Analizando Houseki no Kuni Tomo #1 (1/3) Cinnabar y el inicio del cambio

Analizar el manga de Houseki no Kuni, cuando ya nos hemos dedicado a estudiar cada capítulo del anime, parece algo redundante. Sin embargo, el anime cortó detalles, adaptó escenas y, al fin y al cabo, no llega tan lejos como el material original. Y como no tendría mucho sentido comenzar los análisis saltándonos un par de tomos del manga, vamos a empezar desde el principio para disfrutar una vez más del sufrimiento (que aceptamos casi siempre con gusto) del mundo de Haruko Ichikawa.

Eso sí, quedáis advertidos: estos análisis están repletos de spoilers de todo el manga. Si no vais al día, cuidado con adentraros en estos lares.

Ah, y un segundo aviso: las gemas de Houseki no Kuni carecen de sexo. Son seres inmortales que nacen tras millones de años de lenta acumulación de inclusiones, por lo que no existe la necesidad de procreación y carecen de órganos reproductores. Por tanto, se trata de una sociedad asexual y agénero, ya que no se han desarrollado roles sociales que se parezcan a los nuestros. Más allá del diseño extremadamente femenino que puedan tener los personajes —y que hoy sabemos que está modulado por el Maestro, que incluso entregó ojos a estas criaturas para que se asemejaran lo máximo posible a los humanos—, no tienen sexo. Ichikawa declaró que los hizo con grandes caderas y pechos planos para que unieran lo que identificamos de hombres y mujeres, pero nada más.

En japonés, las gemas hablan con pronombres asociados, por lo general, a hombres. Seguramente se empleen para enfatizar que no son mujeres. Por ese motivo, y a falta a día de hoy de otra alternativa que no conlleve faltas de ortografía en castellano, también hablaré de las gemas en masculino. Pero siempre recordando que es por necesidad, que se trata de criaturas sin sexo ni género.

Si todo esto queda claro, ¡vamos a ello!

Un vistazo a la portada del primer tomo

 


Como se señala en este artículo, parece que todas las portadas y el interior de las mismas siguen un mismo patrón para cada tomo. Por una parte, con la excepción de Phos y Cinnabar, que tiende a aparecer de fondo, no se repiten personajes (al menos hasta que se ha presentado a todos los importantes, ya que Yellow y Padpa repiten en el volumen 9). Por otra, parece que los personajes de la contraportada nunca son gemas. En cuanto al interior, los personajes siempre aparecen sin polvo, sin ropa, y sin el pelo recogido, por lo que los vemos con un aspecto casi natural, pero aun así modificado por el Maestro (tienen ojos, por ejemplo, y formas menos angulosas que las que las caracterizan durante el nacimiento). De este modo, podemos ver cómo Phos poco a poco se irá reduciendo hasta casi no aparecer…

En este caso tenemos a las gemas más importantes para Phos en el momento: Diamond, que se podría considerar su amigo; Morga, con quien mantiene una relación vagamente distante de hermanos y Bortz, que le da terror. Por supuesto, no podía faltar Cinnabar, que marca toda su historia.

Mas interesante es la contraportada, donde tenemos a Ventricosus, que está adorable en su forma pequeña, mientras que en el interior podemos ver uno de sus tentáculos cogiendo lo que quizá sea la carpeta de Phos, que antes pertenecía a Kongo. En el caso de los Admirabilis y los Lunarian, parece que el tema de verdaderas formas no se aplica y su aparición depende más de lo spoilers que haya en el volumen.

Y es maravilloso, porque Ichikawa nos ha estado diciendo desde el primer momento que Kongo no es una gema.

El mundo del Samsara


La historia de Houseki no Kuni ya está pensada en sus temas básicos, al menos por lo que nos ha contado el director del anime… Si bien es cierto que Ichikawa prefiere escribir sobre la marcha y descubrir lo que le depara a sus personajes mientras trabaja en su manga. El leitmotiv de Houseki consiste es intentar responder a la pregunta de si podemos simplemente existir y sentirnos satisfechos o debemos ocupar un sitio concreto de la sociedad. Por otro lado, la reencarnación, la muerte y el ascenso a la sabiduría son constantes en la obra de Ichikawa, así como la presencia de ideas budistas sobre la incapacidad de «aceptar y dejar ir». A través de Phos, un personaje adorable, tontorrón y sometido a un constante y brutal cambio, estudiaremos la inmortalidad, la muerte y la profunda depresión que cae sobre nosotros cuando carecemos de un propósito para seguir existiendo. Al fin y al cabo, casi todos los filósofos se han preguntado si nuestra existencia tiene significado.

