en sus relaciones, en cositas del día a día, gestos y cosas que te hagan comprender… que a Jack no le importa Idhún. A Jack le importa Alsan, le importa mantener a su «familia» recién ganada porque, de lo contrario, volverá a quedarse como cuando murieron sus padres.

A Victoria le motiva… Uh… Buscar a Lunnaris, sí, hacer los deberes, también. ¿Algo más? ¿Sueña con ir a Idhún? Algo parece insinuarse cuando Shail le da su colgante. Ese que no se ve en ninguna parte hasta que tiene un papel en la trama. Permitidme un breve rodeo antes de volver a las motivaciones de Victoria, porque el colgante tiene tela. Podríamos compararlo con el que la prometida de Ashitaka le entrega y este da, a su vez, a San cuando se ha enamorado de ella. Un movimiento bonito y a la vez mezquino, pobre Kaya. Pero el caso es que el colgante no sale de la nada. MdI podría haberse ahorrado la exposición con el cable no conectado de la máquina de juegos y mostrar gestos que tenga Shail y que demuestren lo importante que es el colgante para él. Que lo toque nerviosamente cuando está ansioso, por ejemplo. Con eso bastaría.

Ah, sí, esa escena en la que un personaje hace un gesto dramático o habla de su familia antes de un plot point y es tannnn evidente que va a morir que solo te importa si le has cogido cariño.

Hay que reconocer que una serie como MdI no puede permitirse ni soñar con el despliegue de animación de Ghibli, pero si vas a plantar una idea, tienes que hacerlo antes y recogerla después. Películas simplísimas como Mad Max: Fury Road lo hacen con una belleza impecable, y esta cinta en concreto debería ser ejemplo para muchos animadores ya que no contó en sí con borradores, sino storyboard.

Pero bueno, fin del rodeo. Volvemos a Victoria. Sabemos que hace magia desde pequeñita, y que le gusta aprender, pero no sabemos por qué. ¿Está ahí solo porque sabe que la van a proteger y cuando por fin cree que va a poder ayudar a los demás, a defenderse de Kirtash, lo pierde todo? ¿Por eso decide protegerse solo a sí misma y dejar de luchar por curar/salvar a los demás? ¿Por eso libera a Alsan? Victoria podría ser más una superviviente del aquí y ahora, porque el mañana da miedo con asesinos rondando, y por eso se comporta de forma tan egoísta con Jack hacia el final de la historia. Y, como digo, es una niña de 12 años. Tendría su lógica, podría hacerse bien si se la enfocara como la niña que es y no una adulta hecha y derecha para poder shippearla con el malo de turno.

Creo que me alegra que la escena esté ridículamente animada. ¿Os imagináis que se hubieran reservado el dinero para una escena de acoso sexual + amenaza de asesinato?

Si se hubiera hecho bien, que Jack y Victoria fueran dos niños traumatizados con prioridades distintas derivaría, sin problemas, en un choque doloroso. En erizarse como los adolescentes que son, dejarse llevar por la ira, y permitir que una decisión estúpida los aísle a ambos.

Sobre que Victoria no haga amago de ir a buscarlo, aunque sabe que hay un asesino detrás de él, ya es una cuestión que no sé cómo afrontar. La trama baila muchísimo con las capacidades del Alma. Esta es capaz de encontrar a cualquiera siempre que no se esconda con magia. Alsan no es un mago, da completamente igual que no le diga a Victoria a dónde va a parar; si el Alma es capaz de encontrar a Kirtash y a Elrion, también debería ser capaz de dar con Alsan…

Y con Jack.

Incluso si se explicara bien que no se puede dar con nadie que no haga magia, Alsan es un hombre-lobo y Jack lleva una espada que lanza fuego.

No hay excusa.

Pero asumamos que no hay forma de dar con Jack.

No mostrar a Victoria arrepintiéndose de haber dejado a su «amigo» expuesto, solo, sin dinero y siendo menor de edad… Vale que los adolescentes pueden ser malévolos, pero hay una diferencia entre tener arrebatos crueles y ser mala persona.

Así que, en definitiva, el arco de Victoria es una especie de copia del de Jack, pero que no se diferencia ni distancia hasta el último episodio, cuando se meten todos los ingredientes a la fuerza.

