¡Cuidado! ¡Este artículo contiene flagrantes spoilers de la historia de Emil!
Emil es uno de los personajes más queridos de Yoko Taro y, cómo no, por los fans de NieR. También ha ganado su merecida fama en NieR: Automata. Su trágica historia, desde un niño precioso e inocente a una suerte de esqueleto mágico volador (inquietantemente adorable) trasciende las eras y traza un constante camino de soledad. Pero, diría, lo que más nos gusta de Emil es que es bueno. De cabeza a los pies. No hay nada que no haga por sus amigos, no hay sacrificio que le parezca pequeño. A pesar de está solo, asustado y aislado por culpa de su inicial maldición, después de su aspecto y, más tarde, como único humano superviviente, sigue adelante como puede para proteger el legado de sus seres queridos, tratando de no desfallecer.
Y es que lleva miles, miles de años haciéndolo.
La historia de Emil comenzó, en cierto modo, bastante antes de su nacimiento. El 12 de junio de 2003 se abrió un portal entre nuestro Tokio y el mundo de Drakengard. Una giganta blanca cayó en pleno Shinjuku, seguida por una dragona y su jinete que buscaban darle muerte. La pareja logró derrotarla, pero poco después fue abatida a su vez por el ejército japonés. El cadáver de la dragona y de la gigantesca criatura quedaron a merced de los humanos y expandieron sus… efectos.