Siete razones para amar Shonen Note, de Yuhki Kamatani

El 25 de septiembre del año pasado, la editorial española Tomodomo puso punto y final a Shonen Note, de Yuhki Kamatani, después de más de dos años publicándose.

La historia de Yutaka Aoi, el niño soprano, se ha ganado en este tiempo los corazones de sus lectores y los ha transportado al mundo de sonidos en el que habita. Junto a él, hemos conocido a los miembros del club de coro de su instituto, leído sus historias y sueños y recorrido con todos ellos un largo camino de descubrimiento personal y evolución, trabajado en una delicada fusión de historia y música. Shonen Note es, sin duda alguna, un manga único que merece ser leído, y ahora que el octavo tomo ha concluido, es un buen momento para analizar qué es lo que hace que sea tan especial. Y, para ello, reunimos siete razones.

Aviso: Este artículo no contiene spoilers de la trama ni del final, pero sí del carácter general de la historia.

Razón #1. El dibujo


El estilo de Yuhki Kamatani es precioso. Para tratarse de una autora con tan poca experiencia  —sólo cuenta con dos mangas publicados, además de Shonen Note—, sus trazos son muy limpios y es fácil diferenciar sus personajes.

La historia es muy visual (¿no son todos los mangas visuales?, dejad que me explique), pues salta a la vista que fue concebida para ser ilustrada. La estrecha relación que guarda entre la música y la narración se plasma a través del dibujo, imágenes que evocan emociones al lector por los elementos que contienen. Juega mucho con la sinestesia, ese recurso que provoca emociones no relacionadas con el sentido que deberían. Las imágenes se convierten en sonidos, los sonidos en imágenes, en sentimientos y estados de ánimo, y eso es lo que eleva el dibujo de Shonen Note a la categoría de arte. Un arte único y muy, muy especial. Como declaró la propia editorial Tomodomo declaró en una ocasión:

[…] No hay ningún otro autor que haya conseguido dibujar los sonidos como lo ha hecho Kamatani.

Kamatani empezó a dibujar Nabari no Ou, su ópera prima, el año 2004, mientras que Shonen Note hizo su debut (en Japón) en 2010, apenas un año después de la conclusión del primero. Seis años significan, para un dibujante, una infinidad de cambios, si bien Kamatani se limitó a perfeccionar su estilo, no a cambiarlo. Se mantuvo siempre en su línea y aprendió a partir de ella, sin cambios más bruscos que la mejora del estudio anatómico o la cantidad de detalles. Abajo podemos observar su evolución desde el principio de Nabari no Ou hasta Shonen Note. Las imágenes hablan por sí solas:

Shonen Note cuenta, además, con la ventaja de haber sido producida a un ritmo mucho más elevado que su predecesora —también cabe decir que es más corta en comparación—, e incluso que otras series, de modo que el dibujo no ha sufrido grandes cambios desde el primer capítulo hasta el último. En ese sentido, es más armónica y atractiva. Pero, como no todo se trata de los protagonistas, hay que hacer una mención especial a los escenarios y los paisajes, que son arrebatadoramente bonitos y están dibujados con el mismo cariño que los personajes.

Razón #2. Un protagonista muy humano


Primavera plena. Cerezos en flor. La brisa es dulce y fresca. Día de ceremonias de apertura, teñidas de color rosa contra el azul del cielo. En un día así… Yutaka, como no, llora a lágrima viva.

Con estas frases se nos presenta a Yutaka Aoi, el protagonista de la historia. Yutaka es un chico de doce años que acaba de mudarse a una nueva ciudad. Antes de empezar las clases, oye un día ensayar al club de coro de su futuro instituto y, maravillado, toma la decisión de apuntarse. A pesar de ser de primer curso  —y, por tanto, tener más restricciones a la hora de elegir a qué club unirse—, se gana su plaza entre los miembros del coro al demostrar una voz de soprano excepcional que cautiva a todo aquel que la escucha.

Hasta aquí, Yutaka no parece más que el típico protagonista shonen: demasiado joven para albergar un talento tan grande. ¡Incluso su historia, su cualidad de chico recién llegado, no se sale del cliché más básico! Pero no hay que cometer el error de confundir a Yutaka con un personaje simple, repetitivo o Gary Stu, pues las primeras palabras del manga ya nos dan a entender que no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados. Su talento para el canto tiene una base sólida, y la construcción de su personalidad deriva de esta.

