Analizando Berserk. Capítulo 15: La Edad de Oro (VII)

¡Esta vez Analizando Berserk, Capítulo 15, es cortito! En el siguiente llega lo bueno, con desnudos masculinos y luchas de agua; hasta entonces nos quedamos con una angustiante persecución que culmina de una forma que nuestro protagonista no se espera.

Retomamos la historia con Guts en la retaguardia del ejército. Los enemigos, literalmente, están pegados a sus talones. Al cabalgar por un sendero estrecho, no pueden rodearlo y deben resignarse a avanzar casi en fila de dos, por lo que Guts es capaz de librarse poco a poco de ellos. Y, claro, derribar a uno equivale a un caballo caído, lo cual significa que quienes vienen por detrás van a tropezarse con el mismo. Es decir, de momento tiene cierrrta ventaja y debería dar gracias porque nadie haya traído arcos o ballestas.

Después de salvar al pequeño Rickert, Guts le grita:

—¡Es el momento! ¡Llévatelos!

Es decir, abandonar a Guts forma parte de un plan ideado de antemano. Pero no importa porque, en este momento, lo importante es ganar y Guts se vuelca en el papel de cebo con una sonrisa prácticamente desquiciada porque, oh, vaya, está en su elemento.

Entre tanto, Griffith y la mayor parte de la Banda regresan, sanos y salvos, al castillo. En un alarde de arrogancia, que demuestra lo convencido que está de que los nobles dependen de él y por ello les puede hacer los feos que quiera, nuestro albino favorito ignora a su contratista, se despoja del casco y regresa a la puerta. En principio parece que pretende hacer un registro de bajas y heridos, pero la suspicacia de Casca y el hecho de que mencionen de inmediato a Guts nos indican otra cosa. Miura quiere que entendamos que Griffith está ahí por Guts.

Las noticias no son buenas. Sus hombres han perdido de vista a Guts, que bien podría haberse convertido en un cadáver.

Griffith guarda silencio.

Y Casca… Bien. Casca experimenta, una vez más, el saber que su crush jamás le prestará ni la mitad de la atención que está dedicando al novato.

Volviendo a Guts, el pobre está rodeado y, poco a poco, los hombres van superándolo. ¡Pero tiene suerte! Su categoría de protagonista le permite atravesar las armaduras ajenas. Los extras le consiguen moler momentáneamente a espadazos, pero luego deben amoldarse a las leyes de la realidad y cuando le dan en el casco o la armadura no los atraviesan como si fueran de mantequilla porque las armaduras están para proteger de esa clase de ataques.

Al final los hombres recuerdan que tienen ballestas y las usan. Guts se salva. Su caballo, no. De pronto el chico se encuentra en una situación insalvable: a pie, solo frente a una carga de caballería que no puede evadir.

Pero, entonces, como un príncipe azul de cuento, Griffith le salva la vida.

Es un momento que cambia para siempre la historia de ambos. Griffith podría haberse comportado como haría un general: no arriesgar su integridad, ni la de Judeau y Pippin, que le han sido fieles durante mucho tiempo y son queridos dentro de la Banda, por un recién llegado.

Sin embargo, lo hace… para total confusión del protagonista.

—¡¿Por qué has vuelto?!

—¡No hables! ¡¡Te morderás la lengua!!

A ver, tiene razón, mejor no hablar durante una cabalgada desesperada. Pero fijémonos en cómo está evadiendo una pregunta que no se encuentra preparado para responder. ¿Está actuando por puro impulso? No, desde luego que no. Griffith tiene un plan básico, pero eficaz, que consigue cumplir. Sin embargo, sí que se está dejando llevar por un sentimiento irracional de posesividad y simpatía. Salvar a Guts no supondrá un cambio esencial en el curso de la batalla, ni tampoco le acercará a su sueño.

Así que… ¿Por qué? ¿Por qué decide volver a por él?

