Cuatro mangas históricos que merecen la pena

En su día ya recomendamos algunos títulos históricos, y esta vez toca cuatro mangas históricos, desde Asia a Italia, el Renacimiento y el siglo XIX, que sobre todo harán las delicias de los amantes del slice of life.

Chang Ge Xing de Da Xia


 

Song of the Long March, como se traduce en algunas ocasiones, es un manhua seinen que transcurre durante el cambio de dinastías Sui a Tang. Para narrar este turbulento período, se crea la figura de la princesa Yongning, a la que conoceremos a lo largo de la historia como Li Changge, que logra escapar a la matanza que el siguiente emperador Li Shimin (su tío) acomete contra su familia para tomar el poder. A pesar de su corta edad, unos doce-trece años, ha sido criada para sobrevivir. Sabe montar a caballo, sabe de cuentas, sabe de estrategia militar y, más importante aún, sabe matar. Llevada por el impulso juvenil y esa especie de convicción que tenemos todos cuando somos jóvenes de que somos inmortales, Yongning jura venganza contra el emperador y parte para encontrar una forma de hacerse con el poder y atacar la capital.

Lo que se inicia como una historia de venganza termina por derivar en un largo viaje personal, durante el cual Li Changge utiliza y es utilizada por numerosas personas mientras se disfraza como un hombre, pero se cruza también con buena gente que la hace reflexionar. ¿Hasta qué punto tiene derecho a poner en peligro a los que la han acogido para emprender venganza contra una persona? ¿Es que la vida de los demás vale tan poco para una princesa como ella? Obligada a madurar, a mezclarse con el pueblo y a fingir ser un joven e inteligente táctico, lentamente reconoce que su deber es para la gente. En especial cuando China se ve asaltada por turcos, que parecen capaces de alcanzar la misma capital.

 

En un principio, Chang Ge Xing se presenta como una historia superficial que podemos encontrar en cualquier lado, con una protagonista ridículamente joven para sus capacidades e inteligencia sobrenaturales, villanos sin personalidad y un arte atractivo pero poco consistente.

Sin embargo, Da Xia mejora sin pausa, creando personajes más profundos, obligándonos a detenernos un momento a meditar sobre las consecuencias de los actos de la protagonista y sobre el derramamiento de sangre. Es en los momentos en que esta se encuentra lejos de la guerra, de los grandes y tensos planes políticos, que la historia brilla de verdad y adopta un tono bastante meditativo donde el arte puede llegar a brillar.

Todo en medio de una exploración fascinante de los campos de batalla, de la vida de chinos, turcos y clases bajas, así como de la filosofía de la época respecto a la familia, la vida y la muerte.

Y bishonen. Bishonen everywhere.

 

Fushigi no Kuni no Bird de Sassa Taiga


En el siglo XIX, durante la era Meiji, Japón todavía forcejeaba por mantener su independencia y, de cara al mundo, el gobierno desbordaba una actitud xenófoba contra los extranjeros. Comprensible si pensamos en lo que los Barcos Negros supusieron para su economía y cultura. Por tanto, en muchos aspectos, Japón era un misterio para el mundo. Las leyendas orientalistas que expandían los pocos extranjeros que podían poner un pie en las islas alimentaban la imaginación de numerosas personas.

Y entonces llegó Isabella Bird (1831-1904).

Se trata de una aventurera real del siglo XIX, proveniente de Escocia, que viajó a lo largo y ancho del mundo para explorar lo que nadie más había recorrido. Sus libros de viaje eran devorados en los círculos de sociedad, y no es de extrañar, puesto que cruzó el mundo y lo anotó en sus diarios. Entre otros lugares, viajó a Persia y Kurdistán, Estados Unidos, Hawaii, Corea, China, Marruecos y, por supuesto, Japón.

