Bokura no Hentai, un slice of life sobre el género y la adolescencia

Cuando nos recomendaron por Twitter Bokura no Hentai, reconozco que el título me echó atrás. Mucho. Al ver el dibujo, eso sí, cobré algo más de confianza aunque me daba miedo igualmente. He de decir que estoy más encantada con la historia.

Y, para aclarar, Hentai no hace referencia al porno, por lo general enfocado al público masculino, sino que su significado original es perversión. En este caso, además, a transformación. Y es una de las metáforas más bonitas que vais a encontrar en mucho tiempo.

Bokura no Hentai se traduce de dos formas en un interesante juego de palabras; Nuestra perversión o nuestra transformación. Ambas son válidas, puesto que Fumiko Fumi cuenta la historia de tres niños y su relación con el mundo exterior y el interior. Dos de ellos son chicos. A uno le gusta travestirse. El otro lo hace por necesidad. La tercera es una niña transexual.

De acuerdo al mundo… Todos son unos pervertidos.

Tres chiquillos


Estos niños se conocen gracias a Internet y deciden quedar un día a tomar unas bebidas. La idea es conocerse, tantear a ver si pueden convertirse en amigos, compartir experiencias. Todos se presentan con ropas generalmente asociadas a mujeres; dos incluso con pelucas. La reunión, sin embargo, no termina muy bien, pues Ryou (que usa el nombre de su hermana fallecida, Yui, una fachada que mantiene para que su madre no se sienta mal) abandona el lugar hecho una furia. ¡Él no disfruta travistiéndose, él no es un guarro! Por suerte, Marika, nuestra niña trans, encuentra algo de consuelo en Parou, que la consuela y le dice que ha hecho lo que ha podido. La comprensión es tanta que Marika no tarda en desarrollar un profundo crush por él. Así, cuando vuelve a casa se pone a jugar con sus muñecas imaginando que es una princesa y que Parou vendrá a llevársela algún día.

Con esto tenemos ideas básicas y clave de cada personaje: Marika se identifica con princesas; Ryo tiene que fingir que es alguien distinto contra su voluntad y Parou parece disfrutar del hecho de travestirse como tal. Estos son nuestros tres protagonistas, cuyas historias se entrelazan una y otra vez dando lugar a preguntas sobre el género, el maltrato, la «perversión» y los roles sociales.


Poco después resulta que Marika y Ryou acaban yendo al mismo instituto. Su primer encontronazo en la vida «real» da lugar ya a muchos comentarios interesantes. Furioso, se lleva a Marika a rastras y ella piensa que esto… ¡Esto es romántico! Un chico la lleva aparte y la acorrala contra la pared. ¡Es tan shoujo! ¡Seguro que acaba con un beso a pesar de las amenazas!

Pero resulta que no. Que te amenacen con darte una paliza a pesar de que se marquen un kabedon contigo no tiene gracia, y acabas llorando del susto y del desprecio.

Con esta escena se afirma la deconstrucción del shoujo y de los chicos malos, algo muy importante para la historia de Hentai y que nos indica los derroteros que piensa seguir. Porque Bokura no Hentai es una clara deconstrucción que va más lejos: está criticando todos y cada uno de los aspectos del género otokonoko/otoko no musume. Para quienes no lo sepan, este tipo de mangas o animes tienen como protagonistas, normalmente, a niños cis que suelen travestirse. A pesar de que algunas historias son serias, o incluyen protagonistas femeninas travestidas, se enfocan mucho hacia un público masculino que tiene interés por niños vestidos de mujer. Desde luego puede haber personajes dignos o que no se reduzcan a ser un mero fetiche andante con trajes de sirvienta o de gatitos, y la idea aparece en historias que no pertenecen al género como MariaHolic o The Idolmaster. Pero Bokura no Hentai es consciente de lo dañinas que suelen ser estas ideas y que despojan de humanidad a la gente.

Esta es una escena que se da cuando un personaje, violado y abusado sexualmente, intenta hacer daño a otro. Recuerda lo que le pasó durante la infancia. Y creedme que deja un horrible sabor de boca.

La niña que quería ser princesa


Marika está al borde de un terrible precipicio. Ingresar en el instituto es aterrador. Si eres demasiado mono, se meten contigo. Si eres demasiado alto, también. Cualquier motivo por el que destaques es un problema. Y Marika… Marika quiere que el mundo la vea como una mujer. Se siente ahogada en su uniforme masculino, que siente que sea algo más propio de un funeral. Tiene muy claro que ella es una chica. Por eso debe ser como se supone que es una mujer: ¡dulce, bonita, suave, inocente!