Creo que lo mejor que podemos hacer es comparar esta escena con la batalla contra Zodd, porque los paralelos son evidentes. Guts se mete en un lío, Griffith acude a salvarlo. Para entonces estarán más equilibrados, Guts no tendrá que ser salvado sin más, ni dependerá totalmente de Griffith, pero sus vidas se salvarán casi de milagro. Guts le preguntará porqué arriesgó su vida y Griffith se verá obligado a musitar que «no tiene un motivo» (para ayudar a alguien que le gusta).

Lo cual, eh… Es en sí un motivo. Quieres a alguien, así que deseas protegerlo. Punto. Sin embargo, ser sincero respecto a sentimientos es un tipo de masculinidad positiva que ni Guts ni Griffith saben que existe, de modo que pelillos a la mar.

En fin, que puede que a estas alturas se trate de mera posesividad, pero sin duda va a evolucionar a amor. Recordad que nadie puede ser sacrificado si el futuro Apóstol quiere desesperadamente a dicha persona. Y Guts es lo más especial para Griffith. Tanto si  se quiere ver como romántico, platónico u otro tipo de enfoque, lo cierto es que desde el primer momento Guts se convierte en la excepción.

Una lo suficientemente importante como para jugarse la vida de tres personas en su rescate.

Y, bueno, el plan de Griffith es uno que solo puede ejecutar alguien con bastante sangre fría y buena capacidad de organización. En unos segundos decide que va a rescatar a su nuevo chico, pero también que se asegura de ganar la batalla tal y como había planeado en un principio: atrayendo a los caballeros hasta una emboscada con cañones.

Nada de esto reduce el riesgo que corre Griffith. Como bien resalta Guts durante la persecución, ambos pesan demasiado para el caballo. Literalmente tenían encima a sus enemigos, un poco más y todo se habría acabado. Pero no ha sido el caso. Los hombres se retiran y la banda rodea a Griffith (y Guts) entre gritos de celebración.

Entonces se da un breve intercambio entre dos nobles que han contratado los servicios de Griffith. ¿Por qué existe esta escena? Pues para poner en palabras lo que venimos diciendo: que Griffith es muy inteligente, pero que si resulta increíblemente peligroso es porque sus hombres le siguen de forma ciega. Por otro lado, Miura nos muestra el clasismo de esta gente. Ya, ya sé. Madre mía, menuda sorpresa, ¡los nobles desprecian a los plebeyos que les han salvado el trasero! ¡Revolucionario!

Sin embargo, esto es importante no solo para presentar el mundo cínico de Berserk, sino por dos motivos intrínsecamente relacionados entre sí.

Uno es que Griffith es un plebeyo, a pesar de que su apariencia y conocimientos tácticos insinúen lo contrario… Lo cual es básico para la trama. No sabemos nada del pasado de Griffith, solo que una parte de su infancia la pasó en una ciudad desde la que podía ver cierto castillo que le obsesionó. El deseo de poseer este castillo engloba sus aspiraciones sociales de ascender en la jerarquía hasta lo más alto. Griffith es la representación de todo lo que los nobles temen; la representación de la meritocracia, el ejemplo de que se puede ser más que una persona brutalizada y subordinada incluso si no se cuenta con la educación y los privilegios de clase. No es casual que Griffith tenga la apariencia que se supone que esperamos de un noble y que la mayor parte de la aristocracia que puebla Berserk destaque por ser corriente y moliente. Ni siquiera Charlotte, que es una princesa al uso, bonita y adorable, puede competir con la pureza semidivina que baña a Griffith. La Idea de Dios, si es que sigue siendo canon, escogió a una persona normal y corriente, desarticulando la idea de que la endogamia entre gente con poder es algo más que eso: cruzarse entre familiares para mantener el poder económico y político del que se han apropiado.

El segundo motivo es que Griffith desea ser un noble. No es un revolucionario, sino que pretende integrarse en el sistema y mantenerlo tal y como existe. El único problema que tiene con el mismo es que él no se encuentra en la cúspide.

Griffith es un muchacho que puede vestir muchas máscaras, pero que odia estar por debajo de los demás. La Banda le trata como uno de los suyos, sí, y él se sienta alegremente entre sus hombres… Y, sin embargo, no escuchamos las conversaciones que sostiene con ellos. Parece contentarse con sonreír, con estar y ser admirado… Porque, en cierta manera, ese es su papel. Solo así mantiene su aura de impoluto y brillante líder.