O si debemos dárselo.

Ichikawa estudió —por accidente— en un instituto budista, y las ideas de esta religión se respiran en cada página de Houseki. Como tampoco soy una experta ni quiero aburrir a nadie, me remito a este post para reflexionar brevemente sobre el universo que ha creado la autora y el posible tema central del manga: aprender que los cambios son inevitables.

Porque, oh, si algo caracteriza la inmortalidad de las gemas es que están acostumbradas a que el mundo sea el mismo, sin que cambie jamás de curso. Siempre en guerra contra los Lunarian, siempre dispuestos a recuperar a sus compañeros para que un día todo vuelva a ser como antes, sin reconocer la posibilidad de la muerte. Eso es para los «animales», que son inferiores.

Rechazar lo negativo que conlleva la existencia exige aferrarse a lo positivo. A menudo esto se traduce como elementos materiales, relaciones sociales y cosas que, hagamos lo que hagamos, se erosionan con el tiempo. Nada dura para siempre. Negarse a ver este hecho impide que disfrutemos del momento, porque siempre tememos el futuro, siempre sentimos que no tenemos suficiente de lo «positivo» y no apreciamos las cosas en su justo detalle. O, al menos, eso es lo que enseñan algunas escuelas del budismo. La teoría no es aprender a apreciar el dolor, sino a sufrir lo menos posible, a aferrarse lo menos posible a lo material y a aceptar la muerte como una liberación. De lo contrario, quedamos atrapados para siempre en el Samsara.

¿Y qué son las gemas sino prisioneras eternas del mundo material? Ni siquiera sabemos si poseen un alma que pueda ser «purificada» y que alguna vez escape al ciclo, como aspiran a hacer los Lunarian. Al ser inmortales gracias a sus inclusiones, que no dejan de ser microorganismos que pueden llegar a reconstruir un cuerpo reducido a polvo —al menos si el cuerpo es lo suficiente fuerte—, no pueden aceptar la mortalidad, ni saben lidiar con los cambios que nos exige un cuerpo mortal. Un humano debe hacerse a la idea de que crecerá, que perderá y ganará amigos, que tendrá que sufrir, pero también disfrutar. Y el budismo (ideal) invita a apreciar estos momentos, y a no dejar que el dolor nos destroce. Si nos rompemos una pierna dolerá, si sufrimos una decepción, sufriremos. Pero es algo que no podemos evitar y hay que hacerse a la idea para lograr sobrevivir.

Que Ichikawa eligiera a las gemas como protagonistas va más allá de lo estético. Debido a su interés por las gemas, conectó la idea con el hecho de que se usan para adornar el Paraíso y así concibió la idea de seres cazándolas. A esto se une que las gemas son una de las cosas más bajas dentro del estrato de reencarnaciones budistas —ya sabéis, si sois buenos os reencarnaréis en hombres; si no, en mujeres y en toda clase de animales y cada vez es más difícil ascender hacia una encarnación mejor— y son incapaces de encontrar la salvación. Dentro del universo de Houseki, son lo que quedan atrás cuando el mundo se ha vaciado, carecen de alma (que sepamos) y no son consideradas dignas de ser reencarnadas en «criaturas superiores» hasta dar con el Nirvana. Aun así, no dejan de ser el «hueso» de los humanos. Tengo sincera curiosidad por si la autora llevará esta metáfora más lejos.

Las gemas están atrapadas en un mundo donde su único objetivo es pelear. No tienen una cultura desarrollada, no tienen objetivos más allá de sus trabajos, y no saben mirar más lejos. Cuando pierden a un miembro de su familia, se obsesionan con recuperarlo —y aquí tenemos por ejemplo la motivación de Phos: recuperar a Antarc—porque no conocen la noción del cambio. Estación tras estación, año tras año, todo debe mantenerse «igual» o confían en que lo hará más tarde que pronto.

Por eso la escisión entre las gemas de la tierra y las de la luna es tan importante. Porque marca un cambio brutal en su forma de ser, permitiendo que surjan formas diferentes de ser y pensar. Y, aun así, las gemas se mueven en todo momento para «recuperar» lo perdido, para recuperar su normalidad. El único con cierta perspectiva de verdadero cambio y que quiere eliminar a los Lunarian de la ecuación es Phos.