Marika engloba y abraza todos los prejuicios que tenemos acerca de las mujeres en el sentido de Santas. Parou, en cambio, tocará más el tema de las Putas. Pero no nos adelantemos. El camino de Marika es fascinante por cómo se obliga a ser una niña eterna. La adolescencia le da terror, porque significa que su cuerpo va a pasar por erecciones que hacen que sufra disforia y, peor aún, que se sienta sucia. Porque una mujer no puede excitarse. A ello se une el disgusto que siente al mirarse en los espejos, al no considerarse lo suficiente adorable. Ojo, la narración siempre afirma que Marika es la niña más adorable del mundo y tiendo a estar de acuerdo. Pero una cosa es lo que ve el mundo y otra cómo se siente un personaje. Así que cuando a todo esto se suman los cambios inevitables si no se toman hormonas, Marika empieza a sufrir una crisis existencial muy dolorosa.

Con Marika, pues, se tratarán estos temas junto a la publicidad de tu sexo, de tu género y de cómo debes comportarte con los demás. ¿Acaso tienes que callar cuando te insultan? ¿Es que debes sentirte pervertida por algo que no hace daño a nadie?

Por suerte para ella, Marika cuenta con el cariño de Akane, su amiga de la infancia. Esta muchachita a veces no se percata del daño indirecto que hace a Marika, pero es un ejemplo precioso de cómo este manga trata a las chicas como personajes válidos y que deben desarrollarse, con sus propios problemas aunque sea una adolescente cis, y dramas que debe hacer frente cuando llega la adolescencia. Con todo, Akane está más unida a la idea de cómo una amiga debe comprender y proteger a su otra amiga, y también trata el tema de la sinceridad, de los enamoramientos cruzados o de cómo el día a día con alguien como ella puede ayudarnos a soportar lo peor. Está muy bien, aunque es una lástima porque se notaba que iba a tener su propio arco sobre crecer y problemas con su género, pero nunca se llegó a desarrollar.

Ah, y también está Tomochi, un niño al que le gusta (de forma sana) llevar vestidos, que tiene un claro interés por Marika sin importar su género y que es un rayo de luz en medio de todo el manga.

El niño a la sombra de su hermana


Ryou(suke) protagoniza una historia diferente, aparentemente, menos ligada con el tema del género. Tenía una hermana mayor que era la luz de su madre. Guapa, inteligente, cantante, actriz desde tempranada edad… Ryou simplemente no podía comparársele. El chico jamás recibió la mitad de la atención que tenía ella a pesar de que acudía a sus mismas clases y también vivía su esforzado ritmo de vida. Cuando su hermana murió, su madre cayó en una tremenda depresión y Ryou, en parte por aliviarla y en parte por ser su centro por una vez, empezó a hacerse pasar por su hermana.

El resultado, como uno puede imaginar, es nefasto. Ryou se debate entre el odio por los que se disfrazan de mujeres sin «necesidad» a la vez que se hunde lentamente en el vacío que es tener que estar siempre a la sombra de su hermana, hasta el punto de que su madre se niega a verlo como si fuera otra persona.

Con todo, sigue poniéndose ropa y pelucas de mujer cuando va haciéndose amigo de Marika y de Parou. Entre ellos encuentra un respiro, aprende a valorar otros puntos de vista y a dejar de considerar que Marika es una pervertida. Su relación con Parou es mucho más turbulenta. Aparte está el tema de que, ¡hey!, ni que fuera horrible pintarse las uñas, llevar vestidos bonitos o pelo largo.

Su historia es la que más trata el orgullo con el que se enseña a crecer a un chico. Ryou es cis y heterosexual, y su amor y comprensión por Marika resultan trágicos, porque no se siente con valor para acercarse a ella. Mientras es importantísimo para la normalización de Marika, la forma en que Ryou se aferra al principio a lo que debe apreciar n chico tradicional significa que hacer frente a «perversiones» le cuesta más que a ningún otro personaje. Quiere salir con una chica guapa… ¿porque es un chico y eso es lo que hacen los chicos, o porque de verdad le gusta? ¿Quiere volverse alto y fuerte porque está harto de hacer de su hermana para su madre o porque de verdad le gustaría ser así? Tratar con su personalidad cis, con las expectativas que se tienen con él, es una de las claves de su trama. Curiosamente, Ryou siempre será el personaje más comprensivo de los tres, una vez comienza a superar sus propios problemas… e, incluso a pesar de estos, trata de estar para los demás.

Su historia también está muy unida a la de Hachi, con quien mantiene una relación romántica, y que tiene un arco terrible acerca de la fetichización de las mujeres y cómo a ella le gustaba hacer mil cosas que, una vez su cuerpo se volvió claramente femenino, le fueron vedadas.

El muchacho roto


Tamura, o Parou como lo conocen sus amigos, trata el aspecto más cruel y horrible de todos. Es un chico gay al que le gusta disfrazarse de mujer. Pero ¿le gusta o lo hace porque le obligaron de niño, cuando estaba sometido a constante forzamiento y acoso sexual? Su trama trata la ausencia y negación de los padres y de la sociedad, así como el hecho de la suciedad y el deseo de romper a los demás como le han roto a él. Parou, a pesar de que es digno, puede ser muy femenino y atento, es bastante misógino debido a su experiencia. El crush de su vida solo se interesaba sexualmente por él cuando iba vestido de mujer y literalmente lo trataba como un subser por ser un hombre y gustarle… vaya, otros hombres.

