Analizando Houseki no Kuni #7. Hibernación

En el episodio anterior de Houseki no Kuni, Bortz evitaba por un instante que los gemelos Ametyhst acabaran en manos de los lunarian. Además, plantaba cara a un paralizado Phos, que no fue capaz de moverse ni para avisar al Maestro de lo que iba a suceder.

Y, la verdad, deberíamos considerar que esto es un error de los Amethyst. Fueron ellos quienes indicaron a Phos que se quedara a «mirar y aprender» cuando desde el primer episodio se deja claro que las gemas deben volver corriendo a avisar al Maestro para que se libre de los lunarian. Phos, evidentemente, no sirve para pelear, así que el movimiento más útil habría sido ese: que fuera el veloz mensajero y salvara así vidas mientras acumula experiencia.

Abrimos, en todo caso, con Rutile pegando a las gemas de nuevo. ¿Por qué empezar por las piernas y no la cabeza…?

Los Amethyst despiertan con tranquilidad, sin traumas. Es el día a día, al parecer, saber que han estado a punto de destruirte y llevarte a la Luna. Una realidad bastante triste, porque evidentemente estaban aterrorizados mientras la maquinaria lunarian los destrozaba. Pero la sociedad de las gemas ha normalizado la situación y no estoy muy segura de que eso ayude demasiado a su estabilidad mental. Como se verá más tarde, Phos no sabe confesarse con la gente y eso influye en que se vaya viniendo abajo. Ni Rutile ni Red Beryl comentan nada. Red Beryl solo les peina. Podrían ser muestras de cariño, pero… Es inquietante.

Phos, entre tanto, pide perdón, decepcionado consigo mismo. Los Amethyst son más maduros y reconocen que fue culpa de ellos por intentar lucirse.

Demostrando una vez más que las gemas han normalizado demasiado las casi-muertes, Alexandrite —que está obsesionado con que lo llamen Alex-chan— llega a toda velocidad para preguntar por el nuevo tipo de lunarian, que empleó fragmentos de Sapphire. Conociendo la historia de Alexandrite, debe estar emocionado y esperanzado tras siglos de inamovilidad, pero no quita que sea bastante brusco venir y preguntar por… la cosa que te ha descuartizado.

Phos está tan afectado, tan frustrado consigo mismo que ni se queda a intentar explicar nada —cuando podría haberlo hecho para convertirse en el centro de atención—. Corre. Huye. ¡No puede volver a bloquearse así, no cuando por fin puede hacer algo útil! Se cruza por el camino con Cinnabar, pero se esconde.

—¿Qué podría decir ahora mismo?

No quiere confesarse con él ni buscar apoyo. Cinnabar está, después de todo, en una situación peor.

Y comienza a nevar. Se acerca el personaje más importante para Phos, al menos tal y como el guion lo establece, porque es emocionalmente el más cercano. Por Cinnabar ha intentado cambiar, sí, pero es Antarcticite el que marca para siempre a Phos. Uno al que no podrá evitar recordar cada vez que llegue el invierno, momento en que hasta Cinnabar desaparece y se va a dormir.

La idea de que las gemas hibernen es interesante y se deriva de su necesidad del sol. Por supuesto, si un par de noches las dejan fuera de combate, un invierno entero con poca luz debe ser fatal. Así que se preparan para dormir. Se podría decir que casi son vacaciones y una época de fiesta, porque solo nos vestimos de forma diferente para conmemorar momentos. Y, aunque únicamente vayan a dormir, como señala Diamond mientras van cubriendo la gran sala en la que se reúnen, ¡Red Beryl tiene que preparar trajes bonitos sí o sí!

No ha debido pasar mucho tiempo desde el incidente con los Amethyst, porque Phos sigue desanimado. ¡Tampoco es que esperáramos que ayudara a organizar nada! Pero se le nota deprimido y le da tanta vergüenza ver a Cinnabar —qué tristeza pensar que siempre está solo— que se niega a llevarle las ropas y mantas cuando Rutile se lo pide.