En definitiva, si prestamos atención a lo que este capítulo nos planta sobre las dinámicas y las jerarquías, empezamos a comprender un poco mejor las aspiraciones y deseos de Griffith, que en este momento son nebulosas, por no decir desconocidas.

Volviendo al manga, la gente de la Banda parece concordar en que Guts ha cumplido porque no ha escapado y se portó hasta el último momento. En otras palabras, ha superado la prueba de fuego. Es alguien digno de formar parte del grupo. La envidia por la atención que le presta Griffith brilla por su ausencia entre estos camaradas, y la única excepción son Corkus como Casca. La actitud rencorosa del primero hacia Guts y la posesiva de la segunda hacia Griffith dice bastante de la clase de personas que son. Corkus es un tío mezquino. Casca, una niña solitaria y enamorada de una imagen que no existe. Y sí, también mezquina, para qué negarlo. No todo el mundo puede ser como Pippin o Judeau.

Y hablando de Judeau…

Griffith podría haber ido detrás de Guts, obligarlo a interaccionar con los demás, pero prefiere darle espacio. Al final, quienes van a buscarlo son las otras tres personas con las que Guts más ha interaccionado. Rickert se aproxima para darle las gracias por haberle salvado la vida, aparte de para confesarle que se ha ganado su admiración. Si os fijáis, Guts comienza a sudar un poquito porque no sabe cómo lidiar con feedback positivo, salvo cerrándose en banda:

—Me he limitado a hacer mi trabajo. No tienes por qué darme las gracias.

En un principio, Judeau intenta amablemente que Guts se sume a la celebración… Pero en cuanto queda claro que las palabras no son suficientes, recurre al secuestro. Al principio no sale bien. Pippin es un tío enorme. Por fuerza debe recordar a Donovan. Entre eso, que Guts odia que le toquen y que de pronto le estén cargando en una postura desde la que no puede defenderse, es totalmente normal que cargue contra Pippin.

Los personajes tienen mucha suerte de que el cráneo de Pippin sea tan duro y de que su plan acabe saliendo bien, la verdad. Nuestro protagonista es un introvertido cuyas reticencias sociales se han exacerbado por los traumas de su infancia. Las posibilidades de que se tomara muy mal este forzamiento social eran altas, pero como la Banda lo recibe con los brazos abiertos, termina por beber la cerveza que le ofrece Pippin. En otras palabras, acepta a su vez a la Banda del Halcón.

Y entonces Guts vive lo indecible: la gente se le acerca con sonrisas. Halagan sus habilidades. Quieren saber más de él. Lo acogen como uno más sin pedir nada a cambio.

De pronto, Guts tiene que hacer frente a lo que nunca había esperado. Que, quizá, se le está ofreciendo un hogar. Uno que debe decidir si abrazar, si amar.

Es una decisión terrible, porque no estar solo significa abrirte, hacerte vulnerable… Y prepararte para, un día, perder lo que has aprendido a amar.

 

Ojos destrozados

0 (!!!!)

Gente partida por la mitad

0(¿¡!?)

Niños muertos

0

¡Que el viento sople a vuestro favor!

P.D.: ¡ahora tenemos una sección de preguntas por si os da palo o pereza hablarnos con cuenta/twitter/Curious Cat! ¡Podéis entrar en modo anónimo, así que adelante y sin timidez!

5 1 vote
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest

6 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
dorameg
dorameg
2 years ago

Hermosa Suzume, ¿es verdad que el Miura sensei ha fallecido?, acabo de ver la noticia en facebook. Estoy en shock.

dorameg
dorameg
Reply to  Suzume
2 years ago

Mujer, qué noticia para más devastadora… No tengo palabras para expresar mis congoja y tristeza, simplemente no lo puedo creer.

daveguitar
daveguitar
2 years ago

Hemos perdido al mejor.

Mistral Chronicles