Analizando Berserk. Capítulo 27: El asesino (IV)

¡A por el capítulo 27 de Berserk, ese en el que Guts mata a su primera persona (abiertamente) inocente! ¡Y de una forma horrible!

¿Qué implica matar a un niño pequeño? Los recuentos de víctimas que hago al final de cada capítulo, aunque humorísticos, reflejan una realidad de Berserk: los niños mueren (cruelmente) en esta historia. En principio, destrozar chiquillos sirve para aportar ese puntito gore que aúpa un manga a la categoría de «historia para adultos», pero ante todo lo adentra en terrenos crudos. Unos que hacen sentir que se está leyendo algo «maduro» y «serio». Personalmente, discrepo respecto a esta última impresión. Da igual el número de niños destripados que se incluyan en una historia, la muerte per sé no equivale a un guion maduro/serio, mucho menos refinado o con profundidad de mensaje. Mi experiencia es que demasiados creadores caen alegremente en gore gratuito creyendo que significa algo. No tiene por qué ser el caso.

Lo maduro no se define por las tripas, sin importar lo bien dibujadas que estén, sino por el peso y el significado que conllevan dichas muertes.

No pretendo decir que Berserk no sea maduro, al contrario. Solo hago énfasis sobre que un giro de guion escandaloso no equivale a madurez. Este manga, con sus altibajos, sabe mantenerse en el delicado límite que le permite ser maduro y refocilarse en lo visceral, pero es un límite muy difuso. Berserk cede tanto al espectáculo que a veces se queda un poco sin fondo, sobre todo en cuanto a lo que se refiere al fetichismo de la violencia, tanto sexual como no sexual, que es muy gratuita.

Y es que Miura tiende a favorecer el impacto emocional.

Por ejemplo, en su entrevista con Yukari Fujimoto, del año 2000, reconoció que el romance de Guts y Casca fue improvisado, porque decidió que aportaría mayor dramatismo. El destino de Casca también tiene su miga, como veremos más adelante.

Así que, partiendo de la base de que Miura escogía las opciones más tensas y dramáticas intencionalmente, creo que es normal afirmar que a veces las muertes le salen de rechupete… y otras no tanto.

Evidentemente, las que mejor le funcionan son aquellas que ha planeado y son prácticamente una exigencia de la historia. Si nos centramos en el tema que nos concierne, en los niños, la futura muerte de Rosine es un buen ejemplo de tragedia, en especial porque resuena con los temas de Berserk. Con todo, merece la pena resaltar que el arco de los Niños Perdidos es uno que no escapa a las brumas del valle en el que se desarrolla. Sus ecos no llegan demasiado lejos.

Los que sí lo hacen son, irónicamente, los de un niño que ni siquiera es personaje. Y no, no hablo de Adonis. Hablo del chiquillo del juguete en forma de caballerito, que habita las pesadillas de Griffith. Su fallecimiento es tan simbólico que es instrumental para inclinar a Griffith hacia el abismo y que renazca como Femto para cambiar el mundo.

No está mal para alguien que carece de nombre y personalidad.

Y ¿qué hay de Adonis? ¿Su muerte tiene peso?

¡En nombre de la ciencia, lo comprobaremos!

Evidentemente, Miura quería que su muerte fuera impactante, mucho más que la de Julius. Le dedica nada menos que seis páginas (ocho, si contamos las del capítulo anterior) para enfatizar la conmoción que supone. Hay numerosos planos que muestran la incredulidad que comparten los dos involuntarios participantes del asesinato. Para reflejar lo perturbado que se siente Guts, Miura le aísla. Lo dibuja grande, monstruoso, pero juzgado desde arriba, con sangre inocente a sus pies. Como si Dios, o nosotros, le hubiéramos pillado con las manos en la masa.

Sin embargo, queda espacio para desarrollar compasión hacia los dos personajes, porque cuando Adonis adelanta la manita, Guts se la toma.