Para nuestra sorpresa, aunque qué menos, porque si no tenemos al protagonista para explorar el invierno a dónde iría la historia, Phos señala que no tiene sueño y que está considerando no hibernar. Como ya viene siendo habitual se nos planta un discurso explicativo sobre por qué deben irse a dormir. Lo importante es que aparece el nombre de Antarc.

—Soy igual de duro que él, ¿por qué no puedo hacerlo (patrullar)? No es justo.

Mientras tanto se nos muestra una bella escena de cómo Antarc va abandonando su estado líquido. Habría estado bien que se insinuara alguna que otra vez en los anteriores episodios, o al menos el inmediatamente pasado, porque da la impresión de que simplemente se rehaga en esta hora y minuto. Pero dejemos eso de lado mientras Rutile nos explica los detalles que ya todo el mundo debería saber y disfrutemos de la imagen, porque los colores y la composición son preciosos.

Otra cosa es imaginarse cómo debe ser la vida para Antarc. Asumiendo que nació en invierno y así lo encontró el Maestro, la primera vez que se deshizo… No quiero imaginar el trauma. Además, parece que siempre vive solo con el Maestro, sin más compañía, pero aun así se encarga de asegurar el sueño del resto de gemas. Una vida solitaria. Es comprensible que sea algo posesivo y que exija mimos, pues. En uno de sus comentarios del manga, la autora señaló que Antarc estaba acostumbrado a vivir como un hijo único, así que la presencia de Phos es divertida precisamente por eso.

Las gemas se van a dormir, poniendo una buena separación entre todas, seguramente para no darse golpes mientras ruedan durante los meses que les quedan por delante. Es encantador que se ponga detalle en cómo cada uno duerme en una postura diferente, algunos incluso abrazando almohadas. Quién iba a imaginar que Bortz no duerme como un samurai y es de los que adoptan postura fetal… Rutile mantiene su aire erudito incluso en el sueño, muy apropiado.

Cinnabar, por otro lado, ni siquiera se cubre y se mantiene en su cueva, solo. ¿Podemos llorar ya?

Escenas como la que vienen a continuación, donde aparece el Maestro sin gemas a su alrededor, nos dan algunos detalles de su personalidad. Se nos muestra la mesa que rompió, parcheada tal cual (se ve que no les gusta tallar cosas nuevas y que, como dijo Phos, cuidan de lo que tienen hasta que se vuelve inservible). Me pregunto si estará pensando en los humanos, en la posibilidad de que de verdad estén bajo el mar.

Entonces llega Antarc. Su paso firme y su forma de actuar, como si fuera un militar, son bastante sorprendentes. Quitando a Jade y Bortz, las gemas no suelen ser demasiado serias. Pero bueno, no tiene con quien competir ni nada similar así que es de suponer que ha desarrollado este tipo de actitud aprendiendo del Maestro.

—Trabajar solo cada año debe ser solitario. Mis disculpas.

El agua moja, Maestro Kongo.

—P-para nada. No me siento solo ni nada similar, pero… Nuestra tradición anual… ¿Puedo?

—Ven.

¿Las gemas pueden sonrojarse? Porque Antarc se está sonrojando. El caso es que la escena es encantadora y adorable. Antarc, como «hijo único» tiene una relación más cercana con el Maestro, ¡hasta el punto de abrazarse! Creo que solo los Amethyst se pegan tanto —o Diamond estrujando a Phos—. Mirad la cara de felicidad de Antarc mientras el Maestro le acaricia la cabeza. Con cosas así, alternando un diseño atractivo, una forma de lucha badass y sus momentos de ternura, se logra en tan poco tiempo que Antarc nos despierte cariño.

Y así se lo puede matar pronto y duele igual.

Phos ha estudiado la escena desde detrás de una columna —que se haya quitado la ropa de dormir dice bastante de sus intenciones— y sinceramente creo que está ardiendo de celos por dentro.

