En el anterior capítulo de Berserk dejamos a Guts mordiendo la espada de Griffith. Sí, eso hicimos.
Lo cual es una soberana locura. La espada está afilada, como es normal, así que Guts comienza a sangrar de inmediato porque resulta que dentro de la boca tenemos una lengua carnosa y unas mejillas delicadas a las que no deberíamos aproximar superficies cortantes, que suficiente tenemos con los dientes.
Aunque la escena transcurre a lo largo de dos caras, hay que considerar que Guts muerde la hoja y empuja en unos pocos instantes. Teniendo en cuenta que Griffith no quiere meterle una espada por la garganta, y que debe ser una sorpresa que alguien se meta una puñetera arma por la boca, es normal que chico se quede paralizado. Guts, por supuesto, contaba con ello y por eso toma la ofensiva.