Es horrible en todos los sentidos para ambos. Por un lado, a Adonis se le ha arrebatado la vida por equivocación, de una forma tan repentina e injusta que resulta imposible de creer. Adonis encapsula esa noticia que te llega de pronto acerca de que alguien ha muerto y no te lo puedes creer porque hace un rato estaba bien. No sabemos por qué adelanta la mano, puede que esté perdiendo la conciencia y no reconozca a su asesino. También puede que no le importe, que solo pueda pensar en suplicar por ayuda mientras se asfixia en su propia sangre. En cualquier caso, Miura echa sal en la herida cuando hace que solo pueda recibir un magro e inútil consuelo de parte de su asesino.

Por otro lado, Guts ha cometido un error. No es capaz de asimilar lo que ha hecho, de identificarse del todo con el papel de ejecutor porque ¿cómo es posible que este niño esté muriendo frente a sus ojos? Ha actuado por reflejo, por instinto, pero no pretendía matar a un chiquillo. Así que balbucea, sin saber qué hacer, y le toma la manita. Hasta trata de dirigirle la palabra.

En conjunto son reacciones muy humanas; shock, dolor, incredulidad, búsqueda de consuelo… y otorgación del mismo. A mí me dan ganas de llorar mientras veo cómo la vida de Adonis se le escapa entre estertores y, al final, sin una sola palabra, colapsa entre lágrima.

Luego, a Guts no le queda otra que huir. Podríamos trazar un paralelismo con su escapada del campamento de Gambino, si quisiéramos, pero no iremos taaaan lejos. Lo que importa es que se da un golpe en la cabeza que le hace perder la conciencia y sufre una pesadilla. Miura se asegura de establecer el paralelismo entre Adonis y Guts escribiendo, tal cual, que Guts rememora cómo le obsesionaba que Gambino reconociera su valía.

Y entonces llega un monstruo. Tiene la forma de Zodd porque Guts no ha superado su encontronazo, pero podría haber tomado cualquier aspecto… De hecho, es evocador de la pesadilla que Guts ya sufrió con Donovan.

Pero entonces resulta que ese monstruo es Guts. El propio Guts asesina a Gambino y luego a su yo infantil, en un eco de los asesinatos que acaba de cometer.

Es decir, Guts está muriéndose de arrepentimiento y culpabilidad. Ya se sentía responsable por la muerte de Gambino, a quien nunca ha dejado de querer, pero ahora ha repetido sus «pecados» y el peso resulta casi insoportable.

Cuando despierta, aturdido y medio desangrado, busca a Griffith porque quiere cumplir su misión, pero probablemente también busca consuelo. Apoyo. Ha hecho su trabajo. Necesita que alguien le reafirme en su posición.

Y ese alguien es Griffith.

Así que, y lo encuentro adorable, lo busca donde se supone que debería estar: en la taberna con el resto de la Banda del Halcón… Solo que no es el caso. Podrán haber sido elevados en categoría, pero la gente de alta alcurnia se niega a rozarse con ellos. Griffith es otro cantar. Como gran defensor de Midland, es capaz de codearse con las élites y hasta de ser invitado al palacio, que es a donde va a buscarlo Guts…

Pero Griffith no está solo. Le acompaña el símbolo más importante del reino; la princesa. Como veremos en el próximo capítulo, la presencia de Charlotte repele a Casca y Guts, que se saben y sienten inferiores. Por ello, además de por fidelidad, dejan de acercarse a Griffith, no vayan a recordarle al mundo de dónde proviene este hermoso príncipe de sangre plebeya.

En fin, volviendo a Adonis.

¿Por qué esta muerte se detalla con semejante horror? Adonis no es nadie, lo hemos conocido el capítulo anterior, pero se le da un trato repugnantemente privilegiado en su dolor. No es la atención que se le otorgaría a un protagonista, pero sí a un secundario.

Una vez más: ¿por qué?

La respuesta es bastante simple.

Por drama.

