Ha llegado el momento. Por fin. Tras tanto esperar. Es la hora de que Evangelion fastidie otra canción clásica preciosa, de romperse la cabeza con los diálogos más crípticos y de ver a Shinji sonrojarse a cada segundo porque una persona nació para él. Y es que este episodio es evidentemente romántico (homosexual, de acuerdo a Anno, que pidió ayuda a Akio Satsukawa, a quien se le daba mejor lo gay) y dramático en términos de tragedia griega.
Es hora de ver al personaje que conquistó a prácticamente todos los fans de Evangelion aunque sale menos de 12 minutos en total.
Es hora de Kaworu.
Pero antes suframos con la pobre Asuka.
La vemos correr sobre un fondo naranja que, obligatoriamente, nos debe hacer pensar en LCL. Es decir, sangre. La pequeña Asuka es feliz, más que nunca, porque por fin ha hecho algo digno de mención. Pensad que Kyoko trabajaba con temas de EVAs, así que cuando Asuka señala que ha sido elegida como piloto, sin duda es porque sabía más o menos que su madre estaba relacionada con el proyecto. ¡Y es que ha sido elegida! Después de ser ignorada, sustituida por un muñeco, han decidido que ella va a ser piloto, por encima de cualquier otro niño. Por eso es tan apropiado que corra sobre LCL. Por eso y por la sangre derramada de su madre.
—¡Soy una piloto de élite, elegida para proteger a toda la Humanidad! ¡Soy la mejor en el mundo!
Y entonces la puerta, que tanto nos había atormentado hace dos episodios, se abre.
—¡Es un secreto, no se lo puedo contar a nadie! ¡Pero te lo diré de todas formas! ¡Porque eres tú! ¡Todo el mundo será amable con nosotras a partir de ahora!
No las tratarán como la loca y su hija. No habrá más padres que dejen a la pobre científica que solo habla con muñecas por una enfermera.