Como con todo, Victoria necesitaba espacio para ser personaje. De hecho, y dada su casi inexistente diferencia de rol con Jack, perfectamente podría haber sido ella la narradora principal. Quizá la historia se habría beneficiado de ello, dado que es evidente que quiere depositar más peso argumental en Victoria (o más bien a su «romance») que en Jack. Pero asumamos que no se «puede» cambiar nada. Que hay que mantener el orden del libro a riesgo de muerte. Que, por fuerza, todo debe empezar con Jack, aunque luego ella tenga más escenas y le incluyan un acosador sexual que se ha olvidado de que iba a matar al protagonista inicial. Eso ya se verá «en otra temporada».

«No puedes escapar, criatura, me bajaré en la siguiente estación y volveré a por ti». «Que te lo ha creído, vas hacia Gran Vía y la estación lleva AÑOS CERRADA». «¡Noooooooooo!»

Aun así habría que asumir que se debe recortar y readaptar lo ocurrido en el libro. Habría que volverse hacia películas que traten a dos protagonistas de, teóricamente, la misma importancia. Podríamos estudiar Frozen, y en seguida nos daríamos cuenta de que no nos sirve porque establece una dinámica donde las dos hermanas están siempre separadas, y que la dinámica es Anna yendo detrás de Elsa. No se puede aplicar esto a Victoria y Jack porque viven juntos, el secuestrado es Alsan y luego Victoria manda lejos a Jack. Esto tacha de inmediato tantas otras historias como Coco, donde los protagonistas colaboran entre sí y terminan descubriendo secretos del pasado, o incluso Moana porque ni Victoria ni Jack tienen la autoridad de la que dispone Maui y que Moana necesita para continuar su viaje.

Así que, una vez más, aterrizamos en una película Ghibli. Concretamente en El castillo en el cielo, que comienza con Sheeta, pero traspasa el punto de vista a Pazu hasta que vuelven a quedar separados y Sheeta averigua cosas de su pasado. En Memorias de Idhún Victoria no quiere ocultar nada a Jack, salvo lo de Lunnaris, porque es una Hermione Granger 2.0 que se dedica a explicarle todo a Harry 2.0, de modo que desaparece la tensión de la trama. Sin embargo, esta podría establecerse de otra manera. En el punto que ambos comparten:

Kirtash.

Esta es una de las pocas escenas que me dejó asintiendo. No era muy buena, pero lo intentaba. Nice moment. ¿Y por qué? Porque crean un lazo a través del trauma de Kirtash. Simplemente el ritmo es malo y todo sigue subordinado a la trama.

Bueno, también está el hecho de que se «supone» que los dos son magos o semimagos. Ya sabéis, Jack explota en fuego, sueña con dragones y sheks… ¡Ah, que la trama lo olvida! Pues dejémoslo de lado también.

Si se mantuviera el abrupto comienzo de la serie (que seguiría necesitando de más tiempo con Jack siendo perseguido y acorralado), y luego viéramos las cosas desde el punto de vista de Victoria, que está ahí cuando lo traen inconsciente y lo vela durante el tiempo que está así, intentando planear con Shail cómo decirle las cosas, de inmediato nos invitaría a establecer una conexión emocional. ¿Por qué? Bueno, porque Victoria está proveyendo de consuelo a Jack antes incluso de que se despierte. Sabemos que está aquí para ayudar, que seguramente será nuestra guía.

También, claro, podría mantenerse el punto de vista de Jack y retrasar la introducción de Victoria para hacerlo de forma mucho, mucho más impactante. En vez de estar haciéndose quién sabe qué para beber (apartada, desconectada de lo que ocurre en Limbhad. Es decir, sin interés por Jack o lo que está ocurriendo en la historia), podría aparecer un par de horas o días después de la llegada de Jack a Limbhad. Y sería una entrada ruidosa, nerviosa, porque ha escapado por muy poco, a que Kirtash la mate en el metro. Para colmo, probablemente ha provocado la muerte de toda la gente de ese tren de metro que ha aplastado. Poco importa que el conductor se haya teletransportado al exterior mientras la cabina se convertía en un acordeón, un tren que circula a cierta velocidad y se estampa con un muro que lo detiene en seco es equivalente a muchas muertes. Cualquiera diría que es una escena innecesaria que se come tiempo.