Como Miura ha trazado paralelismos entre Adonis y Guts, los lectores habrían podido esperar que Adonis jurara venganza por la muerte de su padre y buscara a su asesino, creando un exquisito melodrama donde Guts se habría visto perseguido por una versión infantil de sí mismo… Ignorando la diferencia de privilegios, por supuesto. Y de pronto Miura llega y zanja esa posibilidad de la forma más bárbara posible. Si el fallecimiento del niño del juguete podría simbolizar el fin de la inocencia de Griffith, por lógica, aquí debería pasar algo similar.

Incluso si no coincidís con mi opinión e interpretáis toda esta escabechina de forma distinta, parece evidente que a Guts se le plantea un debate moral feroz. Adonis era un niño privilegiado, puro, criado entre algodones. Verle morir es doloroso porque representa la inocencia infantil en su versión más encantadora. No es lo mismo que ver morir a un niño soldado que ya se ha cobrado vidas y que, ante los ojos de la sociedad, aparece como manchado y peligroso. Adonis podría haber sido un rey dulce, un marido virtuoso. Todo su futuro habría sido uno más largo, más apreciado que el de cualquier chiquillo como, digamos, Rickert.

Y ese futuro se ha esfumado por culpa de Guts.

No es de extrañar que muchos lectores consideren que Adonis marca un punto de inflexión para Guts.

Y, sin embargo…

La muerte de Adonis no vuelve a tener peso salvo por las vagas consecuencias políticas de que ahora Charlotte no tiene un inmediato prometido.

Cosa que da igual porque, hasta el capítulo anterior, ni siquiera sabíamos que había un rival político-amoroso para Griffith. Adonis no era un obstáculo, ni una interrogación, para los lectores de Berserk.

Así que ¿por qué incluirlo en la historia si no era relevante? Una vez más, drama. Matar a Julius no es chocante. Se trataba de un personaje cobarde, autoritario y desagradable. No, hace falta algo más. ¿Qué tal una esposa? O mejor ¿un hijo?

Y así, no tengo pruebas pero tampoco dudas, Miura se sacó un hijo de la manga. Lo mismo hará cuando incluya a la reina para añadir más melodrama. Y sí, digo que se saca de la manga a estos personajes porque no aparecen cuando deberían hacerlo, ni siquiera de fondo. La comparación más evidente que podemos hacer es con las películas de La edad de oro. Como estas contaban con el beneficio de conocer la historia al completo, incluyeron a Adonis como paje del rey para no hacer que saliera de la nada. La reina, como no tiene papel, ni siquiera existe y no la echamos de menos.

Miura escribe arcos y, una vez termina con ellos, se va muy satisfecho a otra cosa mariposa. Si algo se queda por el camino… A quién le importa. Lo esencial es la historia principal.

Esto no es malo. Al contrario, diría que es una virtud de muchos mangakas que saben crear un buen ritmo al tratar temas por partes. Cuando lees semanal o mensualmente una historia, tienes que saber compartirmentalizar para que resulte satisfactoria. Si está bien hecha, resulta fácil ignorar los pequeños problemas de continuidad. Es solo cuando tienes tiempo de sobra, así como una historia más o menos completa, que te detienes y te preguntas: ¿por qué el rey no dedica ni un solo pensamiento a la reina tras su muerte? Por mucho que no la amara, estaría bien tratar, por ejemplo, que Griffith acabó con su vida. La oportunidad se presenta por sí sola durante el encierro en la torre, ¿no? Una pequeña mención habría permitido mostrar que el rey no sentía nada por la reina, que no le importaba si Griffith la había matado, porque su única obsesión es Charlotte. Habría aumentado la tragedia alrededor de la reina, ¿no? Y habría sido un buen carpetazo a su historia.

Pero la reina, como Julius y como Adonis, solo existe para desarrollar unas pocas escenas con Griffith y con Guts.

Y por eso Adonis no aparece como paje del rey, ni tampoco existe antes o después de estos dos capítulos. Es una idea discontinua, una estrellita fugaz que brilla un instante, cumple su papel y desaparece.

