Los límites del consentimiento y la violencia sexual en Utena

Advertencia: este artículo menciona y desarrolla temas como la violencia sexual, violaciones y pedofilia

El episodio 33 de Utena, la chica revolucionaria es un momento clave para la historia, aunque a simple vista no lo parece. Bajo una densa capa de simbolismo y frases aparentemente al azar, se esconde un suceso con el potencial de cambiar el rumbo de la historia. Hablamos, por supuesto, de la culminación del plan de Akio Ohtori: el momento en el que él y Utena tienen relaciones sexuales en una habitación de hotel. Con la ayuda de ciertas imágenes —las manos agarradas de Akio y Utena, las expresiones de ella vistas desde arriba— queda muy claro lo que ocurre pero, en un principio, se iban a emitir toda una serie de símbolos que darían una connotación muy distinta a lo que sucede en ese hotel.

Según los storyboards, el episodio iba a concluir con un plano de Utena mirando a la cámara, y de ahí al parque de atracciones que había visitado con Akio durante la cita. La noria se contemplaría desde la habitación del hotel, sumida en la oscuridad, y Utena preguntaría: «¿Qué es la eternidad?» antes de un fundido en negro. En este final, era la propia Utena quien apaga las luces de la habitación (el fundido en negro) y consentía al sexo.

Sin embargo, la noria y el parque dominaban la escena de fondo. Estos dos elementos representan la niñez de Utena. Akio la habría llevado hasta un parque, y después se la habría llevado del mismo, marcando simbólicamente cómo le arrebataba la niñez, la inocencia. Luego Utena sólo podría observarla desde la distancia, en una habitación sombría. Este final mostraba de una forma muy sutil la pérdida de la virginidad, y de una forma no necesariamente negativa. Como se ha dicho, era Utena la que apagaba las luces y se entregaba a Akio porque se sentía cómoda con él.

Sin embargo, el director artístico Shinya Hasegawa decidió cambiar el final. Mantuvo la escena del parque de atracciones y la pregunta de Utena, pero quitó todo lo demás. En su lugar, se emitieron secuencias de Akio. Este aparece en su famoso coche, vestido como Fin del Mundo, y conduciendo a toda velocidad. En un momento dado, gira y embiste contra unas vallas con exagerada fuerza. En la carretera aparece una y otra vez el mismo carácter: PARA.

Akio como conductor desenfrenado es el leitmotiv de este episodio, pero no hay que olvidar la señal que le ruega que se detenga. En especial se repite en los últimos minutos del capítulo, justo antes de que las manos de Utena y Akio roben la pantalla y el episodio concluya.

De esta manera, Hasegawa nos deja muy claro que lo que acaba de ocurrir es una violación. Las secuencias de Akio son pura violencia, superioridad y desobediencia ante cualquier límite establecido. Utena, en cambio, aparece boca arriba —debajo de él—, de modo que está en una situación de completa sumisión. Esto en sí no tiene por qué ser malo, pero si juntamos la extrema pasividad de Utena y sus sentimientos encontrados respecto al sexo que representa la carretera, con la agresiva dominancia de Akio… el resultado es una violación sin lugar a dudas.

Pero Utena consintió


Sí, Utena eligió de forma voluntaria ir a esa cita con Akio. Sí, lo más seguro es que también aceptase ir con él a ese hotel, y consintiese al sexo, pero… nada de eso es real ni válido.

Hablamos de una chica que lleva semanas siendo manipulada por un hombre mayor para que crea que de verdad están enamorados, que son príncipe y princesa. Puede que las citas, el trato caballeroso y el ir de la mano sean románticos, pero eso no quita que estén construidos sobre mentiras. Y si hay engaños, el consentimiento nunca es real. Por no hablar de que, Jesús, Utena tiene catorce años. Una relación pedófila siempre es unilateral.

Utena sabe que algo va mal. Una parte de ella se siente muy, muy a disgusto con esa cita, pero no sabe por qué. Akio le hace creer mediante esa manipulación no sólo que la quiere, sino que ella es un sujeto activo en su relación, que tiene control sobre la situación. Nada más lejos de la realidad.

Que Akio no forzara físicamente a Utena, que ella no sintiese miedo e incluso que disfrutase físicamente de la experiencia no excluye la violación. El lenguaje corporal de Utena delata incomodidad, inseguridad en todo momento, y asume que es por sentir que está traicionando a Anthy. A lo largo del episodio, se evade de la cita, del parque de atracciones y del hotel, y desasocia pensando en literalmente cualquier cosa que se le ocurra: si Anthy habrá preparado la comida, si lo habrá guardado todo en la nevera, si se sentirá sola… Si siente la necesidad de desconectar y distraerse de esta manera, ¿cómo va a estar bien?

Hay un vídeo buenísimo que explica el consentimiento mediante el hecho de preparar té. Relacionamos las violaciones con amenazas, con violencia y agresividad explícitas y con callejones oscuros, pero tenemos que concienciarnos de que pueden ser mucho más que eso. Un violador no tiene por qué ser un desconocido, y una víctima no tiene por qué saber que está siendo violada. Hoy en día, es muy peligroso encasillar los abusos sexuales y negarnos a ver más allá, y Utena hizo un magnífico trabajo para representar ese problema. Akio viola a Anthy y viola a Utena, y que emplee métodos distintos para cada una no significa que sea peor para una o para otra. Es violación en ambos casos. Y punto.

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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