Al ser el más mayor de los personajes, estar aislado y haber convertido el sexo (fetichista, además) en parte de su forma de ser, Parou es terriblemente desgraciado porque no sabe abrirse ni puede apreciarse, ni mucho menos superar lo que le ha tocado vivir. Siempre está preparado para que lo hagan daño, para que lo traten como un loco, y solo se siente bien «adoptando» la forma «sucia» de ser de una mujer. Una mujer puede ser una «puta» y que la traten mal, pero que se acepte como tal. Así que desde joven ve con malos ojos a las mujeres, ha interiorizado el comportamiento del rol femenino y lo reconoce y desprecia, pero se sumerge en él para atraer a otros hombres y exigir que le hagan daño durante el sexo porque así… Así se siente un poco mejor. Una terrible víctima de maltrato, que no sabe cómo lidiar con su vida.

A pesar de ello le gusta mostrar un aire superior, tranquilo y dominante con los demás. Es el más inestable, el que menos esperanzas tiene puestas en el futuro, el que sufre porque su familia jamás aceptará lo que le sucedió… Y, supongo, por eso resulta el más agresivo. No puede evitar considerar que quiere hacer daño a Marika, aprovecharse del crush que siente por él, a la vez que se enamora de Ryou aunque es bien consciente de que el chico es hetero. A Parou le gusta castigarse, hacerse daño físico y emocional, y cabe reflexionar sobre si sus sentimientos por Ryou no vienen a ser demasiado una repetición de lo que le sucedió con su otra «pareja».

De entre todos, Parou es el que menos evoluciona, como digo, y aunque su historia es más agria que dulce, diría que es una representación más bien realista de la vida. No todo el mundo puede salir adelante. No todo el mundo confía en los demás.

La gente rota no siempre encuentra la ayuda que necesita.

 

Arte y sensibilidad


Toda esta historia, con sus claros y profundos oscuros, está tratada con mimo y una narración fluida. Solo en ocasiones, cada muchos tomos, da extraños saltos temporales y cuesta ubicarse. Pero lo que importa es que hay amor en cada panel, dibujado con una delicadeza que suaviza mucho las experiencias, pero también vuelve más atrayente y cercano el mensaje de estos adorables niños. En algunos casos la infantilización de los personajes juega para mal, en especial cuando empieza a tratarse temas de sexo. Por ejemplo, los senos de la novia de Ryou aparecen claramente, aunque diría que no es una imagen extremadamente fetichizada. Pero con los rostros y la anatomía, no deja de resultar un poquito incómodo. Pero el estilo es necesario para enfatizar que los personajes son… niños. El mismo título habla de mariposas que saldrán un día de su capullo.

La autora, por otro lado, ha investigado y hablado con gente transexual, además de con doctores. Nunca hace el centro del tema las operaciones o las hormonas, pero deja claro que son temas que existen y que afectan. Más importante es que aunque a Marika se la trata mal, igual que a Parou, no parece ser tanto un comportamiento social. No vais a encontrar en este manga un constante acoso y malestar. La oscuridad viene más de las dudas internas de los personajes, del silencio de los que les rodean y de su día a día. Los momentos duros, de sufrir insultos e intransigencia, están. Existen. Pero se han reducido. No sabría decir si es un punto negativo para la obra, que no se centra en un maltrato más realista donde muchos niños acabarían intentando suicidarse, o si es algo positivo porque sienta ejemplo sobre cómo deberían comportarse de verdad los buenos amigos.

Bokura no Hentai es una historia intimista, que decide mojarse y tratar a los personajes como seres humanos. No solo eso, sino que no deja de lado a las mujeres, como pasa en muchas historias. Todos cometen errores, chicos y chicas, y todos tienen su espacio para pedir perdón o crecer como personas. Algunos lo hacen mejor que otros, pero ahí está.

Si tuviera que hacerle una crítica clara, sería que el final se antoja un poco precipitado, pero emocionalmente deja un sabor agriculce apropiado… Al menos hasta que pasa al último capítulo, que se presenta como un doujinshi. ¡No lo leáis! ¡Quedaos en el titulado From now on! ¡O, al menos, leed primero el último y luego el penúltimo, así al menos no abandonaréis esta historia con la boca sabiendo a ceniza! ¡Maldita autora y sus golpes bajos, completamente innecesarios!

Pero, quitando esto, creo que es una obra valiente, hermosa, con un arte encantador y buenos mensajes contra las idealizaciones de uno u otro rol de género, que desde luego merece leerse. ¡Si cruzamos fuerte los dedos, a lo mejor Milky o Tomodomo la traen!

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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