El problema es que las estrellas fugaces son bonitas. Causan impacto. Y por eso mi impresión inicial como lectora fue que Adonis suponía un antes y un después para Guts. Al fin y al cabo, como dije en el capítulo anterior, estamos ante un punto de inflexión.

Sin embargo, no es el punto de inflexión que yo asumía.

Sí, una pensaría que matar a un niño destrozaría a Guts. Tooodo el capítulo  parece indicar que es el caso. No es casual que Guts acabe, herido, en las alcantarillas. Simbólicamente, se arrastra por la inmundicia porque, ante los ojos del lector, ha caído bajo. Muchos lectores, dada la sonrisa que desplegará Griffith en el siguiente capítulo, asumen que es el Halcón quien ha hecho que Guts esté en esta situación. Hablando por twitter (no pienso llamarlo X, Musgo, jamás), se me comentó que Guts dejaba de ver a Griffith con los mismos ojos gracias a Adonis. Que todo se precipitaba hacia el Eclipse, en no poca medida, gracias a la muerte de este chiquillo.

Es una opinión bastante extendida, como si Guts se hubiera visto «forzado» a matarle y que el discurso de Griffith le hace recapacitar porque, oh no, mirad a qué psicópata sirvo.

Pero esta es la experiencia del lector, no la de Guts.

He estado mirando el manga por encima y, aunque puedo equivocarme, solo encuentro una imagen donde Adonis reaparece en los pensamientos de Guts y sale tan pequeñito, tan intrascendente, que da risa. Remordimientos, ¿qué es eso?

La importancia de Adonis es que deja a Guts vulnerable. Así, cuando busca el apoyo de Griffith, sus palabras le resultan mil veces más demoledoras de lo que habrían sido si se hubiera encontrado en un estado físico y mental más estable.

Pero esto lo trataremos en el siguiente capítulo.

De momento me conformo con preguntar: ¿es satisfactorio que, tras ocho páginas de trauma, Adonis desaparezca sin más?

Eh… no. Por eso, creo, los lectores le dan más peso del que tiene. Porque todo indica que debería ser un momento trascendental y revelador.

Estamos ante una situación muy interesante de disociación entre lo que algunos espectadores experimentan y lo que el creador quiere plasmar. Y es en buena medida, culpa del creador. Perseguir el máximo drama no tiene por qué ser la mejor opción. Exagerar algo para causar el mayor impacto en tu capítulo semanal o mensual puede llevar a tus lectores a entender que están ante algo importante… Y luego no es el caso.

Francamente, Miura peca a menudo de esta estratagema. Lo mire como lo mire, es lo que le ocurre también creando el protorromance de Guts y Casca. Y sí, protorromance. El mismo Miura dijo en una entrevista que nunca llegaron a enamorarse.

No es precisamente la impresión que tiene la gente, ¿verdad?

Pero, igual que con Adonis, el drama nos ciega.

P.D.: me acabo de dar cuenta de que llevo capítulos enteros sin hacer mi recuento. Vergüenza sobre mi vaca.

 

Ojos destrozados

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Niños muertos

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¡Que el viento sople a vuestro favor!

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Dorameg
Dorameg
5 months ago

Qué felicidad encontrar un nuevo post, muchísimas gracias querida Suzume. Este capítulo es uno de los más desgrarradores para mí, ya que veo a Guts tan sumido en su incredulidad y posterior remordimiento por haber matado a Adonis, que inevitablemente siento angustia y pena por lo que está pasando. Sin embargo, estoy totalmente de acuerdo en que a pesar de lo traumático del momento y lo desafortunadas que fueron las circunstancias que lo llevaron a esa situación, este capítulo pasó a ser una anécdota de tantas otras que se pueden encontrar a lo largo de la trama de Berserk. Aun con todo, siempre es un gusto agregado deleitarse con el drama circunstancial de Miura que, como buena consumidora del drama que soy, no habrá nunca suficiente para satisfacerme xD. Leerte se convirtió en uno de mis hobbies favoritos de la vida, y por eso te agradezco infinitamente.

Mistral Chronicles