Así pues, tenemos a las gemas, abandonadas en el mundo terrestre o destinadas a ser adornos en la Luna, y al Maestro Kongo, que viste como un monje budista. Una máquina que ora por la desaparición de las almas, por superar la fase terrenal y aceptar el ir y venir de las cosas. Una figura de guía cuyos motivos desconocemos, pero quizá podamos ir intuyendo con el paso del tiempo…

Un primer trabajo


En un futuro distante, la mayor parte de la Tierra ha desaparecido debido a la caída de seis meteoritos, y unas nuevas especies han sustituido a los humanos. Los microorganismos (¿posibles inclusiones?) que una vez formaron parte nuestra han ascendido a la superficie para tomar forma de gemas humanoides. Pero no son las únicas. También están los habitantes del mar, los Admirabilis, cuyo aspecto casi es humano; y los Lunarian, amalgamas de espíritus humanos que no lograron alcanzar el Nirvana y esperan la verdadera muerte con creciente desesperación.

Las gemas viven en la única isla conocida y patrullan todos los días para avistar la llegada de los Lunarian. Desde hace milenios, estos han establecido la rutina de atacar durante días soleados —¡demos gracias a los sindicatos de los Lunarian por las noches libres de amenazas!— para capturar una o dos gemas y llevárselas a su base en una de las seis lunas. Todo para intentar que Adamant, o el Maestro Kongo, les conceda la libertad. Es increíble que, tras miles de años, no hayan asumido que su táctica es inútil, pero supongo que también les entretiene en su interminable rutina y que es parte de la historia de Houseki. Por su incapacidad de cambiar, por su sociedad congelada, Phos es capaz de simpatizar con ellos.

Phosphophillyte es una de las gemas más débiles e «inútiles» de su sociedad, orientada por completo hacia la existencia de los Lunarian. Todo en el mundo de Houseki es por y para la guerra y, por tanto, el duelo y el luto. Carecen de una cultura desarrollada alrededor de sus propios conflictos y aspiraciones, porque cada día puede amanecer con un nuevo ataque, una nueva pérdida. Para empezar, la categoría más alta dentro de las gemas son los diamantes, los más aptos para el combate. Por debajo se encuentran organizados por dureza y capacidad para hacer frente a los Lunarian.

Los uniformes, incluso los pijamas, son referencias al luto o a la ropa con al que se viste a los cadáveres, y no vemos a las gemas vestir otro color. Los otros oficios, como el de médico, el de armero, archivista, bibliotecario y demás están enfocados a la guerra. Las gemas no comen, no beben, solo necesitan la luz del sol, y no quedan en su pequeña isla animales que puedan suponer una amenaza.

Es decir, que el mundo de Houseki no Kuni es la consecuencia de la falta de honestidad o de capacidad de sentarse a hablar, reflexionar sobre la situación y cambiar. Sin ir muy lejos, debido a motivos desconocidos, Kongo se niega o es incapaz de dar la paz a los Lunarian. Ni siquiera es capaz de explicar las cosas a las gemas cuando lo desea por cierta función u orden. Por su parte, los Lunarian se niegan a respirar el aire de la Tierra, cierran comunicaciones y Aechmea —que sepamos— no se ha dignado a bajar a hablar con nadie o a enviar un embajador para negociar una tregua y una salvación. Solo ha intentado volver a las gemas contra Kongo después de secuestrarlas y aislarlas en la Luna.

Por otro lado, las gemas muestran una increíble lealtad hacia Kongo debido a que, si podemos creer en las palabras de Aechmea, el robot desprende ciertas sustancias que vuelven su presencia agradable a los seres humanos. Y las gemas no dejan de tener elementos humanos.

Su papel inicial es bastante ambiguo. Una figura paternal, que bascula entre la comprensión y la indiferencia. Paciente hasta extremos que llevan a la risa, y con terribles exabruptos que casi son de maltratador —¿de qué sirve romper a unas gemas ya destrozadas tras un combate? También me preguntaría cómo puede una máquina olvidarse de que tiene a sus espaldas a una de las gemas más débiles, pero claro, se supone que es una máquina rota… De modo que todo es posible—.