El manga narra la llegada de Isabella Bird a Japón, sus problemas para conseguir un pasaporte que le permitiera explorar y rellenar el mapa del norte del país, y su insistencia por viajar entre y con japoneses, alejada de los extranjeros para poder anotar lo más fielmente las costumbres del lugar. Acompañada por el seco pero hábil guía Ito, Isabella se mueve con interminable entusiasmo por un mundo completamente ajeno a lo que ella esperaría de una sociedad victoriana. Aprende no solo cómo es ser un culí, o por qué se cubren de tatuajes, sino lo que es encontrarse entre personas que tienen un concepto distinto de la desnudez, donde las niñas a los doce años ya llevan el peinado tradicional de adulta, y una sociedad que todavía cree firmemente en la magia, los monstruos, y que no duda en espiar, desconfiar y acosar a una extranjera. Los momentos más creíbles e íntimos de Isabella se dan cuando debe dormir en posadas llenas de insectos, a no comer lo que más le gustaría, y tener que ponerse ropas tradicionales por encima porque así se puede luchar mejor contra los elementos que con los ropajes más típicos de Inglaterra. Por supuesto también hay escenas en que debe aprender que tiene comportamientos clasistas o xenófobos, o su lucha por ignorar lo que algunos hombres opinan de sus viajes y lo que una dama debería o no hacer.

 

Cada capítulo suele explorar una región distinta en el camino hacia la tierra de los Ainu, con exposición de la cultura antes del gran impacto occidental (aunque, como se ve, hay trenes y demás influencias) llevada con mucha ligereza gracias a las interminables preguntas de Isabella y que Ito debe responder. Y la verdad es que termina por ser una delicia, con personajes adorables y situaciones divertidas, sin caer casi nunca en drama o algo que no sea ritmo ligero.

El gran problema es el arte. Sassa Taiga está claramente influenciada por Kaoru Mori, de Bride Stories (se nota incluso antes de leer la entrevista en que lo confiesa, explicando que le gustaban sus trabajos y por eso quiso meterse en la revista donde ella trabaja, Haruta), en el diseño de personajes y el ritmo que lleva en la obra, pero su habilidad está muy por debajo. Hay constantes problemas anatómicos, las caras de los personajes no terminan de ser correctas y las expresiones de tanto en tanto hacen rechinar los dientes. Pero los fondos están trabajados y, capítulo a capítulo, el arte se vuelve más y más consistente, hasta evolucionar hacia algo realmente agradable y propio. El capítulo 15 tiene un cambio brutal de estilo y solo hay que ver la portada que os comparto para ver la evolución de la mangaka.

¡Si os gusta Japón, no dudéis en darle una oportunidad a esta historia!

 

Arte de Kei Ookubo


Hay muchas historias acerca de mujeres que se abren paso en el mundo gracias a su talento, pero Arte en concreto se centra en las vicisitudes de ser una artista en la Italia del Renacimiento. Existieron artistas así, aunque la Historia contada por los hombres ha intentado borrarlas, como Sofonisba Anguisola y Lavinia Fontana, pero sus historias todavía tienen que desenterrarse. La vida de Arte perfectamente podría ser una de ellas. Hija de nobles venidos a menos, cuando su padre fallece y su madre pretende que deje de lado su pasión, Arte decide cortarse la melena y lanzarse al mundo para vivir de su talento. ¿El resultado? Que nadie quiere una aprendiz mujer. Nadie excepto un extravagante y casi misántropo artista… Por el que desarrollará sentimientos. Por suerte y hasta el momento, este no es el centro de la trama.

Lo importante para Arte es afrontar las situaciones que se le presentan. El desprecio y el desdén por su sexo y género llueven por doquier, hasta el punto de que desea haber nacido hombre. Pero, con el tiempo, va haciendo las paces con su condición. Es mujer. Eso no la vuelve menos que nadie. Quiere aprender de los mejores a hacer arte, y hará lo imposible para conseguirlo. Gruñir, llorar, protestar no sirve de nada. Solo persistir, machacona, buscando hacer amigos, que la gente reconozca su talento.

Por el camino se nos enseña una vida bastante acertada del Renacimiento. Las duras condiciones de los contratos femeninos, la educación que deben recibir los artistas en distintas áreas, cómo cualquier fallo puede significar una pérdida insustituible para el resto del grupo, las normas de los gremios, la competencia… Es rico, fascinante y ligero, introduciéndose como un slice of life con abanico de personajes de todas las condiciones sociales. Desde nobles a prostitutas contra las que la propia Arte alberga prejuicios que debe aprender a superar. El arte es simpático y refinado, con muchísimos detalles en los fondos que es fácil pasar por alto dado que no son tan «minuciosos» ni despampanantes como los de Bride Stories, pero que revelan el amor puesto en esta historia.