Así que Victoria llega asustada, llorando, y Jack escucha a escondidas. Reconoce el nombre de Kirtash. Cuando Victoria se ha calmado un poco, Jack se acerca y hablan sobre lo ocurrido. Con esto no solo nos saltaríamos muchas escenas innecesarias de exposición, sino que permitirían un mínimo período de trauma y luto para Jack antes de introducir a otro personaje más. ¡Y no se habría cambiado lo ocurrido, simplemente se metería después de asentar algo emocional que no exija una inmediata explicación, como ocurre con el medallón!

Se «perderían» un par de episodios en cimentar la relación de Victoria con Jack, y la de ambos con sus mentores, pero ya que todo el drama es la perdida de sus mayores… ¿No es precisamente lo que necesitaba? Victoria no tiene un arco relacionado con Idhún, sino con Shail, Jack y, quizá, su abuela/vida cotidiana. ¿Cómo vamos a sentirnos mal por ella y su forma de comportarse al final si no hemos vivido sus pérdidas, si no ha tenido un arco propio que vaya marcando las diferencias con Jack?

La respuesta es sencilla: no se puede. Los únicos que disfrutarán del convulso final serán los fans del libro porque podrán proyectar…

Y nada más.

Conclusión


Podríamos hablar de los diálogos, de cómo Memorias de Idhún ha sacado muy buena nota en sus recursos para conseguir que tus enemigos no impongan (y no solo por culpa del doblaje o la animación) o de cómo el resto de episodios son tan desastre como el primero, pero sería redundante tras más de veintitrés páginas de word.

Memorias de Idhún ha actuado como si pudiera adaptar la primera parte de un libro de muchas páginas y, ¡sorpresa!, no ha cumplido. No hace falta haberse leído la novela para saber que te encuentras ante una obra incompleta, recortada y aglutinada a duras penas para que encaje dentro de dos horas de metraje. Y sabiendo que, sin duda, se ha tenido que descartar una barbaridad de material, resulta más indignante que nunca darse cuenta de que el resultado final se debe al conservadurismo.

Durante años, Laura Gallego aseguró que no habría adaptaciones de sus historias a películas porque cambiarían el libro.

No, no va a haber versión cinematográfica de Memorias de Idhún. Son 2300 páginas de historia y dudo mucho que eso se pudiera llevar al cine sin cambiar o quitar buena parte del argumento, así que prefiero que las cosas se queden como están. De todos modos, en el improbable caso de que se vendieran los derechos, no sería yo quien decidiría quiénes iban a ser los intérpretes. Normalmente el poder de decisión del autor una vez que vende los derechos es nulo. Así que las decisiones sobre la película, guión, actores, etc… no dependerían de mí, sino de los productores. Ese es otro de los motivos por los cuales prefiero que no se haga ninguna película.

Esa opinión, evidentemente, no ha cambiado. De ahí que este guion, donde ella es coautora, se ha afrontado con la firme decisión de que las cosas no deben cambiar ni adaptarse… Y para ello se ha mutilado la historia, convirtiéndola en un pálido reflejo de una novela que se escribió hace dieciséis años.

No puedo dejar de preguntarme si nadie se da cuenta de que esto es cambiar algo, solo que sin favorecer el producto. En manos de un buen guionista, de alguien que conociera el medio, Memorias de Idhún no habría sido igual a esas 2300 páginas, pero podría haberse convertido en un anime que se sostuviera por sí solo. Con la ayuda de la autora, ¿qué no se podía hacer? ¿Quién mejor que ella para transmitirnos versiones de sus personajes que puedan moverse en pantalla?

Puede que nunca sepamos cómo sería una película de Memorias de Idhún, pero sí cómo es un anime donde la autora participa. Y es uno recortado, sin personajes reales, sin nada más que una glorificación del lore que tantos años le llevó crear.

Pero, eh, al menos los fans shipean Shail-Alsan.

Algo es algo.

Mis pensamientos finales son para los animalitos de la serie; el shiba y ese gato en el que se gastaron animación y nunca volvió. Se merecían algo mejor.

Me gusta imaginar que Kirtash tiene pinchada esta foto en la pared de su cuarto, y que un día Victoria o Jack entrarán y se quedarán rayadísimos al verla.

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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