Uno de los detalles sobre cómo miente a las gemas es el hecho de que lleva guantes. Las gemas no son como nosotros, su amor no se despliega físicamente ya que un roce o un choque puede acabar en medio destrucción, con la siempre notable excepción de los Amethyst. Puede que por eso, porque Kongo finge ser una gema, se pone guantes. Porque es la más fuerte de todas, la más indestructible, y eso implicaría que les haría daño si no se cubre para tocarles la cabeza o levantarlas en vilo. Una fachada a la que renunciará cuando se descubra su verdadera naturaleza. Y como los guantes siempre han sido sinónimo de intenciones ocultas —estoy mirándote, Mickey Mouse, ya no puedes ocultar que buscas un imperio mundial— o de secretos, creo que resulta en una metáfora visual  encantadora.

Phos es de los pocos, por no decir único, capaz de plantarse ante Kongo y no ser totalmente sumiso. Su actitud rebelde, mimada y perezosa es el resultado de trescientos años de existencia durante los que no ha ocupado ningún puesto concreto. Mediante una exposición —bastante torpe, por qué haces esto, Ichikawa— de la historia de la tierra de las gemas por parte de Phos, vemos cómo el Maestro y las demás gemas van a salvar en grupo a Morga y a Goshe, que han roto las reglas y se han quedado a pelear contra Lunarians en vez de volver a pedir ayuda a Kongo. Se ve así la gracia de las gemas que pelean y Phos, que acompaña al Maestro porque este tiene que hablarle de su futuro trabajo, aspira a ser una de ellas. Porque, como nos cuentan, ha probado y fallado en todos los trabajos excepto el de guerrero —y patrullar durante el invierno. Justificado porque Phos siempre es el primero en dormirse y el último en despertarse—. Pero, como Kongo demuestra, Phos no es apto para el combate.

Phos no solo es tan frágil que un golpe puede partirlo en pedazos, sino que no es rápido ni tampoco se ha enfrentado nunca a un peligro real. Es el niño mimado, cuidado e ignorado porque es «inútil». Digamos que ha adoptado tranquilamente su rol de chiquillo y, aunque desea cambiar, es más por el impulso de ser respetado. No es un sentimiento profundo de inconformidad ni de desear ser otra cosa. Según esta entrevista, Ichikawa escogió precisamente a su protagonista porque:

Los metales raros son minerales metálicos que ayudan económicamente, pero aparte hay minerales que apenas se pueden aprovechar, por son muy raros; son bonitos, así que resultan valiosos. Unos ejemplos serían la benitoíta y el berilo rojo. Y, entre estos raros minerales, la fosfofilita tiene un color precioso.

Sin embargo, debido a su baja dureza, la fosfofilita no se considera apropiada como gema. Se rompe con mucha felicidad. Es bonita, pero no aproiada como gema. Encontré esta contradicción muy atractiva.

Así que de aquí viene la obsesión de Phos con la belleza (la suya incluida).

Phos es directo, franco, sin pelos en la lengua. Su inocencia y estar fuera de los rígidos roles que tanto pesan sobre otras gemas, le permite romper las convenciones y hasta le permitirá revolucionar el mundo de las gemas.

Pero no es un camino sencillo debido a su cuerpo. ¿Qué puede hacer alguien que es torpe, con escasa concentración y que se rompe al mínimo toque?

Kongo llega a la conclusión de que debe encargarle hacer una enciclopedia. Y es, a primera vista, una decisión de lo más extraña. Cada gema se dedica a algo que le gusta, a un trabajo que parece natural para su naturaleza, su resistencia y su forma de ser. Pero Phos no es especialmente curioso, es incapaz de prestar atención a cualquier asunto que no le resulte atractivo y, desde luego, no persigue el conocimiento. El Maestro se justifica afirmando que necesita la franqueza de Phos para elaborar la enciclopedia. Este refunfuña que es una excusa para sentarle a hacer un trabajo inútil.

¿Lo es?

Por favor, atentos a esta imagen donde se ve al Maestro cubierto de sombras. Como si deseara que algo funcionara, que algo cambiara.

Hasta murmura:

—Lo dejo en tus manos.

¿La enciclopedia? ¿O algo más importante que solo puede conseguir Phos, el más joven, el que todavía tiene oportunidades de cambiar y no anquilosarse…?