 

Además, hay un hilo argumental mucho más claro, con personajes femeninos adorables e interesantes por todos lados, y un buen grupo de hombres que no parecen sacados del mismo saco de toda la vida. El noble más interesante que sale, que aspira a ser patrón de Arte, es manipulador y cruel, pero en ningún momento creepy sexual, y capaz de respetar los deseos de Arte sin crear las esperables tramas de control despiadado. Las mujeres que aparecen tienden a convertirse en amigas de Arte, y hay un verdadero intercambio de enseñanzas y lecciones entre unas y otras, con sus propias historias que nos hablan de cómo era ser mujer en un mundo que pensaba que eras escoria.

Y, aun así, el manga no es rudo ni desalmado. La esperanza y la alegría siempre acaban por imponerse, incluso si en ocasiones son agridulces, y Arte se perfila como un personaje creíble al que merece la pena seguir para verla cumplir su sueño. Nadie le va a preparar un camino de rosas, pero a ella no le importa. Lo conseguirá porque es su pasión, es su vida y es una adulta que puede tomar las decisiones que desee.

Y resulta más que refrescante encontrarse una protagonista tan fuerte, que aprende de sus errores, y que no es el centro del universo del resto de los personajes.

Blissful Land de Izumi Ichimon


¿Alguna vez os habéis preguntado cómo es la vida en el Tíbet? Blissful Land sí. La historia transcurre en el siglo XIX y nos cuenta el día a día de un joven aspirante a médico con todo lo que ello implica.

Kang Shiva es un trozo de pan atolondrado que solo piensa en hierbas medicinales. Adora a su familia, y a su perro, pero sobre todo se dedica a curar a los demás a pesar de su miedo por las heridas. De modo que, cuando la joven Moshi-Lati llega a su casa y se queda porque resulta que es su prometida, no tiene muy claro cómo debe reaccionar. Pero poco a poco van aprendiendo a estar el uno alrededor del otro, a lidiar con la nostalgia de Moshi-Lati por su familia… y todo en medio de tranquilos y simpáticos capítulos que van presentando la cultura del Tíbet.

Con la excusa de que Kang Shiva es médico, se nos explica cómo se curaban catarros, qué plantas eran necesarias para el dolor de espalda o cómo se lidiaba con las rozaduras y el agotamiento. De ahí saltamos a la cultura de la ausencia de baños (los cristianos no eran los únicos en querer sumergirse poco. Aquí se te muestra, por ejemplo, que la ausencia de madera y las bajísimas temperaturas volvían susceptible a la gente), de los grandes festivales, de los jinetes, o de la organización familiar, que podía ser bastante distinta a la monogamia a la que estamos acostumbrados.

Blissful Land hace honor a su título. A pesar de que se den casos tristes o que se vea que la vida no es perfecta, los personajes viven en una burbuja aislada y agradable, sin dilemas o dramas políticos ni sensación de que haya un mundo más allá de las montañas. Lo divertido, y lo que el manga parece estar persiguiendo, es ser un encantador slice of life muy, muy puro, con protagonistas extremadamente buenos y amables que intentan hacer lo mejor por los demás. Los problemas se solventan con facilidad o mediante la comedia. Por ejemplo, uno de los grandes dilemas de Moshi-Lati es que adora teñir telas y teme que no se le permita por si se estropea las manos. Por supuesto, a Kang Shiva ni se le pasa por la cabeza prohibírselo, de modo que asunto cerrado.

Hasta la fecha, diría que lo más interesante es cómo Moshi-Lati va ganando una voz propia, después de capítulos y capítulos sonriendo, siendo la perfecta dama que ayuda a Kang Shiva y parece hecha para él. Pero, en realidad, tiene sus dudas y no sabe bien cómo encajar ya que viene de un lugar con tradiciones completamente distintas… Lo cual es una buena excusa para que le tengan que explicar cosas y, así, nos enteremos nosotros también de toda clase de detalles fascinantes.

Porque, desde luego, la gracia de Blissful Land es contemplar la cultura. A pesar de que el arte comienza siendo algo flojo y las expresiones resultan un poco rígidas, es un gustazo contemplar los interiores de las casas tibetanas. Secuencia tras secuencia, vemos los patrones de los trajes, el tipo de cubertería utilizada, las camas, los muebles, y los adornos. ¡Un regalo para la vista! También hay unos cuantos exteriores que insisten en plasmar un mundo cuasi-perfecto. Al principio no están muy detallados, pero poco a poco van ganando fuerza.

En definitiva, un manga para relajarse y disfrutar de la vida de la adorable familia de Kang Shiva.

 

¡Que el viento sople a vuestro favor!

2 1 vote
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest

0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
Mistral Chronicles