En el capítulo anterior de Mahou Shoujo Ore empezó una sesión intensa de stalkeo mal llamado investigación y se nos prometió una continuación de las protagonistas siguiendo descaradamente a Hyoue y, por extensión, Mohiro. Este episodio cumple con las expectativas, pero empieza de una forma inesperada.
Con el pasado de la madre de Saki.
El décimo capítulo de Macho Shoujo nos muestra cómo Sayuri se convirtió en un macho mágico para defender a su crush —Uno— de unos matones. Hay que decir que Sayuri era exactamente igual que Saki: siempre llegaba a clase por los pelos, desayunaba platos tradicionales japoneses mientras corría porque las tostadas están pasadas de moda desde los años ochenta y le atraía un chaval rarito. Igual que Mohiro-chan es una patatita rara e inexpresiva, Uno es un friki de los cíborgs víctima del bullying.
Es importante destacar que existe una diferencia entre madre e hija. Sayuri quería convertirse en macho para vencer a los matones porque tenía un dorama de la leche montado en su cabeza y creía que si se enfrentaba a ellos como una doncella, acabaría… mal. Como en un dorama especialmente dramático de alguna era feudal.
El caso es que se enfrentó a los malos, se presentó a Uno con su nombre real y comenzaron una bella relación que acabó en boda y con una hija un poco tontita (pero, vamos, hemos visto que la madre es igual).