Las gemas están obsesionadas con sus trabajos. Su mentalidad no acepta nada que se salga de sus rígidas concepciones de oficio, lo cual lleva al sufrimiento de muchísimos personajes. Por ejemplo: Bortz es la representación de los guerreros, y su talento eclipsa a Diamond, que sabe jamás podrá escapar de la sombra de Bortz ni ser mejor. Por decirlo de alguna manera, el mundo de Houseki es muy pequeño para dos diamantes que sean los mejores. Alexandrite, por su lado, vive por y para investigar a los Lunarian en un intento de no olvidar su odio… Y no sale de ahí. Investiga desde lejos, acumula infinitos datos. ¿Sirven para algo? ¿Ha hecho algún avance? Es difícil de decir, pero tampoco importa: Alexandrite es el friki de los Lunarian, y nadie espera que deje de serlo ni que busque otro trabajo al que dedicarse. Quizá Rutile sea el mejor ejemplo; no hay otro médico tan experto en las gemas, lo cual lo vuelve imprescindible para su sociedad. Pero como es el único y mejor médico, se ha obsesionado con lo único que es incapaz de resolver con su tecnología: el estado de Padparadscha. Ha llegado al extremo de que reconstruirlo es su objetivo, por encima del bienestar de su amigo. Si Padpa se curase sin más, Rutile se desmoronaría porque es su trabajo devolver a la normalidad a las gemas. Si no lo hace Rutile, nada tiene sentido.

Cada gema alberga conocimientos muy aislados y especializados, cosa extraña en inmortales. Por suerte no parece que les afecte igual que a nosotros el aburrimiento. Pero, imaginad por un momento que quisierais leer sobre ciencia, pero solo encontrarais datos muy concretos y técnicos sobre agujeros negros por un lado, sobre física cuántica por otro y un libro dedicado a explicar teoría cuántica. Se os cierran las puertas. Por eso es imposible empezar por las matemáticas de universidad si no has aprendido a sumar y a restar, y no has pasado por la educación secundaria.

¿Vais a dónde nos dirigimos? Una enciclopedia habría haber cambiado esto. Habría acumulado conocimientos de todas las ramas, habría dado acceso a las gemas a otros aspectos ajenos a su trabajo. La especialización es lógica cuando tienes producción de masas, pero ese no es el caso de las gemas. Imaginad cuántas cosas serían diferentes… Alexandrite podría fangirlear con compañeros sobre los Lunarian sin que pareciera un loco; Bortz y Cinnabar serían capaces de sentarse a charlar de medusas, animales y otras criaturas fosforescentes; Diamond podría aprender a fabricar sus propios Shiro; Red Beryl se divertiría con un compañero que quisiera hacer ropas que no fueran negras o que tuvieran pantalones largos, etc., etc.

Una enciclopedia es saber preciado en un mundo donde las gemas guardan silencio sobre sus sentimientos, inextricablemente unidos a sus trabajos.

¿Qué podría haber llegado a ver Phos mucho antes si no hubiera saltado a buscar un trabajo para Cinnabar y luego a investigar a los Lunarian? Ese camino le llevó a desconfiar del Maestro. El de la enciclopedia probablemente le habría permitido llegar antes a ciertas conclusiones sin arriesgar tanto su integridad física. Kongo es el maestro de las gemas, pero oculta conocimientos sobre los Lunarian o los Admirabilis. Phos, al salir del cascarón y recoger múltiples saberes, quizá habría sido capaz de conectar ideas, de descubrir huecos y silencios del Maestro… Y haber percibido que algo está mal en su sociedad.

Así pues, a lo que quiero llegar es a que el trabajo de la enciclopedia no es tanto un premio de consolación como, quizá, un intento de Kongo (consciente o no) por cambiar las cosas. Y funcionará. Aunque no como él se esperaba.

Cinnabar y el Otro entre las gemas


Cuando las gemas le recomiendan a Phos que consulte a Cinnabar para iniciar su tarea, no es porque crean que sabe mucho, sino porque es alguien que se encuentra fuera de la casta. ¡Así que algo inútil debe saber! Las gemas no están dispuestas a colaborar en la enciclopedia porque ya tienen sus trabajos, así que es mejor enviar a Phos a alguien que tampoco tiene algo «útil» que hacer y por eso albergará conocimientos de plantas y animalejos que no tienen nada que ver con lo que usan para aclararse la piel o, imagino, teñir sus ropas.

