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Con la llegada de Asuka, Evangelion estalla en un torbellino de energía.
Con la estética más pura del anime de colegiales, la serie decide tomar un sesgo slice of life desde… el punto de vista de stalkers. Concretamente, de Kensuke y Toji, que se dedican a perseguir a Asuka, hacerle fotos y comerciar con ellas. Creo que no hace falta que comente en profundidad lo perturbador que es esto, de modo que me centraré en que Asuka, probablemente, lo vería con buenos ojos al tiempo que lo despreciaría. La chica, como vamos a ir viendo, aspira a que la gente se enamore de su fachada. Así que la idea de convertirse en una suerte de idol cuyo físico y comportamiento generen admiración y otras… emociones promovidas por las hormonas sería un objetivo cumplido.
Ahora, Asuka no tiene interés en niños. No son su objetivo. Tanto jaleo sirve para alimentar su ego, pero no le proporciona lo que de verdad desea.
Por lo tanto, esta persecución fotográfica es interesante por lo que comenta Toji: las fotos no revelan su verdadera personalidad. Hablan más de lo que Asuka quiere mostrar al mundo que de lo que es en realidad.
… visto así, Asuka se parece muchísimo a la protagonsita de KareKano, una adaptación a anime que llevó a cabo Hideaki Anno porque se enamoró de la historia. Creo que puedo ver por qué.
En fin, aplaudamos el nuevo método de GAINAX para ahorrar animación y vayamos a lo importante.
Asuka destaca, y le gusta que sea así. Constantemente resalta que es diferente, que no pertenece a ese sitio, que está por encima de las cartas de amor de adolescentes y de los celos de las otras chicas. No duda en hablar en inglés y en alemán para que la gente sepa que de inmediato que es extrovertida, inteligente, y que tiene acceso a lenguas que el resto de personajes no.
Lo curioso es que, como ya tiene dominado a Shinji, su siguiente objetivo es Rei. O, más bien, la Primera Niña, porque si se acerca a Shinji, incluso si es para hacerle un poquito de daño con un capirotazo, se debe a que es el Tercer Niño. Gente importante. Gente que no merece que pise sus cartas —todavía— y con la que debe trabajar.