Antarc grita de vergüenza. ¡Cómo se atreve a verle alguien siendo cuqui con su Maestro! Se ve que se esfuerza por cultivar una imagen de dureza y frialdad frente a los demás. Por otra parte, reconoce de inmediato a Phos. Ya que se dedica a echar mantas por encima a los sonámbulos, quizá ha aprendido a reconocer a todas las gemas mientras estas duermen. No sé si es mono o triste.

 

Phos señala que no tiene sueño y pide permiso para quedarse despierto, que el Maestro concede. Imagino que se dijo que, como hay pocos días despejados, siempre podría estar ahí para salvar a las gemas si era necesario.

Antarc, horrorizado por la perspectiva de tener que cuidar de Phos, empieza a protestar. Y ahora no dejo de preguntarme si el sacar a colación la pequeña tradición de los abrazos es simple curiosidad o Phos está aprendiendo a manipular un poquito a la gente. En cualquier caso, funciona.

Con todo, Antarc está irritado. Iba a ser un invierno como cualquier otro, él solo con su Maestro, pero ahora resulta que Phos va a estar ahí. Así que se asegura de dejar claro que sabe que es torpe e inútil y asume que se siente culpable por haberse metido en algún lío con sus piernas. Lo cual es, como señala Phos una y otra vez, justo lo opuesto. Porque no hizo nada.

—Es tan frustrante que no puedo dormir. Además, he escuchado que te deja exhausto intentar estar despierto durante el invierno, así que quería intentarlo.

Atentos a la escena. Phos se resbala y Antarc le tiende su espada (irá evolucionando cómo se acercan el uno al otro) para ayudarle a levantarse. Pero Phos termina por soltarse y darle la espalda mientras comenta que quiere probar a aguantar el invierno despierto.

Es decir, se está castigando.

Antarc, quizá intuyéndolo o tocado porque no esperaba algo profundo de Phos, acepta dejarle una de sus tareas. A Phos NO le hace gracia pensar que será duro, pero está dispuesto a no echarse atrás esta vez.

Eso dice el pobre, pero no está preparado para abrise camino entre… ¿Pero cuándo ha nevado tanto? ¿A qué temperatura están?

Por cierto, Antarc es más débil que Phos, pero la idea es que se vuelve más fuerte cuanto más frío hace. Sin embargo, ¿qué pasa con el sol? Mientras Phos hace eses y sufre porque está «desnutrido», Antarc recibe exactamente la misma cantidad de luz. ¿A lo mejor tiene una composición diferente…?

 

Es interesante cómo Phos se viene abajo y se asegura de que Antarc escuche que ¡está cansado! Le cuesta moverse. Y Antarc, vamos a reconocérselo, se lo piensa. Pero luego sigue adelante. Porque es más débil y aun así puede hacerlo. Phos también, solo tiene que endurecerse. Es una técnica diferente, más de un solitario que de un grupo que está acostumbrado a ser eficiente y a dejar a Phos atrás. Si quiere, de verdad, lograr algo, tendrá que ponerse a la altura de Antarc por su cuenta.

—Camina hasta que no puedas más y, entonces, camina algo más.

Y… bueno, caminar no es la palabra, pero Phos se obliga a seguir. Antarc probablemente sea la mejor influencia que ha tenido Phos en años, después un poco de Ventricosus. Diamond es encantador, pero está demasiado por encima para comprender los problemas de Phos, aunque sea un hermano mayor bueno. Cinnabar rehuye y rechaza y su existencia es importante para Phos. Sin embargo, la influencia que tiene sobre él es casi nula. Por otra parte, Phos vive para intentar satisfacer al Maestro, así que no podemos decir que sea la mejor influencia del mundo.

Antarc ofrece apoyo moral a Phos y le demuestra cosas que ambos pueden hacer. No es como los Amethyst, que no entrenan a Phos ni le enseñan nada y solo esperan a lucirse. Como están a la misma altura en términos de fragilidad y no tiene veneno ni extras para apañárselas, Antarc puede servir de verdadera inspiración para Phos.