A medida que avanza la historia descubrimos que Yutaka es extremadamente sensible respecto a los sonidos. La más sencilla de las melodías basta para captar su atención, un grito o un ruido fuerte pueden llegar a aterrorizarle, y una canción bonita provoca que enseguida rompa a llorar de emoción. Eso nos da a entender de manera implícita —más tarde el propio protagonista lo dirá alto y claro—, que Yukata canta porque le gusta cantar. Le encanta. Ya sea en solitario o como parte de un coro, masculino o femenino, de una escuela de secundaria o sobre el escenario de una ópera ante centenares de espectadores. Sus motivos son puros; la autora juega con ellos y los contrapone a los de los otros personajes, no para despreciar sino para compararlos, mostrarnos otras razones y puntos de vista.

Ahora bien, la sensibilidad de Yutaka también tiene sus inconvenientes. Más allá de provocarle emociones y reacciones más fuertes de lo normal, los sonidos pueden causarle una severa ansiedad. Dicha enfermedad le impide llevar a cabo las tareas más sencillas, como asistir a clase, e incluso hacer lo que más le gusta; por no hablar de las consecuencias para con sus compañeros y responsabilidades. También, si bien esto no está confirmado por la autora, sus reacciones pueden derivar del autismo.

Yutaka puede parecer un personaje débil y poco maduro, pero la historia le da espacio para desarrollarse. Por mucho que ame cantar y perciba la música y los sonidos de una manera tan intensa, tarde o temprano pasará la pubertad y su voz cambiará. Su talento como soprano desaparecerá y, con él, su capacidad para cantar. No es algo contra lo que pueda luchar, y a cada día que pasa está más cerca de perder su lugar en el mundo, una verdad terrible a la que un niño tan inocente no debería tener que enfrentarse.

El tema central de Shonen Note es el paso de la infancia a la madurez, y él se convierte así en la personificación de esa metáfora desde el primer tomo… lo cual nos lleva al siguiente punto.

Razón #3. Las metáforas


Siempre se me ha dado mejor mostrar en imágenes cosas abstractas, como pueden ser las emociones o los ambientes, que plasmarlas en palabras. Lo que hago es ir dibujando la música tal y como me la estoy imaginando en mi cabeza.Yuhki Kamatani

Yuhki Kamatani

Shonen Note no destaca por tener una trama trepidante o llena de acción. De hecho, apenas se centra en lo que ocurre más allá de los personajes, y aquí es donde entran las metáforas en juego. Toda narración necesita una historia, conflictos y resoluciones —ya conocemos los de Yutaka—, y estos los presentarán ni más ni menos que los propios protagonistas. Cada tomo se centra en uno pero no olvida a los demás, establece relaciones, muestra intereses, objetivos y problemas para conseguirlos.

No son difíciles de entender aunque, en realidad, no se trata de entenderlas, sino de dejarse llevar por ellas.

Razón #4. Personajes complejos y grises


Al tratarse de niños de doce a catorce años, puede ser fácil pensar que los personajes no tienen la profundidad de otros más mayores o que son menos interesantes pero, de nuevo, Shonen Note nos demuestra que nos equivocamos.

Shonen Note sorprendió a más de uno al estar catalogada como seinen en vez de shonen. Tengamos en cuenta que el primero es un género maduro e incluso adulto, que abarca lo erótico, gore o ambos, como serían los casos de Berserk o Tokyo Ghoul. Pero el trasfondo seinen de Shonen Note se encuentra en el conflicto de los personajes que, como ya he dicho antes, dan el paso de la infancia a la madurez, en un proceso de búsqueda de identidad. No es un manga triste ni oscuro, pero sí que goza de una complejidad más enfocada al público adulto. Escribir y dibujar niños es difícil, pues hay que respetar su infantilismo, sus ganas de convertirse en adultos y, a la vez, el miedo que eso suscita, por no hablar de darles su merecida historia y redondez como personas grises, ni buenas ni malas. Encontramos a muchos personajes así en este manga, pero comentaremos sólo a tres como ejemplos:

Midori Machiya es la vicecapitana del club de coro, una chica que se toma muy en serio su papel y no tolera que nadie se meta con sus compañeros. Un personaje noble, a simple vista, pero enseguida se nos revela que tanto ella como el capitán, Akitoshi Betsuyaku, pretenden utilizar a Yutaka para atraer a más chicos al club, además de que cante con ellos. No hay manipulación por su parte, ya que Yutaka es el primero en proponer la idea de unirse, pero sí que se resaltan sus intenciones.