Cinnabar, que es bastante mayor, del mismo año que Diamond, es uno de los claros ejemplos del daño que puede provocar la eternidad entre las gemas. Incapaz de controlar el mercurio que supura —más bien deberíamos decir que no puede detenerlo, porque controlarlo puede, hasta ciertos niveles. Las burbujitas que flotan a su alrededor hasta cambian de acuerdo a su estado de ánimo, de modo que hay cierta conexión entre ambos—, decidió retirarse por voluntad propia a patrullar la noche. El Maestro todavía no ha encontrado ningún trabajo que satisfaga a Cinnabar, y este se ha aislado y separado de los demás para no hacer daño a nadie… Pero también porque las gemas no saben cómo lidiar con alguien que se sale de sus esquemas. Cinnabar, orgulloso —tanto que se niega a llamar a Phos por su nombre—, inteligente, independiente, podría calificarse como un «discapacitado». El mundo no es capaz de adaptarse a Cinnabar… ¿O sí?

En los nuevos capítulos, cuando la guerra es extrema, Cinnabar puede ocupar un lugar en el campo de batalla. El problema es que es complicado situarlo junto a una pareja que no esté a su nivel. Hasta Bortz puede resultar herido sin querer. Y el problema de Cinnabar es que su veneno rompe para siempre a las gemas al matar sus inclusiones, mientras que un golpe de espada no es definitivo.

Pero volvamos a la situación inicial. Cinnabar, como Diamond, como Phos, desea ser necesario. No le basta con que lo añadan e un trabajo donde otra persona es mejor o una tarea que nadie más encuentra útil. Cinnabar es orgulloso, por eso rechazará el ofrecimiento de Phos en el futuro, pero murmurará que si le hubiera pedido ser su pareja todo habría sido diferente. Su obsesión por ocupar un lugar donde su existencia cobre sentido ha llegado tan lejos que casi espera, pasivamente, a ser secuestrado por los Lunarian…

Porque eso significaría que al menos es deseado como adorno. Visto que se odia tanto que se considera sucio y por eso no quiere luchar (hasta tal punto se desprecia), creo que también podemos extrapolar que Cinnabar al estar aislado valora un poquito más los seres vivos que le rodean y comprende vagamente mejor el concepto de la muerte. Por eso su decisión es tan horrenda.

No puedo culpar en demasía, pero sí un poquito, a gemas como Rutile, que mantiene el contacto más «habitual» con Cinnabar como médico, o al maestro Kongo porque es evidente que Cinnabar jamás reconocería su objetivo frente a gente que considerara importante. Es Phos quien le saca de sus casillas, porque es inútil, es débil, y aun así es deseado por los Lunarian por su aspecto.

Y entonces, Phos se arriesga para salvarlo de una caída.

No habría sido mortal, desde luego, pero Phos se lanza en medio del veneno a tenderle una mano. ¿El resultado? Phos se rompe. Es como una confirmación de todos los temores de Cinnabar, casi un Dilema del Erizo a lo Evangelion: quiere estar con la gente, pero si se acerca les hará daño, y por tanto sufrirá también por su rechazo o su dolor.

Este encuentro es básico para Phos, un golpe de realidad. Porque Cinnabar luchó a pesar de su dolor, de su rechazo a hacer daño a otras criaturas, para salvarlo. No solo eso, sino que le demuestra que hay alguien en peor circunstancias. Un pensamiento que, claramente, antes no se le había pasado por la cabeza. En realidad, para Phos todo está bien y en su sitio: Bortz y Rutile dan miedo, Diamond es encantador y no hay nada malo en su vida porque sonríe y es un diamante, ¡cómo puede irle algo mal a un diamante!, y así con todas las gemas.

Hasta que conoce a Cinnabar.

La existencia de esta gema desvía a Phos de la enciclopedia casi de inmediato, porque su deseo de ayudarle se convierte en su objetivo, pero también le ayuda a cambiar como nunca lo habría hecho por su cuenta. Phos se obliga a pensar, a actuar. Despacio, sin pausa, nace en su persona el deseo de ayudar a otra gema, por lo que parte de su egoísmo inicial.

Para Cinnabar, este encuentro también supone algo: una promesa. Una a la que teme aferrarse —y que, de momento, no se cumple. Es irónico porque Cinnabar da los primeros pasitos por su cuenta y termina siendo Bortz quien demuestra que se puede estar a su lado—, y que le da la dolorosa esperanza de que algo por fin sea diferente.

Le deseamos paciencia para los próximos ciento y pico años. ¡Total, qué son para un inmortal…!

Con esto, Houseki no Kuni establece unas magníficas bases para lanzarnos hacia el tema de la historia. ¿Puedes existir sin necesidad de ocupar un rol? ¿Puedes estar satisfecho simplemente con vivir?

¡Que el viento sople a vuestro favor!

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