Ahora, Phos, ¿por qué no sigues el camino que te ha abierto ya Antarc…?

Entonces llegan a los iceberg —mirad cómo Antarc ha esperado a que Phos llegue con su paso de caracol en vez de ponerse a trabajar— que, ¡sorpresa!, toman a veces la forma de los lunarian. O, más bien, del… ¿transporte? De los lunarian. Al parecer son microorganismos, como los que forman a las gemas, que toman la forma al subir del mar.

—El Maestro los llamó una vez «pecadores» y nunca he sido capaz de olvidarlo.

En el manga esto ya está explicado. A estas alturas, sin embargo, solo podemos preguntarnos a qué se refiere el Maestro. ¿A los microorganismos? Podemos deducir que se trata de restos humanos, si todos tenían un origen común, así que se podría pensar que se refiere, pues, a la humanidad extinta.

Como si la idea de pecadores no fuera suficientemente inquietante, de pronto la estructura se viene abajo y empieza a emerger una montaña de hielo chillando. Desde lejos debe recordar al aullido de una persona. En palabras de Antarc: el estruendo espantoso interrumpe el sueño del resto de las gemas, así que toca fragmentar el hielo.

Veloz y elegante, Antarc corre (el detalle de oír sus tacones contra el hielo es genial. ¿De qué estarán hechos?) hasta el otro lado, donde entierra su espada y el hielo se parte, cayendo al mar otra vez. Cuando dice, con toda la naturalidad del mundo, que Phos lo intente, se gana un grito bastante merecido. Porque, ¿cómo podría, precisamente Phos de entre todas las gemas, hacer eso?

A la noche se encuentran en la enfermería, donde podemos pensar que Antarc está haciendo inventario o algo por el estilo, ya que está donde se guardan los polvos, resinas y demás, y ni él ni Phos necesitan reparación.

Phos, por cierto, está sobre un cuenco donde guardan a sus medusas luminosas, absorbiendo la luz del día. Completamente derrotado y sin fuerzas, agradece que Antarc —el sarcasmo flota en el aire— le enseñara su trabajo, pero que es demasiado para él, debido a que «sólo tiene esas piernas». Sigue siendo triste cómo Phos se valora tan poco y considera que lo único que tiene valor de sí mismo son sus piernas.

Si embargo, Antarc «tampoco está en su mejor estado», puesto que no hace el suficiente frío. No lo dice con mala intención, pero a Phos debe sentarle mal después del espectáculo que ha dado Antarc reventando el hielo.

La información que nos da suena un poco fuera de lugar en esa conversación, pero es importante para lo que ocurrirá al final del episodio:

—Pero si te caes al mar, las banquisas te despedazarán.

A continuación hace un intento de consolar a Phos, asegurándole que mejorará. Pero se le nota incómodo. Al fin y al cabo, Antarc no está acostumbrado a socializar con iguales, sino con el Maestro, a quien respeta. Phos, que ha estado bastante callado (un milagro, si pensamos en cómo es), le responde con desánimo y pocas energías si está seguro de que no quiere ponerle en peligro para estar más tiempo a solas con Kongo.

Phos, si supieras cómo reaccionará cuando lo estés. Ay.

Antarc, en una reacción muy parecida a la que tendría Rutile (gracioso, si pensamos que está haciendo su trabajo en este momento) le pregunta si quiere que lo rompa. Phos ni responde. Su situación es grave, desde luego.

Pero en vez de dejarlo ahí, Antarc dice unas palabras que motivarán a Phos más de lo que este se puede imaginar. De acuerdo a él, las gemas de baja dureza sólo pueden tener valentía. Y sus palabras calan, porque Phos empieza a intentar imitar a Antarc quebrando hielo (pero sin la mitad de su elegancia al correr). Hay que reconocer que este último está para él, porque aunque Phos se rompe la cara al clavar la espada, resalta que casi lo logra.

A ver, no es Diamond, pero tampoco es Bortz.