A sus puntos de vista se contrapone el de Tôko Takamine, otra cantante del coro, que desde el principio se molesta ante la revolución que Yutaka provoca entre sus compañeros. Tôko es muy directa y apasionada, y su forma de decir las cosas puede hacer que parezca inaccesible y un tanto desagradable: un personaje completamente opuesto a Yutaka. Sin embargo, los dos niños se parecen más de lo que creen, pues ambos ven el club como un segundo hogar y persiguen el mismo objetivo de ganar el concurso regional de canto coral. Además, Tôko es de las primeras en señalar la actitud ligeramente tóxica de Akitoshi y Midori.

Vladimir PopovPopi») también se une a la lista de personajes grises. Él es otro niño soprano de Rusia, también de doce años, que conoce a Yutaka en su gira por Japón. Aparece como un niño mimado y, si Tôko podía resultar desagradable, Popi es conflictivo. A pesar de que es consciente de que su voz tiene fecha de caducidad, se aferra a ella con todas sus fuerzas y critica que Yutaka tenga lo que él llama «motivos vacíos» para cantar. No se puede hablar mucho más de Popi sin entrar en terreno de spoilers, pero sí que merece la pena señalar su evolución y cómo, de entre todos los personajes, refleja a la perfección la idea del niño desbordado con las responsabilidades de un adulto.

Razón #5. La búsqueda de información y el realismo


En el cuarto tomo de Shonen Note, la editorial nos incluye una entrevista con Kamatani en la que la autora nos revela parte de su método creativo y sus fuentes de inspiración.

Nunca me cansaré de decir que para escribir hace falta informarse. Dar a conocer una historia requiere investigación sobre la misma, tiempo y preparación. No se puede escribir ni dibujar a un protagonista sinestésico sin antes averiguar la base científica y real que tiene detrás esa condición, que afecta a cerca del 7% de la población. En la entrevista de Tomodomo, Kamatani cuenta que lleva escuchando coros de niños desde la adolescencia, que había ido a ver actuaciones en directo e incluso había consultado al club de un instituto ganador de un concurso. También buscó referencias para las voces de algunos personajes como Yutaka o Vladimir, así como cierto estudio previo sobre música y coros.

Detalles como esos sirven para aportar, además, diversidad a la historia. A riesgo de sonar dramática, la información es poder. Shonen Note no muestra un reparto de personajes muy variado, siendo todos los personajes japoneses excepto Popi, pero la diferencia entre niños y adultos y sus personalidades sí que es muy diversa. El contraste entre ambos mundos se personifica sobre todo con el profesor Oota, encargado del club de coro, que a pesar de no sentir ningún interés por las actividades de sus alumnos, estos le quieren de todas formas.

Razón #6. La fluidez de Shonen Note y la importancia de una buena traducción


Todo lector agradece una historia que resulte fácil de leer, incluso en el manga. La naturaleza de Shonen Note (y, en parte, su composición de ocho tomos no muy largos) ayuda a que su trama avance con sencillez.

Kamatani sabe jugar con los motivos de sus personajes en cada entrega, haciendo que se desarrollen a la vez que lo hacen los problemas de su mundo en común: el coro, la ópera, el pueblo. Esta combinación es la que ayuda a avanzar con fluidez, ya que al igual que en una canción, los personajes nos van guiando por las notas del pentagrama sin dejar de lado el compás.

En un mundo donde el fondo es tan importante como la forma, ¿cuántas veces nos hemos encontrado con errores de traducción? A veces son detalles; otras, conceptos y definiciones que puedan dar la vuelta a la historia. A menudo, pereza de las editoriales. Pero en el caso de Shonen Note, y por ende de la editorial Tomodomo, podemos decir que Ana María Caro ha llevado a cabo un excelente trabajo junto a la editora Alina Shchasnovich y la diseñadora Laura G. Gras.

Razón #7. El final


¡Tranquilos! Esto sigue siendo del todo libre de spoilers. En serio. Pero vamos a hablar un poquito del final de la historia:

No creo que sea la primera ni la última persona en decepcionarse ante el final de una obra que prometía mucho. Ya sea en el manga, anime, películas, series, videojuegos, libros. Hay productos que de manera impensable acaban teniendo un final que te dejan un amargo sabor en la boca. Y ya no es solo cuestión de opinión propia, sino de por qué sentimos que existe un vacío que no han sido capaz de llenarnos. Todos tenemos una espinita clavada, una cruz que nos toca llevar.

Pero me alegra decir que este no es el caso de Shonen Note. Después de analizarlo y repasarlo, incluso un año después de escribir esta reseña en Deculture.es, puedo decir que es un digno final para una obra tan singular como ésta. Respetuoso y bonito a partes iguales, emotivo, encantador porque…

…Bueno, eso os tocará descubrirlo a vosotros.

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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