Antarc se ocupa de arreglarlo siempre, lo cual dice bastante de cómo se las ha tenido que apañar sin médicos a la vista, y explica que no hay descanso posible. Además de ocuparse del hielo, deben quitar la nieve para evitar que la escuela quede sepultada, entre otras cosas.

Y esto, por lo que se ve, solía hacerlo todo solo.

Phos sigue rompiéndose al trabajar, un recurso que muestra el paso de los días y sirve para mostrar una creciente cercanía con Antarc, que se va a volver un experto en repararlo. Ambos son unos solitarios y no saben trabajar en grupo, pero como Antarc es quien le está enseñando el trabajo (Antarc-senpai), le toca pedir perdón. De vez en cuando. No le pidas mucho, Phos, que tiene menos experiencia trabajando con otros que tú. Lo que ya es decir.

Las siguientes escenas están sacadas de extras del manga, de ahí que se sientan un poco fuera de lugar. Con todo, se aprecian porque son relevantes. Y es que, dentro de todos sus trabajos, lo más peligroso es patrullar la sala donde las otras gemas hibernan. Sobre todo, ¿sorpresa?, por Bortz. Por suerte, la experiencia ha enseñado a Antarc que si cubre con las mantas a sus sonámbulos compañeros, estos se calman. Phos —que ya a estas alturas se sorprende poco— no lo entiende, pero Antarc tampoco, así que da igual. ¿Os imagináis a un histérico Antarc averiguando la técnica? ¿Usó una manta como defensa o…? El caso es que, maravilla de las maravillas, también funciona con Kongo, que se queda adormilado a menudo y rompe la escuela por doquier. Al menos en estos casos no pretende que es meditar.

Esa es la labor diaria. Tan repetitiva que Phos se acostumbra a serrar hielo y a romperse una y otra vez. No es indispensable, ni necesario, ni hace algo útil. Antarc puede encargarse de todo solo, probablemente en menos tiempo, en especial porque no tendría que arreglar a Phos una y otra vez. Esto pone un poco en perspectiva que Cinn quiera un trabajo único…

Y, entonces, el hielo habla:

—¿Estás bien?

Y de paso le hace una pregunta que pocas veces le han formulado. De inmediato le informa a Antarc de lo que está escuchando, casi sin duda convencido de que ha perdido la cabeza. Y es que una cosa es entender animales y otra al hielo. Pero Antarc, tan tranquilo, le responde que es normal. De acuerdo a Kongo, el hielo está conformado por minerales similares a las gemas, así que pueden distinguir un poco sus voces. Con todo, en teoría los sonidos solo parecen palabras, pero el hielo no es consciente.

Phos, desde luego, no puede estar de acuerdo. Es más, los gritos de los icebergs terminan por aterrorizarlo y llega a aferrarse a Antarc. ¿Veis cómo la relación va avanzando? Aunque, cómo no, si Antarc se dedica a repararlo cada noche. Casi recuerda a la vez que se puso tras la falda de Dia.

Al final no queda otro remedio que hablar con Kongo. Phos teoriza que quizás se deba a haber hablado con un ser del mar que les entiende —y Kongo dice que «Yo también», ¿con qué ser del mar ha hablado además de Ventricosus?—. Phos, ingenuo como siempre, plantea la idea de amistarse con el hielo y pedirle que deje de gritar todo el tiempo (¿mientras Antarc las rompe? Suena como algo a lo que cualquiera accedería, claro que sí). Pero Kongo rechaza la idea, ya que los icebergs no hablan por voluntad propia, sino que reflejan y aumentan las ansiedades de los demás.

—Desde el principio de los tiempos, son la parte indeseada de las criaturas.

Algún día dejarás de hablar crípticamente, Kongo. Lo espero con ganas.

Su consejo, acompañado de un par de caricias en la cabeza, es que esté tranquilo. De esa forma los icebergs no le molestarán. Entonces Antarc reconoce que Phos lo está haciendo mejor de lo que pensaba (mirad la cara de felicidad de Phos, aishs), y que sabe que no es posible, pero le gustaría que sus brazos fueran igual que las piernas.

¿Oís eso? ¿Lo oís? Es Phos rompiéndose un poco por dentro.

Al día siguiente tenemos un plano a las piernas y luego uno de una mano que se mueve un poco. Se la está observando casi como algo extraño, ajeno. La sensación de alienación se incrementa porque no tenemos sonido por unos segundos. Phos ni siquiera está fingiendo que trabaja. Solo puede pensar en lo que ha dicho Antarc. ¿Y cómo no? Da igual que se reconozca que ha hecho algo bien, nunca será suficiente. El profundo sentimiento inferioridad de Phos no ha hecho más que alimentarse por la gente de su alrededor. En vez de enseñarle trabajos que no exijan fuerza o resistencia, Phos acaba en trabajos que nunca terminan de encajar… Una y otra vez.

Por otra parte, es cierto que Phos tiene la capacidad de entender mejor al hilo, al contrario que Antarc. De modo que la rutina resulta desquiciante para él.

Como si estuviera en un trance, casi intenta cortarse uno de los brazos con la espada. Sabemos que pueden romper el hielo, así que una dureza tan débil como Phos de seguro no sería un problema. Por suerte se arrepiente, llamándose idiota. No porque sería hacerse daño, sino porque Rutile le dijo que no hay más ágata ni reemplazos. De haberlos, no dudaría en quitarse los brazos.

¿Os imagináis caer a ese nivel de autodesprecio?

Entonces el hielo habla, poniendo en voz alta los pensamientos de Phos.

—Pero serás más fuerte. Irá bien. Los morderé por ti.

Pero quizá la fuerza no lo es todo, como aprenderemos cuando vayan a por los brazos de Phos. Es irónico, en cierta medida Antarc es un catalizador para su propio final.

Los planos en esta escena son increíbles. No hay nadie cerca, no hay sonidos; lo que significa que Antarc no está para detener a Phos. La presencia de una forma de los pecadores, la escena en diagonal para representar la inestabilidad de Phos, y la distorsión del fondo, sin olvidar el detalle del agua, funciona para meternos en la perspectiva de Phos. En la tentación, inquietante y angustiosa, de dejarse llevar.

Las piernas quedaron mejor. Incluso si no queda ágata, sus brazos, de una forma u otra, serán mejores. Serán útiles. Es horrible que Phos se considera ya lo peor de lo peor. Las palabras de otras gemas, grabadas a fuego en Phos, vuelven a flotar a su alrededor gracias al hielo. «Debes cambiar» le dijo Dia, «debes tener valentía» le dijo Antar. No solo eso, sino que no puede esperar a que llegue la primavera. Al fin y al cabo, no está durmiendo porque Cinnabar irá a la Luna en cualquier momento.

Para enfatizar el peligro de los lunarian, la imagen del hielo desde el agua se parece mucho a una mancha solar, sólo que con los colores invertidos (una mancha clara en un fondo oscuro, en vez de al revés), y recuerda a la última imagen del opening.

Más que en un trance, Phos parece encontrarse al borde de un ataque de pánico mientras se acerca al agua. El guion juega con nosotros cuando ves que sí, que por fin entra en razón, y se echa atrás. Rechaza una opción tan destructora y alocada. Pero el movimiento… lo arroja al agua.

Gracias al cielo, Antarc llega a tiempo para sacarlo del agua. Sin embargo, es tarde para los brazos de Phos, que se han disuelto. Cabe preguntarse por qué su pelo y su cara están intactos, pero la imagen es tan impactante y agresiva que no importa. Dependemos tanto de nuestros brazos que verlos simplemente desvanecidos, sin más, nos resulta horripilante. En especial porque ya nos han enseñado lo que significa la pérdida de una porción tan grande de un cuerpo. ¿Cuántas memorias han desaparecido con esa parte de Phos…?

Sin embargo, no sabremos qué ha sido de los brazos de Phos hasta el capítulo siguiente, uno de los más memorables de toda la serie, que lleva por nombre «Antarcticite».

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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